San Martín 2
Biografía

San Martín 2. Segunda y última entrega

 

De interés general

 

 

Fuente Wikipedia. Parte donde San Martín anuncia a O'Higgins la victoria en la Batalla de Maipú.

 

El 5 de abril se produjo la batalla de Maipú, en que fuerzas patriotas obtuvieron una completa victoria. El adversario dejó en el campo de batalla 2.000 cadáveres, cerca de 2.500 prisioneros, todo su armamento y material de guerra. El brigadier O'Higgins, herido en Cancha Rayada, no participó de la batalla; pero se hizo presente una vez finalizada la lucha, montado en su caballo, para abrazar a San Martín y llamarlo "Salvador de Chile".

 

El escueto parte de la victoria dice:

 

 

«Acabamos de ganar completamente la acción. Nuestra caballería los persigue hasta concluirlos. La patria es libre, abril de 1818. San Martín.»

 

En efecto, con la batalla de Maipú se obtuvo definitivamente la victoria sobre las tropas realistas, asegurando finalmente la independencia de Chile.

 

El gobierno de Chile lo premió con una vajilla de plata y 6.000 pesos, pero San Martín rechazó ambos regalos diciendo: «No estamos en tiempos para tanto lujo.»

 

Sin embargo, San Martín tuvo opositores locales, como los hermanos Carrera, líderes de un sector opositor a O’Higgins, que conspiraban contra él y especialmente contra O'Higgins. Juan José y Luis Carrera fueron arrestados, y José Miguel huyó a la Banda Oriental. Poco antes de Maipú, Juan José y Luis Carrera fueron fusilados en Mendoza por orden del gobernador Toribio de Luzuriaga a instancias de Bernardo de Monteagudo, que poco después volvería a Chile.23 Desde entonces, José Miguel Carrera iba a intentar volver a su país para deponer a O'Higgins y juzgar a San Martín por la ejecución de sus hermanos.

 

Preparativos para una nueva campaña

 

Luego de la emancipación chilena San Martín se trasladó a Buenos Aires para obtener del gobierno un empréstito que permitiera costear los gastos de la Expedición Libertadora del Perú. Pueyrredón le prometió 500.000 pesos pero luego hubo dificultades para cumplir la promesa debido a las luchas internas entre Buenos Aires y los caudillos federales. Entonces San Martín renunció a la jefatura del ejército. Ante este hecho, el Directorio envió a San Martín 200.000 pesos, y junto a la ayuda financiera obtenida de O’Higgins, ambos lograron armar una escuadra, prácticamente comprada en Gran Bretaña, al mando de Alexander Cochrane.

 

El Gobierno de Chile determinó que San Martín sería el comandante en jefe de la expedición, que navegaría bajo bandera chilena. Finalmente San Martín fue designado general en jefe del Ejército de Chile, y general del mismo, siéndole conferido ad honorem el grado de Capitán General del ejército de Chile dos días después de ello. Cuando se disponía a reanudar la campaña al Perú recibió la orden del Directorio de marchar hacia el Litoral Argentino con su ejército para combatir a los federales de Santa Fe y Entre Ríos. San Martín se negó de plano, y ante la insistencia respondió con el silencio. En febrero de 1820, la victoria del Partido Federal provocó la caída del Directorio de las Provincias Unidas, quedando el país sin gobierno central. Esta situación dejó sin respaldo legal su autoridad, por lo que renunció frente a los oficiales argentinos; pero estos, dirigidos por el coronel Enrique Martínez, rechazaron su renuncia.

 

Finalmente, el 20 de agosto de 1820 partía San Martín junto a la expedición desde Valparaíso hacia el Perú. La expedición estaba constituida por alrededor de 4.500 hombres, pertenecientes al Ejército libertador de los Andes y al Ejército de Chile, de los cuales 1.600 eran marinos. Se embarcaron en ocho navíos de guerra y dieciséis transportes. No se puede especificar a ciencia cierta cuantos soldados argentinos y cuantos chilenos conformaban la expedición y que número prevaleció pero la mayor parte de los oficiales eran argentinos y los jefes navales de orígenes varios, siendo de destacar los británicos entre quienes se encontraba Cochrane, franceses como Hipólito Bouchard y chilenos como Manuel Blanco Encalada.

