ÁLVAR NUÑEZ CABEZA DE VACA
Biografía

ÁLVAR NUÑEZ CABEZA DE VACA. DE INTERÉS GENERAL

 

 

Fuente Wikipedia. Álvar Núñez Cabeza de Vaca (Jerez de la Frontera, 1488/1490 - Sevilla, 1557/1558). Carlos I le otorgó el título de Adelantado y le nombró capitán general del Río de la Plata, Paranáguazu y sus anexos. Descubridor y conquistador español que exploró toda la costa Sur de Norteamérica desde Florida pasando por Alabama, Misisipi y Luisiana y adentrándose en Texas, Nuevo México, Arizona y en el Norte de México hasta llegar al Golfo de California, territorios que pasaron a anexionarse al Imperio Español dentro del Virreinato de Nueva España. Gobernador del Río de la Plata, fue también nieto de uno de los conquistadores de la isla de Gran Canaria. Fue el primer europeo que describió las cataratas del Iguazú y que exploró el curso del río Paraguay.

 

En España []

 

Nació entre 1488 y 1490 en el seno de una familia hidalga. Aproximadamente en 1512 se alista en las tropas de la Liga Santa de 1511, formada por varios países, entre ellos España, para luchar contra Francia. Dentro de la Liga Santa sirve en las campañas de Italia en las compañías de Bartolomé de Sierra y de Don Alonso de Carvajal. Participa en la Batalla de Rávena y poco después pasa a ser alférez en Gaeta. Posteriormente, como militar luchará en conflictos acaecidos en España. En 1520 luchará en la Guerra de las Comunidades al tiempo que, huérfano de padre y madre, pronto entró al servicio de la Casa de Medina-Sidonia como mensajero. Participó en la Toma de Tordesillas y en la Batalla de Villalar. En 1522 participará en la Batalla del Puente de la Reina, en Navarra.

 

Primer viaje a América []

 

Partió de Sanlúcar de Barrameda el 17 de junio de 1527 como tesorero y alguacil mayor en la expedición que capitaneaba el gobernador Pánfilo de Narváez, que tenía por objetivo la conquista de Florida y la búsqueda de la Fuente de la Eterna Juventud , entre el Río de las Palmas y el Cabo de la Florida. La expedición estaba compuesta por 600 hombres y cinco barcos. En Santo Domingo, 140 marinos abandonaron la expedición y en Cuba murieron 70 hombres en una fuerte tormenta, pero llegaron finalmente a la costa de Florida el martes 12 de abril de 1528. En la bahía de Tampa vieron casas indígenas.

 

 

 

Expedición de Álvar Núñez Cabeza de Vaca en América del Norte.

 

En Aguas Claras, actual Clearwater, los indios les indicaron que el oro se encontraba "más allá", en la Provincia de Apalache, en la parte Norte de Florida. Fueron con sus barcos hasta esa región y los anclaron para seguir a pie, aunque Cabeza de Vaca no estaba de acuerdo, al pensar que era territorio hostil y que no tenían ni raciones ni modo de comunicarse con las tribus que encontraran.

 

Sin embargo, no quiso quedarse a cuidar a los barcos para que nadie pensara que era temor lo que le impedía continuar y que no se comprometiera su honor. La Provincia de Apalache debió ser el nombre antiguo de de Tallahassee, al Norte de Florida, pero el paisaje que se describe parece similar a Everglades, que se encuentra en la parte Sur de la península. Fueron por los pantanos usando balsas y a nado y el caballo de quien se ahogaba servía de comida a los supervivientes.

 

 

En esas zonas pantanosas donde el agua les llegaba hasta el pecho, sufrían ataques de indios con flechas y tenían que combatir con sus arcabuces y ballestas. Los indios apalaches eran altos e iban desnudos y usaban arcos grandes y muy anchos y lanzaban flechas con mucha puntería capaz de herir a los españoles a pesar de sus corazas. En su trayecto, se toparon con más de 20 naciones indígenas. Camino del poblado de Aute sufrieron otro ataque con flechas. Desde la bahía de Tampa, los españoles tuvieron que hacer frente a huracanes y tempestades.

 

Devoraron los caballos que les quedaban y fueron en busca de la costa, llegando a la desembocadura del río San Marcos, actual río St Marks y regresaron a los barcos. Como no tenían cañones, barcos ni materiales improvisaron fraguas con cañones de palo y pieles de ciervos. Posteriormente derritieron los estribos de los caballos, espuelas y materiales metálicos de ballestas e hicieron herramientas.

 

Con esas herramientas cortaron madera e hicieron cinco barcazas, que les sirvieron para navegar por la costa. Siguieron hacia el Este y encontraron una isla con canoas, en las que embarcaron. En sus canoas se sobrevino sobre ellos otro ataque de indios flecheros que hirió a todos los miembros que quedaban de la expedición, incluido el propio Cabeza de Vaca, que fue herido en la cara.

