Tango 1. Amantes de la música. Primera entrega
Biografía

Tango 1. Amantes de la música. Primera entrega

 

 

De interés general

 

 

Fuente Wikipedia. El tango es un género musical tradicional de Argentina y Uruguay, nacido de la fusión cultural entre inmigrantes europeos (españoles e italianos, principalmente), descendientes de esclavos africanos, y nativos de la región del Río de la Plata. Musicalmente suele tener forma binaria (tema y estribillo) o ternaria (dos partes a las que se agrega un trío). En esencia, es una expresión artística de fusión, de naturaleza netamente urbana y raíz suburbana («arrabalero»), que responde al proceso histórico concreto del mestizaje biológico y cultural de la población rioplatense pre-inmigración y a la inmigración masiva, mayoritariamente europea, que reconstituyó completamente las sociedades rioplatenses, a partir de las últimas décadas del siglo XIX.

 

Su interpretación puede llevarse a cabo mediante una amplia variedad de formaciones instrumentales, siendo las más características el cuarteto de guitarras, el dúo de guitarra y bandoneón, el trío de bandoneón, piano y contrabajo, así como la orquesta típica o el sexteto.

 

Muchas de las letras de sus canciones están compuestas basándose en un argot local llamado lunfardo, letras que suelen expresar las tristezas, especialmente «en las cosas del amor», que sienten los hombres y las mujeres de pueblo, circunstancia que lo emparenta en cierto modo con el blues, sin que ello obste al tratamiento de otras temáticas, incluso humorísticas y políticas.

Enrique Santos Discépolo, uno de sus máximos poetas, definió al tango como «un pensamiento triste que se baila».

 

En 2009 fue presentado por los presidentes de la Argentina y Uruguay para ser incluido, y finalmente aprobado en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial (PCI) de la Humanidad por la Unesco.

 

Etimología

 

El término parece provenir del idioma ibibio (idioma de la familia lingüística Níger-Congo), tamgú: ‘tambor’ y ‘bailar (al son del tambor)’. Se desconoce a ciencia cierta si la palabra española tambor proviene de este ibibio tamgú o del árabe hispánico tabal. En el siglo XIX, en la isla El Hierro (de las islas Canarias) y en otros lugares de América, la palabra «tango» significaba ‘reunión de negros para bailar al son del tambor’.

 

A finales del siglo XVIII (entre 1780 y 1791) el cabildo de la Buenos Aires emitió al menos tres informes al virrey, denunciando las prácticas musicales y religiosas de los esclavos. Una de ellas se efectuó en 1789, Manuel Warnes (entonces funcionario del cabildo de Buenos Aires), elevó una denuncia contra ciertas prácticas de los esclavos africanos y sus descendientes (esclavos afroargentinos) residentes en Buenos Aires diciendo lo siguiente: «No permitan semejantes bailes y juntas las del tango, porque en ellas no se trata sino del robo y de la intranquilidad para vivir los negros con libertad y sacudir el yugo de la esclavitud».

 

En los albores del siglo XIX, el cabildo de Montevideo certificó la existencia de los candombes, a los que llama alternativamente «tangos» o «tambos», prohibiéndoles llevar a cabo su actividad escénica bajo el argumento de la lesión a la moral pública y castigando a sus cultores.

 

Que respecto á q. los bailes de negros son por todos motivos perjudiciales, de prohivan absolutam. dentro y fuera de la Ciudad, y que se imponga al que contrabenga el castigo de un mes á las obras publicas.

 

«Sobre tambos bailes de negros», resolución del Cabildo de Montevideo

 

de común acuerdo con el gobernador Francisco Javier Elío del 26 de septiembre de 1807

 

En el Índice general de acuerdos, un libro manuscrito de esa misma época, se utiliza la palabra «tambos» (sic, por «tangos»).

 

El historiador Ricardo Rodríguez Molas investigó los lenguajes de los esclavos llevados a la Argentina. La mayoría provenía de etnias de Congo, el golfo de Guinea y el sur de Sudán. Para ellos, tangó significaba ‘espacio cerrado’, ‘círculo’ y cualquier espacio privado al que para entrar hay que pedir permiso. Los traficantes de esclavos españoles llamaban «tangó» a los lugares donde encerraban a los esclavos, tanto en África como en América. El sitio donde los vendían también recibía ese nombre. Antes de 1900 a este género se lo llamaba «tango canyengue», palabra de origen africano. Los negros porteños la pronunciaban caniengue y desde 1900 los blancos lo escribieron y pronunciaron canyengue (con la ye porteña).

 

El «caminar canyengue» es una manera de caminar del compadrito, de cadenciosos movimientos de cadera. También se lo llama «caminar arrabalero», siendo «arrabal», los suburbios o barrios bajos de las antiguas ciudades de Buenos Aires y Montevideo (en esta ciudad era característica la zona del Bajo con la calle Yerbal). Como lo representa Tita Merello en la película Arrabalera (1945).

