Soneto de amor XXXV
de Pablo Neruda

Soneto de amor XXXV

 

 

Autor: Pablo Neruda

 

Soneto XXXV

 

Tu mano fue volando de mis ojos al día.

Entró la luz como un rosal abierto.

Arena y cielo palpitaban como una

culminante colmena cortada en las turquesas.

Tu mano tocó sílabas que tintineaban, copas,

alcuzas con aceites amarillos,

corolas, manantiales y, sobre todo, amor,

amor: tu mano pura preservó las cucharas.

La tarde fue. La noche deslizó sigilosa

sobre el sueño del hombre su cápsula celeste.

Un triste olor salvaje soltó la madreselva.

Y tu mano volvió de su vuelo volando

a cerrar su plumaje que yo creí perdido

sobre mis ojos devorados por la sombra.