 

Independencia y Protectorado del Perú

 

Artículo principal: Expedición libertadora del Perú.

 

 

Acta de la Independencia del Perù.

 

El 8 de septiembre, el ejército al mando de San Martín desembarcó en la playa de Paracas, cerca del puerto de Pisco, haciendo retroceder al ejército realista, que se replegó a la zona de la Sierra.

 

El virrey Pezuela, tenía bajo su mando a unos 20.000 soldados, distribuidos por todo el virreinato, de los cuales la mayor parte defendía Lima. Tratando de ganar tiempo para reunir a todos los soldados, planteó una salida diplomática al conflicto, que finalmente no llegó a ningún acuerdo aceptable para San Martín. Éste envió una división al mando del general Juan Antonio Álvarez de Arenales por la ruta de la sierra, para perseguir a las divisiones realistas ubicadas en esa zona y propiciar la insurrección de las poblaciones a lo largo de su trayecto.

 

San Martín se reembarcó en la escuadra, y en los primeros días de noviembre desembarca en la localidad de Huacho, donde fortificó su posición e inició su estrategia para sitiar definitivamente Lima.

 

El 29 de enero de 1821 se sublevaron altos oficiales realistas contra el virrey Pezuela, quien renunció a su cargo y fue sustituido por el general José de La Serna, que sería confirmado más tarde como virrey del Perú por la corona. El nuevo virrey propuso a San Martín nuevas negociaciones diplomáticas, las cuales finalmente fracasaron debido a que la propuesta definitiva del general era la independencia del Perú. El sitio de Lima se prolongó por algunos meses; en el mes de marzo arribó al Perú el capitán Manuel Abreu, enviado por el rey de España como emisario pacificador, sin ninguna consecuencia favorable para los independentistas. San Martín decidió iniciar una nueva estrategia y envió dos ejércitos, uno al mando del general Guillermo Miller, para desembarcar en las costas del sur, y otra al mando del general Arenales, hacia la sierra.

 

San Martín dejó Huacho y desembarcó en Ancón, estrechando el cerco a Lima. Simultáneamente inició nuevas negociaciones de paz, que se realizaron a fines de abril en la hacienda de Punchauca, cerca de Lima; los delegados de San Martín fueron Tomás Guido, Juan García del Río y José Ignacio de la Roza; por parte del virrey La Serna fueron Abreu, Manuel de Llano y Mariano Galdiano. Las negociaciones fracasaron nuevamente.

 

Pocos días después se pasó a sus filas uno de los más destacados regimientos de las fuerzas del virrey: el regimiento realista Numancia, compuesto de venezolanos y neogranadinos, que había sido formada en Venezuela en 1813 y enviada al Perú tres años más tarde en por Pablo Morillo. Esta deserción en masa desmoralizó al resto de las fuerzas realistas, obligando a De La Serna a abandonar la ciudad el 5 de julio, internándose en la sierra. Esto le abrió las puertas de Lima a San Martín.

 

Gobierno en Perú

 

San Martín ocupó Lima y reunió un cabildo abierto el 15 de julio. El día 28, ante una multitud reunida en la Plaza de Armas de Lima, San Martín declaró la independencia y fue nombrado Protector del Perú con autoridad civil y militar.

 

Formó su ministerio con los ministros Hacienda Hipólito Unanue, de Hacienda, Juan García del Río, de Relaciones Exteriores y Bernardo de Monteagudo, de Guerra y Marina. En el mes de octubre dictó un Estatuto Provisorio de Gobierno, en el cual se establecía la división territorial, la libertad de vientres, y la libertad de los indígenas de los tributos específicos. Jurídicamente, el

 

Reglamento establecía que “todas las leyes, ordenanzas y reglamentos quedan en su fuerza y vigor, mientras no sean derogadas o abrogadas por autoridad competente.”