 

 

Navegaron 30 días por la costa hasta llegar a la desembocadura del río del Espíritu Santo, conocido actualmente como río Misisipi. Hoy, no se sabe si esta expedición fue la primera en descubrir la desembocadura del Misisipi o dicho mérito debe atribuirse a Alonso Álvarez de Pineda. Entonces sobrevinieron corrientes y vientos que separaron las embarcaciones y la embarcación de Cabeza de Vaca terminó en la isla de Galveston, que él bautizó como Isla Malhado (isla de la Mala Suerte). En ese momento se encontraron él y su grupo sin Pánfilo de Narváez y abandonados a su suerte.

 

Solamente 15 hombres estaban vivos, pero fueron tratados bien por los indios Carancaguas. Era una tribu que repartía sus pertenencias y que carecía de mandos. Les quisieron hacer físicos y doctores, porque ellos curaban las enfermedades poniendo las manos y soplando y les pidieron que hicieran eso para que ayudaran en algo, pero los españoles se reían de esa costumbre y por eso les quitaban la comida hasta que hicieran lo que les decían. Posteriormente, fueron repartidos como sirvientes de las familias de indios.

 

Los 15 hombres acordaron mandar una expedición de cuatro hombres a Panuco en busca de ayuda, pero la expedición fracasó. Tras 6 años de vida como indígena, aprendiendo la cultura del mimbre, el camuflaje y la guerrilla, además de a conjugar chamanismo con los conocimientos médicos que arrastraba de la cultura europea.

 

Durante algún tiempo Cabeza de Vaca ejerció de mercader entre los indígenas del territorio comarcano a San Antonio y la costa tejana. Llevaba conchas marinas y caracolas a los pueblos del interior cambiándolas por cueros y almagra, esto último lo usaban con frecuencia los indios de la costa para sus pinturas.

 

En Matagorda, cerca de Galveston, Cabeza de Vaca se encontró con algunos de sus antiguos compañeros de expedición; Andrés Dorantes de Carranza, Alonso del Castillo Maldonado y Estebanico y juntos fueron en una nueva travesía.

 

 

 

El Río Bravo

 

Por temor a los aborígenes de la costa y creyendo que en esos territorios del norte encontrarían oro, remontaron el río Bravo, en vez de dirigirse al asentamiento español en el río Pánuco. Durante el viaje hacia el noroeste de México, ejercieron de curanderos mediante la imposición de manos y el rezo de avemarías y padrenuestros en latín. Cuando Cabeza de Vaca extrajo con éxito la punta de una flecha que un indígena tenía clavada cerca del corazón, la fama de curanderos y gente de bien entre las tribus indígenas ya no les abandonó.

 

Se ganaron la voluntad de los nativos e hicieron varias exploraciones en busca de una ruta para regresar a la Nueva España por lo que hoy es el suroeste de Estados Unidos y norte de México. Tras deambular durante largo tiempo por la extensa zona que hoy es la frontera entre México y Estados Unidos llegaron a la zona del río Bravo, siguiendo el curso del río encontraron tribus dedicadas a la caza del bisonte con las que convivieron.

 

Finalmente a orillas del río Petatlán (hoy llamado río Sinaloa), en el pueblo de Bamoa Guasave, restablecieron el contacto con un equipo de exploradores españoles en el año 1536 a pocas leguas de Culiacán, asentamiento español.

 

Durante aquel viaje recogió las primeras observaciones etnográficas sobre las poblaciones indígenas del golfo de México, escribiendo una narración titulada Naufragios, considerada la primera narración histórica sobre los territorios que hoy corresponden a Estados Unidos, fue publicada en 1542 en Zamora y en 1555 en Valladolid, en la cual describe sus vivencias y las de sus tres compañeros quienes atravesaron a pie el suroeste de los actuales Estados Unidos y el norte de México.

 

Siete Ciudades[]

 

Tras este viaje tomó consistencia en América un mito muy similar al de El Dorado, que es el de las Siete Ciudades de Cíbola y Quivira llenas de oro. Los cuatro supervivientes de la exploración hablarán en México, la Nueva España, de que oyeron hablar de ciudades colmadas de oro. El virrey de Nueva España organizó una expedición al mando de Fray Marcos de Niza, que iría acompañada de Estebanico.

 

Durante la marcha de la expedición Estebanico murió asesinado por indígenas, que hicieron huir al resto, y el fraile relató a su regreso que la historia de las ciudades colmadas de oro y joyas era cierta. Entonces se envió una expedición militar para encontrar el lugar pero la búsqueda demostró que la historia era falsa.

 

Segundo viaje a América []

 

 

Monumento en Jerez

 

Cabeza de Vaca regresó a España en 1537 y consiguió que se le otorgara el título de Segundo Adelantado del Río de la Plata. A finales de 1540 inició en Cádiz su segundo viaje que le llevaría al sur del continente americano. Arribó a la isla de Santa Catalina (actual Santa Catarina), en el territorio que entonces era llamado La Vera o Mbiazá y que correspondía a la Gobernación del Paraguay y actualmente es parte del estado brasileño de Santa Catarina.

