La literatura iberoamericana llora a su "Mama Grande"
De interés general

La literatura iberoamericana llora a su "Mama Grande"

 

 

23/09/2015 Fuente revistaenie. A los 85 años, murió Carmen Balcells.Representante de grandes autores, cambió a favor de ellos la manera en que se hacían los contratos y participó de la invención del boom latinoamericano.

 

"Soy sólo una secretaria ilustrada", decía Carmen Balcells de sí misma, entre la humildad y la ironía. "Una mujer nacida para ser secretaria que ha entrado en este mundo un poco por casualidad", agregaba. Ese mundo en el que se metió a mediados de los años 50 fue también el mundo del que se apropió hasta revolucionarlo como agente literaria, especialmente en la época del boom latinoamericano: por eso escritores, editores y lectores de todo el mundo hablaron de ella ayer, cuando murió a los 85 años en Barcelona.

 

Es cierto que ni el destino familiar ni su vocación temprana la introdujeron en el mundo editorial: sus padres eran productores rurales y ella, al terminar la escuela de monjas, estudió Comercio. Pero en 1955 -había nacido en 1930- el poeta español Jaume Ferran la contactó con personalidades de la literatura como Juan Goytisolo y Carlos Barral, entre otros. A través de ellos empezó a trabajar en la agencia literaria Acer, que dirigía Vintila Horia, un escritor rumano exiliado en Barcelona. En 1960, Horia ganó el premio Gouncourt en Francia y decidió mudarse a París: vendió su negocio, Balcells se hizo cargo de la cartera de clientes-escritores y abrió formalmente la Agencia Literaria Carmen Balcells.

 

Ahí empezó todo. Desde su espacio, Balcells negoció más de 50 mil contratos y representó a más de 300 escritores. Entre ellos, a nada menos que Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Carlos Fuentes, Juan Carlos Onetti, Augusto Roa Bastos, Isabel Allende, Ana María Matute, Rosa Montero, Camilo José Cela, el propio Goytisolo y José Donoso.

 

Impulsó el boom latinoamericano: esa movida que acercó a los autores del continente a los grandes públicos y que conjugó calidad y ventas. "Tuvo la visión para apostar por una serie de autores desconocidos. Su gran mérito es haber visto antes el potencial que tenían y sostenerlo económicamente para que se dedicaran sólo a la literatura", dijo a Clarín Fernando Esteves, que fue editor de Alfaguara en Buenos Aires, México y España, y que ahora dirige el sello SM en el país azteca.

 

Fue ella quien consiguió que Cien años de soledad se tradujera a 24 idiomas y vendiera un millón de ejemplares. Fue también ella quien introdujo en los contratos editoriales cláusulas que limitaran el tiempo de la cesión de los derechos de una obra, para que dejaran de ser vitalicios, además de segmentarlos según el área geográfica en que se explotara. "Introdujo prácticas para que los editores tuvieran contratos menos feudales con los autores", decía ayer Jorge Herralde, editor de Anagrama.

 

Una anécdota que Montero contó ayer a Clarín ilustra la visión de negocios de la agente: "Cuando empezamos nuestra relación me dijo 'Tengo que hacerte una pregunta esencial: ¿qué prefieres, el dinero o la gloria?'. Yo le dije 'La gloria'. 'Vale, con lo que me has dicho ya sé cómo tengo que enfocar tu carrera'". Es que la mismísima Balcells decía: "Yo no tengo amigos, tengo intereses". Al propio García Márquez, cuando él le preguntó si lo quería, le espetó: "No te puedo contestar a eso, eres el 36,2 por ciento de nuestros ingresos". Sin embargo, varios de sus representados se referían a ella como la "Mamá Grande" -inspirados en aquella mujer implacable del cuento de Gabo- y celebraban las comidas opulentas a las que los invitaba en su casa, los turrones que mandaba de regalo, la pregunta constante por cómo iba la escritura. "Nos cuidó, nos mimó, nos riñó, nos jaló las orejas", escribió ayer Vargas Llosa en el diario español El País.

 

"La irrupción de Amazon en el mundo de habla hispana, la venta de Alfaguara a Penguin Random House y la muerte de Carmen son tres símbolos del fin de una época para la industria editorial: es el comienzo de la convivencia entre lo análogico y lo digital, y de la irrupción de nuevos actores, como las empresas tecnológicas. Ahora que se ven efectos tangibles de eso, la desaparición de Carmen tiene un sentido simbólico", reflexionó Esteves.

 

Aunque había anunciado el inicio de su retiro en mayo de 2000, Balcells volvió al ruedo en 2008, luego de que su agencia perdiera la gestión de las obras de Roberto Bolaño y Guillermo Cabrera Infante. En 2010, vendió por tres millones de euros su archivo de cartas, borradores, fotos y primeras ediciones al Estado español. Y en 2014, para hacer frente a la arremetida de Amazon y a la cada vez mayor concentración editorial, su agencia anunció la fusión con la de Andrew Wylie, el representante de escritores más importante del mundo anglosajón: el anuncio, sin embargo, nunca se concretó. Wylie, que ya abrió una división hispana de su agencia, ayer decía a este diario: "Estoy muy triste por la noticia. Carmen fue una gran mujer y yo la apreciaba muchísimo".

 

Balcells fue una de las inventoras no sólo del boom latinoamericano, sino de las reglas que, durante medio siglo, dieron a los autores cierta estabilidad ante las editoriales. "Gracias a Carmen Balcells voy al mercado cada mañana", la definió Onetti. Y aunque había prometido no escribir sus memorias -"Valgo más por lo que callo que por lo que digo", repetía-, alguna vez contó que la partida de un escritor era como una de esas historias de amor que terminan mal. Toda una apasionada.