Vencedores y vencidos, o cómo el arte relata la violencia (y violenta)
De interés general

Vencedores y vencidos, o cómo el arte relata la violencia (y violenta)

 

 

08/08/2014 Fuente revistaenie. Una muestra de arte argentino curada por Ana María Battistozzi. Son 50 obras de cinco décadas. Entre los artistas, Antonio Seguí, Alfredo Prior, Guillermo Kuitka y León Ferrari.

 

Es imposible no acercarse a las dos fotografías en blanco y negro que destacan en una de las paredes de la sala: son autorretratos del artista Oscar Bony. En uno de ellos, la palabra inocente está escrita en su frente. En el otro, en el mismo lugar, se lee culpable. Justo sobre el pecho de Bony, agujeros de bala que el autor disparó con su propio arma, violentan el vidrio que enmarca las imágenes. “La violencia, en este caso, está en el modo de producción de la obra”, explica la historiadora del Arte Ana María Battistozzi. Ella es la curadora de la muestra que bajo el rótulo Los vencedores y los vencidos. Marcas de la violencia en la colección del Museo, que se puede ver en el Museo de Arte Moderno.

 

Cuando se le pregunta por los motivos que la llevaron a organizar esta muestra, que reflexiona sobre la violencia tomando el arte como caja de resonancia, explica que lo primero es la percepción de la creciente violencia tanto a escala local como a nivel global, y explica: “me pareció que se podía hacer una buena lectura a través de la producción artística de las últimas cinco décadas”. Un video a la entrada, nos recuerda que esta década no es menor lo que a hechos violentos se refiere. En el video, unos chicos juegan pero el juego se torna pronto en violencia porque sí.

 

El título de la muestra alude a la frase que, en 1955, el primer dictador que presidió la Junta Militar tras la autoproclamada “Revolución Libertadora” usaba como consigna “conciliadora”: “Ni vencedores, ni vencidos”. Y señala la obra “Figuras”, de Felipe Noé: un cuadro que participa de la serie llamada Federal, que el autor hizo en 196 1 y en el que, como explica la curadora “destruye la figura humana a partir de la materialidad pictórica”.

 

Justo al lado, la acongojante escultura de Norberto Gómez, “Crucifixión”, de 1982. Una especie de esqueleto informe que se retuerce atado a una cruz. “En los 80 la gente comenzó a tener consciencia de lo que había sucedido en los 70, durante la dictadura, y salieron a la luz cosas tremendas”, dice Battistozzi, “Es verdad la violencia se puede adueñar de una sociedad, pero también lo es que el arte no puede permanecer ajeno a ello”.

 

En la sala, se suceden esculturas, pinturas e instalaciones sobrecogedoras. “Prohibido violar”, dice el cartel que sostiene la joven protagonista de la obra fotográfica de Ananké Asseff. Frente a ella, dos fotos pertenecientes a la serie “La Ausencia”, de Santiago Porter, que remite al atentado a la sede de la AMIA y desde la que nos interpelan dos grandes imágenes: una es la mamá de Santiago Barreiros, el nene de cinco años que murió mientras paseaba con ella de la mano frente al edificio en el momento de la explosión. La otra fotografía es del balón con el que jugaba.

 

Toda una pared para la pieza de Graciela Sacco, perteneciente a su serie “Sombras del Sur y del Norte”. Se trata de una instalación fotográfica sobre acrílico en la que vemos una de las manifestaciones ocurridas en el país en 2001, “pero que podría ser ubicada en cualquier década”, añade la curadora. Y señala después una oscura escultura. Es “El parto”, de Alberto Heredia, que nos habla del horror de los nacimientos en las cárceles. Es de 1982. Y el infaltableLeon Ferrari, cuya obra “Cucarachas” habla de un sistema corrupto y decadente que se cae. Más allá está la obra de Antonio Seguí, que con estética de cómic mezcla esvásticas y cuerpos mutilados. Y el enorme dibujo sobre papel “Kremlin y Castigo”, en el que Guillermo Kuitca y Alfredo Prior, que supone una mirada paródica a la épica militante de los 70. “Si alguien hiciera hoy esto, sería juzgado por antipatria”, dice Battistozzi.

 

“El arte no puede cambiar la realidad, pero como toda forma que alienta un pensamiento crítico puede contribuir, sostiene la curadora.