 

Desde la mencionada isla de Santa Catalina arrancó en un viaje por tierra, a lo largo de casi cinco meses, con el propósito de llegar a la entonces villa y fuerte de Asunción del Paraguay, sede de la gobernación del Río de la Plata. Guiado por indígenas tupís-guaranís cruzó con su expedición por selvas, ríos y montañas.

 

Fue el primer europeo que describió las cataratas del Iguazú: «el río da un salto por unas peñas abajo muy altas, y da el agua en lo bajo de la tierra tan grande golpe que de muy lejos se oye; y la espuma del agua, como cae con tanta fuerza, sube en alto dos lanzas y más». Pronto entró en conflicto con los capitanes y colonos españoles establecidos en Asunción que, alentados por Domingo Martínez de Irala, rechazaban la autoridad del gobernador y sus proyectos de organizar la colonización del territorio olvidándose de perseguir los quiméricos tesoros de los que hablaban los mitos indígenas.

 

 

 

 

Placa recordatoria del descubrimiento de las cataratas del Iguazú

 

Su propósito de erradicar la anarquía y domeñar a los insurgentes provocó que los descontentos se sublevaran en 1544 y enviaran a Cabeza de Vaca a España acusado de abusos de poder en la represión de los disidentes (como el incendio de Asunción en 1543). En realidad, por haber exigido el cumplimiento de las Leyes de Indias, las que protegían al indígena de los abusos de los conquistadores, entre otras medidas poco políticas. El Consejo de Indias le desterró a Orán en 1545. Pena que, quizá, no llegó a cumplir pues Cabeza de Vaca recurrió la sentencia y siguió peleando hasta el final de su vida con el propósito de ver restablecido su honor, ya no su hacienda.

 

Aunque los últimos años de su vida son una incógnita quizá, por los documentos encontrados por algunos historiadores cuyas obras se reflejan en la bibliografía, murió en Sevilla el 27 de Mayo en 1559. Es improbable, como han afirmado otros, que tuviera algún cargo de relevancia en sus últimos años. Aunque no consta, pudo haber tomado los hábitos y acabar sus días entre el silencio de un monasterio.

 

Fuente biografiasyvidas. (Jerez de la Frontera, España, 1507-Sevilla, 1559) Explorador y gobernador de las Indias español. Nació en el seno de una familia ennoblecida en pago de los servicios prestados a la Corona española durante la Reconquista. En 1526 partió en la expedición de Pánfilo de Narváez a Florida, pero resultó ser uno de los pocos supervivientes del trágico naufragio de las embarcaciones.

 

 

 Álvar Núñez Cabeza de Vaca

 

Durante los ocho años siguientes se dedicó a recorrer la parte meridional de Estados Unidos y México. En 1537 regresó a España, donde obtuvo el cargo de gobernador del Río de la Plata, en la actual Argentina, hacia donde se dirigió en 1541. Desembarcó en Brasil y un año más tarde llegó a Asunción, desde donde intentó repoblar Buenos Aires y envió dos infructuosas expediciones al Chaco.

 

Sin embargo, su sistema de gobierno, excesivamente personalista y favorable a los indios, provocó en 1543 un alzamiento, a raíz del cual fue hecho prisionero y enviado a España, donde fue juzgado y desterrado a Orán durante ocho años hasta que Felipe II le indultó en 1553. Fue nombrado miembro del Tribunal Supremo en Sevilla. Escribió Naufragios y unos Comentarios.

 

Fuente pendientedemigracion.ucm. Naufragios de Alvar Núñez Cabeza de Vaca es un texto central en los estudios coloniales. Los sucesos narrados en esta fracasada expedición (teniendo en cuenta sus objetivos iniciales) nos permiten apreciar no sólo un cambio en la visión y representación del Nuevo Mundo y sus habitantes, sino también el poder que tiene esa escritura. Es importante destacar que su autor necesitaba justificar el fracaso de esa empresa, es decir, mostrar que, aunque no pudieron llevarse a cabo las tareas encomendadas, se realizó otro tipo de obras que favorecieron al reino. De este modo, Alvar Núñez pudo presentarse, a los ojos del rey, como un buen servidor, ya que, además, su objetivo último era conseguir el favor real para una nueva expedición al Nuevo Mundo. Es esto lo que llevará a Silvia Molloy a hablar de la obra como un “hecho de letras”. “Los Naufragios no son la relación exaltada de una hazaña victoriosa; son, en cambio, la historia de un fracaso cuyo signo negativo busca borrar con la escritura. El propósito no cumplido de la expedición -conquistar y gobernar- es reemplazado positivamente por otro, que es una hazaña retórica: informar y convencer” (Molloy, 1987: 425)

 

Por esto, considero fundamental distinguir la manera en que ese sujeto se va construyendo, puesto que, de acuerdo a su participación en esta expedición y a los distintos actos realizados con el fin de sobrevivir, el modo de construirse en el relato irá variando. La travesía (centro mismo del relato) no es solamente un traslado físico o geográfico; constituye un “traslado de una meta a otra, traslado de una cultura a otra, traslado por fin de un yo a otro yo” (Molloy, 1987: 437)

 

Así, puedo distinguir en la obra cuatro momentos en los que la representación del sujeto va cambiando con relación a distintos aspectos que se van planteando a lo largo del texto: su trato con los demás españoles, aceptación o rechazo hacia el mundo indígena (usos, costumbres, religión, etc.) y el cambio producido en el objetivo de esta travesía (desde objetivos míticos a la preocupación por la supervivencia y la vuelta a tierras cristianas).

