Una cuestión personal 1. Primera entrega
de Kenzaburo Oé

Una cuestión personal 1. Primera entrega

 

 

Fuente monografías. Introducción

 

Autor: Kenzaburo Oé

Kenzaburo Oé (1935) nació en la isla de Shikoku en Japón. Estudió Literatura Francesa en Tokio. Recibió su primer galardón literario, Akutagawa, uno de los más importantes del Japón, por su novela corta La presa. En 1989 obtuvo el Europalia, reconocimiento de la Comunidad Europea, y en 1994 recibió el Premio Nobel de Literatura. Oé ha dedicado su vida a la creación literaria y a causas humanitarias. Algunas de sus obras han sido traducidas a varias lenguas como: El grito silencioso, Una cuestión personal, Dinos cómo sobrevivir a nuestra locura, Arrancad la semilla, fusilad a los niños, entre otras.

En este estudio nos hemos centrado en el análisis temático de lo monstruoso en su novela Una cuestión personal (1964) en la que se cuenta la historia de Bird, un hombre joven cuyo hijo primogénito nace con una deformación craneal. La novela describe un rito de transformación del protagonista, quien lucha por aceptar en su vida y en su familia a un niño con discapacidad.

Como el mismo Kenzaburo Oé dirá en su discurso "Speaking on Japanese Culture Before a Scandinavian Audicence" (1992) Bird, el protagonista de Una cuestión personal, es un personaje romántico que antes de casarse soñaba con viajar a África y que ahora que va a ser padre desea refugiarse en ese sueño y huir de sus responsabilidades.

El proceso de aprendizaje de Bird, el protagonista, a lo largo de la novela, está marcado por la monstruosidad. Una vez que el niño ha nacido, Bird asume la condición de monstruo: un ser que no es capaz de adaptarse a la sociedad, que con su comportamiento atenta contra el orden establecido, las normas e instituciones sociales.

La monstruosidad, como tema central de Una cuestión personal, se complementa con el tema de lo marginal, así como con el de lo siniestro. Ciertos comportamientos, acciones y presagios que se caracterizan por su oscuridad, por ser funestos y porque llevan al fracaso, la demencia y la muerte, son considerados como siniestros.

Para este análisis temático de lo monstruoso recurrimos a la obra de José Miguel Cortés, finalista del premio Anagrama de ensayo en 1997, Orden y caos, un estudio cultural sobre lo monstruoso en las artes. Hemos recogido los conceptos propuestos por Cortés en su obra para identificar la monstruosidad en Una cuestión personal y a la vez contrastar el caos y el orden que Bird, el protagonista, experimenta a lo largo de su proceso de transformación.

A partir de la historia, la religión, la moral, la mitología, la literatura, las artes plásticas, el cine, etc., Cortés propone varias clasificaciones de los monstruos, en las que nos apoyamos para referirnos a Bird como un monstruo social, a su hijo, nacido con una hernia cerebral, como un monstruo innato, a su amante Himiko, como una mujer cuya insaciabilidad sexual la vuelve monstruosa y junto a ellos, a un vasto grupo de personajes secundarios con los que se ha recreado la monstruosidad en la novela de Oé.

Para el tratamiento del tema de lo siniestro usaremos como apoyo la obra de Eugenio Trías Lo bello y lo siniestro, en la que se realiza un inventario de los motivos siniestros con el que podemos acceder de mejor manera a los acontecimientos de la novela que cumplen la función de presagios de lo monstruoso.

Para abordar el tema de la marginalidad, entendida casi como un sinónimo de lo monstruoso y como una condición recurrente en los personajes de Kenzaburo Oé, nos servimos del análisis de la estudiosa Michiko Niikuni Wilson, The Marginal World of Kenzaburo Oe. Wilson recoge, en uno de los primeros estudios en lengua inglesa sobre la obra del Premio Nobel de 1994, los temas más representativos en el conjunto de la obra del autor, enfatizando en motivos como el abandono, la muerte, la deformidad; y presentando un inventario de los personajes grotescos que pueblan la ficción de Oé.

