Grandes hallazgos de la arqueología
Bienes arqueológicos, paleontológicos

Grandes hallazgos de la arqueología

 

 

16/12/2013 Fuente elsoldemexico. Ciudad de México.- "De la muerte a la inmortalidad", así subtitula el reconocido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma, de 73 años, su más reciente libro, "Grandes Hallazgos de la Arqueología" (Tusquets Editores, 281 páginas), un viaje a través del reino de la muerte para contemplar el mundo del pasado, cumpliendo así, de forma insólita e inesperada, ese anhelo escondido en todas las obras de la humanidad.

 

Con maestría en ciencias antropológicas y especialidad en arqueología por la UNAM, además de ser Doctor of Sciences Honoris Causa por la Universidad de Colorado, Matos Moctezuma pretende, en este su más reciente libro, "que un arqueólogo lleve al lector a través del tiempo a cinco grandes hallazgos que proporcionaron a la arqueología datos novedoso sobre las prácticas funerarias de diversos pueblos de la Tierra y que tuvieron a la vez

 

repercusiones a nivel mundial".

 

La tumba de Tutankhamon a la de Pakal

 

"Grandes hallazgos comienza con una visión general de lo que entendemos por arqueología y con la relación de algunos de los pasos significativos que esta disciplina dio, especialmente, el siglo XIX, y que hicieron avanzar más sus expectativos en pro del conocimiento de la historia de la humanidad.

 

La tumba de Tutankhamon, la tumba imperial china, la Tumba 7, la de Pakal y la de Ahuitzotl son cinco de los descubrimientos arqueológicos más importantes de los últimos 100 años, recreados en el libro de Matos... "Hoy quiero tomar como punto de partida los hallazgos de una serie de tumbas y la importancia que, desde varios puntos vista, han tenido. Por un lado, nos proporcionan información sobre las prácticas mortuorias, en diferentes partes del mundo, relacionadas con grandes dirigentes que en su momento tuvieron un poder terrenal inmenso; por el otro, nos permiten conocer los ajuares mortuorios que acompañaron a estos personajes y, algo muy importante, las maravillosas creaciones hechas por artesanos anónimos en contraste con el boato de quienes ostentaban el poder".

 

Para quien ha trabajado en numerosos sitios arqueológicos como Comalcalco, Teotihuacán, Cholula y Tula, entre otros, "el viaje que hoy emprenderemos nos permitirá remontarnos muchos siglos atrás para estar frente a frente con las esencias de la muerte. El arqueólogo tiene el poder de dar vida a lo muerto al penetrar en el tiempo y el espacio para llegar, absortos, ante el rostro de la muerte".

 

Y finaliza: "De una cosa estoy seguro: la inmortalidad no se alcanza en el sentido que quisieron hacerlo nuestros protagonistas. Ellos pensaban en un más allá al que irían, según las características de sus diferentes religiones, después de la muerte. Se equiparaban con el Sol y sus pueblos los veían como seres divinos. Muchas veces me he preguntado si los arqueólogos somos profanadores de tumbas y la respuesta que encuentro, en cierta forma, lo somos".