 

 

 

Primer momento

 

En este primer momento del relato, el sujeto se encuentra inmerso en un grupo (los cristianos). Desde es posicionamiento, se va construyendo en oposición a otro grupo, el de los indígenas.

 

Para analizar esta primera representación del sujeto, como miembro de un grupo, podemos tomar uno de los puntos de análisis planteados por Tzvetan Todorov. Partimos, entonces, de la configuración del otro “como un grupo social concreto al que nosotros no pertenecemos” (Todorov, 1991: 13), teniendo en cuenta, además, que se trata de un grupo exterior y lejano al de los españoles.

 

En la obra, ya desde el uso pronominal se plantea esta distinción entre las dos sociedades que, desde el punto de vista del sujeto, no poseen ningún rasgo común.

 

“...Otro día los indios de aquel pueblo vinieron á nosotros, y aunque nos hablaron, como nosotros no teniamos lengua, no los entendiamos; mas hacíamos muchas señas y amenazas, y nos paresció que nos decian que nos fuésemos de la tierra; y con esto nos dejaron, sin que nos hiciesen ningun impedimento, y ellos se fueron...” (Naufragios, 14) [1]

 

“...y que sobre todo esto; íbamos mudos y sin lengua, por donde mal nos podiamos entender con los indios, ni saber lo que de la tierra queriamos...” (Naufragios, 17)

 

Vemos en estos ejemplos no sólo el claro posicionamiento del sujeto dentro del grupo conquistador (nosotros / ellos), sino también las diferencias existentes entre estas dos sociedades. Es importante destacar que, al plantear Alvar Núñez la imposibilidad de la comunicación, debido al desconocimiento mutuo de las respectivas lenguas, está admitiendo la total diferenciación entre los dos grupos.

 

Este desencuentro inicial es decisivo, ya que la incapacidad del lenguaje o de la comunicación se traduce en la eliminación de cualquier posibilidad de conocimiento. Esto es claro en el texto; los españoles no sólo no pueden entender la lengua indígena, sino que tampoco pueden hacerlo con relación a otras prácticas culturales, como por ejemplo, el rito fúnebre “...Allí hallamos muchas cajas de mercaderes de Castilla, y en cada una de ellas estaba un cuerpo de hombre muerto, y los cuerpos cubiertos con unos cueros de venados pintados. Al comisario le paresció que esto era especie de idolatría, y quemó las cajas con los cuerpos...” (Naufragios, 16).

 

Es claro, entonces, que, en este primer momento, el sujeto no se construye en su individualidad (con rasgos propios y distintivos), sino a partir de su pertenencia a una sociedad.

 

Este hecho se traduce, también, en el objetivo perseguido por el sujeto, o mejor dicho, por el grupo en general. Como cualquier otra expedición conquistadora (en el marco de la conquista de América), la de Pánfilo de Narváez, se orienta, principalmente, a la búsqueda de oro. “...Por señas preguntamos a los indios de adónde habian habido aquellas cosas; señalaronnos que muy léjos de allí habia una provincia que se decia Apalache, en la cual habia mucho oro, y hacian seña de haber muy gran cantidad de todo lo que nosotros estimamos en algo...” (Naufragios, 16).

 

Alvar Núñez no es ajeno a esto. El sujeto persigue este mismo objetivo. No lo hace porque se trate de un proyecto individual de conquista, sino, justamente, porque en el imaginario de su sociedad la conquista implica un enriquecimiento material.

 

 

 

Segundo momento

 

A partir de las sucesivas dificultades que la expedición debe ir enfrentando se va produciendo una paulatina individualización del sujeto. Si bien continúa actuando dentro del grupo de los conquistadores (en oposición al indígena), se va acentuando su individualidad frente al grupo.

 

El primer paso de este proceso se produce mediante su negativa a seguir el parecer del gobernador de la expedición. Ante la consulta acerca de las medidas a tomar, Alvar Núñez expresa su opinión, que es opuesta a la de los demás consultados “...Yo respondia que me parescia que por ninguna manera debia dejar los navíos sin que primero quedasen en puerto seguro y poblado...y que mi parecer era que debia embarcar e ir á buscar puerto y tierra que fuese mejor para poblar...” (Naufragios, 17).

 

“...El Gobernador siguió su parecer y lo que los otros le aconsejaban...” (Naufragios, 18).

