Nadie se conoce 2. Segunda entrega
Fuente artelope. Autor Lope de Vega
500
y así el sustento le falta
con que los hombres vivían
tan largos siglos sin canas,
agora a treinta años hay
inmensas canas y calvas.
LISARDO
505
¿A treinta años?
FABIO
Es lisonja,
que a más de dos les agrada
antiguamente el oficio,
o el arte que así se llama.
Eran pintor y platero,
510
pintor es cosa que espanta
la misma naturaleza,
platero es cosa tan rara
que como a rey le obedecen
oro, diamantes y plata;
515
pero ya los tintoreros
tienen la esfera más alta,
culpa de la edad que es breve,
y cuando comienza acaba.
LISARDO
Dice mi padre, que es tiempo
520
de casarme, si me hallara
en la edad en que vivían
mil años, no me pesara
viviera los novecientos
con Celia, y ciento que faltan
525
casado donde él quisiera.
FABIO
Famosamente lo trazas,
y dijéraslo de veras,
si vieras que se apeaba
algún carro como el Sol
530
dando al aldea dos albas
Feliciano su Faetonte
no los caballos guiaba,
sino las mulas, que en fin
si hay Sol con uñas, no espanta
535
que haya tal vez Sol con mulas,
si el Sol es hembra, que basta.
¿Cómo te diré su traje?
¿Como el sayuelo y la saya?
¿Como tendido el cabello
540
entre las sartas de plata
haciendo cadenas de oro,
y guarnición a la grana?
La labor negra del cuello
hizo la carne tan blanca
545
que pensaras que la Escitia
a Etiopía se juntaba.
Unos bordados leones
le cercaban la garganta,
que como son africanos
550
quietos a nieve temblaban.
Las mangas de la camisa,
no quiero hablarte en las mangas
que las tomará algún rey
por mangas después de Pascua.
555
Iba en la chinela el pie,
adonde con tanta gracia
ojos ataban las cintas,
las suelas pisaban almas.
El delantal encubría
560
cierta barriga de nácar,
donde vive alguna perla
que aquestos reinos aguarda,
Dios te la deje gozar.
LISARDO
Notable gusto me dabas,
565
prosigue.
FABIO
¿Qué hay que decir?
Así la imitan sus damas:
Filida de azul haciendo
sobre este mar, que imitaba
las ondas con sus cabellos,
570
Silvia de amarillo y plata,
Lucinda de nácar y oro,
y Velisa.
LISARDO
Fabio para,
que sospecho que Velisa...
FABIO
Pues ya no podré pintarla.
575
Mas como suele comer
racimo de uvas quien anda
escogiendo las maduras,
y después no deja nada,
así seré con Velisa.
LISARDO
580
Albano es aqueste, aguarda.
(Sale ALBANO.)
ALBANO
Díjome el Rey mi señor,
que va a los bosques a caza,
y que quiere divertirte.
LISARDO
Di que haré lo que me manda.
585
¿Qué es esto?
FABIO
Cosa que fuese
donde está Celia alojada,
que puede llegar a verla.
LISARDO
¿Cómo?
FABIO
En la reja de casa
la vi, pero no te espantes
590
que es naturaleza y casta,
que la mujer y el botón
siempre están a la ventana.
(Vanse, y entran el duque ARNALDO y LUCINDO.)
ARNALDO
De mala gana obedezco
al Rey en esta ocasión,
595
pero es ley y obligación,
Dios sabe lo que padezco.
Ya he dado vuelta al terrero.
LUCINDO
A Celia sospecho ya
[-a]
600
que vi en las rejas primero.
ARNALDO
¿Conocesla tú?
LUCINDO
En mi vida
diré, señor, que la vi,
antes alabarla oí
de honesta y de recogida,
605
y que estar a la ventana
parece cosa muy nueva.
ARNALDO
Lo que el Rey en esto prueba
es empresa loca y vana,
que una principal mujer,
610
y de un príncipe obligada,
no ha de querer conquistada,
no ha de dejar de querer.
LUCINDO
Yo sospecho que esto ha sido
sólo para darle celos.
ARNALDO
615
Y si yo le doy desvelos,
un poderoso ofendido,
Lucindo, ¿qué puede hacer?
LUCINDO
¿Qué hicieras tú?
ARNALDO
Yo matara
quien mi gusto me quitara,
620
como tuviera poder.
LUCINDO
Pues lo mismo hará Lisardo.
ARNALDO
Desengañarele yo
de lo que el Rey me mandó,
y en todo peligro aguardo.
625
¿Pero ya qué puedo hacer?
Llego a la reja atrevido.
LUCINDO
Oye un consejo.
ARNALDO
Yo he sido
sobre quien viene a caer
todo el rigor deste caso.
LUCINDO
630
Finge que no has conocido
a Celia, sino que ha sido
el ver su hermosura acaso.
