Joan Miró. De interés general
Fuente Wikipedia. Joan Miró i Ferrà (Barcelona, 20 de abril de 1893 — Palma de Mallorca, 25 de diciembre de 1983) pintor, escultor, grabador y ceramista español, considerado uno de los máximos representantes del surrealismo. En su obra reflejó su interés en el subconsciente, en lo "infantil" y en su país. En un principio mostró fuertes influencias fauves, cubistas y expresionistas, pasando a una pintura plana con cierto aire naïf, como lo es su conocido cuadro La Masía del año 1920. A partir de su estancia en París, su obra se vuelve más onírica, coincidiendo con los puntos del surrealismo e incorporándose a este movimiento. En numerosas entrevistas y escritos que datan de la década de 1930, Miró manifestó su deseo de abandonar los métodos convencionales de pintura, en sus propias palabras de "matarlos, asesinarlos o violarlos", para poder favorecer una forma de expresión que fuese contemporánea, y no querer doblegarse a sus exigencias y a su estética ni siquiera con sus compromisos hacia los surrealistas.
Uno de sus grandes proyectos fue la creación en 1975, de la Fundación Joan Miró, ubicada en Barcelona, centro cultural y artístico para difundir las nuevas tendencia del arte contemporáneo, constituyéndose con un gran fondo de obras donadas por el autor; otros lugares con importantes fondos de sus obras son la Fundación Pilar i Joan Miró de Palma de Mallorca, el Museo Reina Sofía de Madrid, el Centro Pompidou de París (Musée National d'Art Moderne) y el MOMA de Nueva York.
Biografía
Familia
El Pasaje del Crédito en Barcelona, lugar de nacimiento de Joan Miró,
Su padre fue Miquel Miró i Adzeries hijo de un herrero de Cornudella, se trasladó a Barcelona donde montó un taller de orfebrería y relojería en un pasaje cerca de la Plaza Real de Barcelona, allí conoció Miquel Miró a Dolors Ferrà i Oromí, hija de un ebanista mallorquín, se casaron y establecieron su residencia en el mismo pasaje de Crédito donde nacieron sus hijos Dolors y el futuro artista Joan Miró.
Se casó Miró con Pilar Juncosa en Palma de Mallorca el 12 de octubre de 1929, y se instalaron en París en un apartamento con suficiente espacio para vivienda y taller del artista; el 17 de julio de 1931, la pareja tuvo su única hija, Dolors. Al quedar libre del contrato con su marchante Pierre Loeb, Miró decidió volver con la familia a Barcelona, realizando estancias intermitentes en Mallorca y en Montroig. Se encontraba en esta última población cuando estalló la Guerra Civil Española de 1936. En noviembre tenía prevista una exposición en París, y una vez allí y en vista de las circunstancias adversas provocadas por la guerra, decidió quedarse cuando consiguió la llegada de su esposa Pilar y de su hija. En vísperas de la Segunda Guerra Mundial el ambiente en París era cada vez más tenso. Pasaron alguna temporada en una casa ofrecida por su amigo el arquitecto George Nelson en Varengeville-sur-Mer en la costa de Normandía; se encontró bien en la zona, pues le acercaba más a la naturaleza tal y como estaba acostumbrado en Mallorca o en Montroig, y terminó alquilando una casa. En la primavera de 1940, los amigos habían ido desapareciendo de Varengeville y junto con Pilar decidió volver a Cataluña y después de una pequeña temporada, la familia se trasladó a Mallorca, donde, según Miró, allí no era nada más que «el marido de la Pilar». En el año 1942 retornó a Barcelona.
Falleció en Palma de Mallorca el 25 de diciembre de 1983 y fue enterrado en el Cementerio de Montjuïc, en Barcelona.
Estudios
Estudió comercio, según deseo de su padre para tener una preparación y conseguir ser “alguien en la vida”. Ante el deseo de Joan de matricularse en la escuela Llotja para dibujar y al tener la posibilidad de las clases nocturnas, su padre aceptó la petición, como un pasatiempo del muchacho.
En Llotja, se vio influenciado por dos maestros Modest Urgell y Josep Pascó. Los dibujos datados del año 1907 que se guardan en la Fundación Miró son una buena prueba de esta influencia clara con Modest Urgell; otros dibujos, de poco antes del fallecimiento de Miró, realizados con una simple pero firme línea horizontal y la inscripción: "en recuerdo de Modest Urgell" resumen el gran cariño que guardó siempre para su maestro. De las clases recibidas por Josep Pascó, profesor de artes decorativas, quedan también unos dibujos de aire modernista del año 1909 como diseño de unos broches representando un pavo real y una serpiente. De este profesor aprendió la simplicidad de expresión y las tendencias artísticas del momento.
Con diecisiete años acabó sus estudios de comercio y entró a trabajar durante dos años como empleado en una droguería, hasta que una enfermedad le obligó a retirarse a una casa familiar en el pueblo de Montroig. Cuando regresó a Barcelona, ya tenía la firme resolución de ser pintor y aunque con reticencias, también contaba con el permiso paterno; ingresó en la Academia de arte dirigida por Francesc d'Assís Galí, donde conoció las últimas tendencias artísticas europeas y a la que acudió hasta su cierre en 1915. Mientras también asistía a clases de dibujo del natural, en el Círculo Artístico de Sant Lluc, donde hizo amistad con Josep Francesc Ràfols, Sebastià Gasch, Enric Cristòfor Ricart y Josep Llorens i Artigas, formando con todos ellos el grupo artístico Agrupación Courbet cuya fundación hizo pública el 28 de febrero de 1918 en La Publicitat.