 

Así, el sujeto se opone a la autoridad, recalcando, luego, que, de haber seguido su punto de vista, los resultados de la expedición podrían haber sido diferentes. Esta diferencia de opinión produce que el gobernador intente separar a Alvar Núñez del grupo “...y rogamos al Gobernador que enviase á buscar la mar, por ver si hallaríamos puerto, porque los indios decian que la mar no estaba muy léjos de allí. El nos respondió que no curásemos de hablar en aquello, porque estaba muy léjos de allí; y como yo era el que mas le importunaba, díjome que me fuese yo a descubrirla y que buscase puerto...” (Naufragios, 22). Sin embargo, él se niega. Las razones que alude apuntan a valores propios del grupo al que pertenece, como es el de la honra, es decir que, a pesar de comenzar un proceso de diferenciación, el sujeto todavía se incluye dentro del grupo original.

 

A medida que los problemas se suceden (naufragios, hambre, enfermedades, etc.), el sujeto va a ir alejándose cada vez más de su grupo y acercándose al que consideraba su opuesto, ya que ve que necesita de él para sobrevivir. Por esto, comienza a aparecer una nueva apreciación de las cualidades indígenas “...Era gente grande y bien dispuesta, y no traian flechas ni arcos. Nosotros les fuimos siguiendo hasta sus casas, que estaban cerca de allí á la lengua del agua, y saltamos en tierra, y delante de las casas hallamos muchos cántaros de agua y mucha cantidad de pescado guisado, y el señor de aquellas tierras ofresció todo aquello al Gobernador, y tomándolo consigo, lo llevó a su casa...” (Naufragios, 43).

 

“...Es gente á maravilla bien dispuesta, muy enjutos y de muy grandes fuerzas y ligereza. Los arcos que usan son gruesos como el brazo, de once a doce palmos de largo, que flechan á doscientos pasos con tan gran tiento, que ninguna cosa yerran...” (Naufragios, 32). Es importante destacar el hecho de que al hablar de los indígenas, Alvar Núñez se refiere a ellos como “gente”. Esto pauta una nueva mirada, ya que el indígena deja de ser “el salvaje” para asumir la categoría de persona, compartiendo, de este modo, ciertos rasgos con el sujeto. Este primer paso es el que posibilitará, luego, alcanzar cierto grado de identificación (Todorov).

 

En este punto de la historia se produce una nueva oposición con el gobernador, ya que éste no es capaz de apreciar la ayuda recibida de los indígenas. Además, bajo esta nueva mirada del otro, la reacción indígena es justificada debido al error del gobernador “...Dos horas después que llegamos á Apalache, los indios que de allí habian huido vinieron á nosotros de paz, pidiéndonos á sus mujeres e hijos, y nosotros se los dimos; salvo que el Gobernador detuvo un cacique de ellos consigo, que fué causa por donde ellos fueron escandalizados; y luego otro dia volvieron de guerra...” (Naufragios, 30).

 

Pudimos ver cómo se va dando el paulatino alejamiento del sujeto de su grupo de origen. Pero este movimiento desde un posicionamiento a otro no es casual. Alvar Núñez es consciente de que el Nuevo Mundo no es lo que habían esperado y de que para sobrevivir necesitan la ayuda de los indígenas.

 

El objetivo de la expedición ha cambiado. Ya no se buscan riquezas ni gloria. Este es el momento de sobrevivir. Por esto, el maíz va a ser el nuevo botín ha conseguir y para esto necesitan la guía de los americanos.

 

“...Dijeron que por aquella via, yendo á la mar nueve jornadas, habia un pueblo que llamaban Aute, y los indios de él tenian mucho maíz, y que tenian frisoles y calabazas, y que por estar tan cerca de la mar alcanzaban pescados, y que estos eran amigos suyos...” (Naufragios, 31).

 

Los españoles deben comenzar a tomar ciertas medidas en la búsqueda por sobrevivir. Estas medidas comienzan a alejarlos cada vez más de lo que fueron las representaciones que de ellos mismos tenían. Es la hora de inventar soluciones que puedan ser llevadas a cabo. Así el conquistador pasa a ser un artesano, carpintero, o cualquier otra representación que tenga que ver con un oficio que favorezca la supervivencia.

 

“...Visto esto por el Gobernador, los llamó a todos a á cada uno por sí, pidiendo parescer de tan mala tierra, para poder salir de ella y buscar algun remedio, pues allí no lo habia, estando la tercia parte de la gente con gran efermedad, y cresciendo esto cada hora, que teniamos por cierto todos lo estariamos así; de donde no podia seguir sino la muerte...y vistos estos y otros muchos inconvenientes, y tentados muchos remedios acordamos en uno harto difícil de poner en obra, que era hacer navíos en que nos fuésemos. A todo parescia imposible, porque nosotros no los sabiamos hacer, ni habia herramientas,..., finalmente, ni cosa ninguna de tantas como son menester,..., y considerando todo esto, acordamos de pensar en ello...y como estábamos en tiempo que cualquiera cosa que tuviese alguna sobrehaz de remedio nos parescia, dijimos que se pusiese por obra...” (Naufragios, 36).