Cabe destacar que para este estudio hemos recurrido también a una serie de discursos pronunciados por Kenzaburo Oé, incluyendo la ponencia del autor al recibir el premio Nobel, contenidos en Japan, the ambiguous, and myself: the Nobel prize speech and other lectures. La importancia de recurrir a la palabra del autor radica en que Oé expresa con absoluta convicción y claridad los motivos que atraviesan sus obras, así como las influencias que ha recibido a lo largo de su vida y de su carrera. Oé ilustra a los asistentes a sus ponencias en varios países europeos, sobre la historia del Japón, la evolución de la literatura, la sombra de las guerras, de las bombas atómicas, del consumismo. El novelista se presenta a sí mismo como una persona comprometida cuyo principal objetivo es contar y guiar.

Con respecto a su escritura Oé comenta que sus novelas El grito silencioso y Una cuestión personal han sido determinantes para su carrera ya que los motivos de ambas están intercalados a lo largo de toda su obra. En el caso de El grito silencioso, el tema central es la oposición al régimen del Emperador, a la cultura centralizada en Tokio y la búsqueda constante de la recuperación del espíritu japonés escondido en los antiguos mitos, pero alejándose de la alienación de un régimen totalitario como el que se vivía antes de la rendición en la Segunda Guerra Mundial.

En el caso de Una cuestión personal, Oé aclara que el niño deforme de su novela es en realidad su hijo, Hikari, cuyo nacimiento eclipsó su vida y su escritura. Confiesa haber escrito mucho sobre la convivencia con la discapacidad mental de su hijo y asegura que es un tema que guió su escritura hacia el tema de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Para reunir ambos motivos, en su obra ha recurrido a un método que consiste en partir de un evento personal, íntimo, para luego relacionarlo a la sociedad y al mundo entero.

Es así que para comprender el significado que tienen para los japoneses la era nuclear y la experiencia de Hiroshima y Nagasaki, parte fundamentalmente de su experiencia propia de ser el padre de un hijo discapacitado. Oé comenta que ha llegado a la compresión de que la vida con un hijo enfermo tiene el poder de sanar las heridas que los miembros de la familia se han hecho unos a otros. Y esta vivencia es para Oé comparable a la de las víctimas y sobrevivientes de las bombas nucleares quienes tienen a su vez el poder de curar a quienes viven en una era nuclear. El autor comenta que escuchar los testimonios de los ancianos sobrevivientes de las bombas y verles formar parte de movimientos activistas contra la guerra es un acto de fe, que ayuda a la sociedad a curar sus heridas.

 

Para el estudio de la novela Una cuestión personal recurrimos al análisis de la temática y de la fábula o historia, a partir de los fundamentos de Claude Bremond recogidos en la obra de Mieke Bal, Teoría de la narrativa . Entendemos como fábula o historia a "una serie de acontecimientos lógica y cronológicamente relacionados que unos actores causan o experimentan".

La novela de Oé responde a un modelo clásico, compuesto de tres fases: la posibilidad ("una función que abre la posibilidad del proceso en forma de conducta a observar o de acontecimiento a prever".), el acontecimiento ("una función que realiza esta virtualidad en forma de conducta o de acontecimiento en acto".) y el resultado ("una función que cierra el proceso en forma de resultado alcanzado".) En este estudio nos hemos concentrado en la lectura de la historia, señalando el conjunto de acontecimientos que, dentro del ciclo narrativo propuesto por Bremond, se dividen en dos tipos de procesos: de mejoría y de deterioro. Hemos identificado cómo se cumplen ambos procesos a lo largo de la historia, como un soporte de la temática de lo monstruoso y un camino hacia la redención de Bird, el personaje.

Además de centrarnos en el estudio de la historia, hemos incluido algunas aproximaciones puntuales sobre elementos del discurso, es decir sobre: el personaje, que hace las veces de antihéroe; el narrador, que es omnisciente, muy cercano al autor y que se introduce en la conciencia del personaje; el tiempo, que es lineal con breves saltos al pasado, con los que se da a conocer mejor al personaje; y el espacio, que hemos identificado como atmósferas específicas propicias para el desarrollo de presagios siniestros.

Hemos mencionado a breves rasgos algunos detalles estilísticos como el uso de imágenes sensoriales. Al respecto podemos decir que la narración en Una cuestión personal consigue estremecer al lector, demuestra la indudable capacidad del autor para expresar estéticamente eventos desagradables y lograr que los lectores experimenten sensaciones intensas que van de la simpatía a la compasión, pasando por una profunda repulsión.