Premios y reconocimientos
1954 Gran Premio de Grabado de la Bienal de Venecia
1959 Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio
1959 Gran Premio de la Fundación Guggenheim.
1962 Nombrado Chevalier de la Legión de Honor en Francia.
1966 Premio Carnegie de pintura.
1968 Nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Harvard.
1978 recibió la Medalla de Oro de la Generalidad de Cataluña, siendo el primer catalán en recibir tal distinción.
1979 Nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Barcelona.
1980 recibió, de manos del rey Juan Carlos I de España, la Medalla de Oro de las Bellas Artes.
1983 Nombrado doctor honoris causa por la Universidad de Murcia.
Primeras exposiciones
Gran maternidad, escultura en bronce situada en San Francisco.
La primera exposición individual de Joan Miró se realizó en las Galerías Dalmau de Barcelona entre el 16 de febrero y el 3 de marzo de 1918, con la presentación de sesenta y cuatro obras entre paisajes, naturalezas muertas y retratos. Estas primeras pinturas tienen una clara influencia con las tendencias francesas, postimpresionismo, fovismo y cubismo; en las pinturas Ciurana, el pueblo (1917) y Ciurana, la iglesia (1917) se ve la cercanía con los colores de Van Gogh y los paisajes de Cézanne reforzados con una pincelada oscura. Una de las pinturas que llama más la atención es la llamada Nord-Sud, como la revista francesa en la que en su primer número del año 1917, Pierre Reverdy, se escribía sobre el arte del cubismo. En este cuadro Miró mezcla los rasgos de Cézanne con la inclusión de rótulos dentro de la pintura, como en las obras cubistas de Juan Gris o Pablo Picasso; en los retratos presentados como el Retrato de V. Nubiola, muestra la fusión del cubismo con el agresivo color fauve. En esta misma primavera expuso en el Círculo Artístico de Sant Lluc junto con los miembros de la Agrupació Coubert.
Como era su costumbre y continuaría haciendo durante años, Miró pasó ese verano en Montroig, donde abandonó los colores empleados hasta entonces y las formas duras por las más
minuciosas, según explicó en una carta dirigida a su amigo Ricart fechada el 16 de julio de 1918:
Nada de simplificaciones ni abstracciones. Por ahora lo que me interesa más es la caligrafía de un árbol o de un tejado, hoja por hoja, ramita por ramita, hierba por hierba, teja por teja. Esto no quiere decir que estos paisajes al final acaben siendo cubistas o rabiosamente sintéticos. En fin, ya veremos. Lo que si me propongo es trabajar mucho tiempo en las telas y dejarlas lo más acabadas posible, así es que al final de temporada y después de haber trabajado mucho si aparezco con pocas telas; no pasa nada. Durante el invierno siguiente continuarán los señores críticos diciendo que persisto en mi desorientación.
De esta manera se observa en los paisajes pintados durante este tiempo un arquetipo por medio de un vocabulario nuevo de iconografías y de signos meticulosamente seleccionados y organizados siendo el agente estructurador el dibujo. En Viñas y olivos de Montroig se ven las raíces dibujadas debajo de la tierra completamente individualizadas para conseguir la conexión física con la tierra.
El primer viaje a París lo realizó en marzo de 1920 y después de pasar nuevamente el verano en Montroig, regresó para establecerse en París donde conoció al escultor Pablo Gargallo que tenía un taller en la calle Blomet, que solo usaba durante los meses de verano, y llegó a un acuerdo con él para utilizarlo solo en la temporada de invierno. Las gestiones hechas por el galerista Dalmau le proporcionaron una exposición individual en la Galerie La Licorne que se inauguró el 29 de abril de 1921; a pesar de no obtener ninguna venta, la crítica fue favorable. En la comunidad artística que se agrupaba en Montparnasse, conoció a André Masson, vecino de la calle Blomet y con quien coincidía en las reuniones de Max Jacob. Otro asiduo de este grupo era Pablo Picasso que le compró el Autorretrato de 1919 y más adelante la Bailarina española de 1921.
La masía
Artículos principales: La masía y Mas Miro (Montroig).
Vista del Mas Miró desde donde se pintó la obra.
Durante los años 1921 y 1922 realizó La masía, siendo la obra culminante de esta época «detallista». Trabajó en ella durante nueve meses de dura elaboración; la relación mítica mantenida por Miró con la tierra, se resume en este cuadro, que representa la granja de su familia en Montroig; el grafismo de carácter ingenuo y realista de todos los objetos, los animales son los domésticos, los vegetales los que el hombre trabaja y los objetos todos de uso diario y necesarios para el hombre. Estudia todos sus detalles al mínimo, es lo que se llama la caligrafía mironiana, punto de partida para los siguientes años de su contacto con el surrealismo.
Terminada esta pintura en París, por necesidad económica, inició un recorrido entre marchantes para poder venderla. Rosenberg, que se ocupaba de las pinturas de Picasso, accedió a tenerla en depósito y al cabo del tiempo y ante la insistencia de Miró, le sugirió seriamente el dividir la tela en trozos pequeños para su más fácil venta. Miró, enojado, recogió la tela y se la llevó a su taller. Se hizo cargo de la pintura, entonces, Jacques Viot de la galería Pierre, que después de unos tratos, se la vendió al escritor Ernest Hemingway, por cinco mil francos. Actualmente se conserva en la National Gallery de Washington.
Surrealismo
Pájaro lunar en Madrid (1966).
Instalado en el taller de Pablo Gargallo en París, tuvo contacto con artistas provenientes del movimiento Dadá, que fundaron en 1924, con el poeta André Bretón al frente, el grupo del surrealismo.