 

En este segundo momento, por lo tanto, vemos una nueva representación, tanto del sujeto colectivo (los españoles) como del individual, que se traduce, indefectiblemente, en una nueva mirada del otro. Sin embargo, esta nueva mirada va a ser únicamente desde el punto de vista de Alvar Núñez y no es un cambio radical, ya que el sujeto no ha roto, todavía, los lazos con su grupo de origen.

 

 

 

Tercer momento

 

Después del último naufragio de la expedición vamos a encontrar una nueva representación del sujeto. Aquí, Alvar Núñez rompe definitivamente los lazos que lo ataban al grupo inicial y se acerca a la vida indígena, conociendo sus costumbres y creencias y adoptando muchas de ellas.

 

La ruptura se presenta a partir de dos hechos fundamentales: su ascenso como encargado de la “expedición” o como responsable de la supervivencia de los pocos sobrevivientes a los sucesivos naufragios; y el hecho de haber perdido todo y quedado completamente desnudos.

 

En cuanto al primer punto, muchos autores coinciden en que a partir de una expresión relacionada con la navegación “tomar el leme”, Alvar Núñez rompe no sólo con la autoridad del Gobernador, sino también, que comienza su alejamiento con la sociedad española. Es necesario recordar que, anteriormente, ya se había destruido su relación con Pánfilo de Narváez al negarle éste su ayuda “...Yo, como vi esto, pedíle que, para poderle seguir, me diese un cabo de su barca; y el me respondió que no harian ellos poco si solos aquella noche pudiesen llegar á tierra. Yo le dije que, pues via la poca posibilidad que en nosotros habia para poder seguirle y hacer lo que habia mandado, que me dijese qué era lo que mandaba que yo hiciese. El me respondió que ya no era tiempo de mandar unos á otros; que cada uno hiciese lo que mejor le pareciese que era para salvar la vida...” (Naufragios, 50).

 

“...y cuando vino la noche no quedamos sino el maestre y yo que pudiésemos marear la barca, y á dos horas de la noche el maestre me dijo que yo tuviese cargo de ella, porque él estaba tal, que creía aquella noche morir; y así, yo tomé el leme...” (Naufragios, 51).

 

Es, a partir de este momento que el sujeto asume el mando. Esto se ve claramente en las expresiones que se suceden a partir de allí: mandé, ordené, etc. “...Desque la gente hubo comido, mandé a Lope de Oviedo...” (Naufragios, 53).

 

La desnudez, por otro lado, significa la total destrucción de los lazos iniciales. No sólo porque los equipara a los indígenas (su gran diferenciación era el hecho de que “ellos” andaban desnudos), sino también porque implica el despojamiento de “la cultura”, entendiendo con esta expresión, de la civilización española “...acordamos de tornarnos á embarcar y seguir nuestro camino, y desenterramos la barca de la arena en que estaba metida, y fué menester que nos desnudásemos todos...” (Naufragios, 55). “...Fueron casi seis años el tiempo que yo estuve en esta tierra solo entre ellos y desnudo, como todos andaban...” (Naufragios, 71).

 

Desde esta nueva posición, Alvar Núñez comienza a conocer y aceptar muchas de las costumbres indígenas, e incluso, a adoptarlas. Es importante destacar que, aunque todos los sobrevivientes actúan de manera similar, es el autor quien los llevará a hacerlo. Muchos de sus compañeros recelarán de aceptar la ayuda de los indígenas bajo el pretexto de que se los van a comer. Aquí está presente un elemento del imaginario del conquistador que es el del canibalismo. Con respecto a esto, veremos una nueva inversión de los papeles, ya que los casos de canibalismo narrados en el texto, fueron llevados a cabo por españoles.

 

Un elemento que marca claramente esta nueva postura es la lengua. Recordemos que, en un primer momento, la lengua marcaba la completa separación entre un grupo y otro. Transcurrido el tiempo, Alvar Núñez irá aprendiendo las distintas lenguas, hasta llegar, al final del viaje a saber seis lenguas “...y ansí nos llevaron á sus casas, y á Dorantes y al negro aposentaron en casa de un físico, y á mí y á Castillo en casa de otro. Estos tienen otra lengua y llámanse avares, y son aquellos que solian llevar los arcos á los nuestros e iban á contratar con ellos; y aunque son de otra nación y lengua, entienden la lengua de aquellos con quien antes estábamos...” (Naufragios, 92).

 

“...y ansí, preguntábamos y respondian por señas, como si ellos hablaran nuestra lengua y nosotros la suya; porque, aunque sabiamos seis lenguas, no nos podiamos en todas partes aprovechar de ellas...” (Naufragios, 144)

 

Este hecho es muy significativo, ya que, durante el proceso de conquista y colonización los indígenas fueron obligados a aprender y adoptar la lengua del conquistador. En cambio, en este texto, se da el proceso inverso, y es precisamente esto lo que le posibilitará el acercamiento a distintas prácticas indígenas.

 

Veamos ahora algunos de los rasgos que el autor rescata y su significación con respecto a su nuevo posicionamiento.