 

El Diccionario de la Lengua Española de la RAE, en su edición de 1899, definía al tango como una ‘fiesta y danza de negros o de gente del pueblo, en América’ y también, como segunda acepción, ‘la música de esa danza’. Es interesante notar que el diccionario le suponía al término un origen latino, ego tango (‘yo taño’), primera persona singular de tangir, evolución romance del verbo latino tangere (‘tañer un instrumento’). El error persistía en la edición de 1914. Las siguientes ediciones eliminaron la aventurada etimología.

 

La edición de 1925 definía al tango como antes, aunque ya sin la errónea etimología latina, y agregaba: ‘Danza de alta sociedad importada de América al principio de este siglo’. Esto evidencia que el tango había pasado de ser de clase baja a la clase alta. También se agregaron más acepciones: ‘Música de esta danza’ y ‘tambor de Honduras’. En el creole que se habla en los «morenales» de la costa caribeña de Honduras (de población mayoritariamente negra) se conservan muchas palabras originales africanas. La edición de 2001, la vigésima segunda, definió el tango como un ‘baile rioplatense, difundido internacionalmente, de pareja enlazada, forma musical binaria y compás de 2/4. El término gotán significa ‘tango’ en vesre.

 

Es generalmente aceptado que la utilización de esta palabra a principios del siglo XIX no certifica vinculación alguna con el tango que se surgió a fines de ese mismo siglo.

Raíces

 

Commons-emblem-scales.svg

 

Existen desacuerdos sobre la neutralidad en el punto de vista de la versión actual de Raíces argentinas del tango.

 

Motivo: Este artículo hace tiempo fue calificado como bueno. Desde entonces fue editado varias veces. Luego de dichas ediciones, la redacción y referencias de esta sección en particular quedó no neutral. Es necesario volver a una edición imparcial de este artículo o siempre será cuestionado.

 

En la página de discusión puedes consultar el debate al respecto.

 

Se estima que el tango se nutrió de otros estilos musicales como la payada, la milonga campera, el candombe afrorioplatense Uruguay y Buenos Aires, y posteriormente de la habanera cubana.

En 1866, un periódico argentino emplea por primera vez el término «tango» (refiriéndose al género musical más identificado con la palabra «tango») para designar la canción La coqueta.

En 1876, en Buenos Aires se hizo muy popular un tango-candombe llamado El merenguengué, que se convirtió en éxito en los carnavales afroargentinos que se celebraron en febrero de ese año. Se interpretaba con guitarra, violín y flauta, además de los tambores de candombe afroargentino (llamador y repicador). Se ha planteado seriamente, que haya sido este contexto uno de los fuertes puntos de partida del nacimiento y desarrollo del tango.

 

La primera partitura de la que existe registro (aunque sin autor) es La canguela (1889) y se encuentra en el Museo de la Partitura de la Ciudad de Rosario. Por otro lado, del primer tango que se tiene registro (con autor registrado) es El entrerriano ―estrenado en 1896 e impreso en 1898― del afroargentino Rosendo Mendizábal.

 

A su vez es interesante saber que, entre 1870 y 1900 en el Gran Buenos Aires sonaban tangos tales como:

 

El queco (autor anónimo, 1874);

Señora casera (anónimo, 1880);

Andate a la recoleta (anónimo, 1880);

El porteñito (Gabriel Díez, 1880);

Tango n.º 1 (José Machado, 1883);

Dame la lata (Juan Pérez, 1883);

Qué polvo con tanto viento (Pedro M. Quijano, 1890);

No me tires con la tapa de la olla (anónimo, 1893);

El talar (Prudencio Aragón, 1895);

 

En cuanto a la transición entre el tango criollo antiguo (milonga campera evolucionada con toques de habanera y candombe porteño), y el tango de la Guardia Vieja, se encuentran las grabaciones de los siguientes músicos y payadores argentinos:

 

Ángel Villoldo

 

El choclo, 1903

El pimpollo, 1904

La vida del carretero, 1905

El tango de la muerte, 1906

El negro alegre, 1907

Gabino Ezeiza

Patagones, 1905

Higinio Cazón

El taita, 1905.20

 

De igual manera, el primer tango grabado por una orquesta, la de Vicente Greco, se denomina Don Juan (1898) cuyo autor fue el compositor argentino Ernesto Ponzio.

 

Uno de los primeros grupos de tango, estuvo compuesto por dos afroargentinos, el Negro Casimiro Alcorta (en violín) y el Mulato Sinforoso (en clarinete), a los cuales se les agregaría algún guitarrista para marcar correctamente los compases y el ritmo del tango. Actuaron en desde principios de la década de 1870 hasta principios de la década de 1890. El Negro Casimiro es autor de Entrada prohibida, luego firmada por los hermanos Teisseire, y de La yapa; a su vez, se le atribuye el tango Concha sucia, el cual más tarde sería modificado y firmado por Francisco Canaro como Cara sucia. Cabe decir, que se cree que este dúo fue autor y ejecutor de muchos de los primeros tangos que hoy figuran como anónimos, ya que en esa época no se solían firmar las obras.