La lectura y el análisis de Una cuestión personal responde a una necesidad de encontrar en una novela contemporánea la sensibilidad para abordar temas sociales sin optar por posturas moralizantes. La obra de Oé se ocupa de aquello que es trascendente por su importancia histórica y, a la vez, de lo que es primordial por su valor personal.

Por otro lado, la intensidad con la que la novela refleja la caída de los personajes y su naturaleza monstruosa, resulta fascinante. El mundo marginal y sórdido que propone Oé es un infierno real y cotidiano que aterra y a la vez absorbe, cautiva, obsesiona.

Además, el estudio sobre lo monstruoso de José Miguel Cortés ha sido una de las mejores y más interesantes herramientas para este análisis. En su obra se unen por el lazo de la monstruosidad desde E.T.A Hoffman hasta David Cronemberg, de Edvard Munch a Ingmar Bergman, en una propuesta que resulta pertinente. Cortés abarca los fenómenos psicológicos que hacen del monstruo una fabricación de la mente; ofrece una breve panorámica de las expresiones siniestras en el arte pictórico evaluando los símbolos de la sexualidad femenina en artistas como Munch. Presenta el temor del ser humano de convertirse en animal con base en la teoría darwiniana de la evolución e incluye ejemplos como los personajes de Kafka o los del cineasta Cronemberg.

Finalmente, podemos decir que la cultura japonesa ha sido escasamente difundida en nuestro medio y que lo poco que conocemos ha sido la versión ambigua propuesta por mercados como Hollywood, o el de los escritores Best sellers. En un estudio tan específico como es el del análisis temático y de la fábula en una novela, es imposible abordar la totalidad del fenómeno de una cultura tan lejana como la japonesa, sin embargo, una aproximación parcial y panorámica sirve, sino para profundizar en el conocimiento de lo oriental, para eliminar ciertos estereotipos y para tener en cuenta una historia de guerras y violencia, que especialmente en el siglo XX, concierne a toda la humanidad.

Capítulo 1: El presagio

En este trabajo nos ocuparemos de la novela Una cuestión personal de Kenzaburo Oé, siguiendo el modelo de análisis narratológico que Mieke Bal recoge de la propuesta de ciclo narrativo de Claude Bremond en la que la fábula o historia se considera "como agrupamiento específico de series de acontecimientos", y está compuesta de tres fases que son: la posibilidad (o virtualidad), el acontecimiento (o realización) y el resultado (o conclusión del proceso).

Desde el punto de vista del discurso, la novela cuenta con una estructura temporal básicamente lineal aunque contiene algunos saltos al pasado, a manera de retrospecciones ("momento de la fábula en que hace acto de presencia la anacronía, el acontecimiento que en ella se nos cuenta se sitúa en el pasado".), a través de las que podemos profundizar en la historia personal del protagonista y de algunos de los personajes con los que se relaciona a lo largo de la historia.

Una cuestión personal posee un narrador omnisciente que conoce a Bird, el protagonista, conoce su pasado, se introduce en su pensamiento, califica sus apreciaciones. Es capaz de describir sus sentimientos y sensaciones, opina, presenta las circunstancias y crea atmósferas a partir del pensamiento del protagonista. A pesar de que la mayor parte de la narración se realiza en tercera persona, el narrador le da la palabra a Bird brevemente.

En esta primera parte del estudio nos ocuparemos del primero de los catorce capítulos que contiene la novela y nos referiremos a la fase de la posibilidad, sobre la que Bremond afirma que abre un proceso "en forma de conducta a observar o un acontecimiento a prever". A estos posibles sucesos y comportamientos los identificaremos como el presagio.

El presagio es un concepto que se ha asociado a los signos premonitorios. En la religión y la mitología se trata de anuncios divinos o profecías, en el psicoanálisis se suele relacionar con los sueños, en la literatura se convierte en un elemento narrativo:

Más allá del reflejo de la creencia popular y de la situación social el motivo del signo premonitor constituye en la literatura un ingrediente específicamente ?poético? así como un factor estructural tanto en la narrativa como en representación teatral y en ambientación lírica. El motivo que señala al futuro de los personajes sirve de medio de tensión y móvil artístico.

