La montaña mágica 2. Segunda entrega
de Thomas Mann

La montaña mágica 2. Segunda entrega.

 

 

Fuente Wikipedia. Personajes

Castorp

 

Según declaraciones del propio Mann, el personaje de Castorp es una especie de "buscador del Grial", en la línea del Parzival de Wolfram von Eschenbach, o del Perceval de Chrétien de Troyes. En la novela, es un personaje cuya principal característica es la avidez de conocimiento. Su personalidad es muy influenciable: Settembrini y Naphta se disputan su alma "como hacían Dios y el diablo con el hombre en la Edad Media".

Castorp procede de la burguesía de Hamburgo (al igual que Mann procedía de una familia de comerciantes de Lübeck). El medio social del que procede determina en gran medida su actitud ante la vida, y hace que inicialmente se muestre hostil a las ideologías de signo radical, expuestas por Naphta o Settembrini. Para Settembrini, es "un niño mimado por la vida", y Clawdia Chauchat lo considera un "joli bourgeois à la petite tache humide".

La elección del nombre por parte de Mann no es casual: Hans es uno de los nombres más usuales en Alemania, por lo que puede servir para representar al alemán típico. Muchos cuentos populares alemanes están protagonizados por un personaje con ese nombre, como Hans im Glück. Se ha mencionado también, dado que Hans es la versión abreviada de Johannes (en español, Juan), que el nombre puede aludir también a San Juan Bautista, precursor de Cristo, o a San Juan Evangelista, autor del Cuarto Evangelio y del Apocalipsis.

Settembrini

Settembrini es uno de los personajes fundamentales de la novela. Ejerce de mentor paternal de Castorp, y representa en cierto modo el sistema de valores de la burguesía, así como la afirmación vitalista del trabajo, la actividad creativa y el progreso de la humanidad. En este sentido, advierte a Castorp contra la atmósfera mórbida del sanatorio, y en particular contra su atracción hacia la enfermiza Clawdia Chauchat, y le insta a llevar una vida activa en el mundo de "allá abajo". El personaje de Settembrini está igualmente vinculado a la tradición humanística, y a los valores de la democracia y la Ilustración, con especial énfasis en la tolerancia y en los derechos humanos. Se dedica a componer una «Enciclopedia del Sufrimiento».

Su pensamiento, no obstante, no está exento de contradicciones: es defensor de la guerra cuando ésta tiene una causa nacionalista (se considera un patriota italiano y es enemigo declarado del Imperio austrohúngaro).

Su función de "ilustrador", o, mejor aún, "iluminador" de Castorp, se pone de relieve simbólicamente en algunos momentos, como cuando, al entrar en su habitación, que se encontraba en tinieblas, enciende repentinamente la luz. Su admirado maestro, Carducci, ha escrito incluso un himno a Lucifer, otro "portador de la luz", al que llama la forza vindice della ragione. Él mismo gusta de compararse con Prometeo, el personaje de la mitología griega que llevó el fuego, y, con él, la "iluminación" al género humano.

 

Los hermanos Heinrich y Thomas Mann hacia 1900.

Su antagonista, Naphta, considera despectivamente a Settembrini un "Zivilisationsliterat" ("literato de la civilización"), la misma expresión que en su ensayo Consideraciones de un apolítico (1918), había usado Mann para referirse a la caricatura de un cierto tipo de escritor francófilo, de ideología liberal, como el que encarnaba su propio hermano, Heinrich Mann. Tal vez éste fuese el modelo inicial del personaje de Settembrini. A medida que Mann fue desarrollando la novela, sin embargo, el personaje fue encarnando los valores de la democrática República de Weimar, a los que Mann se adhirió después de reconciliarse con su hermano en 1922. Por este motivo se piensa que en gran medida, las ideas expresadas por Settembrini son las del propio autor, especialmente en los últimos capítulos de la novela.

La apariencia externa de Settembrini está inspirada en la del compositor Ruggiero Leoncavallo. Por otro lado, existió realmente un personaje llamado Luigi Settembrini, que fue un escritor y patriota italiano que participó activamente en la unificación de Italia.

Leo Naphta

Leo Naphta es un judío converso al catolicismo que ha ingresado en la orden jesuita, y que se restablece en Davos de su enfermedad pulmonar. Es el antagonista de Settembrini, con el que se disputa la atención de Castorp.

El personaje de Naphta simboliza los extremismos de ambos lados que existían en la República de Weimar, y que terminarían conduciendo a la implantación de un sistema totalitario. Su pensamiento, nostálgico del orden medieval, mezcla elementos muy heterogéneos que proceden de ideologías como el anarquismo, el comunismo y el fascismo. Maneja con enorme habilidad la dialéctica y la retórica, y es un sofista consumado.