A Miró le sirvió principalmente para abandonar su época detallista y sintetizar los motivos ya apuntados en esa etapa. Es, en el potencial que le ofrecía el surrealismo, en lo inconsciente y lo onírico, donde encontró el perfecto material para sus futuras obras. Así se aprecia en Tierra labrada, con clara alusión a La masía, pero con elementos surrealistas como el ojo y una oreja junto al árbol de la pintura. En Cabeza de fumador, la influencia se ve en la síntesis empleada para la descripción del personaje.
Realizó una exposición en la Galería Pierre del 12 al 27 de junio de 1925, con la presentación de 16 pinturas y 15 dibujos. Todos los representantes del grupo surrealista firmaron la invitación a la exposición. La inauguración se realizó a media noche, cosa nada frecuente en aquella época, mientras en el exterior, contratada por su amigo Picasso tocaban los compases de una sardana una orquesta de músicos; los visitantes, tenían que entrar a la sala, por turnos, completamente llena. Las ventas fueron tan buenas como la crítica.
En 1926, Joan Miró colaboró con Max Ernst en diseños para los Ballets Rusos de Sergei Diaghilev, en la obra Romeo y Julieta. El 4 de mayo de 1926, se representó por primera vez en Montecarlo y el 18 de mayo en el teatro Sarah Bernhardt de París. Se sabía que estaba en los ánimos de los surrealistas y comunistas, alterar el estreno del "burgués" Diaghilev y los "traidores" Ernst y Miró, y así fue, al empezar la función, entre silbatos, se lanzó una lluvia de folletos de color rojo con un texto de protesta, firmado por Louis Aragon y André Breton. Sin embargo, al cabo de poco tiempo, la revista La Révolution Surréaliste, que editaba Bretón, siguió con la reproducción de obras de los dos artistas.
Carnaval de Arlequín
Escultura de Joan Miró en el Museo Hakone al aire libre, Tokio.
Una de las pinturas más interesantes de este periodo es Carnaval de Arlequín (1925), completamente surrealista y que consiguió un gran éxito en la exposición colectiva de la Peinture surréaliste de la Galería Pierre a finales de 1925, expuesta junto a obras de Giorgio de Chirico, Paul Klee, Man Ray, Pablo Picasso y Max Ernst.
Esta obra es la considerada como el inicio pleno de la etapa surrealista de Joan Miró. Realizada entre los años 1924 y 1925, la ejecutó en un tiempo en que el artista pasaba por momentos difíciles y con gran penuria, incluso alimentaria. Según explicó el mismo artista:
Intenté plasmar las alucinaciones que me producía el hambre que pasaba. No es que pintara lo que veía en sueños, como decían entonces Breton y los suyos, sino que el hambre me provocaba una manera de tránsito parecido al que experimentaban los orientales.
Un autómata que toca la guitarra junto con un arlequín con grandes bigotes, son los personajes principales de la composición pictórica, donde se aprecian también todo un mundo de detalles dominados por la imaginación que se esparcen por toda la pintura, como un pájaro con alas azules saliendo de un huevo, un par de gatos jugando con un ovillo de lana, peces volando, un insecto que sale de un dado, una escalera con una gran oreja, y en la parte superior derecha se ve a través de una ventana una forma cónica con la que quiso representar la torre Eiffel. Compuso Miró un pequeño texto poético en 1938 sobre este cuadro: "En la madeja de hilo deshecha por los gatos vestidos de arlequines ahumados retorciéndose y apuñalando mis entrañas..." Actualmente se encuentra en la colección de Allbright-Knox Art Gallery en Buffalo, (Estados Unidos).
Interiores holandeses
En 1927 realizó por primera vez una ilustración para el libro Gertrudis de J.V. Foix. Se trasladó a vivir a otro estudio más grande de la calle Tourlaque, donde encontró a viejos amigos Max Ernst, Paul Éluard y conoció a Pierre Bonnard, René Magritte y Jean Arp. Experimentó con ellos el juego del cadáver exquisito. En 1928 viajó a Bélgica y a los Países Bajos, visitando los más importantes museos de ambos países. Los pintores neerlandeses, como Vermeer y los maestros del siglo XVII, causaron un gran impacto en el artista, que compró postales coloreadas de estas pinturas, y a su regreso a París se dedicó a la creación de una serie conocida como Interiores holandeses. Realizó numerosos dibujos para la consecución de la primera pintura Interior holandés I, inspirada en El tocador de Laud de Hendrick Martensz Sorgh; en Interior holandés II, es del pintor Jan Havicksz Steen del que tomó la idea; aquí, en esta serie, Miró transformó, la pintura de sus sueños surrealistas, con el espacio vacío en los cuales imperaban los grafismos, a la recuperación de la composición en perspectiva y las formas analizadas.
Muy similar a estos interiores holandeses fue la siguiente serie de Retratos imaginarios, también con el punto de partida de unos retratos ya realizados: Retrato de la señora Mills en 1750 de un cuadro con el mismo título de Georges Engleheart, Retrato de una dama en 1820 de John Constable, La fornarina de Rafael Sanzio y el cuarto el origen fue un anuncio en un periódico de un motor super diésel, que consiguió hacer una metamorfosis hasta conseguir una figura femenina a la que tituló La reina Luisa de Prusia. Miró se servía de la imagen no para hacer una interpretación de una obra ya realizada, sino como punto de partida para analizar la forma pura hasta conseguir su figura mironiana. El proceso se puede seguir de cada pintura, a través de los dibujos preparatorios que se guardan, unos en la Fundación Miró de Barcelona y otros en el Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Ruptura con el surrealismo y "asesinato" de la pintura
Entre los años 1928 y 1930, las diferencias dentro del grupo de los surrealistas cada vez se hacen más evidentes, no sólo en la plástica, también ocurría en la parte política. Miró cada vez más individualista se fue distanciando más, a pesar de aceptar los principios de la estética surrealista, no se sintió obligado a ir frecuentemente a participar en todas las manifestaciones. El 11 de marzo de 1929, en una reunión al Bar du Château, Breton ya adherido al partido comunista, el tema de discusión fue el destino de Lev Trotsky; este tema quedó al margen y las discusiones llegaron a clarificar las posiciones.
