Elegías -4-
de Johann Wolfgang von Goethe

Elegías -4-

 

 

Autor: Johann Wolfgang von Goethe

 

Piadosos los amantes somos; culto rendimos

a todos los demonios, a todo Dios honramos.

¡Iguales a vosotros, romanos triunfadores!,

que en Roma a todos ellos ofrecisteis albergue;

a los egipcios, templos de nocturno basalto,

de blanco alegre mármol a los dioses de Grecia.

No habrán, pues, de enojarse, si en honor de uno de ellos

quemamos un incienso raramente preciado.

Porque, no lo negamos, a un dios especialmente

cada día dedicamos nuestras preces e incienso.

Gravemente joviales, en secreto oficiamos,

y diz que tal secreto al iniciado cuadra.

Antes de las Erinnias la furia arrostraríamos

antes sufrir querríamos de Jove los rigores

en la rueda y la roca, que del grato servicio

amoroso perder el gustoso entusiasmo;

la diosa que adoramos se llama la Ocasión

y mostrársenos suele con mil varios aspectos.

De Prometeo pudiera la hija ser y de Tetis,

que con astucia varia engañaba a los héroes.

Ella también éngaña al inexperto y sandio,

al dormilón esquiva y al vigilante ayuda,

pero solo se entrega al activo y osado;

con él vuélvese mansa y cariñosa y tierna.

Yo también pude verla; es morena, y copioso

su negro pelo cubre su frente en demasía,

enroscándose en rizos en torno a su garganta,

y en no peinadas ondas junto a sus sendas sienes.

No me paré a pensarlo; cogí a la fugitiva,

y mis besos y abrazos, experta, devolvióme.

¡Qué dichoso sentirme! Pero pasó aquel tiempo,

y de romanos lazos ahora ya libre estoy.