Naphta se disputa con Settembrini la educación de Castorp. Durante algún tiempo, Castorp parece dudar entre uno y otro, pero finalmente —sobre todo a partir del episodio «Nieve», en el capítulo VI—, termina por decantarse por Settembrini. Está claro que el personaje de Naphta no estaba previsto en el primer proyecto de la novela, sino que se incorporó posteriormente. Como posibles modelos del personaje se ha citado a Georg Lukács,105 León Trotski, e incluso Friedrich Nietzsche. Es destacable el hecho de que el autor eligiese a un judío como personaje que defiende tesis totalitarias, al igual que ocurre en Doktor Faustus, donde el pensamiento fascista está representado por el judío Chaim Breisacher.

 

Clawdia Chauchat

Clawdia Chauchat es el único personaje femenino verdaderamente relevante de la obra y encarna en la novela la atracción erótica. El amor que Castorp siente por ella no es la menos importante de las razones por las que termina prolongando su estancia en el sanatorio, y renunciando, por lo tanto, a la vida de "allá abajo". Símbolo del deseo sensual que arrebata al héroe masculino sus energías positivas, sus modelos literarios pueden encontrarse tanto en la maga Circe de la Odisea como en las ninfas del Venusberg del Tannhäuser wagneriano.

Madame Chauchat es la esposa de un alto funcionario ruso que está destinado en el Daguestán, y que permite sin embargo a su esposa viajar a su antojo por Europa (uno de los países que visita es España, que le causa una impresión bastante pobre, aunque se lleva una boina como souvenir). Además de ser brevemente la amante de Castorp, tiene también relaciones con otros dos personajes: el médico jefe, doctor Behrens, y Mynheer Peeperkorn.

Sus rasgos asiáticos son muy acentuados: para Settembrini, es una peligrosa encarnación de la "lasitud asiática" que aparta al occidental Castorp de su destino como hombre de acción. A Castorp le recuerda a un antiguo compañero de escuela del que estuvo enamorado, Pribislav Hippe; de hecho, continúa viendo en ella a Hippe a lo largo de toda la novela.

El apellido francés de Clawdia, Chauchat, recuerda la expresión "chaud chat" ("gato cálido"). Behrens, de quien se insinúa que ha sido su amante durante un tiempo, la llama, en conversación con Castorp, "nuestra gatita", y el narrador se refiere en varias ocasiones a sus "andares felinos". El nombre puede estar relacionado también con el inglés claw, «garra». Mann parece haberse basado para crear este personaje en una enferma que conoció en el sanatorio en el que se encontraba internada su esposa, llamada Clawelia.

 

Mynheer Peeperkorn

 

Gerhart Hauptmann, modelo del personaje de Mynheer Peeperkorn.

 

El personaje de Mynheer Peeperkorn, que aparece sólo hacia el final de la novela y cuya presencia en la misma es relativamente breve, es una de las figuras más sorprendentes de La montaña mágica. Su personalidad fascina a Castorp, aunque Settembrini no ve en él más que "un viejo estúpido". En cuanto a su apariencia física, el personaje está inspirado en Gerhart Hauptmann.

Peeperkorn representa la capacidad de sentir y de gozar intensamente de la vida, en contraposición con el intelectualismo de Naphta y Settembrini. Ha sido considerado una "mezcla de Cristo y de Dioniso" En este sentido, tiene precedentes en otros personajes similares de la obra de Mann, como el señor Klöterjahn de la novela corta Tristán, o Hans Hansen, el amigo de Tonio Kröger.

En uno de los pocos momentos en que es capaz de articular un discurso coherente, pues siempre deja a medias sus comentarios, expone así su visión de la vida:

Nuestros sentimientos son la fuerza viril que despierta a la vida. La vida duerme. Quiere ser despertada para desposarse en la embriaguez con el divino sentimiento. Porque el sentimiento, joven, es divino. El hombre es divino en la medida en que es capaz de sentir. Es el sentimiento de Dios. Dios le ha creado para sentir a través de él. El hombre no es más que el órgano mediante el cual Dios se desposa con la vida, despierta y embriagada.

Su personalidad dionisíaca no está exenta de rasgos caricaturescos. En cierto modo, su opuesto es el apolíneo Joachim Ziemssen; los dos terminan por morir en circunstancias poco agraciadas: el primero por culpa de la enfermedad y el segundo suicidándose, en tanto que el Castorp, equidistante de ambos, les sobrevive.