Mientras que, enmarcadas en dichas fechas, en Argentina hay todas estas referencias históricas vinculadas al tango (como género musical), los primeros análisis sobre el tango en Uruguay, lo hizo un testigo protagónico de ese entonces: el pianista uruguayo Alberto Alonso. Dichos escritos han sido analizados, entre otros por Enrique Binda, quien da su punto de vista sobre la génesis del tango situando su origen en el Gran Buenos Aires. Por su parte el historiador Ricardo García Blaya sostiene que el tango nació en la zona del Río de la Plata, más precisamente en Buenos Aires, extendiéndose luego a ciudades como Rosario y Montevideo. La Dra. Marta Rosalía Norese por su parte, afirmó en una tesis doctoral la relación total y exclusiva del tango con Buenos Aires.

 

Historia

 

Orígenes en los siglos XIX y XX

 

Buenos Aires cerca del 1900. Jóvenes trabajadores bailan tango entre hombres y escuchan a un bandoneonista en la vereda.

 

 

En 1904, un grupo de hombres practica tango en el Río de la Plata. (Foto: AGN)

 

 

Gerardo Becho Matos Rodríguez (1897-1948) autor uruguayo del tango La cumparsita.

 

Si bien el tango reconoce lejanos antecedentes africanos, latinoamericanos y europeos, sus orígenes culturales se han fusionado de tal modo que resulta casi imposible reconocerlos.

Se sabe que el argot del tango, el lunfardo, está plagado de expresiones italianas y africanas; que su ritmo y clima nostálgico tiene un cercano parentesco con la habanera cubana; y que «tango, milonga, malambo y candombe», son parte de una misma familia musical de raíces africanas y también de las costumbres provenientes de los gauchos que migraron a la ciudad.

 

Sin embargo el tango no se confunde ni deriva de ningún estilo musical en particular. Ernesto Sabato dijo que por sobre todas las cosas el tango es un híbrido, una expresión original y nueva que deriva de una movilización humana gigantesca y excepcional.

 

El tango apareció en el Río de la Plata y sus zonas de influencia. En la presentación conjunta de Argentina y Uruguay ante la UNESCO para el reconocimiento del tango como patrimonio inmaterial de la humanidad, reza:

 

El tango nació entre las clases bajas de ambas ciudades [Buenos Aires y Montevideo] como una expresión originada de la fusión de elementos de las culturas afroargentinas y afrouruguayas, auténticos criollos e inmigrantes europeos. Como resultado artístico y cultural de este proceso de hibridación, el tango es considerado hoy en día como uno de los principales signos identitarios del Río de la Plata.

 

Formulario de nominación del tango como patrimonio cultural inmaterial de la humanidad28

 

Otras fuentes afirman que surgió primero en Buenos Aires y en la zona del actual Gran Buenos Aires, </ref> en la segunda mitad del siglo XIX, en el marco sociocultural de las grandes oleadas migratorias de los más variados orígenes internos y externos, que recibió entonces esa región. Por su parte, el escritor argentino Jorge Luis Borges dijo: «Buenos Aires, Montevideo y Rosario son los tres lugares que se han disputado el nacimiento del tango».

 

Otros puertos fluviales como en Campana y Zárate también registran antiguos antecedentes tangueros. Se trató de una música eminentemente popular, rechazada y prohibida por las clases altas y la Iglesia Católica, por lo que se desarrolló en los barrios pobres de los suburbios (los arrabales), los puertos, los prostíbulos, los bodegones y las cárceles, donde confluían los inmigrantes y la población local, descendientes en su mayoría de indígenas y esclavos africanos.

 

Allí se fueron fusionando libremente las formas musicales más diversas (candombe, payada, milonga, habanera, tango andaluz, polca, vals, etc.), provenientes de los orígenes más diversos (africanos, gauchos, hispanos coloniales, indígenas, italianos, judíos, alemanes, andaluces, cubanos, etc.), hasta formar el tango. Se estima que la transición duró alrededor de cuarenta años para afianzarse como un género plenamente constituido en la última década del siglo XIX.

 

En 1857, el músico español Santiago Ramos compuso uno de los primeros temas de aire tanguero que se conozca, Tomá mate, che, un tango con letra rioplatense pero con arreglos musicales de estilo andaluz. El tema formaba parte de la obra El gaucho de Buenos Aires, estrenada en el Teatro de la Victoria. En 1874 se ha documentado el primer tango que alcanzó difusión popular masiva. Se trata de El queco, también de estilo musical andaluz, con una letra sobre las «chinas» (las mujeres argentinas de origen indígena o africano) que trabajaban de prostitutas en los burdeles.