 

En cuanto a la alimentación, dice el autor:“...y que para esto era menester que yo me detuviese con ellos seis meses, que era tiempo en que aquellos indios iban a otra tierra á comer tunas. Esta es una fruta que es del tamaño de huevos, y son bermejas y negras y de muy buen gusto...” (Naufragios, 76). “...Su mantenimiento principalmente es raíces de dos ó tres maneras, y buscánlas por toda la tierra; son muy malas, y hinchan los hombres que la comen...Es tanta el hambre que aquellas gentes tienen, que no se pueden pasa sin ellas, y andan dos ó tres leguas buscándolas...” (Naufragios, 83).

 

Estos ejemplos no son sólo un relato desde afuera de los distintos alimentos, sino que fueron los mismos alimentos que él ingirió durante su estadía en América.

 

Otro elemento revelador, con respecto a este punto, es el haber comido los perros. No es tanto el hecho en sí sino la forma de presentarlo en el relato. Alvar Núñez hace una alusión casi temporal al hecho “después de haber comido los perros...”, es decir que lo dice casi como al pasar. Esto es significativo porque a los ojos de los españoles sería imposible, en cambio, para el autor y sus compañeros se volvió parte de su vida como un elemento más.

 

Otro aspecto señalado por el sujeto es la solidaridad presente en el mundo indígena “...y cada uno de ellos me dió una flecha, que es señal de mistad, y por señas nos dijeron que á la mañana volverian y nos traerian de comer, porque entonces no lo tenian...” (Naufragios, 54). “...y nos trajeron mucho pescado y de unas raíces que ellos comen, y son como nueces...” (Naufragios, 55). “...Y á hora de puesto el sol, los indios, creyendo que no nos habiamos ido, nos volvieron á buscar y á traernos de comer...” (Naufragios, 57).

 

Este elemento es importante porque se trata de uno de los ideales cristianos a alcanzar. Al reconocerle este valor, el sujeto está elevándolos, de alguna manera (no total) a su misma condición.

 

Podemos ligar este componente con una imagen totalmente distinta del indígena con relación a la de los conquistadores. Tanto los rasgos solidarios, como los que a continuación se detallan, dotan a los nativos de carácter humano. Recordemos que en la mirada de los conquistadores, los americanos no llegaban a ser humanos (eran salvajes, bestias o productores de materias) (Todorov). En este texto, la mirada cambia y se vuelve más igualadora, aunque no lo es completamente, hecho al que volveremos más adelante.

 

 

“...Es la gente del mundo que mas ama á sus hijos y mejor tratamiento les hacen; y cuando acaesce que á alguno se le muere el hijo, llóranle los padres y los parientes, y todo el pueblo, y el llanto dura un año cumplido...” (Naufragios, 63). “..Y cuando ya están desenojados y sin ira, tórnanse á su pueblo, y de ahí adelante son amigos como si ninguna cosa hobiera pasado entre ellos...” (Naufragios, 108).

 

Otro elemento igualador es la vida sacrificada que llevan. No son sólo los españoles los que sufren penurias y privaciones, sino que éstas son compartidas por todos “...y el día que llegan matan venados y algunas otras cosas que pueden, y gastan toda el agua y leña en guisar de comer y en los fuegos que hacen para defenderse de los mosquitos, y esperan otro dia para tomar algo que lleven por el camino; y cuando parten, tales van de los mosquitos, que paresce que tienen enfermedad de Sant Lazaro; y de esta manera satisfacen su hambre dos ó tres veces al año, á tan grande costa como he dicho; y por haber pasado por ello, puedo afirmar que ningun trabajo que se sufra en el mundo iguala con este...” (Naufragios, 86).

 

Finalmente, encontramos ciertos rasgos que existen en ambas culturas. En este caso, se enuncia su valor, igualándola o incluso superponiéndola a las mismas prácticas realizadas en España. Esto sucede con algunas prácticas medicinales “...un indio me dijo á mí que yo no sabia lo que decia en decir que no aprovecharia nada aquello que él sabia, ca las piedras y otras cosas que se crian por los campos tienen virtud; y que él con una piedra caliente, trayéndola por el estómago, sanaba y quitaba el dolor...” (Naufragios, 65), “...Dan cauterios de fuego, que es cosa entre ellos tenida por muy provechosa, y yo lo he experimentado, y me sucedió bien de ello; y después de esto, soplan aquel lugar que les duele, y con esto creen ellos que se les quita el mal...” (Naufragios, 66); con las formas de comerciar (trueque) “...Así, esto era lo que yo llevaba la tierra adentro; y en cambio y trueco de ello traia cueros y almagra, con que ellos se untan y tiñen las caras y cabellos; pedernales para puntas de flechas;...; y este oficio me estaba a mí bien...” (Naufragios, 71); con las artes de la guerra “...Toda la gente de guerra está cubierta con leña menuda, y hacen sus saeteras, y están tan cubiertos y disimulados, que aunque estén cabe ellos no los ven, y hacen un camino muy angosto y entra hasta medio del monte, y allí hacen en lugar para que duerman las mujeres y niños, y cuando viene la noche encienden lumbres en sus casas para que si lo hobiere espías crean que están e ellas, y antes del alba tornan a encender los mismos fuegos; y si acaso los enemigos vienen á da en las mismas casas, los que están en el foso salen á ellos y hacen desde las trincheras mucho daño, sin que los de fuera los vean ni los puedan hallar...” (Naufragios, 108); con la manera de contar el tiempo “...Toda esta gente no conoscian los tiempos por el sol ni la luna, ni tienen cuenta del mes y año, y mas entienden y saben las diferencias de los tiempos cuando las frutas vienen á madurar, y en tiempo que muere el pescado y el aparescer de las estrellas, en que son muy diestros y ejercitados...” (Naufragios, 102); y con las formas de cazar “...Por aquellos valles donde íbamos, cada uno de ellos llevaba un garrote tan largo como tres palmos, y todos iban en ala; y en saltando una liebre (que por alli habia hartas), cercábanla luego, y caian tantos garrotes sobre ella, que era cosa de maravilla, y de esta manera la hacian andar de unos para otros; que á mi ver era la mas hermosa caza que se podia pensar...” (Naufragios, 130); etc.