Joachim Ziemssen

Joachim Ziemssen es el primo de Castorp, al que éste acude a visitar al sanatorio, así como su principal amigo y confidente. Aunque están estrechamente unidos, hasta el punto de que el médico jefe Behrens les da el sobrenombre de Dioscuros, existen muchas diferencias entre ellos. Ziemssen encarna los valores militares, especialmente el sentido del deber, en tanto que Castorp es un civil, lo que para él supone no estar obligado a someterse a esta idea del deber. Estas diferencias se proyectan también en sus muy distintas historias de amor: desde el inicio de la novela, Joachim está enamorado de la rusa Marusja, pero, a diferencia de Castorp con Clawdia Chauchat, es incapaz de darle a conocer sus sentimientos.

Mientras que Castorp opta por quedarse en el sanatorio aun cuando se le considera ya curado, Ziemssen, sin completar su curación, lo abandona para seguir la carrera militar, ya que lo considera su deber. Su decisión tiene un final trágico, ya que, a pesar de sus éxitos en el ejército, debe regresar al Sanatorio Berghof y muere poco después. El título del capítulo en que se narra su muerte («Als Soldat und brav»; en español, "Como un soldado y como un valiente") es una cita del Fausto de Goethe. Ziemssen destaca por la serena aceptación de su destino, que le granjea la admiración del resto de los personajes de la obra. Características de su personalidad, como lo son su determinación o su capacidad de aceptar el destino, se encuentran también en otros personajes de Mann, como Gustav von Aschenbach o Thomas Buddenbrook.

Personajes secundarios

El personaje del doctor Behrens, médico jefe del Sanatorio Internacional Berghof, está basado en el Dr. Friedrich Jessen, que trató a Katia, la esposa de Mann, durante su estancia en el Sanatorio Wald, y que diagnosticó un problema de pulmón a Mann durante su visita al sanatorio. El personaje de la novela es un hombre alto, huesudo, de cabello blanco y ojos azules; un rasgo de su físico que le llama la atención a Castorp es el color azul de sus mejillas. Tiene el título de consejero áulico. Su esposa falleció de tuberculosis varios años atrás. Es aficionado a la pintura. Algunos pacientes plantean la duda de si las largas estancias en el sanatorio que prescribe Behrens no están motivadas, más que por causas médicas, por su propio interés económico. Bromeando, Settembrini llama a Behrens Radamante el primer día que Castorp pasa en el sanatorio, y así es llamado en numerosas ocasiones a lo largo de la obra.

La figura del doctor Krokovski, subordinado de Behrens, está inspirada en otro personaje real, Georg Groddeck, psicoanalista célebre por sus estudios de las enfermedades psicosomáticas, que impartía, en el sanatorio Marienhöhe de Baden-Baden, conferencias acerca de la relación entre el amor y la enfermedad con ideas muy semejantes a las que el doctor Krokovski expone en La montaña mágica. Krokovski practica el psicoanálisis con varios internos, entre ellos el propio Castorp, y hacia el final de la novela muestra un gran interés por el mundo de lo paranormal, llevando a cabo sesiones de espiritismo. Un dato llamativo es que viste siempre de negro.

La enfermera jefe es Adriatica von Mylendonk, cuyo nombre tiene resonancias medievales, como señala Settembrini. Forma parte del personal del sanatorio también una camarera enana, llamada Emerencia.

Entre los huéspedes del sanatorio, algunos tienen una mayor relevancia, como la estúpida y pretenciosa Karoline Stöhr; Ferdinand Wehsal, enamorado platónico de Madame Chauchat por el que Castorp siente cierto desprecio; Marusja, la joven rusa a la que Ziemssen ama en secreto; el señor Albin, un enfermo incurable que habla a menudo de suicidarse pero que sobrevive a muchos otros huéspedes; Ellen Brand, la joven danesa con aptitudes paranormales; la señorita Engelhart, compañera de mesa de Castorp que se convierte en su confidente acerca de la relación de éste con Clawdia Chauchat; el ruso Anton Karlovich Ferge, que se restablece sorprendentemente tras haber estado a las puertas de la muerte; la institutriz inglesa Miss Robinson; y muchos otros.

Interpretación

 

Generalidades

La montaña mágica es en cierto sentido una parodia del Bildungsroman ("novela de aprendizaje") clásico alemán. Al igual que los protagonistas de este género, Hans Castorp abandona la casa paterna y se encuentra, en el Sanatorio, con el Arte, la Política y el Amor. Sobre todo a través de las conversaciones con sus "mentores" Settembrini y Naphta llega a conocer una serie de ideologías distintas. Sin embargo, al contrario que en el Bildungsroman clásico, la «educación» en la montaña mágica no convierte a Hans Castorp en un burgués diligente y seguro de sí mismo. El proceso de desarrollo desemboca más bien en el vacío, en la "tormenta de acero" de la Primera Guerra Mundial, en el que toda individualidad se disuelve.