Es así que las acciones de Bird y de los personajes secundarios, así como la presión que ejercen ciertos espacios, conversaciones y acciones son presagios, señales o indicaciones de un acontecimiento siniestro y del camino que Bird elegirá hacia su monstruosidad.

En esta etapa de Una cuestión personal se realiza la presentación de Bird a través de una descripción de su condición física y ciertos indicios de lo que será su comportamiento a lo largo de la novela, y sobre los que podremos establecer su condición de ser monstruoso según los conceptos que ofrece José Miguel Cortés. Además, se presentan atmósferas y presagios siniestros a los que aplicaremos las definiciones propuestas por Eugenio Trías.

A partir de los pensamientos del personaje, en los que se introduce el narrador con frecuencia, se crean ámbitos de oscuridad que pronostican el acontecimiento caótico al que deberá enfrentarse; y este evento requerirá de sus acciones y le destinará a cumplir una misión durante el resto de la novela. Cumplen una función fundamental en el presagio del acontecimiento siniestro las relaciones que mantiene Bird, a lo largo del primer capítulo, con algunos de los personajes secundarios. La naturaleza y el comportamiento de estos personajes los caracteriza como seres socialmente indeseables, marginales y monstruosos. La aparición de estos seres en los primeros momentos de espera y reflexión de Bird preparan el camino para el nacimiento de su hijo anormal y anticipan su condición monstruosa.

1.1 Bird, el protagonista

Es el mes de junio, principios del verano y son las seis y media de la tarde cuando Bird contempla en un escaparate un mapa de África. El narrador describe el calor de la tarde y el efecto que éste produce en la gente que se refugia en la penumbra para dejar de sudar ante la intensidad del clima. Se introduce en el pensamiento de Bird, quien asocia el sudor de la gente con la imagen de su mujer quien, en ese momento, seguramente "rezumaba sudor por todos los poros del cuerpo mientras gimoteaba de dolor, ansiedad y esperanza, desnuda y acostada en un colchón de caucho, con los ojos cerrados como los de un faisán abatido del cielo por un disparo".

El pensamiento de su mujer en la labor del parto le estremece, pero aparta la imagen de su mente rápidamente mientras dedica sus pensamientos más intensos y toda su emoción a revisar uno por uno los mapas de carreteras de África, cuyas líneas y colores evocan en Bird sensibilidad y melancolía. Contempla extasiado distintos mapas del continente africano y, a pesar de la emotividad con la que los observa, éstos le sugieren "la idea de una muerte brutal, violenta".

Estas son las primeras impresiones que tenemos de Bird, quien pronto será padre por primera vez, pero que por el momento dedica sus pensamientos a su sueño de juventud: viajar a África. Y para ello compra dos mapas por primera vez con la intención de usarlos o al menos esa es la idea que le da vueltas la cabeza mientras considera que en ese preciso instante, mientras su esposa da a luz a su primogénito, él pierde para siempre la oportunidad de viajar a África. Y el narrador nos guía hacia la reflexión de Bird: "¿Se vería obligado, muy a su pesar, a despedirse de la última ocasión de experimentar su única y obsesiva tentación de juventud?" Y va más lejos todavía cuando expresa su duda "Pero si fuese así, ¿qué podía hacer para evitarlo?". Con estos pensamientos sale de la tienda donde ha comprado los mapas y desvía su mirada de una estatua de Buda, gastada por el contacto de muchas palmas nostálgicas, a la que él no es capaz de mirar siquiera.

Mientras Bird camina por la calle, se detiene frente a la vitrina de una librería. Ese momento, a través de la contemplación de su reflejo y la reflexión que intuye el narrador, conocemos a Bird, quien tras mirarse reflejado en la vitrina, siente que "su figura flota torpemente, como el cadáver de un ahogado, en el oscuro lago de los escaparates".