 

Ese mismo año fundó la Biblioteca Nacional del Perú, a la cual donó su colección personal de libros, y creó la Orden del Sol, actualmente llamada Orden El Sol del Perú.

 

Fundó la Sociedad Patriótica, formada por 40 ciudadanos peruanos, a quienes consideró los más ilustrados entre los decididos por la causa independentista. Ésta se enfrascó en discusiones sobre la forma más conveniente de gobernar el país, entre la monarquía constitucional que apoyaba San Martín y defendían los ministros Unanue y Monteagudo, y la república, que defendían Manuel Pérez de Tudela y Mariano José de Arce. En apoyo a sus ideas monarquistas, envió a García del Río y Diego Paroissien a Europa, a conseguir un príncipe de la Casa de Sajonia-Coburgo-Gotha, para que reinara en el Perú. También debían contratar un empréstito para continuar la campaña militar.

 

Estableció la libertad de comercio y la libertad de imprenta, pero no permitió otro culto religioso que el católico. Expulsó a miles de españoles nototiamente contrarios a la independencia y confiscó sus bienes.

 

Desde Ancón, y posteriormente desde Lima, San Martín envió una serie de campañas para incorporar al Protectorado al resto del Perú, pero algunos triunfos parciales no pudieron evitar que el Virrey se hiciera fuerte en la Sierra, fijando su capital en Cuzco; el Protector no tenía fuerzas para enfrentarlo con probabilidades ciertas de triunfar.

 

Durante su protectorado recibió una carta del general Antonio José de Sucre, lugarteniente de Simón Bolívar, para la campaña en Ecuador, en el que reclamaba la incorporación a la misma del batallón Numancia. Esta unidad, compuesta de venezolanos y neogranadinos había sido formada en Venezuela en 1813 y enviada al Perú tres años más tarde en por Pablo Morillo. A poco de desembarcar San Martín en territorio peruano, se había pasado a sus filas.25 San Martín se negó a perder la excelente unidad, y en su lugar envió una División Auxiliar al mando de Andrés de Santa Cruz —en su mayoría compuesta por tropas inexpertas— que participaron en las batallas de Riobamba y Pichincha.

 

Hemiciclo de la Rotonda, monumento en homenaje a los libertadores.

 

Entre los días 26 y 27 de julio de 1822 se realizó la Entrevista de Guayaquil, donde se reunió con Simón Bolívar, teniendo como tema principal la liberación del Perú, principal baluarte realista en Sudamérica. Tras una conversación privada, cuyo contenido sólo se puede conjeturar, cedió a Bolívar la iniciativa y conclusión de la campaña libertadora.

 

Poco después decidió retirarse de todos los cargos y volver a su país.

 

"He convocado al Congreso para presentar ante él mi renuncia y retirarme a la vida privada con la satisfacción de haber puesto a la causa de la libertad toda la honradez de mi espíritu y la convicción de mi patriotismo. Dios, los hombres y la historia juzgarán mis actos públicos."

 

José de San Martín (carta a Bolívar. Lima, 10 de septiembre de 1822)

 

Su gobierno había durado desde el 3 de agosto de 1821 hasta el 20 de septiembre de 1822.

 

El retiro

 

Monumento "Al abuelo inmortal", en Buenos Aires, en que se lo representa junto a sus nietas

Vuelto a Mendoza en enero de 1823, pidió autorización para regresar a Buenos Aires y reencontrarse con su esposa que estaba gravemente enferma. Bernardino Rivadavia, ministro de gobierno del gobernador Martín Rodríguez, se lo negó argumentando que no sería seguro para San Martín volver a la ciudad. Su apoyo a los caudillos del Interior y la desobediencia a una orden que había recibido del gobierno de reprimir a los federales, le valió que los unitarios quisieran someterlo a juicio.

 

Al empeorar la salud de su esposa, decidió viajar a Buenos Aires. Al llegar, su mujer ya había fallecido el 3 de agosto de 1823. La lápida de su sepultura, que puede leerse en el Cementerio de la Recoleta, reza: «Aquí yace Remedios de Escalada, esposa y amiga del general San Martín».