Entre los que se manifestaron en contra de una acción completamente común basado en un programa de Breton, se encontraban Miró, Michel Leiris, Georges Bataille y André Masson entre otros. Miró solo quería defenderse y luchar con la pintura. Entre Marx que abogaba por «transformar el mundo» por medio de la política o el «cambiar la vida» de Rimbaud por medio de la poesía, Miró escogió lo segundo.
Fue entonces cuando Georges Hugnet explicó que Miró solo puede defenderse con las armas propias de él, la pintura:
Sí, Miró ha querido asesinar la pintura, la ha asesinado con medios plásticos, mediante una plástica que es una de las más expresivas de nuestro tiempo. La ha asesinado, quizá, porque no quería doblegarse a sus exigencias, a su estética, a un programa demasiado estrecho para dar vía libre a sus aspiraciones y a su sed.
A partir de aquí Miró dibujó y se dedicó intensamente a otra alternativa, el collage, que no realizó como habían hecho los cubistas recortando el papel con cuidado y encajándolo en el soporte, sino que sus formas son sin precisión y después de enganchadas en el soporte deja los bordes al aire y los enlaza con un grafismo; su búsqueda no es inútil, le abre las puertas a las esculturas que realizará a partir de 1930.
En 1930 expuso en la galería Pierre esculturas-objetos y seguidamente la primera exposición individual en Nueva York con pinturas de los años 1926-1929. Realizó sus primeras litografías para el libro L’Arbre des voyageurs de Tristan Tzara. En el verano de 1930 empezó su serie llamada Construcciones, consecuencia de los collages, la composición la realizaba a partir de formas elementales, círculos y cuadrados recortados en madera y pegados sobre un soporte generalmente también de madera, con la aplicación de clavos reforzando las líneas del cuadro. Todas estas piezas fueron expuestas en París, donde las vio el bailarín y coreógrafo Leonide Massine, que enseguida se dio cuenta que era el artista que estaba buscando para realizar la decoración, vestuario y diversos objetos para el ballet Jeux d'enfants. Miró aceptó y viajó a Montecarlo a principios del año 1932. Los decorados fueron realizados a base de volúmenes y diversos objetos dotados de movimiento. La obra se estrenó el 14 de abril de 1932 con un gran éxito. Después se representó en París, Nueva York, Londres y en Barcelona en el Gran Teatro del Liceo el 18 de mayo de 1933.
A partir de enero de 1932 pasó a residir en Barcelona, con traslados frecuentes a París, formó parte de la asociación de Amics de l'Art Nou (ADLAN) junto a Joan Prats, Joaquim Gomis y el arquitecto Josep Lluís Sert, cuyo objetivo era dar a conocer la vanguardia artística internacional y promocionar la catalana. Realizó numerosas exposiciones en Barcelona, París, Londres, Nueva York, Berlín.
Prosiguió con su trabajo de búsqueda y creó las 18 pinturas según un collage a partir de imágenes de anuncios aparecidos en diarios, como comentó posteriormente el artista:
Solía recortar diarios en formas no regulares y pegarlas sobre láminas de papel, día tras día acumulé estas formas, Una vez hechos, los collages me servían como punto de partida de las pinturas. No copiaba los collages. Sencillamente dejaba que me sugirieren formas.
Creó unos nuevos personajes con una expresión de gran dramatismo con una perfecta simbiosis entre los signos y la figuras, cuyos fondos son generalmente oscuros, pintados sobre masonita (tablex) como Hombre y mujer frente a un montón de excrementos (1935), o Mujer y perro frente a la luna (1936), seguramente por el estado de ánimo del artista ante los acontecimientos de la Guerra Civil Española y la posterior de la Segunda Guerra Mundial.
Bodegón del zapato viejo
Artículo principal: Bodegón del zapato viejo.
Su vuelta a París debido a una exposición que tenía prevista en el mes de noviembre de 1936, con el drama que representaba la guerra española, le hizo sentir la necesidad de volver a pintar la realidad, que el artista vuelca en una naturaleza muerta: Bodegón del zapato viejo, en donde consigue una relación entre el zapato y el resto de los elementos colocados encima la mesa, la botella, una manzana con un tenedor clavado, y el mendrugo de pan; los colores consiguen la máxima agresividad ya que son ácidos y violentos; la pintura en este cuadro no es plana como en obras anteriores sino que perfila y da dimensión a las formas de los objetos. Según el mismo Miró, toda esta representación, la hizo pensando en el cuadro Zapatos del Labriego de Van Gogh, artista muy admirado por él. Está considerada como una pieza clave de este momento pictórico de la realidad.
Pabellón de 1937 en París
Después de haber realizado el cartel ¡Ayudad a España!, para un sello postal, destinado a ayudar al gobierno republicano español, se le encargó pintar una obra de grandes dimensiones para el pabellón de la República Española en la Exposición Internacional de París de 1937 que se iba a inaugurar en el mes de julio de ese mismo año. En este pabellón expusieron también los artistas Picasso con Guernica, Alexander Calder con la Fuente de mercurio, Julio González con la escultura Montserrat, Alberto Sánchez también con una obra escultórica El pueblo español tiene un camino que conduce a una estrella y Miró que realizó El Segador, representando al payés catalán con la hoz en un puño en actitud revolucionaria, simbolizando la colectividad de todo un pueblo en lucha; esta obra desapareció al fin de la exposición, cuando fue desmontado el pabellón. Sólo quedan unas fotografías en blanco y negro.
