Sonetos de amor XXXIX
de Pablo Neruda

Sonetos de amor XXXIX

 

 

Autor: Pablo Neruda

 

Soneto XXXIX

 

Pero olvidé que tus manos satisfacían

las raíces, regando rosas enmarañadas,

hasta que florecieron tus huellas digitales

en la plenaria paz de la naturaleza.

El azadón y el agua como animales tuyos

te acompañan, mordiendo y lamiendo la tierra,

y es así cómo, trabajando, desprendes

fecundidad, fogosa frescura de claveles.

Amor y honor de abejas pido para tus manos

que en la tierra confunden su estirpe transparente,

y hasta en mi corazón abren su agricultura,

de tal modo que soy como piedra quemada

que de pronto, contigo, canta, porque recibe

el agua de los bosques por tu voz conducida.