Fábrega, con menos margen de maniobra para "despistar" a los ahorrista
Comercio Exterior

Fábrega, con menos margen de maniobra para "despistar" a los ahorristas con la cotización del dólar

 

 

09-06-2014 Fuente iprofesional. El titular del Banco Central trató en los primeros meses de apelar a la imprevisibilidad para desalentar movimientos especulativos. Pero la suba de precios le resta margen de maniobra. Ahora, para evitar el atraso cambiario, se ve obligado a acelerar el ritmo. Pronósticos para los meses que vienen

 

En el mundo de las finanzas existe un principio básico por el cual todo banquero central que se precie de tal debe basar parte de su estrategia cambiaria en la "imprevisibilidad".

 

Esto cobra particular relevancia en Argentina. Y más en los tiempos que corren.

 

Claro que mostrarse como imprevisible no es tarea fácil, en un mercado que no lo quita pisada al dólar y que una suba de un par de centavos ya pasa a ser una de las principales noticias en los medios de comunicación.

 

La pregunta que surge entonces es "qué requisitos" hacen falta para cumplir con ese cometido y, además, si actualmente el accionar del Banco Central se encuadra en esa lógica.

 

Para responder a esos interrogantes cabe tener presente que: en primer lugar se considera que una política puede ser tildada de imprevisible cuando quien la aplica -más allá de no dar señales- tiene en sus manos los recursos suficientes como para poder "jactarse" de alterar la cotización -subirla, bajarla o plancharla- el tiempo que quiera, sin la urgencia de que por ello se le puedan desacomodar otras variables o incurrir en el atraso cambiario.

 

Un escenario de alta inflación, como el actual, reduce el margen de maniobra, de modo tal que esa "libertad cambiaria" no es tan fácil de prolongarla en el tiempo.

 

En segundo orden, el mercado argentino históricamente se ha caracterizado por seguir muy de cerca la cotización, a diferencia de lo que sucede en otros países, como por ejemplo Brasil.

 

Dar señales de que el precio del billete se mantendrá estable resulta fundamental para evitar movimientos especulativos.

 

Por ejemplo, el año pasado -cuando el dólar se incrementaba cada día unos centavos, se hacía más que evidente el atraso cambiario y Marcó del Pont no inspiraba la suficiente confianza- los exportadores evitaban liquidar su cosecha, sabiendo que era negocio retenerla a la espera de un tipo de cambio más alto.

 

Al mismo tiempo, los importadores (antes de que suba más la divisa) trataban de sacarle cuanto antes billetes verdes al Banco Central para pagar sus productos al exterior.

 

A partir de enero, cuando Fábrega llevó el tipo de cambio a $8 para plancharlo en los meses subsiguientes, los mismos productores rurales que antes retaceaban las ventas comenzaron a elevarlas en forma sustancial -superando niveles históricos- para aprovechar, además, el repunte de tasas de interés propiciado por el titular del BCRA.

 

Al menos hasta mayo, todo indicaba que el Banco Central aplicaba a la perfección la estrategia de la imprevisibilidad.

 

Fábrega intentó convencer de que no había una regla clara para anticipar cotización oficial: pasó de una devaluación de casi el 23% (enero) a una sucesión de subas y bajas en los meses subsiguientes, un movimiento errático que intentó prolongar hasta el quinto mes del año.

 

"La estrategia de Fábrega fue un acierto, funcionó en un principio. Y por eso tuvimos meses de calma cambiaria", sostiene el economista Javier González Fraga.

 

No obstante, también afirma que dicha estrategia no la puede mantener para siempre en el actual contexto. Es que el titular del BCRA se enfrenta a condicionantes que lo han llevado a acelerar el ritmo devaluatorio en junio.

 

Si dejaba pasar el tiempo y no hacía subir la cotización más rápido -frente a una inflación del 30% anual como piso- entonces el mercado iba a volver a percibir un fuerte atraso cambiario e iban a acrecentarse las especulaciones sobre una nueva devaluación de una magnitud parecida a la de enero.

 

Al igual que Fraga, otros analistas coinciden en afirmar que la estrategia de la imprevisibilidad sólo puede quedar limitada al corto plazo.

 

Gastón Rossi, director de LCG Labour y ex secretario de políticas económicas del Ministerio de Economía, da cuenta de la forma en que evolucionó la política cambiaria bajo la mirada atenta de Fábrega.

 

"Desde fines de noviembre, cuando drenaban reservas, comenzó a acelerar la devaluación hasta finalmente realizar la fuerte corrección cambiaria de enero", recuerda.

