Tras el rastro de las estelas Cántabras
Bienes arqueológicos, paleontológicos

Tras el rastro de las estelas Cántabras

 

 

25/08/2014 Fuente historiayarqueologia. Tras el rastro de las estelas cántabras

 

Los Corrales de Buelna acoge el vestigio más importante de poblaciones primitivas, la Estela de Barros, y grandes joyas de la romanización como las termas de Caldas o la calzada romana de Monte Fresneda

 

Cuentan las crónicas del historiador griego Estrabón que, en la aldea conocida como Los Corrales de Buelna, se libró la batalla más dura de la dominación romana hacia las tribus cántabras hace más de 2.000 años. Un pueblo que no se doblegó al imperio romano, en el que el emperador Cesar Augusto tuvo que emplear todas sus legiones y pedir el favor de los dioses para someter la leyenda de un aguerrido guerrero, el cántabro Corocotta. La historia es una buena escusa para adentarse en el territorio de Buelna.

 

De forma periódica, el último fin de semana de agosto y el primero de septiembre se celebra en Los Corrales de Buelna, la fiesta conocida como Guerras Cántabras. Se trata de una recreación histórica de la gran batalla librada por cántabros y romanos, que convierte la villa en un escenario de película, con más de 2.000 extras y figurantes que salen a la calle en formación de tribus y legiones. Estamos en Cantabria, año 19 a. C. Las Guerras Cántabras han ido aumentando su prestigio. Son Fiesta de Interés Turístico Nacional y encuentro obligado para miles de personas. Los vecinos del municipio de Los Corrales de Buelna se reparten entre las 13 tribus cántabras y las 13 legiones romanas, para escenificar uno de los pasajes de la historia antigua de Cantabria. Cabañas cántabras, tiendas romanas, mercados de la época… recrean un especial mundo antiguo.

 

 El valle de Buelna encierra entre sus tesoros históricos, algunos indicios relevantes del paso de las legiones romanas (campamento de Tarriba en San Felices, las termas de Caldas, o calzada romana del Monte Fresneda), motivo por el cual en el año 2.000 se impulsó la primera edición de guerras, bajo el auspicio de Aguecan, Asociación Guerras Cántabras. La fiesta inicial contó con 400 actores y, en la actualidad, supera los 2.000. Asimismo, cada edición se renueva escenarios y se organizan actividades complementarias.

 

 El regreso a los tiempos de Corocotta es una buena excusa para detenerse a conocer el municipio corraliego y sus múltiples razones para quedarse a descubrir un pueblo amable. El vestigio más importante de poblaciones primitivas en el valle, es la Estela de Barros. Es una obra precristiana de extraordinario valor histórico que podemos admirar en la ermita de la Virgen de la Rueda, en la localidad de Barros. La primera noticia escrita sobre la pieza corresponde al abate Breuil, quien la interpretó como una representación del sol y su culto. Hubo también versiones que la identificaron con un monumento funerario. Expertos posteriores confirmarían su carácter simbólico del culto que las culturas primitivas rendían al sol. Hoy en día, la estela de Barros se ha convertido en el símbolo de las tradiciones cántabras. Realizada en arenisca, está decorada con una franja exterior de dientes de lobo y líneas que discurren hacia el interior concéntricas en dos bandas, como una cazoleta, con cuatro ángulos rehundidos alrededor. El Parque de las Estelas ya puede visitarse. Tras más de un año cerrado por distintas razones, vuelve a abrir sus puertas al público, de momento, bajo cita.

 

Existen réplicas de la original (actualmente custodiada en el parque de las Estelas de Barros) en el Ayuntamiento y en el Palacio de Quintana. Este último edificio, también guarda su propia historia romántica. Cada una de sus piedras fue cuidadosamente numerada y trasladada a su ubicación actual, en el entorno del complejo deportivo, cuando las obras de la Autovía de la Meseta se cruzaron en su camino. El tesón del pueblo corraliego consiguió ponerlo a salvo de una muerte segura y se logró su reconstrucción exacta en otro lugar. Hoy es un magnífico centro cultural y deportivo para vecinos y visitantes.

 

Pero si uno se adentrar en la escena urbana, desde San Mateo a Somahoz se cuenta con un importante conjunto de casonas montañesas y blasonadas, que irrumpen con rotundidad en el centro urbano e industrial de Los Corrales de Buelna. Desde la Iglesia de San Vicente Mártir y el Asilo, pasando por las casas palaciegas pertenecientes a la familia Quijano.

 

Sin salir de la localidad de Barros podemos conocer la casa-palacio de los Ceballos, un conjunto nobiliario levantado en 1783, así como una iglesia parroquial del siglo XVIII con retablo barroco, salomónico, y pila bautismal de tradición románica. Destaca asimismo por el monasterio de Nuestra Señora de Las Caldas de Besaya, construido en 1683. La iglesia con plata de cruz latina y los retablos churriguerescos, posiblemente obra de Antonio de Valdecilla en los primeros años del siglo XVIII, son extremadamente interesantes. Esta localidad, Caldas de Besaya, cuenta además con un prestigioso balneario