Constelaciones
Artículo principal: Constelaciones (Miró).
Pintadas entre los años 1940 y 1941, en Varengeville-sur-Mer, pequeño pueblo de la costa de Normandía, se sintió atraído por el cielo y empezó una serie de 23 pequeñas obras con el título genérico de «Constelaciones» realizadas en formato de 38x46 cm, con un soporte de papel que el artista humedecía con gasolina y lo fregaba hasta conseguir una superficie con una textura rugosa. A partir de aquí ponía el color manteniendo una transparencia para crear el aspecto final deseado. Sobre este color del fondo, Miró dibujaba con colores puros para lograr el contraste.
En las constelaciones, la iconografía quiere representar todo el orden del cosmos, las estrellas hacen referencia al mundo celestial, los personajes simbolizan la tierra y los pájaros son la unión de ambos. Estas pinturas integran perfectamente figuras con el fondo.
Más adelante en 1958, se editó un libro con el título Constelaciones de muy pocos ejemplares, con la reproducción de veintidós aguadas de Miró y con veintidós prosas paralelas escritas por André Breton.
A partir del año 1960, Miró entró en una nueva etapa, donde se refleja la soltura en la forma de trazar los grafismos con una gran simplicidad, propio de la espontaneidad infantil; los gruesos trazos son realizados con el color negro, en sus telas se ven goteos de pintura y salpicaduras, aludiendo en sus temas repetidamente a la tierra, el cielo, los pájaros y la mujer y con colores primarios.
Otros materiales
Cerámica
En 1944 empezó a colaborar con su amigo de la adolescencia Josep Llorens i Artigas en la producción de cerámicas, investigando en la composición de las pastas, tierras, esmaltes y colores; la forma de las cerámicas populares representó para él, una fuente de inspiración; en estas primeras cerámicas poca diferencia hay con las pinturas y litografías de la misma época. En el año 1947 residió durante ocho meses en Nueva York donde realizó un mural en pintura de 3 x 10 metros destinado al restaurante del Cincinnati Terrace Hilton Hotel, a la vez que hizo unas ilustraciones para el libro L'antitête de Tristan Tzara. Más tarde ya en Barcelona y ayudado también por el hijo de Josep Llorens, Joan Gardy Llorens, pasó temporadas en la masía-taller que poseían los Artigas en Gallifa, donde se hicieron todo tipo de pruebas, tanto en las cocciones como en los esmaltes; finalmente el resultado es de 232 obras que fueron expuestas en junio de 1956 en la Galería Maeght de París y después en la Galería Pierre Matisse de Nueva York.
Mural cerámico en Wilhelm-Hack-Museum de Ludwigshafen (1971).
En este mismo año de 1956, se trasladó a vivir a Mallorca, donde dispuso de un gran taller, proyectado por su amigo Josep Lluís Sert. Fue entonces cuando recibió el encargo de realizar dos murales cerámicos para la sede de la Unesco ubicado en París, de 3 x 15 metros y 3 x 7,5 metros, que fueron inaugurados en 1958. Aunque había trabajado en grandes formatos nunca lo había hecho en cerámica; junto al ceramista Josep Llorens Artigas, consigue la posibilidad técnica de la cocción que se elaboró al máximo para obtener un fondo con texturas parecidas a las pinturas de esa época. Se decidió que la composición se hiciera alrededor de los temas del Sol y la Luna, que, según palabras de Miró:
... la idea de un gran disco rojo intenso se impone para el muro más grande. Su réplica en el muro pequeño sería un cuarto creciente azul, dictado por el espacio más reducido, más íntimo, para el cual estaba previsto. Estas dos formas que quería muy coloreadas hacían falta reforzarlas por un trabajo en relieve. Ciertos elementos de la construcción, tales como la forma de las ventanas, me han inspirado las composiciones en escatas y las formas de los personajes. He buscado una expresión brutal en el gran muro, una sugestión poética en el pequeño.
Mural de Miró en el Palacio de Congresos de Madrid (1980).
Estos murales de la UNESCO, fueron el prototipo para todos los siguientes. En 1960 el de la Universidad de Harvard para sustituir el de pintura que había hecho en el año 1950; en 1964 realizó el de Handelshochschule de Sankt Gallen en Suiza y el de la Fundación Maeght para Saint-Paul-de-Vence; en 1966 el del Guggenheim Museum; en el año 1970 uno para el aeropuerto de Barcelona y tres para la exposición internacional de Osaka; al siguiente año el de Wilhelm-Hack-Museum de Ludwigshafen; por encargo de la Cinémathèque française de París realizó un mural también junto Artigas en el año 1972 y que fue adquirido en 1977 por la diputación Foral de Álava, encontrándose en la actualidad instalado en el interior del Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo de Vitoria-Gasteiz (ARTIUM); en 1977 es la Universidad de Wichita en Estados Unidos el que le encargó uno y finalmente se inauguró en 1980 el mural del nuevo Palacio de Congresos de Madrid.
Escultura
Dona i ocell (1983) en Barcelona.
En 1946 trabajó en esculturas para fundición en bronce que en algunas ocasiones fueron cubiertas con pintura de colores vivos. En la escultura le interesó buscar volúmenes y espacios e incorporar objetos cotidianos o simplemente encontrados, piedras, raíces, cubiertos, tricornios, llaves de agua, que funde a la cera perdida. El sentido de los objetos identificables, lo pierden, al unirse mediante la fundición con otros objetos. Así formó en 1967 El reloj del viento que realizó con una caja de cartón y una cuchara, fundidas en bronce y ensambladas, constituyendo un objeto escultórico que solo mide la intensidad del viento. Construyó junto con Joseph Llorens i Artigas una gran escultura de cerámica La diosa del mar que la sumergieron en Juan-les-Pins.