Sin embargo, en muchos personajes, como por ejemplo en Mynheer Peeperkorn, también se han introducido elementos grotescos muy concretos, como su desmesurado apetito o su afición por el alcohol.

Relación con La muerte en Venecia

Según declaraciones del autor, La Montaña Mágica fue concebida inicialmente como una novela corta, un reflejo irónico y divertido (un «drama satírico») de su otra novela corta La muerte en Venecia, que no terminaría hasta 1912. Su atmósfera debería ser esa «una mezcla de muerte y diversión» que Mann había conocido en el Sanatorio cuando visitó allí a su mujer. «La fascinación por la muerte, el triunfo del embriagador desorden sobre una vida dedicada al orden más excelso, descrito en La muerte en Venecia, debía plasmarse en clave humorística.»

De esta forma, La montaña mágica es en muchos aspectos la antítesis de La muerte en Venecia. Frente al experimentado escritor Gustav von Aschenbach se sitúa un joven ingeniero sin experiencia vital. Al hermoso joven polaco Tadzio le corresponde una «flácida asiática», la rusa madame Chauchat; finalmente, al cólera en Venecia, la tuberculosis en el Sanatorio.

Magia y simbolismo de la montaña

La relación de la novela y su título son múltiples y a diversos niveles: la «montaña mágica» como lugar a donde desaparecen los raptados es un motivo de la literatura alemana por lo menos desde El flautista de Hamelín. En el relato Das Marmorbild (La estatua de mármol) de Joseph von Eichendorff se advierte desde el principio contra la montaña mágica, a la que se atrae a «los jóvenes» y de donde «nadie ha vuelto». La historia misma trata explícitamente el tema de la seducción de la decadencia en forma de la ruina de un castillo situada en una altura, en la que los sentidos (tanto el sentido de la realidad como el del tiempo) se confunden.

El escenario de los sucesos en la novela de Mann, el Sanatorio Berghof, se encuentra en la montaña no sólo de forma geográfica, sino que representa, al igual que una montaña real, un mundo herméticamente cerrado en sí mismo. Este además representa la antítesis del hogar de Castorp, la sobria, comercial y, en el caso de Joachim Ziemssen, mortal, «tierra llana».

En la grotesca escena del carnaval, durante la que Castorp declara su amor a Madame Chauchat, el Sanatorio se convierte en la Noche de Walpurgis, la montaña se convierte en el Blocksberg, donde, en la primera parte del Fausto de Goethe, se encuentran brujas y magos para celebrar una fiesta obscena e infernal.

Además, el Sanatorio recuerda al Venusberg (Monte de Venus), un tema conocido de la literatura alemana, entre otros de la ópera de Richard Wagner Tannhäuser, una especie de «paraíso infernal», un lugar de lujuria y desenfreno. Allí transcurre el tiempo de otra forma: el visitante cree haber pasado sólo unas horas, pero, si consigue salir, han pasado siete años. También para Castorp se convierten las tres semanas iniciales en el Sanatorio en siete años.

Las referencias a cuentos y mitología se encuentran en todo el libro: Settembrini compara a los doctores Behrens y Krokovski con los jueces de los muertos Minos y Radamante y al Sanatorio Berghof con el Reino de las Sombras, en el que Hans Castorp está de paso como Ulises. Más adelante, Settembrini le hace al protagonista una enigmática alusión en la que se refiere veladamente al mito de Perséfone, también relacionado con el mundo de los muertos de la mitología griega. Con el «sueño de nieve» en el capítulo «Nieve», Thomas Mann retoma la narración mítica de la Nekya, o descenso de Odiseo al Hades (Canto XI de la Odisea). Tras su vuelta del Hades, Hans Castorp es capaz de llegar temporalmente a profundas conclusiones. Behrens, haciendo un juego de palabras con el apellido del protagonista, compara a los primos con los Dioscuros, Cástor y Pólux. Settembrini se compara con Prometeo. La inculta señora Stöhr (juego de palabras con stöhren, «molestar») trae a colación, aunque confundiéndolos, a Sísifo y Tántalo; Settembrini se burla de su error.

Las opíparas comidas para los enfermos se comparan con el cuento Tischlein-Deck-Dich (Mesa, ¡ponte!). La búsqueda obsesiva de Madame Chauchat por parte de la señora Engelhart recuerda a la hija del rey en Rumpelstiltskin. Castorp no sólo tiene nombre de cuento, Hans im Glück (Hans con suerte), sino que comparte con el personaje su alegre inocencia. Al final pierde, al igual que el personaje del cuento, el sueldo de siete años. Finalmente también hay que mencionar en relación a la historia el tema de los siete durmientes de Efeso.