 

En 1876 se hizo muy popular un tango-candombe llamado El mereguengué, que se convirtió en éxito en los carnavales afrorioplatense que se celebraron en febrero de ese año.14 Se interpretaba con guitarra, violín y flauta, además de los tambores de candombe afrorioplatense (llamador y repicador).

 

El bandoneón, que le dio forma definitiva al tango, recién llegaría al Río de la Plata allá por el 1900, en las valijas de inmigrantes alemanes. No existen partituras de esta etapa originaria, porque los músicos de tango de entonces no sabían escribir la música y probablemente interpretaban sobre la base de melodías existentes, tanto de habaneras como de polcas. La primera partitura de la que existe registro (pero sin autor) es La canguela (1889) y se encuentra en el Museo de la Partitura de la Ciudad de Rosario. Por otro lado, del primer tango porteño, que se tiene registro (con autor registrado) es El entrerriano ―estrenado en 1896 e impreso en 1898― del afrorioplatense Rosendo Mendizábal.

 

Los títulos procaces pueden ser consultados en un anexo especial. Varios años después, a partir de los años treinta, los gobiernos militares y autoritarios, prohibieron las letras y títulos, por lo que la mayoría de ellos desaparecieron, mientras que otros fueron reescritos, como el famoso Concha sucia, que fue reescrito por el uruguayo Francisco Canaro como Cara sucia.

 

 

El cantautor Carlos Gardel, símbolo mundial del tango.

 

Poco antes de que comenzara la Primera Guerra Mundial en 1914 el emperador de Alemania, Guillermo II prohibió que los oficiales prusianos bailaran el tango si vestían uniforme. El órgano oficial del Vaticano, L’Osservatore Romano, apoyó abiertamente la decisión en los siguientes términos:

 

El káiser ha hecho lo que ha podido para impedir que los gentilhombres se identifiquen con la baja sensualidad de los negros y de los mestizos (...) ¡Y algunos van por ahí diciendo que el tango es como cualquier otro baile cuando no se lo baila licenciosamente! La danza tango es, cuanto menos, una de aquellas de las cuales no se puede de ninguna manera conservar ni siquiera con alguna probabilidad la decencia. Porque, si en todos los otros bailes está en peligro próximo la moral de los bailarines, en el tango la decencia se encuentra en pleno naufragio, y por este motivo el emperador Guillermo lo ha prohibido a los oficiales cuando estos vistan uniforme.

 

En aquellos años, en los que los hijos de familias ricas llevan a París el tango que habían aprendido en su frecuentación de los lupanares, comienza una nueva era para el género, con el aporte de músicos mejor preparados y la incorporación de letras evocativas del paisaje del suburbio, de la infancia y de amores contrariados.

 

La canción de tango comenzó a interpretarse desde 1850, pero no era tal porque el estilo vocal estaba ligado a la habanera y tangos españoles, sin una personalidad tanguera definida. Los cantantes de entonces no eran profesionales ni tampoco se conocía la voz del tango. El tango se cantaba como tango milongueado y los versos eran picarescos, lo que escandalizaba a la alta sociedad porteña. Los cantantes de que se habían destacado en la primera década de 1900 fueron Lola Membrives, Linda Thelma y Ángel Villoldo, entre otros.

 

Los primeros éxitos de aquel tango fueron Hotel Victoria, El porteñito y el gran suceso La morocha de 1908. En Buenos Aires había gran cantidad de cantores que interpretaban estilos nacionales, zambas y chacareras.

Carlos Gardel, quien se inició como payador alrededor de 1910, es el más recordado cantante de tango de los años veinte y treinta. Muchos de los temas que interpretaba los compuso él mismo y encargó sus letras a su inseparable compañero, el poeta Alfredo Le Pera. Gardel, que comenzó su carrera en comités políticos de los suburbios fabriles de Buenos Aires, cantó en París y en Nueva York, filmó varias películas en EE. UU. Se convirtió en un mito para los rioplatenses cuando murió en un accidente de aviación en Medellín (Colombia). Algunos de los tangos famosos de esta primera época son La cumparsita, El choclo, Caminito, El día que me quieras, Por una cabeza, etc.

 

Edad de oro

 

El bandoneonista Aníbal Pichuco Troilo (1914-1975).

 

Músicos como Juan Carlos Cobián, Pascual Contursi, Juan D´Arienzo, Julio De Caro, Osvaldo Fresedo, cantantes como Sofía Bozán, Ignacio Corsini, Enrique Maciel, Agustín Magaldi y Rosita Quiroga, integraron lo que se conoció como la «nueva guardia» del tango en aquella época. Entre ellos, muchos fueron los descendientes de inmigrantes italianos, como Osvaldo Pugliese (apodado «el Santo del Tango»), y Alfredo de Angelis, hijo del violinista Virgilio de Angelis.

