“LA ANTROPOLOGÍA COMO LA ARQUEOLOGÍA INTENTAN RECONSTRUIR LA HISTORIA DEL HOMBRE EN LA TIERRA”
Bienes arqueológicos, paleontológicos

“LA ANTROPOLOGÍA COMO LA ARQUEOLOGÍA INTENTAN RECONSTRUIR LA HISTORIA DEL HOMBRE EN LA TIERRA”

 

 

06/07/2013 Fuente diarioelargentino. Los antropólogos y los arqueólogos son los que estudian al ser humano como parte de una sociedad.

 

Sirve para comprender la evolución como especie, los diferentes modos de vida de los pueblos, sus estructuras sociales y para algunos hasta captar las diversas expresiones culturales, artísticas y lingüísticas.

 

 

De manera más sintética, se puede decir que es la ciencia que se encarga de estudiar el origen y desarrollo de toda la variabilidad humana. Este saber, esta ciencia permite también comprender los comportamientos sociales del hombre a través de las coordenadas del tiempo y el espacio. Es decir, involucra el proceso biosocial de la propia existencia de la especie humana. Es una ciencia que permite un acceso a la memoria más allá de los documentos históricos.

 

 

 No se trata solamente excavar, sino la de saber leer bajo la tierra y saber leer en el laboratorio.

 

 

Juan Carlos Castro es arqueólogo y está trabajando para terminar su tesis de doctorado, pero también de alguna manera completar la obra de don Manuel Almeida. Los otros datos que lo referencian es que su trabajo permitió confirmar la datación de los restos humanos más antiguos, un aporte que vincula el hallazgo que hizo don Manuel Almeida y que ahora pone luz donde antes había misterio. Se trata de una mujer de 2.050 años y que es la más antigua que se ha registrado en Entre Ríos.

 

 

Juan Carlos Castro dialogó en la mañana del jueves con EL ARGENTINO en el Museo Almeida. Todo el diálogo giró en torno a esta profesión que permite traer elementos del pasado al presente. En todo caso, el vínculo indestructible del hombre con su tiempo y su espacio.

 

 

Castro repasa sus recuerdos de infancia y la forma en que conoció a don Almeida cuando siendo escolar visitó el Museo y lo inclinó hacia la ciencia.

 Instrumentos de medición, un calibre y una lupa es lo que prevalece en su escritorio. También anotaciones que inspirará otras indagaciones. Se ensilla el mate, e invita a preguntar. El diálogo discurre por los comienzos y los nuevos horizontes. El pasado, el presente, el mañana, el valorizar a los pueblos y a sus culturas, son siempre debates que inspirarán nuevas reflexiones. De eso se trata este diálogo que propone EL ARGENTINO. Acaso un umbral, un punto de partida para transitar los pensamientos que permitirán comprender mejor el contexto actual y que no es un final sino un comienzo.

 

 -Denos algunas referencias suyas.

 

 -Me llamo Juan Carlos Castro y nací el 1° de marzo de 1980 en Gualeguaychú. Soy el menor de cuatro hermanos. Actualmente estoy realizando un doctorado y la tesis se llama “Arqueología en la cuenca inferior del Río Uruguay, provincia de Entre Ríos”, lo que acota territorialmente el estudio.

 

 -¿Dónde cursó sus primeros estudios?

 

 

 -La primaria la realicé en la Escuela N° 35 “República de Chile”. La secundaria la cursé en la Escuela Normal “Olegario Víctor Andrade” (Enova). Fue en los dos últimos años de la secundaria que tenía claras inclinaciones para la música y para la arqueología. Lo que sabía era que tenía que seguir estudiando, porque ya valoraba el esfuerzo de mis padres para que nuestra opción fuera el estudio. Egresé de la secundaria en 1999, donde ya se vivía un contexto económico muy desfavorable para la mayoría de las familias. Fueron años muy difíciles, por eso insisto con valorar el esfuerzo de los viejos. Pero, bueno, el asunto es que me voy a La Plata a estudiar antropología. En los dos últimos años uno elige la especialización que puede ser antropología social, antropología biológica o arqueología. A mí particularmente me gustaba todo, me incliné por la arqueología.

 

 -¿Conocía la obra de don Manuel Almeida?

 

 

 -No en la magnitud que la puedo valorar en la actualidad. Incluso a medida que pasa el tiempo más valoro la obra de don Manuel. Tengo un recuerdo bastante nítido cuando en la primaria visitamos el Museo de don Manuel que en ese entonces funcionaba todavía donde actualmente está la Casa de la Cultura. Tengo una imagen nítida y muy grata de don Manuel parado frente a unas bandejas que tenían materiales de puntas de flechas, que me fascinaron. Así me acerco a la ciencia.

 

 -¿Cuándo se recibe de antropólogo?

 

-A mediados de 2007. Para trabajar en esto hay que vincularse a dependencias del Estado o a grandes empresas para analizar impactos de diversas índoles. Esto ocurre en casi todos los países y por suerte en América Latina el Estado apoya bastante.

 

 -¿Se acuerda de su primer trabajo de campo?

 

-Sí, esas experiencias no se olvidan nunca. Fue en el Chaco, en el año 2004. Era estudiante. Fuimos a escavar sobre el río Paraguay-Paraná. Cuando se es estudiante, las primeras experiencias se hacen yendo a estas excavaciones. Hay técnicas, metodologías precisas para hacer esas excavaciones. Una vez seleccionado el sitio, se cuadricula y cada cinco centímetros de tierra, cada nivel tiene su codificación y cada pieza es registrada tridimensionalmente mediante una estación total que incluye planillas, dibujos y fotografías. Somos conscientes que cuando excavamos estamos destruyendo.