Efectuó en el año 1972, unas exposiciones de esculturas en el Walker Art Center de Minneapolis, al Clevelan Art Museum y al Art Institute de Chicago. A partir de 1965 realizó gran cantidad de esculturas para la Fundación Maeght en Saint-Paul-de-Vence, entre ellas están el Pájaro lunar, Pájaro solar, Lagarto, Diosa, Horquilla y Mujer con el cabello revuelto.
En abril de 1981 se inauguró en Chicago una escultura monumental de 12 metros de altura, conocida como Miss Chicago; el 6 de noviembre otras dos esculturas fueron colocadas en la vía pública en Palma de Mallorca; en Houston se inauguró en 1982, la escultura Personaje y pájaro y en colaboración con Joan Gardy Artigas realizó su última escultura para Barcelona, Dona i ocell (Mujer y pájaro), en hormigón y recubierta de cerámica. Fue inaugurada en 1983 sin la presencia de Miró debido a su delicado estado de salud. Situada en el parque de Joan Miró de Barcelona, al pie de un gran lago artificial, la escultura con 22 metros de altura, representa una forma femenina con sombrero y sobre éste la imagen de un pájaro. La silueta de mujer se soluciona con una forma de hoja alargada y ahuecada. Por todo su exterior se encuentra recubierta con cerámica de colores rojos, amarillos, verdes y azules (los más comunes del artista) tratados como trencadís.
Grabados
Siempre le habían interesado los grabados para la realización de litografías, y en estos últimos años se adentró mucho más en ello; en su viaje a Nueva York en 1947, trabajó durante un tiempo en el Atelier 17 dirigido por Hayter, a través del cual aumentó todos sus conocimientos sobre la calcografía; durante estos meses en Nueva York, realizó las planchas para Le Desesperanto uno de los tres volúmenes de que consta la obra L’antitête de Tristan Tzara.
Un año más tarde colaboró nuevamente con este autor en un nuevo libro Parler seul, haciendo 72 litografías en color. A partir de aquí, trabajó en diversos libros de bibliófilo en colaboración con amigos poetas, como Breton en Anthologie de l’humour noir en 1950 y La clé des champs en 1953; con René Cher, Fête des arbres et du chasseur en 1948 y A la santé du serpent en 1954; con Michel Leiris en 1956, Bagatelles végétales; y con Paul Éluard, A toute épreuve con ochenta xilografías realizadas en madera de boj. La ejecución de este trabajo se llevó a cabo entre los años 1947 y 1958.
Entre el 9 de junio y 27 de septiembre de 1969 realizó una exposición individual «Oeuvre gravé et lithographié» en la Galería Gérald Cramer de Ginebra y en este mismo año una gran retrospectiva de obra gráfica al Pasadena Art Museum de Pasadena (California).
Obras destacadas
Femme (1981), escultura de Joan Miró en la Casa de la Ciudad de Barcelona.
Pinturas
Nord-Sud, 1917 óleo, Galería Adrien Maeght en París.
La masía, 1921 óleo, National Gallery of Art de Washington.
Retrato de bailarina española, 1921 óleo Museo Picasso de París.
Tierra labrada, 1923 óleo, Solomon R. Guggenheim Museum de Nueva York.
Carnaval de Arlequín, 1924 óleo, Albright-Knox Art Gallery de Búfalo
Serie de tres pinturas: Interior holandés, 1928 óleo, Museo Guggenheim de Venecia- Meadows Museum, Dallas y Museo de Arte Moderno de Nueva York.
Caracol, mujer, flor y estrella, 1934 (Museo del Prado)
Mujer y pájaros al amanecer
Bodegón del zapato viejo, 1937.
Corrida de toros
Una estrella acaricia el seno de una negra, 1938 óleo, Tate Gallery de Londres.
Serie de 24 gouaches: Constelaciones, 1940-1941.
Serie de 3 pinturas: Azul, 1961 óleo, Centro Georges Pompidou de París
Personaje delante del sol, 1968 acrílico, Fundación Miró en Barcelona.
La esperanza del condenado a muerte, 1974 Fundación Miró en Barcelona.
Mujer desnuda subiendo la escalera, 1937 Fundación Miró en Barcelona.
Metamorfosis, serie de Joan Miró.
Manos volando hacia las constelaciones, 1974 Fundación Miró en Barcelona
La esperanza del navegante, 1968 - 1973
Serie Barcelona, 1944 Fundació Joan Miró
Cabeza de campesino catalán
Murales cerámicos
Murales cerámicos del Sol y la Luna, 1958, Sede de la Unesco en París.
Mural cerámico para la Universidad de Harvard, 1950.
Mural cerámico de la Handekshochschule, 1964 de Sankt Gallen en Suiza.
Mural cerámico de la Fundación Maeght, 1964 en Saint-Paul-de-Vence.
Mural de cerámica de la terminal B, 1970 del Aeropuerto de Barcelona.
Murales cerámicos para el pabellón del Gas, 1970 para la exposición internacional de Osaka
Mural cerámico en Wilhelm-Hack-Museum, 1971 de Ludwigshafen.
Mural de cerámica de la Cinemateca, 1972 de París, actualmente en el Centro-Museo Vasco de Arte Contemporáneo de Vitoria-Gasteiz (ARTIUM).
Mural cerámico del nuevo Palacio de Congresos de Madrid, 1980.
Esculturas
Personaje con paraguas, 1933 escultura de madera, paraguas y hojas secas en la Fundación Miró de Barcelona.
Pájaro lunar, 1946-1949 en bronce diversas copias
Pájaro solar, 1946-1949 en bronce diversas copias
Reloj de viento, 1967 escultura en bronce.