 

La del cuarenta fue una década dorada para el género, que se interpretaba ya en locales nocturnos de lujo, cuyos ambientes alimentaron a su vez a los letristas, que en sus versos contraponían el lujurioso cabaret y los desbordes de la vida nocturna a la infancia en el arrabal, paisaje este que adquirió entonces ribetes míticos de paraíso perdido.

 

Grandes orquestas, como las de Juan D’Arienzo (1900-1976), Carlos Di Sarli (1903-1960), Osvaldo Pugliese (1905-1995), Aníbal Troilo (1914-1975), Horacio Salgán (1916-), Ángel d’Agostino o Miguel Caló actuaban a la vez en los cabarés del centro y en salones barriales, y, con ellos, creció enormemente la industria discográfica en la Argentina. Letristas de gran vuelo ―Enrique Cadícamo, Cátulo Castillo, Enrique Santos Discépolo, Homero Manzi― dieron al tango composiciones inolvidables, signadas por la amarga crítica de costumbres (Discépolo), el matiz elegíaco y las metáforas inspiradas en grandes poetas (Manzi, Castillo), la recurrente pintura de ambientes sofisticados con resonancias del poeta modernista Rubén Darío (Cadícamo). Otros notables cantantes de la época fueron el Polaco Goyeneche, Edmundo Rivero, Ángel Vargas, Francisco Fiorentino, Héctor Mauré y Alberto Podestá. Por su parte, Homero Expósito y José María Contursi también escribieron las letras de algunos tangos.

 

Años 1960 y 1970

 

El dúo Ástor Piazzolla-Horacio Ferrer, decisivos en la renovación del tango en los años 1960.

 

Desde fines de los años 1950 comenzarían a surgir corrientes tangueras renovadoras. Los primeros fueron músicos como Mariano Mores y Aníbal Troilo que empezaron a experimentar con nuevas sonoridades y temáticas. Pero el renovador indiscutido fue el marplatense Ástor Piazzolla, corazón de lo que se llamó "tango de vanguardia".

 

Ástor Piazzolla alternaba entre las tardes de música clásica en el Teatro Colón y su pasión por Ígor Stravinski y Béla Bartók, con las noches de tango, y su desempeño como bandoneonista y arreglador musical de la orquesta de Aníbal Troilo (1914-1975). Fusionando creativamente las influencias más diversas, Piazzolla introdujo en el tango armonías disonantes y bases rítmicas intensas y nerviosas que produjeron una transformación radical del género.

 

La música de Piazzolla produjo una apasionada controversia entre tradicionalistas y renovadores, sobre si «eso» era o no tango. El punto culminante de esa controversia fue el Festival de la Canción de Buenos Aires realizada en el Luna Park en 1969, en el que Ástor Piazzolla y el uruguayo Horacio Ferrer presentaron el tango "Balada para un loco", interpretado por Amelita Baltar en la sección correspondiente al tango. La canción produjo un escándalo descomunal que llevó a los organizadores a cambiar las reglas para evitar que "Balada para un loco" ganara el festival. Pese a ello, el nuevo tango-canción, ganó la adhesión popular, especialmente entre los jóvenes y se volvió un éxito de ventas como hacía años que el tango no tenía.

 

El dúo Piazzola y Ferrer realizaron otras obras de amplia difusión popular como el 'valsecito tanguero' "[[Chiquilín de Bachín" (1968) o la «ópera-tango» María de Buenos Aires (1967), que incluye la bella "Fuga y misterio!. Piazzolla aportaría composiciones fundamentales como sus Cuatro estaciones porteñas ("Verano porteño", "Otoño porteño", "Invierno porteño" y "Primavera porteña"), la serie del ángel (entre ellas "Milonga del ángel" y "La muerte del ángel"), "Libertango", "Decarísimo" y por sobre todas "Adiós Nonino", a la muerte de su padre.

 

Piazzolla también aportó decisivamente a la renovación instrumental del tango con su octeto, que incluía instrumentos hasta entonces absolutamente ajenos al tango, como los eléctricos (guitarra, bajo, teclados, sintetizador), la batería y el saxo. También con él ingresaron al tango instrumentistas de excepción como el violinista Antonio Agri y el guitarrista Cacho Tirao, y un cantante como José Ángel Trelles quienes sumarían sus talentos a experimentados del género como Enrique Kicho Díaz, Osvaldo Manzi o Jaime Gosis entre otros. Piazzolla también realizó una audaz fusión tango-jazz con el saxofonista estadounidense Gerry Mulligan en 1974 (registrado en el álbum Reunión cumbre) e influyó considerablemente en el rock and roll argentino, desarrollado a partir de la segunda mitad de los años 1960.