Incluso la venta del termómetro por la superiora se convierte en un rito iniciático, con el que se admite a Castorp en la comunidad de iniciados que forman los habitantes. Incluso el nombre de la enfermera jefe, Adriatica von Mylendonk, parece provenir de otro mundo. «Estimado señor, aquí algunas cosas tienen un aire medieval» opina Settembrini sobre el asunto.

Como un hilo conductor se extiende a lo largo de las siete partes del libro la cifra mágica siete. Castorp pasa siete años en el Sanatorio; el grotesco carnaval, uno de los puntos culminantes de la novela, ocurre siete meses después de su llegada. El siete también aparece en el número de letras de los apellidos de los primos, en el número de mesas del comedor, así como en el número de la habitación de Castorp, 34, cuyas cifras suman 7. El nombre de Settembrini contiene la cifra en italiano (sette). Joachim Ziemssen muere a las siete. Cuando Mynheer Peeperkorn, en una ceremonia patética, decide suicidarse, hay siete personas presentes.

Enfermedad y muerte

La enfermedad y la muerte impregnan toda la novela. Casi todos los protagonistas sufren, en diversos grados, de tuberculosis, lo que domina el ritmo diario, los pensamientos y las conversaciones («Sociedad Medio Pulmón»). También van muriendo pacientes a causa de la enfermedad, como Barbara Hujus, cuya patética muerte es relatada por Ziemssen a Castorp poco después de su llegada al sanatorio, y que se mantiene en la memoria del lector por la lóbrega escena del viático, o el primo Ziemssen, que se despide de la vida como un héroe antiguo. En las conversaciones con Settembrini y Naphta se discute el tema de la muerte a un nivel metafísico. Aparte de las muertes por enfermedad, también hay dos suicidios (Peeperkorn, Naphta), antes de que la novela termine finalmente en una guerra asesina, la «Fiesta Mundial de la Muerte».

Sobre la muerte y la enfermedad en su novela, Thomas Mann comenta:

Lo que ha aprendido a entender [Castorp] es que toda salud superior tiene que pasar por la profunda experiencia de la enfermedad y la muerte [...]. Hacia la vida, le dice en una ocasión Hans Castorp a Madame Chauchat, hacia la vida hay dos caminos: uno es el habitual, directo y formal. El otro es malo, lleva sobre la muerte, y ese es el camino genial. Esa concepción de la enfermedad y la muerte como un paso necesario hacia el saber, la salud y la vida, convierte La montaña mágica en una novela de iniciación.

Tiempo

Al igual que en otras novelas de la misma época, como En busca del tiempo perdido de Marcel Proust, el tiempo constituye uno de los motivos centrales de La montaña mágica. Aunque los acontecimientos están narrados en el orden cronológico convencional (a excepción del capítulo II, en que se vuelve atrás en el tiempo para informar de la vida anterior de Castorp), el ritmo de la narración no es uniforme, sino que va acelerándose progresivamente. La obra está dividida en siete capítulos, que cubren un período de siete años (la estancia de Castorp en el sanatorio). Sin embargo, los primeros cinco capítulos (alrededor de la mitad de la novela) relatan con una minuciosidad rica en detalles únicamente el primero de estos siete años, ya que para el protagonista es una época interesante y llena de novedades; y, en cambio, los seis años restantes de permanencia de Castorp en el Sanatorio Internacional Berghof se condensan en los dos últimos capítulos de la obra, en los cuales para el protagonista la existencia resulta más monótona y rutinaria.

Esta asimetría de la novela en cuanto al tiempo tiene, por lo tanto, su principal razón en la percepción subjetiva del protagonista. Ya desde el momento en que Castorp llega por primera vez al sanatorio, su primo Joachim le advierte de que la percepción del tiempo entre los habitantes de la montaña es considerablemente distinta de la que impera "allá abajo":

Tres semanas no son prácticamente nada para nosotros, los de aquí arriba; claro que para ti, que estás de visita y sólo vas a quedarte tres semanas, son mucho tiempo.

Como afirma Paul Ricoeur, es posible pensar que el hilo conductor de la novela se encuentra en la relación que se establece entre Castorp y esta abolición del tiempo.

Además, son continuas en la novela las disquisiciones teóricas sobre la naturaleza del tiempo, tanto en boca del narrador como de los personajes. El narrador, que se entromete varias veces en el relato, inserta por ejemplo, en el capítulo IV, un "excurso sobre la conciencia del tiempo", en el que expone sus ideas acerca de este tema:

un acontecimiento novedoso [...] confiere al paso del tiempo una mayor amplitud, peso y solidez, de manera que los años ricos en acontecimientos discurren con mayor lentitud que los años pobres, vacíos y carentes de peso, que el viento barre y que pasan volando. [...] Los grandes períodos, cuando transcurren con una monotonía ininterrumpida, llegan a encogerse en una medida que espanta mortalmente al espíritu.

