Un poder fuera de control
02/01/2013 Fuente lanacion. En la ciudad de Rosario, durante 2013, se conocieron historias que parecían discordantes con el presente que la ciudad se esforzaba en mostrar. Los trazos de esa realidad compleja empezaron a bocetar un universo en el que grupos narcos que habían surgido de la más cruda miseria mostraban una opulencia económica como había retratado en la ficción durante la década del 80 el director Brian De Palma con el personaje Tony Montana, en la película Scarface.
El narcotráfico se hizo visible a través de crímenes que dejaron entrever el crecimiento de un "poder" fuera de control, que usa la violencia extrema para redefinir mercados y territorios de explotación. Los balazos y las muertes demarcan movimientos dentro de esa superficie copada por el narcotráfico, donde no sólo se mueven bandas sino también importante redes, con miembros que a veces, como se supo tras la detención de Leonardo Popea, ni se conocen entre sí.
El atentado contra la casa del gobernador Antonio Bonfatti, ocurrido el 11 de octubre pasado, exaltó el poder de los grupos narcos y sembró también el desafío de sectores de la policía que están sospechados de participar en el ataque.
Desde el homicidio de Claudio Cantero, líder de los Monos, sucedido el 26 de mayo pasado, se disparó un espiral sangriento que nadie pudo detener. Los funcionarios provinciales se transformaron solamente en comentaristas de esa realidad, que dejó más de 260 muertos en un año.
La causa de los Monos descubrió el velo y exaltó de manera casi mitológica la historia de un grupo mafioso que a partir de un amplio despliegue territorial en la zona sur de Rosario popularizó la venta de una cocaína de bajo costo que es adulterada con sustancias altamente tóxicas que se logró adaptar al mercado de la pobreza.
Y gracias a esa demanda en expansión, los Cantero pasaron de montar a caballo, en la década del 90, a transitar con autos lujosos importados y a construirse una mansión con una gran pileta de natación con la forma del ratón Mickey.
Esa indiferencia impune hacia el resto de la sociedad estaba garantizada por la complicidad de importantes sectores de las fuerzas de seguridad, y la impasividad de la Justicia. Los engranajes del narcotráfico van siempre adelante frente a la ineficacia que ha mostrado, hasta ahora, el Estado.
En la causa de la denominada narcofamilia que poseía un laboratorio en la localidad de Funes, donde podía producir hasta 500 kg de droga por mes, quedó al descubierto el nivel de coordinación entre las fuerzas de seguridad a favor de los narcos.
En las escuchas del expediente interactúan dos oficiales de la policía de Santa Fe y otro de la Federal que cruzan información sobre los operativos que realizarán en territorio de Delfín Zacarías, el narco para el que trabajaban. Mientras esto ocurría, el gobierno de Santa Fe reclamaba la falta de cooperación de la Nación para combatir el narcotráfico..