 

 -Don Manuel Almeida decía que la tierra era como un gran libro. Y cuando se hacía una excavación se rompía, literalmente, una de sus páginas. Por eso había que ser muy cuidadosos para transcribir eso que se está destruyendo…

 

 

-Es una acertada visión. La idea es registrar todas las variables y las relaciones de contexto con los objetos que uno está encontrando. Una vez que se levanta una pieza, que se la codifica y se la resguarda en una bolsa y se la envía al laboratorio hay que tener en cuenta la relación espacial de esos objetos.

 

 -Si un indio viene al cementerio de Gualeguaychú y excava una tumba, es un sacrilegio y un delito penado por la ley. Pero si va un antropólogo o un arqueólogo y excava un cementerio indígena, eso es ciencia.

 

 

 -Es una relación de injusticia. En mi caso particular, trabajo en lugares que ya no están poblados. Y aún así debemos honrar a esas poblaciones con una actitud de respeto. La diferencia con un profanador es que se genera una información, un saber para revalorizar a esas mismas poblaciones.

 

 -Es extraño que un lugar con tantos yacimientos no tenga arqueólogos…

 

 

-Eso ocurre en toda la provincia. La Patagonia, por ejemplo, tiene una historia de investigación mucha más intensa que el Noreste. La Patagonia, la región Pampeana y el Noroeste son tres focos donde el desarrollo ha sido más intenso no sólo en arqueología y en antropología sino también en paleontología.

 

 -¿Existe en la provincia un lugar similar al desarrollado por don Manuel Almeida?

 

 

 -No, en la magnitud que conocemos el Museo. Pueden existir esfuerzos individuales en distintas localidades y que si bien son colecciones valiosas, no tienen la dimensión de la obra, de la tarea y del registro que realizó don Manuel Almeida.

 

 -¿Qué le aporta la antropología y la arqueología a la vida cotidiana?

 

 

 -Tanto la antropología como la arqueología intentan reconstruir la historia del hombre en la tierra. Gracias a la arqueología se conoce casi el 99 por ciento de la historia de la humanidad. Por otro lado, la antropología es una ciencia que permite revalidar las conductas actuales de la humanidad. Y en muchos casos la antropología hasta puede contradecir los documentos históricos.

 

 -¿Por qué los puede contradecir?

 

 

 -Porque esos documentos fueron escritos por alguien que pudo tener o no determinada intencionalidad, lo hace en un contexto político, social y cultural y con un grado de saber que puede ser limitado o no, dejando cuestiones de lado con o sin intención. Por eso la antropología puede abordar esas partes que no están necesariamente registradas en un documento. Muchas veces la arqueología y la antropología iluminan la vida de aquellos que fueron ignorados por los cronistas.

 

 -Se constató que una mujer hacía 2.050 años habitaba esta zona. ¿Qué le provocó constatar semejante hallazgo que había realizado don Manuel Almeida?

 

 

-Si bien se sabía que la zona estaba poblada antes de la llegada de los europeos e incluso se tenían algunos registros datados en mil años, este rango de 2.050 años ensancha las perspectivas. Esta medición es irrevocable. Insisto, se tenían dataciones de mil años aproximadamente, pero nunca pensamos que se iba a extender en poco más del doble. Y quiero aclarar que es una sola datación, que es necesario hacer otras pruebas, aunque es una aproximación que ya es irrevocable.

 

 -¿Puede aclarar ese concepto?

 

 

 -En principio y esto es importante es un dato irrevocable. Pero si queremos obtener más información es necesario realizar otros estudios. Ahora tenemos una gran ventaja, porque sabemos dónde pararnos en el tiempo. Por ejemplo en los cerros de Uruguay hay constataciones de hasta cuatro mil años, pero esta de 2.050 años es la más antigua que se encontró para el territorio de Entre Ríos siempre hablando sobre restos humanos. Hay dataciones más antiguas de 2.300 años hasta el presente pero son sobre moluscos y muestras de cérvidos. De restos humanos esta que encontró en su momento don Manuel Almeida es la más antigua para la provincia. Es un gran hallazgo y tiene una gran importancia para la ciencia.

 

 -Qué elementos tuvieron en cuenta para determinar que era una mujer y encima que era adulta.

 

 

 -La determinación en restos humanos para saber el sexo se sabe por el cráneo y la pelvis. La pelvis femenina está adaptada para el parto y morfológicamente es diferente a la del varón. En el caso específico de esta mujer lo hicimos a partir del cráneo. Y luego hay una conjugación de elementos para determinar sexo y edad. Por ejemplo, si son infantes o sub adultos es muy difícil guiarse por la pelvis, dado que esa persona todavía no dio a luz. En el caso de sub adultos sirve mucho los parámetros de la dentición. Y en este caso, teníamos el cráneo.

 

 -¿La excavación es la parte fundamental en la arqueología?

 

 

 -Es un primer paso importante, pero no el único ni el más determinante. Una excavación puede demandar quince o veinte días y el trabajo en el laboratorio puede llevar años. Cada equipo de material tiene sus particularidades, porque no es lo mismo analizar cerámicas que artefactos de piedras o restos humanos o de fauna.

 

 -¿En algún momento se exhibirá al público los huesos de esta mujer de 2.050 años?

 

 

-No. Los restos humanos no se pueden exhibir más. Está prohibido por ley y la razón es que esa persona es sujeto de derecho, no objeto de exhibición. Tiene que ver con el respeto hacia el semejante. No importa la cantidad de años que tiene, su exhibición está prohibida por una cuestión de respeto hacia el semejante. Si bien aporta información que para todos es relevante, los restos humanos tienen una condición sagrada y así debe ser.