También se trata en la novela la relación entre el "tiempo de la narración" (es decir, el tiempo que se emplea en contar una historia; en alemán Erzählzeit) y el "tiempo de lo narrado" (o sea, el tiempo de los acontecimientos que se narran; en alemán erzählte Zeit). Incluso, al empezar el capítulo VII, el narrador se pregunta si es posible "narrar el tiempo como tal", y reflexiona acerca del tratamiento del tiempo en la narración, comparándolo con su papel en la música.

Política

La montaña mágica admite también una lectura política. En este sentido, su publicación se produjo muy poco tiempo después de un importante viraje en las ideas políticas del autor, hasta entonces defensor del Imperio Alemán, al contrario que su hermano Heinrich, y que sólo desde 1922 se pronunció públicamente como favorable a la República de Weimar. La democracia occidental está encarnada en la novela en el personaje de Settembrini, en tanto que Naphta refleja la tentación autoritaria. Significativamente, ambos se baten en duelo al final de la novela, en vísperas de la Primera Guerra Mundial. Con frecuencia se ha interpretado el enfrentamiento, primero verbal y luego armado, entre ambos personajes, como la confrontación entre la democracia liberal y los totalitarismos que dominaría la escena política durante la década de 1930. El vencedor moral del duelo es Settembrini, y Naphta opta por suicidarse.

Algunos intelectuales marxistas, como Lukács, sin embargo, admiraron La montaña mágica. Lukács consideraba a Mann como el último escritor burgués, y pensaba que su obra era un magnífico testimonio de la "desarticulación de la conciencia europea en manos del capitalismo".

Erotismo

El personaje que en la novela encarna la atracción erótica es el de Clawdia Chauchat, de quien Castorp se convierte primero en admirador platónico y luego en amante. No obstante, el tema del erotismo se encuentra a lo largo de toda la obra: también Ziemssen y Wehsal son enamorados platónicos que, a diferencia de Castorp, no se atreven a dirigirse a sus respectivas amadas. Por otro lado, las alusiones a encuentros eróticos entre internos en el sanatorio son relativamente frecuentes. A lo largo de la novela, el tema del erotismo es a menudo tratado con ironía. La declaración de amor que Castorp le hace a Madame Chauchat durante el carnaval no está exenta de comicidad. Las prendas de amor que Castorp y Clawdia intercambian cuando ella parte son sus respectivas radiografías; y Castorp lleva siempre consigo la de Clawdia. Más adelante, cuando Clawdia regresa acompañada de Peeperkonrn, la admiración que ambos sienten por este último no les impide reanudar su relación amorosa a sus espaldas, formando un curioso triángulo amoroso.

Aparece insinuado el tema de la bisexualidad, en cuanto que Hans Castorp, perdidamente enamorado de la rusa Clawdia Chauchat, busca en ella al mismo tiempo el recuerdo de un antiguo compañero de escuela, Pribislav Hippe, por el que tuvo una adoración platónica y al que ella se parece sorprendentemente. Además, se siente fascinado (otra atracción veladamente homoerótica) por el cosmopolita Peeperkorn.

Cuando Castorp conoce a Clawdia Chauchat, se despierta en él el recuerdo de su antiguo condiscípulo Pribislav Hippe. Primero tiene un extraño sueño, en el que, en el patio de su antiguo colegio, pide prestado un lápiz a Madame Chauchat. El sueño le causa un extraño desasosiego, hasta que, algunos días después, recuerda la anécdota que lo inspiró: cuando tenía trece años, sintió una particular adoración hacia un compañero de escuela, Pribislav Hippe, cuyos rasgos (especialmente la forma de los ojos) eran muy similares a los de Clawdia Chauchat. Esta adoración, a la cual Castorp nunca dio un nombre concreto porque "estaba convencido de que algo tan íntimo como aquello debía guardarse de una vez por todas de las definiciones y de las clasificaciones", duró aproximadamente un año, durante el cual Castorp guardó el secreto ante todo el mundo. Sólo en una ocasión se atrevió a hablar directamente con Hippe, para pedirle prestado un lápiz, e intercambió con él unas pocas frases. Esto fue para él un acontecimiento importantísimo, hasta el punto de que guardó después durante todo un año las virutas del lápiz de Pribislav. Algunos críticos, desde una lectura psicoanalítica, han querido ver en el lápiz de la historia un símbolo del pene.

El episodio tiene un claro origen autobiográfico: la bisexualidad de Thomas Mann es conocida, especialmente gracias al libro de Anthony Heilbut, Thomas Mann: Eros and Literature (1996), pero también a otras muchas referencias,1y se sabe que muchas de sus obsesiones eróticas se reflejan en su obra. En este caso, la atracción de Castorp por Pribislav Hippe tiene muy probablemente su origen en su amor juvenil por un compañero de escuela, Willri Timpe.

