Un polémico filme sigue la pista de un tercer atentado en Buenos Aires
De interés general

Un polémico filme sigue la pista de un tercer atentado en Buenos Aires. De interés general

 

 

22/11/2013 Fuente revistaenie. Poco después del ataque terrorista en la AMIA en 1994, un tercer atentanto estaba planeado en Buenos Aires. En “Esclavo de Dios”, Joel Novoa Schneider sigue la pista que conducía a células en Venezuela. "La película está en contra del fundamentalismo", afirma el cineasta venezolano, que participa en estos días en Mar del Plata de la competencia Latinoaméricana del 28° Festival de Cine.

 

Líbano, 1975. El pequeño Ahmed es testigo de cómo un grupo extremista ejecuta a su padre. Desde la primera escena de Esclavo de Dios (2013), Joel Novoa Schneider va a trazar las posibles razones por las cuales una persona puede convertirse en hombre bomba.

 

Esclavo de Dios llegará a la cartelera porteña en diciembre pero en estos días participa en la competencia Latinoamericana del 28° Festival de Cine de Mar del Plata. Es un controvertido thriller policial que narra la historia de Ahmed Al Hassama, un fundamentalista islámico miembro de una célula de bombarderos suicidas; y de David Goldberg, un brillante y frío agente del Mossad que trabaja en la Argentina desde el atentado a la Embajada israelí de 1992. Protagonista y antagonista, son la dos caras de una misma moneda y presentan rasgos similares, a pesar de pertenecer a mundos enfrentados.

 

"La impunidad que existe hasta hoy en el caso AMIA fue lo que me impulsó a hacer una película que tomara como contexto ese ataque terrorista –cuenta Novoa Schneider. Cuanto más investigaba, más confuso se volvía quiénes podrían haber cometido el atentado. Esa falta de claridad me llevó a crear dos personajes de ficción basados en la investigación que realizó el juzgado argentino”.

 

Joel Novoa Schneider, director venezolano que vive en los Estados Unidos, habló con Revista Ñ digital vía Skype desde Los Angeles, antes de viajar a Mar del Plata para acompañar el estreno de su opera prima. "El tema del hombre bomba es casi tabú, siempre tenemos miedo a humanizarlo. Sin ánimos de justificar este tipo de acciones, porque no las avalo ni las entiendo, creo que debemos mirarlo desde un contexto humano y tratar de encontrar las circunstancias que llevan a una persona a colocarse una bomba en el cuerpo y explotarse", reflexiona el realizador.

 

 

-¿Por qué decidió que Ahmed sea el protagonista de Esclavo de Dios?

-Siempre estuve interesado en el tema del fundamentalismo, más que en el terrorismo, y los cortos que realicé antes de esta película tienen que ver con esa temática. Desde el 11 de septiembre de 2001, que tenía que tomar un avión hacia los Estados Unidos y no pude hacerlo porque me enfermé de dengue, me obsesioné con este tipo de casos. Lo primero que me llamó la atención es que los perpetradores del atentado tenían esposa, hijos, una familia constituida.

 

-¿Cómo construyó los personajes?

-Cuando empecé a construir el personaje de Ahmed entendí que la única forma de que alguien acuerde llevar puesta una bomba y explotarse, es porque le ha sucedido algo muy terrible en su infancia. Así que la vida de Ahmed tenía que ser contada desde su niñez. Le quise dar una tridimensionalidad al personaje que, a simple vista, puede ser visto en un rol antagónico, pero que tiene experiencias y actitudes con las que todos nos podemos identificar. David, el agente del Mossad, es la contrafigura de Ahmed. Los personajes son las dos caras de una misma moneda. Tanto David como Ahmed no son completamente buenos o malos, son humanos. Y creo que todas las guerras empiezan en el hogar, las experiencias que tenemos en la niñez nos marcan para toda la vida.

 

-En Venezuela el estreno de la película generó polémica. ¿Cómo imagina la reacción del público argentino?

-No tengo idea de cuál va a ser la respuesta en Argentina, pero espero que despierte interés, y debate. Viví en Buenos Aires mientras escribía el guión, y una de las cosas que más admiro del país es la cultura de sentarse a tomar un café y confrontar ideas. Hace unos meses, cuando el filme se estrenó en Venezuela, nos fue muy bien en la taquilla pero tuvimos respuestas muy polarizadas. Se quiso instalar que la película era sionista, lo que es una mentira porque el filme tiene dos protagonistas con posturas muy diferentes.

 

-En su filme, Ahmed y David son eslabones de una cadena de violencia.

-Creo que la guerra crea un espiral de violencia y en esta película se puede aplicar la frase de Gandhi que dice que 'el ojo por ojo deja al mundo ciego'. Traté de representar las dos partes con mucho respeto. Me parece que para dar un mensaje de paz, primero tenemos que ver cómo se origina la violencia, y demostrar que ese ojo por ojo sólo nos ha conducido a producir más víctimas.

 

-Usted realizó una proyección de 'Esclavo de Dios' en una universidad en Inglaterra. ¿Cómo resultó la experiencia?

-Antes de estrenar comercialmente la película, la mostré a un grupo de estudiantes universitarios que se dividían en dos bandos. Unos apoyaban la causa israelí y otros se identificaban con el Islam. Fue interesante que al final de la proyección los dos bandos identificaron la película como ofensiva hacia su ideología. Pero en realidad Esclavo de Dios es un filme en contra del fundamentalismo, que puede darse en las dos religiones. Lo único que logra el fundamentalismo es generar víctimas civiles. Las 85 personas asesinadas en la AMIA eran civiles, y los bombardeos israelíes en la poblaciones palestinas matan a civiles.

 

 

-¿Por qué decidió poner pocas imágenes del atentado a la AMIA en el filme?

-Dado a que todavía hoy no está claro que ocurrió ese día en la AMIA, no me atreví a desarrollar cómo fue ese atentado. Decidí no colocar muchas imágenes de la destrucción que causó la bomba en el edificio porque son horrorosas. El filme se centra en el armado del tercer atentado que debía ocurrir en Buenos Aires a los pocos días del ataque a la mutual judía. Esa hipótesis fue investigada por los fiscales del caso AMIA y ellos descubrieron pistas que los condujeron a células fundamentalistas radicadas en Venezuela.