Cristina mira el "caso Brasil", revisa los papeles y mueve fichas por
Comercio Exterior

Cristina mira el "caso Brasil", revisa los papeles y mueve fichas por temor al "síndrome Dilma"

 

 

17-07-2013 El Gobierno apuntó a moderar salarios, acelerar devaluación, aumentar la presión impositiva y esto fue interpretado por analistas como un intento de ajuste. Llegó el momento de tocar gasto público. Pero el caos brasileño y las elecciones locales hacen que el Ejecutivo deje su tijera de lado

 

Dilma Rousseff no es la única que se espanta ante los disturbios en las ciudades brasileñas.

 

Su colega Cristina Kirchner ha prestado tanta atención al tema como si se tratara de un asunto doméstico. De hecho, su convencimiento es que, de no dar los pasos correctos, la pantalla de la televisión brasileña podría llegar a convertirse, para el Gobierno argentino, en un "espejo que adelanta".

 

Desde ya, no es que las protestas de ese país sean extrapolables a la Argentina, porque hay cuestiones particulares de política que le son privativas. Pero el hecho de que una suba de 20 centavos de dólar en el boleto del transporte colectivo haya disparado una crisis es un dato del que el Gobierno argentino tomó nota.

 

Y confirma que, a pesar de haber adoptado algunas medidas con "olor a ajuste tradicional", los funcionarios K tienen un limitante político para llegar al núcleo duro de los problemas económicos.

 

Es que cuando ya no alcanza con subir las tasas de interés, cerrar las importaciones, aumentar la presión impositiva e inducir a una fuerte moderación salarial, aparece la necesidad de tener una tijera dispuesta a recortar obras públicas y subsidios a las tarifas de los servicios.

 

Y ahí es donde el "síndrome de Dilma" emerge con toda su capacidad disuasiva.

 

"Las recientes manifestaciones en Brasil volverán aun más cautelosas las decisiones del Gobierno argentino a la hora de racionalizar el gasto público", vaticina Marcelo Capello, economista de la Fundación Mediterránea.

 

El analista da a entender que un recorte drástico de los subsidios a empresas, para mantener bajas las tarifas de energía y transporte, carecería de "timing político" y atizaría los temores en la Rosada de un posible "Brasil Recargado", ya que a eso se le sumarían los malestares por los desmanes económicos y las denuncias de corrupción.

 

También Eduardo Levy Yeyati, director de la consultora Elypsis, se muestra preocupado al respecto: "Las protestas en Brasil nos dicen algo de lo que nos espera cuando querramos resolver las enormes distorsiones a las que nos acostumbró la década".

 

Lo difícil de volver a pagar

Es así que hasta los analistas opositores más críticos reconocen que hay un límite de hecho para quien esté pensando en un ajuste tradicional.

 

Es el caso de Ricardo López Murphy, uno de los más connotados defensores de las políticas de equilibrio fiscal, quien reconoce que el gasto público ya pasó a ser un problema difícil de superar.

 

Especialmente en lo que respecta a los subsidios al sector privado, un rubro que representa casi 20% del presupuesto estatal.