No debe pasarse por alto el posible componente homoerótico de la amistad entre Castorp y Settembrini, de la admiración que Castorp siente por Peeperkorn, o incluso de la tensa relación entre Naphta y Settembrini. También puede verse una cierta atracción homosexual en el interés que la solterona señorita Engelhart siente por Clawdia Chawchat.

 

Música

 

Uno de los lieder de Franz Schubert tiene un importante papel en la novela. Retrato de Franz Schubert, por Wilhelm August Rieder.

Como es frecuente en la obra de Thomas Mann —por ejemplo en Los Buddenbrook o en Doktor Faustus—, la música tiene en la novela un papel muy destacado. Según el autor:

La música siempre ha ejercido un influjo notable sobre el estilo de mi obra. [...] Desde siempre, la novela ha sido para mí una sinfonía, una obra de contrapunto, un entramado de temas en el que las ideas desempeñan el papel de motivos musicales.

Mann comenta también cómo en la construcción de la obra utilizó frecuentemente el leit-motiv wagneriano "de acuerdo con los aspectos simbólicos de la música".

En el episodio titulado "Un nuevo placer para los sentidos", del capítulo VII,138 el narrador comenta cinco piezas de música vocal que Castorp va escuchando sucesivamente en el gramófono que el sanatorio acaba de adquirir: la ópera Aida, de Verdi; el Preludio a la siesta de un fauno de Debussy; las óperas Carmen de Bizet, y Fausto de Gounod; y Der Lindenbaum ("El tilo"), de Schubert. Sobre todo, este último lied de Schubert le parece a Castorp el más perfecto ejemplo del anhelo de muerte romántico.139 Como una alusión a su muerte inminente, al final de la novela Castorp es presentado tarareando este tema mientras combate en una batalla.

 

Repercusiones

 

República de Weimar

El público recibió calurosamente la novela. La primera edición, de 1.200 ejemplares que se vendieron al precio de 21 marcos, se agotó en pocos días. Cuatro años después ya se habían vendido 100.000 ejemplares,4 y posteriormente se hicieron numerosas reediciones. Se han realizado traducciones a 27 idiomas, entre los que se encuentran todas las lenguas europeas importantes. En inglés existen incluso cinco traducciones, y en japonés dos. Al castellano fue traducida por primera vez en 1934 (véase Traducciones al español).

Sin embargo, el libro levantó ampollas en algunos contemporáneos que se vieron caricaturizados en el texto. Hay que mencionar sobre todo a Gerhart Hauptmann, que, reconocible para amplios círculos, sirvió de modelo para el borracho, anti-intelectual y vividor Mynheer Peeperkorn. A pesar de una extensa carta de disculpa fechada el 11 de abril de 1925, en la que Thomas Mann reconoce haber «pecado», Hauptmann no perdonó definitivamente a su joven colega hasta 1932.

También se molestó el doctor Jessen, médico residente de la clínica de Davos en la que en 1912 fue tratada la mujer de Mann, que era fácilmente reconocible como el médico jefe Prof. Behrens. En círculos médicos cercanos incluso se le aconsejó que denunciara al autor, en lo que pudo haber influido la posible publicidad para la clínica y la ciudad de Davos. Finalmente Jessen dejó la cosa estar. El estamento médico en general también fue muy crítico con La montaña mágica. Pero desde luego, desde el punto de vista técnico médico no se podía objetar nada en cuanto a la descripción del funcionamiento del sanatorio.

En círculos literarios profesionales, el libro tuvo un eco positivo. Se puede mencionar a Arthur Schnitzler, quien, a pesar de ser médico, no compartió las críticas de sus colegas contra la novela. Críticas positivas fueron también las de Georg Lukács, que sorprendentemente no se reconoció en el personaje de Leo Naphta, André Gide y Ernst Robert Curtius. Más críticos fueron Carl Sternheim, Alfred Döblin y sobre todo Bertolt Brecht, que se burló de Mann nombrándolo «escribano fiel al gobierno, a sueldo de la burguesía». La razón de la entrega del Premio Nobel de 1929 se refirió principalmente a Los Buddenbrook, debido al rechazo del jurado Fredrik Böök a La montaña mágica.

Tercer Reich

Los nazis vituperaban La montaña mágica como «elogio de la decadencia» y difamación del «heroísmo militar» que propagaban. Por otra parte, la obra no aparecía en las listas negras del Ministerio de Propaganda de Goebbels. En qué medida las obras de Thomas Mann se vieron afectadas por la quema de libros del 10 de mayo de 1933, se sigue discutiendo en la actualidad.