 

Al llegar a Buenos Aires se le acusó de haberse convertido en un conspirador. Desalentado por las luchas internas entre unitarios y federales decidió marcharse del país con su hija, quien había estado al cuidado de su abuela. El 10 de febrero de 1824 partió hacia el puerto de El Havre (Francia). Tenía 45 años y era generalísimo del Perú, capitán general de la República de Chile y general de las Provincias Unidas del Río de la Plata. Luego de un breve período en Escocia, se instalaron en Bruselas y poco después en París. Su única obsesión era la educación de su hija Mercedes. En 1825 redactó las Máximas para Merceditas, donde sintetizaba sus ideales educativos.

 

Ofreció sus servicios a las autoridades argentinas con motivo de la guerra con Brasil, sólo después de la renuncia de su despreciado enemigo Rivadavia a la presidencia; pero la guerra ya había prácticamente terminado.

 

En marzo de 1829 intentó regresar a Buenos Aires, al saber que había vuelto a estallar la guerra civil, permaneció a bordo de incógnito, aunque fue descubierto. Su antiguo subordinado, el general Juan Lavalle, había derrocado y fusilado al gobernador Manuel Dorrego, pero ante la imposibilidad de vencer en la contienda, ofreció a San Martín, la gobernación de la Provincia de Buenos Aires, pero éste juzgó que la situación a que había llevado el enfrentamiento sólo se resolvería por la destrucción de uno de los dos partidos. Respondió a Lavalle que: «el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos». Posteriormente se trasladó a Montevideo, donde permaneció tres meses, para finalmente volver a Europa.

 

Durante los años que duró su exilio, San Martín mantuvo contacto con sus amigos en Buenos Aires, tratando de interiorizarse de lo que sucedía en su país. En 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París. Por esos años tiene lugar su afortunado encuentro con su antiguo compañero de armas en el ejército español, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir, quien, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus hijos, con una generosa paga. Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su amigo y gracias a la venta de las fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y el de Perú, se mudó a una casa que compró en Grand Bourg.

 

Recibió la visita de varios personajes americanos, en general jóvenes románticos y liberales, exiliados de su país, como Juan Bautista Alberdi (en 1843) y Domingo Faustino Sarmiento (entre 1845 y 1848), que viajó a Europa por encargo del gobierno de Chile y se encontró con San Martín en Grand Bourg en varias oportunidades. Hasta sus últimos años mantuvo correspondencia con su gran amigo Tomás Guido, quien lo mantenía informado sobre la situación política en América.

 

Testamento y muerte

 

Fechó su testamento ológrafo en París el 23 de enero de 1844, dejando como única heredera a su hija Mercedes de San Martín, casada con Mariano Balcarce que ejercía como embajador argentino en París.

 

Entre sus cláusulas establecía:

Que Mercedes otorgue a su tía María Elena una pensión hasta su fallecimiento.

Que a la muerte de María Elena le otorgue una pensión a la hija de ésta, Petronila.

Que su sable corvo favorito, el de las batallas de Chacabuco y Maipú, fuera entregado al gobernador porteño Juan Manuel de Rosas, «como una prueba de la satisfacción que, como argentino, he tenido al ver la firmeza con que ha sostenido el honor de la República contra las injustas pretensiones de los extranjeros que trataban de humillarla».

Prohibió la realización de funerales y de acompañamientos hasta el cementerio, «pero sí desearía que mi corazón fuese sepultado en Buenos Aires».

Declaraba como su primer título el de generalísimo del Ejército del Perú.

 

En marzo de 1848, al estallar la revolución de ese año en París, se traslada a la ciudad costera de Boulogne-sur-Mer, estableciéndose en una habitación alquilada. Allí falleció a la edad de 72 años, a las tres de la tarde del 17 de agosto de 1850, en compañía de su hija Mercedes y de su yerno. Según cuenta la leyenda, el reloj de la casa dejó de funcionar a esa hora y aún sigue marcando las 3 en punto. Casualmente, en el mismo país donde murió San Martín, Francia, moría Honoré de Balzac, un día después.