 

En esas dos décadas de renovación surgieron también otros autores e intérpretes de gran importancia como Eladia Blázquez (Con el corazón al sur, Si Buenos Aires no fuera así, Sueño de barrilete, etc.), Chico Novarro (Cordón, El balance, Cantata a Buenos Aires), Cacho Castaña (Café La Humedad), el Sexteto Tango, el octeto coral Buenos Aires 8, con un álbum excepcional en 1970, Buenos Aires Hora 0, las nuevas sonoridades introducidas por Osvaldo Berlingieri (1928) desde el piano y su asociación con Ernesto Baffa (Baffa-Berlingeri), la voz juvenil y romántica de Susana Rinaldi, la madurez compositiva de Leopoldo Federico, el revolucionario álbum Concepto (1972) de Atilio Stampone, Rodolfo Mederos ―a quien se consideraba como «la cabeza visible de una nueva música porteña en los años 1970»―, etc. También debe mencionarse aquí al último Goyeneche de la «garganta de arena» ―según el cantautor Cacho Castaña― que desarrolló el arte de «decir» el tango, cuando paradójicamente alcanzó el pico más alto de la devoción popular.

 

En estas dos décadas el tango sufrió también la confrontación generacional y contracultural que llevaron adelante los movimientos juveniles en todo el mundo, con expresiones como el verano del amor de 1967 y el movimiento hippie en EE. UU., el Mayo francés de 1968, que tuvieron en el rock and roll y en la revolución sexual, dos de sus códigos de referencia común. En la Argentina, esto se manifestó como una confrontación de contenido generacional entre tango y rock: el tango era la música de «los viejos»; el rock and roll era la música de los jóvenes. Sin embargo, era justamente este declive del tango como género musical y bailable que causaba un elevado interés por parte de muchos intelectuales argentinos. A partir de la escritura de varias interpretaciones historiográficas del tango una gran parte del campo intelectual ejercía una crítica social y política del país. La fuerte tendencia de peronización del campo intelectual se podía ver materializada en el nuevo interés que despertaba la historiografía del tango.

 

Años ochenta en adelante

 

En 1983 se estrenó en París el espectáculo Tango argentino, creado y dirigido por Claudio Segovia y Héctor Orezzoli, coreografiado por Juan Carlos Copes, con la participación de bailarines como el propio Copes, María Nieves, Gloria y Rodolfo Dinzel, Pablo Verón, Miguel Zotto y Milena Plebs, y Virulazo y Elvira. La obra fue presentada en 1985 en Broadway (Nueva York), obteniendo un resonante éxito que marcó el renacimiento mundial del tango.

 

Desde hace pocos años (comenzando precisamente a partir de determinados períodos de la obra de Piazzolla) se observa que el fenómeno de aculturación mundial que deriva en fusiones musicales entre lenguajes, si bien de origen geográfico cierto, considerados como universalmente difundidos (jazz, rock and roll, música electrónica) y músicas étnicas o locales, también ha llegado al tango. Se trata de fusiones del tango con el jazz, el rock and roll y la música electrónica, siendo esta última la más difundida, con ejemplos tales como Bajofondo Tango Club, Idealtango, Narcotango, Gotan Project y Tanghetto. Entre aquellos que fusionan con el jazz, se puede encontrar al saxofonista y compositor Jorge Retamoza, al pianista Adrián Iaies, el contrabajista Pablo Aslan o al saxofonista Miguel de Caro, entre otros. Existen fusiones vinculadas con el metal en bandas como Arraigo, quienes incorporan instrumentos y melodías de tango, entre otras expresiones del folclore río platense.

 

Además, existen diversas orquestas en su mayoría conformadas por jóvenes músicos que pretenden rescatar y reinterpretar con nuevos códigos el tango, entre ellas se destaca 34 Puñaladas, Las Bordonas, Altertango, Alfredo Piro, y Astillero. A partir de los años noventa, varios músicos provenientes del rock nacional, como Daniel Melingo y Rodolfo Gorosito (Trío Gorosito-Cataldi-De la Vega) se volcaron al tango.

 

Como así también muchos jóvenes músicos formados dentro del tango comienzan a aportar nuevo repertorio y nuevos caminos a esta música. Entre ellos destacan: Nicolás Ledesma, Pablo Mainetti, Marcelo Mercadante, Ramiro Gallo, Sonia Possetti, Diego Schissi, el trío Tres X Tango, etc.

 

Cabe señalar que a partir del año 1999, el tango canción, comienza ―sistemáticamente― a acercarse a la niñez. El 11 de diciembre, en el marco del Festival Buenos Aires Tango, en el Patio del Aljibe del Centro Cultural Recoleta, hizo su presentación la cantante y compositora de tango para chicos, Graciela Pesce que, según el historiador Roberto Selles, inauguró un «estilo inédito en el género» Diez años después, "la maestra jardinera del Tango" (El Chamuyo Nro 82) recibiría el Premio Gobbi de Oro otorgado por la Academia Nacional del Tango de la República Argentina y presidiría ―junto a Olga Besio― en el Festival y Mundial de Tango 2010, la primera mesa denominada «Los Chicos y el Tango», todo lo cual sienta un verdadero precedente de la inclusión del tango en el mundo de la niñez.