Posguerra

Tras la Guerra, Thomas Mann, y por lo tanto su obra principal, La montaña mágica, fue cada vez más criticado como autor «burgués» por los círculos literarios próximos al Grupo 47 y la Emigración interna. Esta tendencia tuvo su punto culminante, entre otros, bajo la influencia del Movimiento del 68, en 1975, Thomas-Mann-Jahr (Año de Thomas Mann) en Alemania. Desde entonces, se observa un renacer de la obra de Thomas Mann. Este renacimiento tiene que agradecerse en gran medida a la influencia del importante crítico Marcel Reich-Ranicki, que en una entrevista llegó a decir que no conoce novelas alemanas mejores que Las afinidades electivas de Goethe y La montaña mágica.

Traducciones al español

 

La primera traducción de la obra al español fue la realizada por el escritor Mario Verdaguer en 1934 para la editorial Apolo. Esta versión fue reeditada en muchas ocasiones, y se difundió ampliamente por todos los países de lengua española. Sobre la calidad de esta traducción, las opiniones son dispares, ya que algunos opinan que no fue traducida directamente del alemán, sino a partir de la versión francesa. Ha sido criticada, además, por tomarse supuestamente algunas libertades con el texto original de la obra. En 2005 se publicó una nueva traducción, a cargo de Isabel García Adánez, en la editorial Edhasa.

Adaptaciones al cine

 

Después de que la novela fuera considerada durante largo tiempo como «infilmable», en 1981 el productor de cine Franz Seitz, Jr. se atrevió a intentarlo bajo la dirección de Hans W. Geißendörfer. La coproducción franco-alemana-italiana dura dos horas y media en su versión para el cine y siete horas en su versión televisiva. Actores son, entre otros, Christoph Eichhorn en el papel de Castorp, Rod Steiger como Peeperkorn, Marie-France Pisier como Clawdia Chauchat, Hans Christian Blech, Flavio Bucci como Settembrini, Charles Aznavour como Naphta, Alexander Radszun, Margot Hielscher, Gudrun Gabriel, Ann Zacharias, Irm Hermann, Kurt Raab, Rolf Zacher y Tilo Prückner.

Referencias a la novela en la cultura

 

Cine

En el minuto 59:57 de la película española Belle époque, de Fernando Trueba, ganadora del Oscar de la Mejor Película de Lengua Extranjera de 1992, Fernando Fernán Gómez cita esta novela. La cita fue su propia contribución, según el director.

El pasaje citado de la novela fue el siguiente:

¡Oh, encantadora belleza orgánica, que no se compone de pintura ni de piedra, sino de materia viva y corruptible! Mira los hombros, y las caderas, y los senos floridos a ambos lados del pecho, y las costillas alineadas por parejas, y el ombligo en la blandura del vientre, y el sexo oscuro entre los muslos. Y déjame sentir la exhalación de tus poros, y palpar tu vello. Imagen humana de agua y albúmina, destinada a la anatomía de la tumba. Y déjame morir con mis labios pegados a los tuyos.

Literatura

La novela Castorp del escritor polaco Paweł Huelle trata la época del estudio del protagonista en Danzig, donde, según lo que cuenta La montaña mágica, pasó cuatro años en el Politécnico. La novela se editó en 2004 en alemán. El estadounidense Curtis White publicó ese mismo año, en inglés, America's Magic Mountain, una relectura postmoderna de la novela de Mann.

En la novela Tokio blues (Norwegian Wood), del japonés Haruki Murakami, el protagonista está leyendo La montaña mágica cuando acude a visitar a su amiga Naoko en un sanatorio de las afueras de Kioto. Como en la novela de Mann, muchos personajes de la obra de Murakami son reacios a abandonar el sanatorio.

Algunos personajes de La montaña mágica fueron utilizados por Frederic Tuten en su libro Tintín en el Nuevo Mundo, mezclados con los de Las aventuras de Tintín.

Música

El músico de Minimal Techno Wolfgang Voigt publicó en 1999 bajo el proyecto Gas el álbum Zauberberg, que hace referencia a la obra de Mann tanto en el título como en el tono melancólico de sus composiciones. El álbum Misery Is a Butterfly del grupo Blonde Redhead contiene una canción titulada Magic Mountain, escrita por Kazu Makino, que incorpora algunas ideas de la novela. Una banda de noisecore, Lightning Bolt, publicó un disco titulado Hypermagic Mountain, en referencia a la novela. Por último, el líder del grupo de rock alternativo Interpol, Paul Banks, publicó en 2009 un álbum en solitario bajo el alias de Julian Plenti, "Julian Plenti Is Skyscraper", en una foto promocional del disco salía Banks con un ejemplar de La Montaña Mágica en una mano y con la otra tocaba el muslo desnudo de una mujer.