Bird, que en inglés significa pájaro, es el apodo que recibió el personaje a los quince años. Tras mirar su reflejo en la vitrina, el protagonista comprende que a sus veintisiete años con cuatro meses el apodo de la adolescencia sigue siendo una descripción exacta de su contextura física: flaco, con los hombros alzados hacia delante, como alas plegadas, la frente inclinada, una sobresaliente nariz lisa como un pico, los labios delgados y duros siempre tensos sobre los dientes, el cabello rojizo y una mirada brillante que no expresa emoción alguna. Bird hace de sí mismo una descripción fría y fatalista. Se observa con detenimiento y dictamina que parece un anciano demacrado; admite que su propia imagen le estremece, le produce un disgusto casi visceral y siente incluso nauseas ante la idea de ser un anciano agotado, senil, que pronto estaría lleno de hijos.

Como expresa José Miguel Cortés en su estudio Orden y caos, un estudio cultural sobre lo monstruoso en las artes, cada sociedad posee un sistema de jerarquías, de valores y define a su vez las relaciones que deben existir entre las personas. La sociedad establece normas y leyes que aseguran una convivencia ordenada, normal y para defenderse rechaza todo aquello que parece inapropiado o que cuestiona y pone en peligro el orden:

Los individuos que pongan en duda este sistema serán excluidos, perseguidos, eliminados [?]. Aquellos que rechazan este proceso de homogeneización y la conformidad a las leyes quedan marginados geográfica, cultural, lingüísticamente, quedan devaluados en la escala oficial de valores: se convertirán en monstruos.

En esta primera parte de la novela, entendida como posibilidad o presagio, conocemos a Bird, un hombre que a punto de ser padre solo puede pensar en su sueño de juventud de viajar a África. En este momento de su vida, en el que debe asumir el rol que le impone el orden social, él sabe que lo hará "muy a su pesar" y que deberá sacrificar su sueño para hacerlo, pero a la vez esta idea no le impide comprar los mapas con la intención de poder usarlos en la locación, gesto con el que acaricia la idea de huir. Y más adelante al contemplar su reflejo comprenderá que la imagen que ve en la vitrina es la de un hombre que empieza a envejecer y la idea de la madurez, de la paternidad y por lo tanto de mantenerse dentro del sistema que la sociedad impone, le produce un disgusto tan intenso que siente nauseas y repele su propia imagen.

Este comportamiento y especialmente las ideas que surgen en la mente de Bird y que el narrador expone detalladamente son los primeros indicios de lo que será su condición monstruosa. Bird preferiría no asumir sus responsabilidades o la "vida decente", como expresará más adelante su esposa. De poder tomar en sus manos la decisión, él viajaría a África, lo que en su caso en particular significaría su auto marginación tanto en el sentido geográfico como cultural. Se excluiría, se convertiría en monstruo, para no asumir el rol que le depara la sociedad, la paternidad específicamente.

1.2 El pasado de Bird

Avanza la tarde y Bird espera el momento adecuado para llamar al hospital y saber noticias de su esposa y mientras lo hace camina por la plaza con las manos en los bolsillos para proteger sus mapas de África. De repente se detiene en una calle de bares baratos y siente una necesidad profunda de beber un trago, aunque sea solo. La vergüenza de aparecer frente a su suegra en el hospital oliendo a whisky le disuade de la idea, pero no logra contener el recuerdo de su pasado y el narrador se adentra en su historia íntima para contar que:

Bird se casó en mayo, a la edad de veinticinco años, y durante ese primer verano permaneció borracho cuatro semanas seguidas [?] descuidó sus obligaciones como licenciado, su trabajo, sus estudios de postgrado. Lo abandonó todo sin pensar, y pasaba el día entero, e incluso hasta bastante tarde por la noche, sentado en la cocina de su departamento, a oscuras, escuchando música y bebiendo whisky.

Sin saber exactamente la razón de su necesidad de beber, Bird permaneció alcoholizado durante setecientas horas, en las que "descubrió en sí mismo, desgraciadamente sobrio, la desolación de una ciudad destrozada por la guerra".

Y el narrador se encarga de calificar el estado y la situación de Bird: "Era como un débil mental al que sólo le quedara una mínima oportunidad de recuperarse, pero tenía que volver a ordenarlo todo, no sólo a sí mismo sino también sus relaciones con el mundo exterior".

Las motivaciones de su pasado alcohólico habían permanecido, durante esos dos últimos años, como un enigma. Nunca consiguió entender las verdaderas razones por las que bebía de esa forma y le estremecía el hecho de que en el preciso momento en el que su mujer daba a luz, la idea de volver a beber se le hubiera tornado seductora.