La caricia de un pájaro, 1967 bronce pintado en la Fundación Miró de Barcelona
Mujer botella, 1973 escultura en bronce para el Parque Cultural Viera y Clavijo de Santa Cruz de Tenerife.
Perro, 1974 bronce en la Fundación Miró de Barcelona.
Conjunto monumental para La Défense, 1978 en París.
Miss Chicago, 1981 Escultura pública de doce metros en Chicago.
Femme, 1981 escultura en bronce, expuesta en la Casa de la Ciudad de Barcelona.
Mujer y Pájaro, 1983 escultura de cemento recubierta de cerámica en el Parque Joan Miró de Barcelona
Fuente biografiasyvidas. (Barcelona, 1893-Palma de Mallorca, España, 1983) Pintor, escultor, grabador y ceramista español. Estudió comercio y trabajó durante dos años como dependiente en una droguería, hasta que una enfermedad le obligó a retirarse durante un largo periodo en una casa familiar en el pequeño pueblo de Mont-roig del Camp.
Joan Miró
De regreso a Barcelona, ingresó en la Academia de Arte dirigida por Francisco Galí, en la que conoció las últimas tendencias artísticas europeas. Hasta 1919, su pintura estuvo dominada por un expresionismo formal con influencias fauvistas y cubistas, centrada en los paisajes, retratos y desnudos.
Ese mismo año viajó a París y conoció a Picasso, Jacob y algunos miembros de la corriente dadaísta, como Tristan Tzara. Alternó nuevas estancias en la capital francesa con veranos en Mont-roig y su pintura empezó a evolucionar hacia una mayor definición de la forma, ahora cincelada por una fuerte luz que elimina los contrastes. En lo temático destacan los primeros atisbos de un lenguaje entre onírico y fantasmagórico, muy personal aunque de raíces populares, que marcaría toda su trayectoria posterior.
Afín a los principios del surrealismo, firmó el Manifiesto (1924) e incorporó a su obra inquietudes propias de dicho movimiento, como el jeroglífico y el signo caligráfico (El carnaval del arlequín). La otra gran influencia de la época vendría de la mano de P. Klee, del que recogería el gusto por la configuración lineal y la recreación de atmósferas etéreas y matizados campos cromáticos.
El carnaval del arlequín (1925)
En 1928, el Museo de Arte Moderno de Nueva York adquirió dos de sus telas, lo que supuso un primer reconocimiento internacional de su obra; un año después, contrajo matrimonio con Pilar Juncosa. Durante estos años el artista se cuestionó el sentido de la pintura, conflicto que se refleja claramente en su obra. Por un lado, inició la serie de Interiores holandeses, abigarradas recreaciones de pinturas del siglo XVII caracterizadas por un retorno parcial a la figuración y una marcada tendencia hacia el preciosismo, que se mantendría en sus coloristas, juguetones y poéticos maniquíes para el Romeo y Julieta de los Ballets Rusos de Diaghilev (1929). Su pintura posterior, en cambio, huye hacia una mayor aridez, esquematismo y abstracción conceptual. Por otro lado, en sus obras escultóricas optó por el uso de material reciclado y de desecho.
La guerra civil española no hizo sino acentuar esta dicotomía entre desgarro violento (Cabeza de mujer) y evasión ensoñadora (Constelaciones), que poco a poco se fue resolviendo en favor de una renovada serenidad, animada por un retorno a la ingenuidad de la simbología mironiana tradicional (el pájaro, las estrellas, la figura femenina) que parece reflejar a su vez el retorno a una visión ingenua, feliz e impetuosa del mundo. No resultaron ajenos a esta especie de renovación espiritual sus ocasionales retiros a la isla de Mallorca, donde en 1956 construyó un estudio, en la localidad de Son Abrines.
Entretanto, Miró amplió el horizonte de su obra con los grabados de la serie Barcelona (1944) y, un año después, con sus primeros trabajos en cerámica, realizados en colaboración con Llorens Artigas. En las décadas de 1950 y 1960 realizó varios murales de gran tamaño para localizaciones tan diversas como la sede de la Unesco en París, la Universidad de Harvard o el aeropuerto de Barcelona; a partir de ese momento y hasta el final de su carrera alternaría la obra pública de gran tamaño (Dona i ocell, escultura), con el intimismo de sus bronces, collages y tapices. En 1975 se inauguró en Barcelona la Fundación Miró, cuyo edificio diseñó su gran amigo Josep Lluís Sert.
Fuente losandes. 06/07/2013. El paraíso perdido de Joan Miró
Hasta el 4 de agosto puede disfrutarse del “Jardín de las Maravillas”, una exposición de obras gráficas de uno de los máximos artífices del arte mundial del siglo pasado. En el Museo de Arte Moderno.
Joan Miró nació en Barcelona el 20 de abril de 1893, a las 9 de la noche. De niño recibió sus primeras clases de dibujo, que más tarde retomaría en la Escuela Superior de Artes Industriales y Bellas Artes.
Hacia 1930 se decía que su estilo era algo desigual producto de una experimentación a la cual consideró necesaria el mismo año en que nació María Dolors, su hija, y creó sus primeras obras tridimensionales.
Cerámicas, grabados, ilustraciones, murales y objetos pintados forman parte de la búsqueda de uno de los máximos exponentes del arte del siglo XX, cuya obra gráfica llega por primera vez a Mendoza con la muestra “El jardín de las Maravillas”, que podrá verse hasta el próximo 4 de agosto en el Museo de Arte Moderno de Mendoza (Mmamm).
La muestra, que forma parte de una colección privada de una familia italiana, recorrerá distintas provincias del país, además de Montevideo y Santiago de Chile.
