Cinco trucos para perder peso sin necesidad de dietas
De interés general

Cinco trucos para perder peso sin necesidad de dietas

 

 

29/09/2014 Fuente elpais. El poder oculto de acciones tan diminutas como pagar en efectivo o mascar chicle en el supermercado puede tener resultados inesperados

 

Si la mayoría de la humanidad asocia la pérdida de peso al doloroso, frustrante y draconiano proceso de prescindir de gran parte de alimentos durante una temporada no es por falta de alternativas. Se puede culpar a la publicidad, como casi todo en el mundo de la imagen, de no haber dado suficiente voz a los estudios que demuestran que quienes asustan a su cuerpo con dietas son más proclives a ganar más peso a largo plazo. Y se puede volver siempre al mayor fracaso de Occidente en los últimos años: la cultura alimenticia que tenemos no está compuesta por costumbres sanas.

 

El mundo en el que vivimos nos pone fácil comer mucho y mal. Y hablamos del mundo entero. Aunque en Europa le tengamos más miedo a la comida rápida que en Estados Unidos, aquí tenemos menús del día. Y las oficinas de todo el planeta tienen máquinas expendedoras de los alimentos más perjudiciales imaginables. Así, una clave fundamental para regular el peso que ganamos y perdemos (la poca que depende de nosotros, ya que esas decisiones las toma el cerebro él solito), es la psicología y los hábitos con los que incorporamos la comida a nuestras vidas. Brian Wansink, psicólogo y profesor de la Universidad Cornell (EE UU), acaba de escribir un libro sobre el asunto, titulado Slim by Design: Mindless Eating Solutions for everday life (podríamos traducirlo como Delgados de fábrica) y en él defiende que si cambiamos costumbres sencillas, y aparentemente superfluas, como ir mascando chicle a hacer la compra, podemos llegar a perder cerca de un kilo a la semana sin hacer dieta.

 

Cuantos más hábitos cambiemos, prosigue, más peso perderemos. El método tiene la ventaja de que no requiere someter a nuestro cuerpo a ningun trauma alimenticio y tampoco promete milagros. Se basa en pequeños cambios para combatir el sobrepeso y la obesidad. “Lo que pasa con las personas que tienen sobrepeso es que, a menudo, sienten que su situación no tiene solución y están a punto de darse por vencidos. Lo que hemos descubierto, una y otra vez, es que hacer un pequeño cambio, como comer en un plato más pequeño, conduce a una pequeña pérdida de peso. Algo que luego lleva a hacer más cambios. Y así, en un año esa persona habrá perdido cerca de 15 kilos sin dieta. Esa es nuestra meta”, ha explicado estos días. "La fuerza de voluntad es un trabajo sin fin 24 horas siete días a la semana".

 

El mundo en el que vivimos nos pone fácil comer mucho y mal. Y hablamos del mundo entero. Aunque en Europa le tengamos más miedo a la comida rápida que en Estados Unidos, aquí tenemos menús del día. Y las oficinas de todo el planeta tienen máquinas expendedoras de los alimentos más perjudiciales imaginables

 

El profesor y su equipo han catalogado 62 tipos de comedores fácilmente identificables que van desde el emocional que vive solo y compra comida para llevar al menos tres veces a la semana hasta aquellos adictos a las meriendas a base de bocadillos o productos horneados. También están los hombres de 45 a 60 años y las mujeres de entre 25 y 35 años que hacen al menos ocho comidas semanales fuera de casa, o ese padre que odia cocinar y tira de lo menos saludable para alimentar a la familia cuando le toca. A todos les benficiaría esta serie de trucos:

 

1. En la cocina solo hay que tener a la vista el frutero (y tenerlo lleno de fruta). Un frutero lleno de manzanas, naranjas o uvas no es solo altamente decorativo. Es también una respuesta facilísima y sanísima a la tentación de comer entre horas. Mejor que el pan y las patatas fritas e infinitamente mejor que no caer en la tentación. Wansink explica en su libro que tener la bolsa de patatas fritas o similar a la vista hace que, pongámosle, una mujer engorde 3,5 kilos más cada año que otra que no las tiene.

 

2. En el restaurante, pida tres cosas. El menú el día no es amigo ni de paladares ni de estómagos. Y en la cena, si el único objetivo que se tiene es el peso, el vino tampoco ayuda. Wansink propone una fórmula que facilita estos excesos: comer tres elementos. "Un plato principal que le apetezca y otras dos cosas para acompañarlo. Puede ser un aperitivo y una copa de vino, un bollo de pan y un postre. O un plato y comer dos bollos de pan… El caso es poder elegir entre los dos elementos y, así, evitar la sensación de que se priva de algo. Haz esto y comerás entre un 21 y un 23% menos de calorías”.

 

3. Cómo no comprar la comida que no quieres acabar quemando en el gimnasio. Esta receta es contra esa compra compulsiva de la que muchos son presa en el supermercado, y más si tienen hambre. El doctor recomienda llenar la parte delantera de la cesta de la compra con frutas y verduras e ir a hacer la compra mascando un chicle sin azúcar. Según sus experimentos, esta combinación casi druídica de elementos hace que compremos un 7% menos de comida basura. Y comida basura es, en realidad, todo aquello que no se pudra tarde o temprano.

 

4. Prohibido comer en la mesa de trabajo. ¿Comes en la oficina? Primero, insiste a tu empresa a que ofrezca fruta gratis o algo similar en las zonas de descanso. Segundo, paga siempre en efectivo tus comidas. Comprarás menos refrescos, dulces y postres. Y si vas a un buffet, un truco es sentarse de espaldas a la cola. Otro, mirar primero para elegir lo que realmente nos apetece en vez de hacer acopio de alimentos sin discriminación alguna.

 

5. Juzgue la comida por sus platos. Si el plato es del mismo color que el alimento que va a tomar (por ejemplo, un plato blanco para comer arroz ), es probable que te sirvan un 18% más de comida. Además, es mejor utilizar platos más pequeños de lo normal. Se comerá menos cantidad.