Esto le daba a entender que no era una etapa superada en su vida y que se sentía absolutamente propenso a una recaída repentina. Y mientras analiza su situación recuerda un pasaje que había leído en uno de sus libros sobre África en el que se comentaba que las celebraciones tribales en muchas aldeas africanas se realizan con mucho alcohol, lo que a los historiadores del libro les hacía pensar que aquellas aldeas aún carecen de algo fundamental ya que únicamente profundas insatisfacciones, desesperación y abandono pueden llevar a los habitantes a beber de esa forma. Tras recordar esta lectura, Bird asume que en su caso podía suceder algo similar a lo que les ocurría a los pobladores africanos y concluye que él mismo se había negado a analizar y reconocer las propias carencias de su vida y como no lo iba a hacer por el momento entonces sería sencillamente mejor permanecer alejado del alcohol.

Este retroceso en el tiempo, el reconocimiento de su pasado alcohólico, la tentación, la seguridad con que Bird admite su fragilidad y su predisposición a una recaída y la certeza de que sus motivaciones del pasado no tienen una explicación racional son por un lado un presagio del acontecimiento siniestro y proponen una lucha interna del personaje en la que se debate entre asumir sus deseos o sus responsabilidades, su condición monstruosa o su rol en la sociedad.

Por un lado Bird siente temor de sí mismo, de sus insatisfacciones, como expresa Cortés: "El sujeto ante lo informe desordenado y caótico se siente amenazado, percibe un peligro que se cierne sobre su integridad, que pone en duda su seguridad (física y psíquica) y no puede soportarlo".

Bird sabe que no puede lidiar con sus insatisfacciones personales, que como los pobladores de las tribus en África no fue ni será capaz de analizar las carencias de su vida y por lo tanto prefiere mantenerse alejado del alcohol y de esa forma no atentar contra sí mismo, pero no en el sentido saludable, sino más bien reprimiendo sus apetencias que podrían revelarse de forma siniestra más adelante: "Lo auténticamente monstruoso es descubrir a la bestia en el seno del ser humano y, con ello, destruir toda la seguridad en la identidad del hombre".

Por otro lado, su pasado confirma una tendencia hacia lo monstruoso, un deseo de romper el esquema de normalidad. Bird, recién casado y graduado confabula contra el orden establecido para imponer el caos con su estado de ebriedad prolongado e irracional. Su completa negación ante las razones reales de su borrachera le da un toque monstruoso que está íntimamente ligado al miedo, "la marginación, el desprecio, cuando no la compasión más humillante".

El mayor presagio del acontecimiento siniestro es el hecho de que de la pugna constante que hay entre los deseos insatisfechos y la represión nace el monstruo: un ser que a la vez fascina y repugna; un ser que existe "basado en un sentimiento inmanente de terror ante la profundidad misteriosa de la existencia".

Para terminar con esa etapa de su vida Bird recurrió a la ayuda de su suegro, uno de los hombres más respetables que él había conocido, y antiguo director en la escuela donde Bird se graduó. En ese tiempo Bird era estudiante de Literatura y de inglés, pero durante su borrachera lo abandonó todo y una vez que dejó de beber, su suegro le ayudó a conseguir un trabajo de profesor en una academia preuniversitaria.

En aquella ocasión, después de su borrachera de setecientas horas, Bird renunció al caos generado por su estado etílico, hizo caso omiso de los indicios de su naturaleza monstruosa y durante lo siguientes dos años se mantuvo dentro del orden social, cumpliendo con la moral establecida. Ahora, era el miedo a lo desconocido y a sus propias insatisfacciones, junto a la autoridad y benevolencia de su suegro lo que le impedía volver a beber, la tarde en que su mujer se encuentra en la labor de parto.

1.3 Bird y sus relaciones con el mundo exterior

Bird se detiene frente a una vitrina y repentinamente, del lado oscuro de ésta, surge una figura extraña. Bird, con la sensación de que estaba siendo atacado por un monstruo, voltea para enfrentar su mirada y después de escudriñarse ambos detenidamente, la mujer pasa de la urgencia a la indiferencia total cuando descubre que Bird no es la persona adecuada para relacionarse. "Entonces Bird percibió lo anormal de su cara, enmarcada en un cabello rizado y abundante [?] observó el vello rubio que había escapado al afeitado en el labio superior: atravesaba la gruesa capa de maquillaje y temblaba".