Desde hace años, el curador independiente de arte contemporáneo y organizador de eventos culturales Massimo Scaringella reconoce estar tras los pasos de esta realización, de la que se ocupó para que tuviera movimiento federal y no quedara circunscripta a Buenos Aires, como suele suceder casi siempre.
El Subsuelo de la Plaza Independencia es entonces el lugar elegido para exponer los 56 grabados que integran la selección de aguafuertes, litografías e ilustraciones de libros en formato mediano producidas entre 1950 y 1980 por el artista catalán que armó y desarmó residencias en París, Normandía y Barcelona hasta instalarse definitivamente en Palma de Mallorca, donde vivió en una casa y trabajó en un taller construidos por el arquitecto español Josep Lluís Sert, quien más tarde estaría a cargo de la creación del edificio de la Fundación Joan Miró en Barcelona.
El 25 de diciembre de 1983, a los 90 años, Miró falleció en Palma de Mallorca. Cuenta el curador italiano, que desde el Medioevo y hasta fines del siglo XIX el arte recorrió caminos cada vez más sofisticados, profundos en los detalles y en la combinación.
“Miró quizás sea el paradigma de una nueva forma de mirar el mundo y el arte en el siglo XX que busca un camino inverso y repiensa la percepción pura, simbolizándola en la búsqueda de una máxima simplicidad. Simplicidad que es tanto nueva como originaria, como ocurre con los antiguos jeroglíficos que tanto hablan como ocultan y nos llevan a los albores del hecho sensible, a la historia de la Humanidad y a ese Paraíso perdido, recuperado para nosotros, en el Jardín de las Maravillas”, sostiene Scaringella, un italiano nacido en Roma que a lo largo de su trayectoria ha presentado muestras individuales de artistas como Francis Bacon, Omar Galliani o Massimo Listri, y colectivas de Poesía Visual entre las que se incluye la obra de John Cage, Yoko Ono o Joseph Beuys.
El Nuevo Arte Italiano alrededor del mundo, la Colección del siglo XX del Ministerio de Relaciones Exteriores de Italia y las distintas nuevas corrientes argentinas también forman parte de los antecedentes del curador de la muestra de Miró, que resulta de un trabajo conjunto entre la Embajada de España y la Fundación Tres Pinos, además de contar con el apoyo de Ciudad de Mendoza y otras instituciones que posibilitaron la llegada de la exposición.
“Es la primera vez que curo una muestra aquí y esto me produce un doble entusiasmo, dado que tendré la posibilidad de un encuentro más directo con los artistas locales y sus obras, de los cuales ya tenía excelentes impresiones”, dice Scaringella, que aunque reside en Italia pasa largos períodos en la Argentina, donde considera haber encontrado una diversidad y riqueza cultural atrapantes así como un intenso y entusiasta debate creativo.
“La obra de Miró presenta una de las identidades más inmediatamente reconocibles de toda la historia del arte, por lo que naturalmente el margen de sus transformaciones es menos radical. Dentro de ese marco reducido, podemos ver, como en todos los artistas, una evolución a lo largo de los años que quizás no sea tan notoria desde el punto de vista estético como desde el uso de nuevos materiales y tecnologías para elaborar su obra, motivo por el cual en esta muestra encontramos técnicas tan diversas como litografías, xilografías y aguafuertes”, explica Massimo en relación a las obras gráficas originales que engalanarán las paredes del Mmamm.
“El jardín de las Maravillas”, título elegido para la muestra, es un homenaje a la visión colorida y alegre de Joan Miró a 120 años de su nacimiento. Scaringella sostiene que el artista concebía la existencia como un jardín en el cual se debía tomar conciencia para disfrutar de las maravillas ofrecidas por la Naturaleza. “El cuadro debe ser fecundo. Debe hacer nacer un mundo. Poco importa que represente flores, personajes, caballos, mientras revele un mundo, algo vivo. Dos más dos no son cuatro: son cuatro sólo para los contadores, pero no es necesario quedarse allí. El cuadro debe hacerlo entender: debe fecundar la imaginación”, dice el curador en referencia a la mirada del catalán.
Las obras que ahora se exponen proponen un recorrido cronológico que permite dar cuenta de los sutiles matices que hacen a la evolución durante esos años del maestro, así como una presencia cada vez mayor del negro en relación a los otros colores. Sumado a que históricamente el grabado gozó de menor prestigio que la pintura por cuestiones de mercado, Scaringella explica que fuera del interés de galeristas y coleccionistas, el grabado vuelve la obra más accesible para una mayor cantidad de personas. “En el caso de Miró, además se agrega que su estilo tan individual es especialmente adecuado a ese medio, y esto lo advertimos en gran cantidad de producción gráfica, nada menos que en mil obras: un aspecto no menor de su obra”, comenta el curador.
Los 56 grabados pertenecen a la familia Guastalla, propietaria de una prestigiosa imprenta especializada en producción original múltiple de arte y colaboradora de Miró en la impresión de buena parte de las obras que se exhiben en esta muestra, además de ser quienes publicaron el primer catálogo razonado de su obra gráfica.
Para las vacaciones de invierno, el Museo tiene previsto un programa especialmente organizado para los niños: “Sin duda sus lenguajes pictóricos son afines: el universo de Miró evoca una magia y una simplicidad infantiles, y los niños sienten que pueden recrear por sí mismos esos mundos a su manera sin mediar un abismo técnico”, dice Massimo.
“Miró nos acostumbró a considerar la obra de arte de otro modo, no necesariamente figurativo. En la misma línea iniciada por Kandinsky, su gran popularidad ayudó a concebir como naturales los hábitos perceptuales que hoy son un lugar común en el arte contemporáneo”, explica Scaringella.