 

La Guardia Joven

 

En los años noventa comenzó el movimiento denominado La Guardia Joven. Esta generación joven es la encargada de hacer una síntesis de épocas. Sus repertorios incluyen tanto composiciones propias como obras de La Guardia Vieja (finales del siglo XIX hasta 1924 aprox.), la Guardia Nueva o Guardia Decareana (desde 1924 aprox. hasta los años cuarenta), la Edad de Oro del tango (a comienzo de los años cuarenta hasta finales de los cincuenta) y la Edad Contemporánea del tango (con su superlativo exponente Ástor Piazzolla). Se caracteriza por dejar de lado viejas rivalidades del tango (antinomias entre orquestas, cuestionamientos a la obra de Piazzolla, etc.) y a partir de dicha integración, colaborar a un nuevo renacer del tango.

 

El maestro Rubén Juárez participa con muchos de ellos de las hoy ya históricas «Recaladas», funcionando como eslabón de generaciones. Algunos de los más destacados exponentes son: 34 Puñaladas, Amores Tangos, Ariel Ardit, Alejandro Guyot, China Cruel, Chino Laborde, Conciertos Atorrantes, Cristian Zárate, Diego Schissi, Esteban Riera, Hernán Lucero, Hernán Castiello, Hernán Genovese, Horacio Romo, Jacqueline Sigaut, Karina Beorlegui, Negro Falótico, Noelia Moncada, La Chicana, Juan Seren y Los Púa Abajo, Lautaro y Emiliano Greco, Lidia Borda, Moscato Luna, Orquesta El Arranque, Orquesta Típica Fernández Fierro, Pablo Agri, Pablo Mainetti, Rascasuelos, Sexteto Milonguero, Sonia y Hernán Posetti, Tangocontempo, Viviana Scarlassa

 

Entre los autores contemporáneos emblemáticos de este movimiento podríamos citar a Alejandro Szwarcman, Raimundo Rosales, Néstor Basurto, Alorsa y La Guardia Hereje, Juan Seren, El Tape Rubín, Lucio Arce, Acho estol, 34 puñaladas, Juan Vattuone, Ariel Prat, Verónica Bellini entre otros, que aportan obras tanto poéticas como humorísticas. Esta generación retoma la cultura de la «Recalada Tanguera». Algunos de sus principales puntos de encuentro son El Bar de Roberto, el Bar El Faro y Sanata Bar.

 

Temas

 

El arrabal

Arrabal amargo...

Con ella a mi lado

no vi tus tristezas,

tu barro y miserias,...

Arrabal amargo54

M.: Carlos Gardel. L.: Alfredo Le Pera

 

El tango es un arte de raíz suburbana, «arrabalero», derivado de su naturaleza popular. Cabe destacar el diferente origen de suburbio y arrabal, ahora considerados sinónimos. Arrabal es una palabra de origen árabe, que significaba ‘fuera de los muros’ en el caso de la ciudad amurallada de Montevideo. Surge y se desarrolla en los barrios de trabajadores que rodean a las ciudades rioplatenses: el «arrabal». Para el tango el arrabal es la musa inspiradora, el lugar de pertenencia que no se debe abandonar, ni traicionar, ni olvidar. Por sobre todas las cosas, el tanguero es un hombre (y una mujer) «de barrio». En el lenguaje del tango, el arrabal y el centro componen dos polos opuestos: el arrabal, muchas veces unido indisolublemente a los amigos y a «la vieja», expresa lo verdadero y lo auténtico, en tanto que el centro suele expresar lo pasajero, «las luces» que encandilan, el fracaso.

 

El sentimiento de pertenencia al arrabal ha llevado al tango a construir culturas de barrio, a darles personalidad. Sobre todo en Buenos Aires y Montevideo, el tango está indisolublemente ligado a la identidad de los barrios. La ciudad del tango es una ciudad vivida desde el arrabal.

 

El desengaño

Llora, llora corazón,

llora si tienes por qué,

que no es delito en el hombre,

llorar por una mujer,

Angustia; letra y música: Horacio Pettorossi

 

El desengaño amoroso como tema central del tango es un lugar común, aunque sólo parcialmente cierto. Probablemente lo que llama la atención en la forma en la que el tango aborda el desengaño amoroso, sea el contraste del hombre «duro» y orientado al machismo, emocionalmente restringido, que se abre en las letras del tango, mostrando su interioridad y la profundidad de su sufrimiento. En el tango los hombres lloran y hablan de sus emociones, en un mundo en el que los hombres no deben llorar ni exponer sus sentimientos.

 

Deseo sexual y tristeza

Ya los años se van pasando,

y en mi pecho no entra un querer,

en mi vida tuve muchas, muchas minas

pero nunca una mujer...