El travesti saluda a Bird y se aleja. Lo había confundido con un pervertido lo que para Bird era un error humillante, pero se había redimido su honor cuando aquel ser anormal se había alejado. Sin embargo, el encuentro da pie a que Bird divague e imagine lo que hubiera sucedido si decidía acompañar al travesti durante esa noche.

Los pensamientos de Bird se ubican en un espacio sórdido en el que reposa junto al hombre travestido y le cuenta que su mujer debe estar en ese mismo momento en la labor de parto. En su imaginación Bird asume que se ha desvestido para que el joven se sienta menos turbado y que aprovecha que la naturaleza de un ser como aquel no le permite emitir ningún juicio, para contarle que:

[?] durante años he querido ir a África, y que mi mayor ambición consiste en escribir una crónica de mis aventuras que titularé El cielo en África. Incluso hasta le hubiese dicho que el viaje a África será imposible si cuando nazca el bebé me encierro en la jaula que significa la familia. (Desde que me casé he estado en la jaula, pero hasta ahora siempre me pareció que la puerta permanecía abierta; el bebé a punto de llegar bien podría cerrarla definitivamente).

Es tan personal la confesión que Bird hace imaginariamente al joven travesti, que el narrador le cede la palabra y se expresa en primera persona, asumiendo uno de sus mayores temores: ser padre, abandonar sus sueños y asumir la responsabilidad de una familia.

Bird se siente capaz de confesarle su intimidad a un travesti pero no es capaz de aceptarla dentro de sí mismo. Aquello que hace del travesti un ser confiable es precisamente su anormalidad ya que en palabras del narrador dentro de los pensamientos de Bird: "Un joven que, fiel a lo retorcido que hay en él, termina buscando pervertidos en las calles, un joven así tiene que poseer unos ojos, unos oídos y un corazón exquisitamente sensibles al terror que habita en lo más profundo de su subconsciente".

Bird pone fin a su delirio con la idea de que hubiera significado ir demasiado lejos pasar la noche con un travesti, pero podría haber compartido una copa con él.

Una vez más en esta ocasión, al igual que con el deseo de beber, Bird se siente tentado a transgredir las normas y poner en peligro la seguridad del sistema tras imaginar que se relaciona con uno de los seres más indeseables, monstruosos y temidos por la sociedad. El travesti es la muestra más clara de aberración:

Aquel que transgrede los límites establecidos, aquel que nos devuelve una imagen inquietante de nuestro cuerpo que no corresponde con las viejas ideas, aquel a quien su diferencia relega a la frontera externa de la realidad. Su monstruosidad no le permite la convivencia con la sociedad.

En la figura del travesti se materializa lo peligroso e indefinible, "es aquello que debiendo permanecer oculto se ha manifestado". Sin embargo, es un ser útil ya que la sociedad encuentra en él la confirmación de su normalidad. Un ser como el travesti es indispensable para conservar el orden, justificar la moral y las leyes sobre las que se ha constituido la sociedad y confirmar, por oposición y contraste, lo que se considera normal, armónico e incluso bello.

La monstruosidad del travesti que además, confunde por un instante a Bird con un pervertido, es una amenaza. Como retoma Trías de la teoría freudiana sobre lo siniestro u ominoso ("lo que pertenece al orden de lo terrorífico, de lo que excita, angustia y causa horror".), un ser como el travesti, cuya naturaleza monstruosa es el sinónimo mismo del caos social, no puede sino ser el portador de un presagio funesto, lo que para el caso de esta primera parte de la novela viene a ser un encuentro determinante dentro de la etapa de la posibilidad.

Más tarde, a las siete Bird busca un teléfono para llamar a su suegra y pedir información sobre el estado de su mujer, con la esperanza de que la línea esté ocupada. Para usar el teléfono trata de alejarse de los bares para que su suegra no escuchara el bullicio de la gente y encuentra un lugar que le llama mucho la atención por el colorido de los anuncios luminosos y su nombre en inglés: Gun Corner (Rincón de las pistolas). Es un lugar de vídeo juegos, dardos, juegos para probar fuerzas, etc., repleto de jóvenes que oían rock.