 

Y agrega: "Pero, en los meses subsiguientes, empezó a enfrentarse a la disyuntiva entre atrasar el tipo de cambio o acelerarlo, con el riesgo de que eso fogonee la inflación".

 

El analista Federico Muñoz es de los que cree que habría sido mejor empezar con un mayor ritmo devaluatorio en abril y no haber esperado hasta estos días.

 

"Lo mantuvieron fijo porque creían que así anclaban las expectativas inflacionarias. Pero era evidente que esa estrategia no podía perdurar. El problema ahora para Fábrega es que las salidas del dólar quieto nunca son fáciles", sostiene.

 

Tal vez, respondiendo a esa visión del mercado, para este mes de junio todo parece indicar que el Banco Central irá acelerando su ritmo devaluatorio.

 

Tal es así que en los primeros días del mes, la variación del tipo de cambio con respecto a igual período de mayo trepó a un 1,9% mensual, lo que equivaldría a un 25% anual.

 

"Ahora la política cambiaria dejó de ser imprevisible, porque la pregunta ya no es si lo va a subir, bajar o plancharlo, sino que el interrogante pasó a ser lisa y llanamente cuánto va a incrementarse el dólar", afirma Rossi.

 

"Tendrían que haber empezado a devaluar cuando comenzaron a entrar los dólares de la soja, para llegar a fin de año con un tipo de cambio a $9,30 o 9,50, en base al promedio anual de inflación que rondaría el 34%", subraya.

 

Francisco Gismondi, economista de Empiria, sostiene que "Fábrega no devaluará a un ritmo mayor a la inflación ni al de la tasa de interés en esta parte del año".

 

Desde la city porteña, un importante banquero señala: "El dólar está subiendo más rápido porque desde el Gobierno no quieren otra corrección como la que tuvimos en enero".

 

El influyente economista Miguel Bein califica la estrategia de Fábrega como una forma de "tomar aire para volver a atrasar el tipo de cambio de cara al 2015".

 

Pero también advierte sobre el riesgo de utilizar nuevamente al dólar "como ancla antiinflacionaria -que está resultando efectiva para moderar la suba de precios pero que, de exagerarse- puede romper el equilibrio entre tasas de interés y expectativa de devaluación".

 

Devaluaciones graduales

La aceleración del tipo de cambio de estos últimos días era esperada por el mercado. Es que, en tiempos de alta inflación, el billete verde tiene ese "don" por el que si sube preocupa pero si se mantiene estable un largo tiempo, también.

 

"El Banco Central está en una encrucijada, porque si deja el dólar estable, el aumento de la inflación va a atrasar al tipo de cambio real. Pero si lo empieza a mover de forma significativa, generando volatilidad, hará que crezca la incertidumbre. Y, cuando esto ocurre, los ahorristas se vuelven más especulativos y se refugian aun más en activos seguros", argumenta Maximiliano Castillo, director de la consultora ACM.

 

"Me parece bien que hayan comenzado con una mayor devaluación, porque sino el atraso cambiario iba a generar rumores de que se venía otra suba del 20% para compensar", afirma González Fraga, quien cree que "el año va a terminar con un incremento anualizado de la divisa estadounidense del orden del 50%", muy por encima de la inflación.

 

Claro está que este movimiento genera repercusiones en el mercado. Desde que se comenzara a acelerar el ritmo se notó una baja en los saldos de los depósitos a plazo fijo de los grandes inversores, que migraron en masa a los bonos dolarizados.

 

"El argumento que más se escucha es que con un dólar en movimiento, quedó corta una tasa del 26% para las colocaciones bancarias. Más aun, con una inflación superior al 30%", afirma el tesorero de un banco extranjero que sufre en carne propia el retiro de fondos institucionales.

 

De cara a los próximos meses, Rodrigo Benítez, director del Estudio Alpha, afirma que "habrá que seguir de cerca cuál será el ritmo de devaluación que elige el Central".

 

En tal sentido, los analistas coinciden en que será clave que al menos "le empate" a la inflación promedio para que no se siga perdiendo competitividad cambiaria.

 

"Un punto clave es que los productores encuentren mayores incentivos a liquidar su cosecha, para lo cual es necesario que sientan que les es conveniente dejar la plata en los bancos", remarca Benítez.

 

"Desde la consultora pronosticamos que la cotización para fin de año se acercará a los $9,30", apunta Gismondi.

 

Rossi, de LCG, toma en cuenta un indicador: "En el mercado de futuros Rofex los inversores lo ven a $9,50 para diciembre. Para mí es un valor un poco alto, pero es una referencia que hay que tomar como válida".