Trátame de tú, majestad
De interés general

Trátame de tú, majestad

 

 

22/09/2015 Fuente elpais. Tras la victoria de España en el Eurobasket, a la periodista de Mediaset María Victoria Albertos le tocó en suerte entrevistar al Rey. Acto seguido ardían las redes: ¡lo había tuteado!

 

Lo que me ha hecho sufrir este Eurobasket María Victoria Albertos no está escrito. Primero, me angustiaba el encuadre a la que le sometían en Cuatro. Admirable cómo aupaba el micrófono ante las torres de la selección española —“¡Enhorabuena, campeones!”— y lograba destacar un metro por abajo colando la frente o la nariz cuando había suerte.

 

Pero la gorda vino cara a la final, en Telecinco. Le tocó en suerte entrevistar al Rey y acto seguido ardían las redes: ¡lo había tuteado! Se acercó la periodista a la zona de su Majestad y empezó: “Estuviste con los jugadores en la fase de preparación…”. Pegué un respingo. Me dije: los nervios, se ha equivocado. Pero volvió a por el rebote: “Te comprometiste a que si ellos llegaban a la final ajustabas la agenda para estar aquí con ellos. Ellos han cumplido y tú...”. ¡Madre mía! ¡La van a echar!

 

No sabía cómo frenarla. En ese instante debía de haber 200 personas al otro lado avasallándole a señales: ¡De usted! ¡De usted! Me imaginaba a los soliviantados expertos en protocolo medio infartados. Pero lo mejor era la cara de defensa de don Felipe —nótese que utilizo el tratamiento correcto—, sonriendo y aguantando como lo más normal aquel repaso de vulgaridad presa de la euforia contenida.

 

Luego, como del cielo, se le coló en la canasta de la boca a María Victoria un “usted” seguido de un “tú” de falta personal. Menos mal que el Rey tuvo su ración de contagio con genes paternos. Tras la victoria —o la María Victoria, como quieran— bajó al vestuario y les soltó: “¡Sois la leche!”. Metido en la confianza del tuteo, quiso echar un capote a la colega de su mujer. No dejó de tener gracia su cándida inconsciencia igualitaria. A mí, solo me queda abogar por las cosas del directo y pedir clemencia. “Vasile, por Dios: apiádate de ella”.