Después de enterarse de que su hijo se rehusaba a venir al mundo y que su mujer sufría lo indecible, Bird se queda parado observando a los jóvenes, quienes parecían hipnotizados por los diferentes juegos y sus dificultades. Concentrados, violentos, satisfechos hasta el punto de los alaridos, los jóvenes eran de una generación a la que Bird no pertenecía y tampoco alcanzaba a comprender.

Mientras mira los juegos se encuentra frente a una pandilla cuyos integrantes usan "idénticas cazadoras de seda, bordadas con dragones de oro y plata, el tipo de souvenir de Hong Kong para turistas norteamericanos". Entonces Bird decide intentar con uno de los juegos de fuerza. Era una doncella metálica que tenía los brazos cruzados y el competidor debía intentar abrirlos para poder ver sus senos metálicos. La fuerza aplicada se cuantificaba en número que se desplegaban en los ojos de la doncella y a su lado en una tabla de equivalencias se indicaba la fuerza promedio que correspondía a cada edad.

Bird intenta y mientras obliga a la doncella metálica a abrir los brazos siente gran dolor en cada uno de sus músculos y la extraña sensación de que cometía una violación. Cuando lo consigue su puntaje es el equivalente a la fuerza promedio de un hombre de 40 años. Bird a sus 27 años y con todo el cuerpo adolorido se siente humillado y decide intentar en otro juego, pero su debilidad ya había atraído las miradas de toda la pandilla que desafiante daba muestras de su fuerza. Para el siguiente juego Bird ya estaba rodeado de los jóvenes y una vez más sus intentos no llegaron ni al promedio requerido. Su puño alcanzaba apenas 300 puntos de los 2500 requeridos y en un segundo intento 500. Bird se aseguró de no arrugar los mapas de África al ponerse su chaqueta y huyó ante las miradas frías y las carcajadas de la pandilla.

Se aleja de Gun Corner entre las prostitutas alineadas en las calle, los vagabundos, el aroma de las bebidas alcohólicas que despiden los bares hasta que llega a un descampado donde podría superar la humillación, pero inmediatamente descubre que detrás suyo se encuentra toda la pandilla de jóvenes con chaquetas de Hong Kong quienes no habían podido resistir la tentación de amedrentar a un hombre como Bird: "su debilidad había despertado los instintos salvajes de la pandilla".

Bird busca por todos los medios la forma de escapar y de repente el recuerdo de los mapas en su bolsillo y de que su mujer daba a luz en ese preciso momento a su primogénito le dan fuerza para luchar solo, con su fuerza de un hombre de 40 años, con toda una pandilla deseosa de destruirlo. Bird piensa: "Si huyo ahora no sólo perderé para siempre la oportunidad de ir a África, sino que además mi bebé llegará al mundo sin otra posibilidad que llevar la peor de las vidas".

Bird recibe varios golpes pero ofrece resistencia y una voluntad que le aseguraba el júbilo de la batalla. Golpeado, ensangrentado y con un diente roto la pandilla se aburrió de él y se marchó. Para Bird aquel encuentro brutal le deja una cierta paz interior y hasta un mejor humor del que había tenido durante todo el día desde que su mujer iniciara la labor del parto.

Con respecto a los personajes secundarios que conforman la pandilla con la que se relaciona Bird, comenta la estudiosa de Oé, Michiko Niikuni Wilson, en su obra The Marginal World of Oe Kenzaburo, que cuando al autor incluye en sus novelas aventuras en las que se habla de personajes criminales o antihéroes sucede que estos, sea por su decisión personal o por las circunstancias, ocupan una posición verdaderamente marginal, características de seres extraños o extranjeros quienes no aceptan ni son aceptados por la sociedad, como en el caso de la pandilla. Y Oé crea a su vez, como complemento, personajes solitarios e incapaces de relacionarse, pero dueños de un poder de observación de la sociedad reforzado por un espíritu satírico.

El personaje solitario analiza el mundo desde su posición que es un intermedio entre el mundo respetable y el marginal tal es el caso de Bird, personaje sombrío capaz de realizar una observación tan elemental pero a la vez específica como la de las chaquetas que usan los pandilleros, como un souvenir para extranjeros.