ARNALDO
Bien dices, que así podré,
si se quejare de mí,
635
disculparme, llego así.
(Sale DORISTA en alto vestida en forma de CELIA.)
DORISTA
Si no saben que se fue
Celia, de la Corte ya,
vendrán del Rey las espías,
viendo que noches y días
640
Lisardo con ella está.
El duque Arnaldo ha venido
por ventura, con intento
de saber el fundamento
que este suceso ha tenido.
645
Aunque el mirar más parece
amorosa voluntad,
que vana curiosidad
de lo que el Rey encarece,
que tiene por gran delito
650
ver en un mancebo amor.
ARNALDO
Ya, señora, a mi temor
que se mude le permito
en forma de atrevimiento,
y que os diga, que pasando
655
acaso, y no levantando
con la vista el pensamiento,
me obligó a ponerla en vos
el veros, si os he ofendido,
perdón del agravio os pido.
DORISTA
660
¿Sabéis quién soy?
ARNALDO
No por Dios,
mas ya, señora, recelo
quién será vuestra belleza,
porque la naturaleza
es instrumento del cielo.
DORISTA
665
Que no sabéis quién soy.
ARNALDO
Creo
que acierto en lo que he pensado,
pues otra causa no ha dado
esperanza a mi deseo.
DORISTA
¿No sabéis quién vive aquí?
ARNALDO
670
No señora, que ya os digo,
que acaso, y sólo conmigo
alcé los ojos, y os vi.
DORISTA
Pues quiero os decir quién soy
para que dejéis la empresa.
ARNALDO
675
Si sois casada, me pesa;
si libre, palabra os doy
que si el Príncipe de Hungría
me fuera el competidor,
no me quitara el amor,
680
aunque la vida podría.
DORISTA
Pues sabed que suya soy.
ARNALDO
¿Sois Celia, a quien ama tanto?
DORISTA
La misma.
ARNALDO
¿De qué me espanto?
¡Oh cómo culpa le doy
685
de no se querer casar!
Aunque al fin lo habrá de hacer
quien tiene tanto poder
que se lo puede mandar;
pero sea como fuere,
690
yo os tengo de amar.
DORISTA
No haréis
que al dueño respetaréis,
que os he dicho que me quiere.
ARNALDO
¿Sabéis quién soy?
DORISTA
Bien sospecho
que sois hombre principal.
ARNALDO
695
En sangre le soy igual,
y en todo el valor del pecho.
DORISTA
Como estoy tan encerrada
sé muy poco de la Corte.
ARNALDO
No hay cosa que más importe
700
para vivir estimada,
y por esta lo sois tanto,
que hasta el Rey lo sabe ya,
pues nadie en Palacio está,
cosa que me causa espanto,
705
que os haya visto jamás,
si no soy yo.
DORISTA
Estoy cansada
de vivir tan encerrada,
y no pienso estarlo más,
que no se puede vender
710
la libertad por el oro,
y por guardar el decoro
con que debo agradecer
al Príncipe tanto amor,
agora os pido que os vais,
715
pues del que vos me mostráis
será obligación mayor,
que de noche os hablaré,
si con secreto venís.
ARNALDO
Haré cuanto me decís,
720
y tan secreto vendré,
que aun yo no sepa de mí,
desto la palabra os doy,
ni es mucho si en vos estoy,
y no en mí después que os vi.
DORISTA
725
Duque, adiós.
(Vase.)
ARNALDO
El cielo os guarde.
¿Qué te dice?
LUCINDO
Que es mujer,
y que he venido a creer,
que la hace firme el cobarde.
¿Aquesta es la recogida?
ARNALDO
730
Y la que al Príncipe adora,
la que más quiere y más llora,
al menor envite olvida.
¿Esta es Celia? Vive el cielo,
que pienso que me engañó.
LUCINDO
735
Ella es sin duda, que yo
la he visto.
ARNALDO
Engaño recelo.
LUCINDO
Pues ¿cómo si vive aquí,
y esta noche te previene?
ARNALDO
Todo a propósito viene,
740
y mejor sucede ansí,
porque si me favorece,
ha de callar por su honor.
LUCINDO
No tiene a Lisardo amor,
a lo menos lo parece.
ARNALDO
745
Nace de ser muy amadas
sin duda el dejar de amar,
o las debe de cansar
que las tengan encerradas.
(Vanse.)
(Sale CELIA en hábito de labradora, con VELISA; FELICIANO de labrador, fingiéndose su marido.)
CELIA
¿Está todo acomodado?
VELISA
750
Todo está como deseas.
FELICIANO
¿Qué te dicen las aldeas,
el bosque, el monte y el prado?
CELIA
Todo me parece bien,
si el Príncipe mi señor
755
me asegura de su amor,
ya que mis ojos le ven.