 

Sus restos

 

Mausoleo de San Martín en la Catedral de Buenos Aires.

 

En 1861 sus restos fueron trasladados a la bóveda de la familia González Balcarce, ubicada en el cementerio de Brunoy, Francia. Luego hubo varios intentos de repatriarlos a los que se opuso su hija, quien como esposa del embajador en Francia y afincada en ese país, prefería que permanecieran cerca de su residencia. A la muerte de Mercedes San Martín en febrero de 1875 se activaron las gestiones y durante la presidencia de Nicolás Avellaneda se creó la «Comisión encargada de la repatriación de los restos del Libertador». La repatriación de los restos de José de San Martín finalmente se produjo el 28 de mayo de 1880 cuando fueron conducidos a Buenos Aires por el vapor transporte Villarino en su viaje inaugural, arribando en una masiva celebración pero en vísperas del estallido de la revolución de 1880.

 

Una leyenda urbana sostiene que la Iglesia Católica se habría opuesto a que se depositaran sus restos en la Catedral dada su condición de masón que acarreaba, de suyo, la excomunión. Según la leyenda mencionada, sólo tras largas negociaciones se habría alcanzado un acuerdo, en virtud del cual el féretro descansaría en una de las naves laterales de la catedral, e inclinado con su cabeza hacia abajo. Esta leyenda ha sido refutada por los investigadores especializados, como Enrique Mario Mayochi del Instituto Nacional Sanmartiniano, quien comenta, respecto de la sepultura: «...fue la Municipalidad de Buenos Aires la que gestionó la cesión de parte del recinto catedralicio y... la autorización debida fue dada por la autoridad eclesiástica por entender, como antes se dijo, que sería una gloria tener y custodiar los restos del Libertador. Cuanta otra cosa se diga no pasa de especulación infundada o añagaza malintencionada.»

 

En el mausoleo se encuentra escrito: «Triunfó en San Lorenzo, afirmó la Independencia Argentina, pasó los Andes, llevó su bandera emancipadora a Chile, al Perú y al Ecuador».

 

Las «Máximas para mi hija»

 

San Martín escribió una lista de consejos para su hija Merceditas:

 

1. Humanizar el carácter y hacerlo sensible aun con los insectos que nos perjudican. Stern40 ha dicho a una mosca abriéndole la ventana para que saliese: “Anda, pobre animal, el mundo es demasiado grande para nosotros dos”.

2. Inspirarle amor a la verdad y odio a la mentira.

3. Inspirarle una gran confianza y amistad, pero unida al respeto.

4. Estimular en Mercedes la caridad con los pobres.

5. Respeto sobre la propiedad ajena.

6. Acostumbrarla a guardar un secreto.

7. Inspirarle sentimientos de indulgencia hacia todas las religiones.

8. Dulzura con los criados, pobres y viejos.

9. Que hable poco y lo preciso.

10. Acostumbrarla a estar formal en la mesa.

11. Amor al aseo y desprecio al lujo.

12. Inspirarle amor por la Patria y por la Libertad.

 

Controversias

 

Masonería

 

Existen dos teorías en torno a la supuesta filiación masónica del general San Martín, que generaron polémicas durante varios años. Mientras diversos historiadores afirman que en ningún momento ingresó en una logia masónica regularmente constituida, hay otros que aseguran lo contrario. Entre los primeros, se argumenta que la totalidad de las logias con las que mantuvo contacto a lo largo de su vida, principalmente la Lautaro, no eran estrictamente masónicas, sino que habrían sido únicamente grupos revolucionarios que tomaron como base de su organización elementos y símbolos masónicos que serían funcionales a su carácter de sociedad secreta. Los documentos, no obstante, demuestran que se trataría de una logia operativa, no en el sentido literalmente constructivo como es el caso de las cofradías medievales, sino que ostentaría objetivos revolucionarios.