Patotero sentimental

M.: Manuel Jovés. L.: Manuel Romero

 

El deseo sexual, sublimado en sensualidad, y la tristeza o melancolía, derivada de un estado permanente de insatisfacción, son los componentes centrales del tango. En sus orígenes esos sentimientos afloraron de la dura situación de millones de trabajadores inmigrantes mayoritariamente varones, solitarios en una tierra extraña, acudiendo masivamente a los prostíbulos, donde el sexo pago acentuaba «la nostalgia de la comunión y del amor, la añoranza de la mujer» y la evidencia de la soledad. El tango emergió así de un «resentimiento erótico» masivo y popular, que condujo a una dura reflexión introspectiva, también masiva y popular, sobre el amor, el sexo, la frustración y finalmente el sentido de la vida y la muerte para el hombre común.

 

En el curso del siglo XX y con la importancia que adquirió la sexualidad y la introspección, así como una visión existencial y menos optimista de la vida, el tango desarrolló sus componentes básicos como una expresión artística notablemente relacionada con la problemática del hombre contemporáneo. Ernesto Sabato reflexiona que la reunión en el tango de componentes marcadamente existenciales con el temple metafísico, es lo que hace de esta danza o estas canciones una expresión artística singular en todo el mundo.

 

El hacer diario

Lastima, bandoneón, mi corazón

tu ronca maldición maleva

tu lágrima de ron me lleva

hacia el hondo bajofondo

donde el barro se subleva.

La última curda

Música: Aníbal Troilo. Letra: Cátulo Castillo

 

Existe también poesía y prosa tanguera o lunfarda, creada sin ser pensada para formar parte de una canción. Entre ellos puede citarse a Julián Centeya, Celedonio Flores, Evaristo Carriego, Atilio Jorge Castelpoggi, Carlos de la Púa, Martina Íñiguez, Orlando Mario Punzi, Juan Carlos Lamadrid, Luis Luchi, Héctor Gagliardi, entre muchos. El propio Jorge Luis Borges tiene textos que pueden ser considerados tangueros como el poema Jacinto Chiclana y el cuento Hombre de la esquina rosada. También debe incluirse como poeta tanguero a Juan Gelman, quien ha dicho que para él «el tango es una manera de conversar».

 

El tiempo

 

La reflexión sobre el tiempo es una característica muy especial de las letras de tango, quizás tanto o más que el desengaño amoroso mismo. Prácticamente todos los tangos contienen una mirada desgarrada sobre el efecto destructivo del tiempo sobre las relaciones, las cosas y la vida misma. Por sobre todas las cosas el poeta tanguero manifiesta su impotencia ante esa «fiera venganza la del tiempo» y expresa «el dolor de ya no ser».

 

Melodía

 

El tango tiene compás de 4/4 (a pesar de que se le llama «El dos por cuatro»)[cita requerida] y forma binaria (tema y estribillo).

 

Jorge Luis Borges destacaba que la música de tango está tan conectada con el mundo rioplatense que cuando un compositor, de cualquier otra parte del mundo, pretende componer un tango «descubre, no sin estupor, que ha urdido algo que nuestros oídos no reconocen, que nuestra memoria no hospeda y que nuestro cuerpo rechaza». Esa característica fuertemente local del tango, imbricada con el ritmo y la musicalidad del lenguaje rioplatense, ha sido reiteradamente señalada.

 

Una de las primeras características de la música tanguera fue la exclusión de los instrumentos de viento-metal y percusión, quitándole estridencias con el fin de construir una sonoridad intimista y cálida, capaz de transmitir la sensualidad que lo definió desde un principio.

 

Instrumentación

 

Clásicamente, el tango se interpreta mediante orquesta típica o sexteto y reconoce el bandoneón como uno de los instrumentos esenciales.

 

Se ha dicho que «bandoneón y tango son la misma cosa». De origen alemán, fue adoptado por los tangueros al iniciarse el siglo XX para reemplazar la presencia inicial de la flauta y completar el sonido inconfundible del tango. Cátulo Castillo le atribuye «...al bandoneón la definitiva sonoridad de lamento que tiene el tango, su inclinación al quejido, al rezongo».

 

El bandoneón le impuso al tango su definitiva forma compleja, integrando la melodía en una base simultáneamente rítmica y armónica.

 

Esta complejidad melódica-rítmica-armónica, fue fortalecida más adelante con la incorporación del piano, en sustitución de la guitarra, y el desarrollo de una técnica de ejecución especialmente tanguera, fundada en la percusión rítmica. De este modo la base instrumental del tango queda definida como cuarteto de bandoneón, piano, violín y contrabajo (puede haber guitarra).

 

Sobre sus instrumentos se conforma la orquesta típica de tango, inventada originalmente por Julio de Caro en los años veinte y consolidada principalmente en forma de sexteto con la siguiente integración: piano, dos bandoneones, dos violines y contrabajo. La orquesta de tango, propiamente dicha, sigue el mismo esquema, ampliando el grupo de bandoneones, y agregando violas y violonchelos al grupo de las cuerdas.