Que si vive descuidado
de que estoy sin él aquí,
serán muerte para mí
760
el bosque, el monte y el prado.
VELISA
¿Qué hará Dorista en la Corte?
FELICIANO
Fingir.
CELIA
¿Y sabralo hacer?
VELISA
Dice Fabio que es mujer.
CELIA
De ser maldiciente acorte,
765
que la que sabe querer
puede enseñar a tratar
verdad.
FELICIANO
Quiérote culpar,
pues finges ser mi mujer.
CELIA
Eso no es hacer engaño,
770
sino defender mi vida
de un rey.
FELICIANO
Ya está conocida
tu verdad.
CELIA
Temo mi daño.
Parte luego, Feliciano,
a acomodar esa gente.
FELICIANO
775
Voy.
(Vase.)
VELISA
Que el Rey tu agravio intente.
CELIA
Contra amor, se cansa en vano.
Es amor la fortaleza
mayor del alma, es amor
del poder competidor,
780
sin temer mortal grandeza,
es amor, aunque es pasión,
como una cuarta potencia
que le pone en resistencia
del alma y de la razón.
(Sale el REY con un venablo.)
REY
785
Qué deleitoso ejercicio
es la caza, pero cansa
tal vez el mayor deleite,
siga mi gente la caza
que este prado me convida,
790
y esta fuentecilla clara
traidora a su misma arena,
pues descubre lo que guarda,
a gozar del aire un poco;
¡ah, qué graciosas villanas!
795
Parece que son las flores
que este verde prado esmaltan.
¡Ah zagales!
CELIA
¡Ay de mí!
REY
¿Qué temes? Escucha, para,
no vengo a matarte yo,
800
fieras buscan estas armas,
no bellezas, no hermosuras.
CELIA
A la fe que estoy turbada,
que a poco, señor, que el Cura.
REY
Sosiega, ¡qué hermosa cara!
805
¡Qué buen talle, aseo y brío!
CELIA
Yo le dije dos palabras,
él me dijo.
REY
No te turbes,
¿qué dices?
CELIA
Que soy casada,
y me reñirán, señor,
810
si me pecilgan y hablan.
Tengo un marido más hosco
que un novillo.
REY
Espera, aguarda
que cuando sepa quién soy
él me llevará a su casa.
CELIA
815
Aunque huérades el Rey
presumo que no os llevara,
si bien en vos aseguran
la autoridad y las canas.
REY
De esas nunca lo estés mucho,
820
que en edades no muy largas
sólo está la diferencia
en trocar el oro en plata.
CELIA
También oí yo decir
a mi padre, que Dios haya,
825
que había rocines blancos
que les venía de casta,
y así será su merced.
REY
No he visto mejor villana.
¿Hay gracia, hay donaire, y brío
830
como el que tiene? ¿Qué dama
puede igualarla en la Corte?
(Salen el PRÍNCIPE, de caza y FABIO.)
LISARDO
¿Es Celia?
FABIO
Sí.
LISARDO
¿Con quién habla?
FABIO
Con tu padre.
LISARDO
¿Con mi padre?
FABIO
¿Qué dudas?
LISARDO
¡Ay tal desgracia!
FABIO
835
¿Por qué, si no la conoce?
LISARDO
¿Qué haré para que se vaya?
FABIO
Llegar de golpe.
LISARDO
Señor,
por mi vida que me agrada
la caza.
REY
Tiene estos lances
840
nunca accidentes le faltan,
pienso que has de entretenerte
entre tantas cosas varias
como suceden en ella.
No sé, ¿cómo no te cansas
845
de esa tu Celia enfadosa?
LISARDO
¿Agora de eso me tratas?
REY
No has querido divertirte
años ha con otras damas,
abrevias la mano al cielo,
850
no quieres creer que basta
a hacer otras hermosuras;
pues mira tú si te engañas,
que en un monte, en una aldea
hay esta belleza, y gracia;
855
vuelve labradora el rostro,
¿viste belleza más rara?
Pues si esto se cría en un monte
entre sabinas, y hayas,
¿qué hallarás en una Corte?
LISARDO
860
Señor, en mucho te engañas,
que no son mis desatinos
tantos como me levantan,
que te obligan a creerlos
con sus fingidas palabras.
REY
865
Pues siendo como tú dices,
¿por qué causa no te casas?
¿Qué hechizos te ha dado Celia
que así te abrasan el alma?
Pondré los ojos, la vida
870
que con mil leguas no iguala
a esta humilde labradora.
LISARDO
Quisiera poder mostrarla,
y que la hablaras, señor,
que si la vieras, y hablaras
875
yo sé.
REY
¿Qué puedo saber
que en tanto engaño te valga?
Que seré Celia Medea,
o Circe, que así te encanta,
amor tratado será,
880
no méritos.