 

Por su parte, el historiador Emilio J. Corbière, señala que José de San Martín dio sus primeros pasos en la masonería iniciándose en la Logia Integridad de Cádiz, luego pasaría a formar parte de la Logia Caballeros Racionales n.º 3, donde el 6 de mayo de 1808, le será otorgado el 3.º grado de la masonería simbólica, accediendo de este modo al título de «maestro masón». Tras renunciar a su carrera militar en España, viajó a Inglaterra donde se reunió con Carlos María de Alvear, un reconocido miembro de la Logia Lautaro que trabajaba con la Logia Flor de los Americanos. En una de las Tenidas (o reuniones) se decidió abatir columnas y regresar a suelo americano para llevar a cabo la campaña que allí se habría gestado. Mientras tanto, Simón Bolívar era iniciado por Francisco de Miranda. Al poco tiempo, San Martín, Alvear y Zapiola obtenían el grado 5.º de la logia.

 

Poco después de su llegada, en 1812, junto a sus Hermanos Masones Carlos María de Alvear y José Matías Zapiola funda un Triángulo Masónico que constituiría la base de la futura Logia Lautaro. En ese entonces la Orden ya estaba implantada, con la Logia Independencia que funcionaba desde 1795, pues su llegada al Río de la Plata data de finales del Siglo XVIII, con una importante influencia de la masonería española y no así de la inglesa, como se creyó en un momento. Con el mismo nombre, Independencia, se funda en 1810 una nueva Logia, también conocida como Logia de San Juan, bajo las órdenes del doctor Julián Álvarez que colaboraría enormemente en los comienzos de la Lautaro.

 

Siguiendo la antigua tradición de adoptar nombres simbólicos o iniciáticos, José de San Martín era conocido entre los lautarinos como Hermano Inaco.

 

En una carta dirigida al general Guillermo Miller, respondiendo a preguntas concernientes a la Logia de Buenos Aires, San Martín escribe:

 

 

"No creo conveniente hable Ud. lo más mínimo de la logia de Buenos Aires. Estos son asuntos enteramente privados, y que aunque han tenido y tienen una gran influencia en los acontecimientos de la revolución de aquella parte de América no podrían manifestarse sin faltar por mi parte a los más sagrados compromisos. A propósito de logias, sé a no dudar, que estas sociedades se han multiplicado en el Perú de un modo extraordinario. Esta es una guerra de zapa que difícilmente se podrá contener, y que hará cambiar los planes más bien combinados".

 

La Logia de Buenos Aires, de acuerdo a las palabras del investigador y escritor masónico Albert Gallatin Mackey, sería destinada a los Grados Superiores y determinaría las decisiones políticas que deberían ser implementadas.

 

El general Tomás de Iriarte en sus memorias declara que tanto la Logia Lautaro como la Logia de Julián Álvarez eran masónicas. Sin embargo, Bartolomé Mitre, masón grado 33, escribió en su "Historia de San Martín y la Emancipación Sudamericana" que la Logia Lautaro era una sociedad secreta de carácter netamente político, que no pertenecía a la masonería.

 

En 1825, en Bruselas, San Martín recibe una medalla masónica con su efigie por parte de la Logia belga La Parfaite Amitié (La Perfecta Amistad), en reconocimiento a su labor desempeñada en la revolución americana. Esta medalla suele ser utilizada para demostrar la pertenencia de San Martín a la masonería, cosa que no está probada documentalmente.

 

En todo caso, todo parece indicar que si bien es muy probable que San Martín haya sido iniciado en Europa, su relación con la masonería se diluyó con el paso de los años. La polémica seguirá abierta entre quienes defienden un punto de vista y otro, ambas posturas son desde luego respetables y exhiben sus respectivos argumentos.

 

Por último, cabe destacar que una gran mayoría de las afirmaciones, tanto en pro como en contra de su filiación masónica han carecido de objetividad, tratándose temas de fondo que trascienden la cuestión e incluso proyectándose ideas en contra o a favor de acuerdo a la ideología personal de los investigadores.

 

Filiación polémica

 

En 2000, el escritor José Ignacio García Hamilton en su libro Don José expone una versión controvertida acerca de un origen mestizo de San Martín. En toda su vida surgieron anécdotas sobre la piel morena del prócer.

 

La versión de mestizo se basó en otra del historiador argentino Hugo Chumbita, en donde el general sería hijo del español Diego de Alvear (padre de Carlos María de Alvear) y de una joven guaraní llamada Rosa Guarú. Según Chumbita, Alvear habría entregado a José al matrimonio formado por Juan de San Martín y Gregoria Matorras, quienes lo bautizaron dándole su apellido. Para estas afirmaciones Chumbita se basó en un libro de memorias de María Joaquina de Alvear y Sáenz de Quintanilla (1823-1889), hija de Carlos de Alvear, quien en sus escritos refiere el hecho como tradición familiar, declarando, literalmente; "Soy sobrina carnal, por ser hijo natural de mi abuelo el señor don Diego de Alvear Ponce de León, habido en una indígena correntina, del general José de San Martín...que más tarde selló la libertad hispanoamericana... ”.

 

Juan Bautista Alberdi, que trató personalmente con San Martín en 1843, sostuvo que la frecuente descripción como «indio» no se compadecía con su verdadera apariencia física.

 

El tema ha sido declarado de interés por la Honorable Cámara de Diputados de la Nación, según resolución del 4 de octubre de 2006.

 

Su lugar en la construcción de la identidad nacional argentina

 

La figura de San Martín tiene el primer lugar dentro de la versión de la historia que ha circulado en las escuelas argentinas, a través de las cuales se ha conformado la identidad de muchos de los ciudadanos y ciudadanas de este Estado latinoamericano. A San Martín se lo ha considerado Padre de la Patria, fundamentalmente a través de la ingente obra de Bartolomé Mitre, Historia de San Martín y de la emancipación americana y de la de Ricardo Rojas, El santo de la espada.

 

Ciertos historiadores como Rodolfo Terragno o Luis Alberto Romero sostienen que tenía a lo sumo un ideal americanista y no una identidad argentina ya que no podía ser parte de algo que aún no existía.

 

En la cultura popular

 

Libros

 

Si bien la bibliografía dedicada a San Martín es muy extensa, se pueden mencionar los siguientes:

BARCIA TRELLES, Augusto: Historia de San Martín, 1943

CAMOGLI, Pablo: Batallas por la libertad. Buenos Aires: Aguilar, 2005.

CHUMBITA, Hugo: Hijos del país: San Martín, Yrigoyen y Perón.

FAVALORO, René G.: ¿Usted conoce a San Martín?, 1986 ISBN 950-549-100-X

GARCÍA HAMILTON, José Ignacio: Don José. La vida de San Martín.

GGUIDO, Tomás: San Martín y la gran epopeya.

Instituto Nacional Sanmartiniano: Campañas del Libertador General Don José de San Martín, 1978.

KOHAN, Martín: Narrar a San Martín. Buenos Aires: Adriana Hidalgo editora.

MCDONELL, Carlos S.: El misterio de San Martín.

MITRE, Bartolomé: Historia de San Martín y de la emancipación sudamericana.

RUIZ MORENO, Isidoro J.: Campañas militares argentinas (tomo 1). Buenos Aires: Emecé, 2004.

ORNSTEIN, Leopoldo: La guerra terrestre y la acción continental de la revolución argentina (San Martín y la independencia de Chile).

PÉREZ PARDELLA, Agustín: José de San Martín, el libertador cabalga.

ROJAS, Ricardo: El santo de la espada.

TERRAGNO, Rodolfo H.: Maitland & San Martín: Universidad Nacional de Quilmes.