LISARDO
Cuando faltan
méritos en el sujeto,
¿cuál es el hombre que ama?
REY
Yo sé que tus desatinos
no nacieron de esa causa,
885
que el amor que más se hechiza
es aquel que más se trata.
CELIA
¿Que su merced era el Rey?
Cierto que no lo pensara,
¿los reyes riñen los hijos?
REY
890
¿De qué te espantas, serrana?
CELIA
Eso toca a sus maestros,
¿no tienen ayos?
REY
Repara
que en esta edad no hay maestros.
CELIA
A la fe que en la crianza
895
de los reyes está en cifra,
cuanto después se dilata.
Bien sabéis, reñilde bien,
porque deje en hora mala
esa Celia, o Celestina.
900
Mas porque vienen mis cabras,
quedad, señor, en buen hora,
que también de su labranza
viene a cenar mi marido,
y si un instante le falta
905
esto que llamamos olla,
habrá en su lugar estaca.
(Vanse CELIA y VELISA. Y sale ALBANO.)
ALBANO
Ha de volver a la Corte
vuesa Majestad.
REY
Advierte.
ALBANO
¿Señor, qué mandas?
REY
¡Qué suerte!
910
Plega a los cielos que importe.
Divierto, Albano, el amor
que a Celia tiene Lisardo,
que ya le encierro, y le guardo
lleno de pena y temor.
915
Quiero ver si vuelve a vella.
¿Puedo esta noche pasar
en este pobre lugar?
ALBANO
Ya sale del sol la estrella,
y es tarde para tu gente,
920
no sé cómo han de alojarse.
REY
¿No podrán acomodarse?
ALBANO
Sí podrán difícilmente.
Para vuestra Majestad
es el castillo estremado.
REY
925
Lisardo me da cuidado.
LISARDO
¿Qué es aquesto?
FABIO
Novedad.
ALBANO
En el castillo también
se puede alojar, señor,
porque sólo un labrador
930
le vive.
FABIO
¿Entiéndeslo bien?
LISARDO
Y tan bien, que estoy sin mí.
REY
Llama en el castillo.
ALBANO
A gente.
(Sale FELICIANO con su hábito de labrador.)
FELICIANO
¿Quién llama tan huertemente?
ALBANO
Mira que el Rey está aquí.
FELICIANO
935
Deme vuestra Señoría
los pies.
REY
Levanta.
FELICIANO
Señor,
en casa de un labrador,
notable ventura mía.
REY
¿Cuyo es aqueste castillo?
FELICIANO
940
Vuestro, señor, y olvidado.
ALBANO
¿Eres tú su Alcaide?
FELICIANO
Soy
un labrador que estos campos
en arrendamiento tiene,
que por estar derribado
945
ya no vive Alcaide en él.
REY
¿Era tu mujer acaso
la labradora que aquí
habló conmigo?
FELICIANO
Los diablos
me casaron con mujer
950
tan bachillera.
REY
Entretanto
que aperciben de cenar
di que me vea en mi cuarto.
(Vanse el REY y ALBANO.)
LISARDO
¿Que es aquesto?
FELICIANO
No lo sé,
pésame que hayas llegado
955
a tal desdicha, que el Rey
se aloje con sus criados
a donde has traído a Celia.
LISARDO
¿Quién lo hubiera imaginado,
quién hubiera prevenido
960
tal desdicha, Feliciano?
Aquí la habló, y esta noche
quiere con todos sus años
que le venga a entretener,
y a mí me dice, que el trato
965
me ha enamorado de Celia,
y el de verla enamorado,
no repara en que me riñe.
FELICIANO
Señor, vamos al reparo,
ninguno a Celia conoce,
970
no la escondas, que el engaño
podría ser tu remedio.
LISARDO
¿Mi remedio?
FELICIANO
Y está claro,
pues cuanto más le agradare,
tanto estarás disculpado.
LISARDO
975
Llama a Celia.
FELICIANO
Aquí está Celia.
(Sale CELIA.)
CELIA
Señor, ¿qué es lo que intentamos,
que así nos sale a los ojos?
LISARDO
Mi bien, por hacer reparos
a las flechas de tus ojos,
980
a las armas de tus manos,
mi padre quiere apartarme
de la Corte, y fue juntarnos,
pues tan junto a su aposento
tendremos el nuestro entrambos,
985
que oirá nuestros amores
si no los decimos paso.
No temas, háblale bien,
que si te quiere, está llano
nuestro remedio.
CELIA
Sí haré,
990
que bien sé que el cielo santo
permite que yo le agrade,
porque vea el desengaño
de lo que piensa de mí.
LISARDO
Yo sé que le han informado
995
mal de tus merecimientos;
¿mas que mayor desengaño?
Vete mi bien, no nos vea.
CELIA
Dame primero tus brazos,
por buen agüero del bien