LYNCH, John: San Martín. Argentine soldier, American hero: Yale University Press: ISBN 978-0-300-12643-3 [2]

 

Películas

 

Entre las películas argentinas que han retratado en todo o en parte la figura de San Martín se citan las siguientes:

Gallo, Mario (Director). (1910). La creación del Himno

Gallo, Mario (Director). (-). La batalla de San Lorenzo (film perdido)

Gallo, Mario (Director). (-). La batalla de Maipú (film perdido)

Gallo, Mario (Director). (-). Episodios de San Martín (film perdido)

Mom, Arturo (Director). (1939). Nuestra tierra de paz

Torre Nilsson, Leopoldo (Director). (1970). El santo de la espada

Torre Nilsson, Leopoldo (Director). (1971). Güemes, la tierra en armas

Cedrón, Jorge (Director). (1971) Por los senderos del Libertador (documental)

Antín, Manuel (Director). (1972) Juan Manuel de Rosas

Coscia, Jorge (Director). (1992) El general y la fiebre

Areal Vélez, Alejandro (Director). (2005) El exilio de San Martín (documental)

Pivotto, Sebastián (Director). (2010) Belgrano

Ipiña, Leandro (Director). (2011) Revolución, el cruce de los Andes

 

Juegos

 

La figura de José de San Martín forma parte del juego didáctico Nabuko Generales y Conquistadores, un juego de mesa en el que San Martín aparece entre los más grandes personajes de la historia universal, junto a Julio César, Alejandro Magno, Washington, entre muchos otros. En el año 2008 se lo incluyó en el videojuego Sid Meier's Civilization IV: Colonization, un videojuego de estrategia por turnos basado en la colonización del continente americano. En el juego Age of Empires III:The War Chiefs José de San Martín aparece como un revolucionario de Las Provincias U. del Río de la Plata.

 

Numismática

 

 

Billete de 100 Pesos Moneda Nacional.

 

La figura de José de San Martín tuvo un amplio reconocimiento en el diseño de billetes de circulación nacional en Argentina. El primer homenaje le fue dado en los Pesos Moneda Nacional, en su emisión 1942-1969. Allí aparece en los billetes de 5, 10, 50, 100, 500, 1.000 y 5.000 pesos, con el aspecto de la iconografía habitual, y en los de 10.000 y otros de 500 con su aspecto en su vejez. El reverso de los billetes representaba eventos o sitios de la historia argentina, no todos relacionados con San Martín. En los Pesos Ley 18.188 San Martín aparece exclusivamente en su vejez, en los billetes de 50, 100, 500, 1.000, 5.000, 10.000, 50.000, 100.000, 500.000 y 1.000.000 de pesos. Es, junto a Manuel Belgrano, el único prócer argentino utilizado en la iconografía de dicha moneda. Los australes apelaron a un conjunto de próceres entre los que no se encontraba San Martín, pero más adelante los billetes de 1.000, 10.000, 50.000 y 500.000 pesos ley fueron resellados para circular como australes; aunque al primero de ellos se le asignó el valor de un austral. El Peso convertible, vigente en la actualidad, incluye a San Martín en los billetes de 5 pesos.

 

Himno a San Martín

 

Himno al Libertador General San Martín

Música: Arturo Luzzatt

Letra: Segundo M. Argarañaz

 

 

Yerga el Ande su cumbre más alta,

 Dé la mar el metal de su voz,

 y entre cielos y nieves eternas

 se alce el trono del Libertador.

 

 

 Suenen claras trompetas de gloria

 y levanten un himno triunfal,

 que la luz de la historia agiganta

 la figura del Gran Capitán.

 

 

 De las tierras del Plata a Mendoza,

 de Santiago à la Lima gentil,

 fue sembrando en la ruta laureles

 a su paso triunfal San Martín.

 

 

 San Martín, el señor en la guerra,

 por secreto designio de Dios,

 grande fue cuando el sol lo alumbraba,

 y más grande en la puesta del Sol.

 

 

 ¡Padre augusto del pueblo argentino,

 héroe magno de la libertad!

 A su sombra la Patria se agranda

 en virtud, en trabajo y en paz.

 

 

 ¡San Martín! ¡San Martín! Que tu nombre,

 honra y prez de los pueblos del Sur,

 asegure por siempre los rumbos

 de la Patria que alumbra tu luz.