 

Estos elementos son importantes porque rescatan muchas cualidades de los indígenas como pueden ser el ingenio, la ciencia, el valor, etc.

 

De todos estos aspectos quiero rescatar uno principalmente: el trueque. La aceptación de la forma de comercio es muy significativa en tanto implica un intercambio igualitario. A diferencia de muchos otros conquistadores, Alvar Núñez, comercia no, saquea; pero, además, este comercio es beneficioso para todas las partes involucradas, no para una sola de ellas. Esto marca, nuevamente, una inversión en la posición del sujeto con respecto al otro (Silvia Spitta).

 

Anteriormente mencioné que, aunque el sujeto admira y hace suyas algunas de las prácticas que antes le eran ajenas, no se produce un fenómeno igualador o de identificación con el otro (Todorov).

 

Esto se ve claramente en el rechazo que todavía tiene el sujeto a ciertas prácticas y en el nuevo objetivo planteado en este punto de la obra: la vuelta a tierra de cristianos.

 

Así, tratará a ciertos indígenas de ladrones, los acusará de maltrato y de supersticiosos: “...Los mas de estos son ladrones, porque aunque entre sí son bien partidos, es volviendo una la cabeza, su hijo mismo ó su padre le toma lo que puede. Mienten muy mucho, y son grandes borrachos, y para esto beben ellos una cierta cosa...” (Naufragios, 84). “...Preguntámosles qué tales estaban los vivos; dijéronnos que muy maltratados, porque los mochachos y otros indios, que entre ellos son muy holgazanes y de mal trato, les daban muchas coces y bofetones y palos, y que esta era la vida que con ellos tenian...” (Naufragios, 72). “...Esto hacen estos por una costumbre que tienen, y es que matan sus mismos por sueños, y á las hijas en nasciendo las dejan comer á perros, y las echan por ahí...” (Naufragios, 82).

 

Un último elemento que merece un análisis detallado es el de la religión. Debemos recordar que durante un largo período de tiempo Alvar Núñez ejerce el oficio de “físico” o de chamán [2]. Con respecto a este punto, el sujeto tiene un doble posicionamiento: de aceptación y de rechazo, conformando, finalmente una síntesis entre los dos.

 

En un primer momento el autor se niega a realizar estas prácticas, pero, ante la amenaza de que iban a quitarle los alimentos y de volver a su condición inaugural (de náufrago), acepta. Así elabora un sistema de curación que aúna prácticas cristianas y prácticas chamánicas “...y lo mejor que pude supliqué á nuestro Señor fuese servido de dar salida á aquel y á todos los otros que de ella tenian necesidad; y después de santiguado y soplado muchas veces, me trajeron su arco y me lo dieron...Esto causó gran admiración y espanto, y en toda la tierra no se hablaba en otra cosa” (Naufragio, 98).

 

“...Aquí me trajeron un hombre, y me dijeron que habia mucho tiempo que le habian herido con una flecha por la espalda derecha...Yo le toqué...y con un cuchillo que tenia, le abrí el pecho hasta aquel lugar...y con gran trabajo en fin la saqué. Era muy larga, y con un hueso de venado, usando mi oficio de medicina, le dí dos puntos; y dados, se me desangraba, y con raspa de un cuero le estanqué la sangre...” (Naufragios, 129).

 

“...Cada uno con la parte que le cabia venian a nosotros para que la soplásemos y santiguásemos, que de otra manera no osaran comer de ella...” (Naufragios, 131).

 

En este último ejemplo vemos cómo una práctica propiamente cristiana, como es la de bendecir los alimentos antes de tomarlos, se ve transformada por la incorporación de una práctica indígena: el soplar.

 

Esta práctica que sintetiza elementos de las dos culturas también es diferenciadora. En el discurso cristiano está ausente la dialéctica entre el bien y el mal, es decir, la capacidad que tiene el chamán tanto de curar como de hacer daño (Silvia Spitta). Alvar Núñez, aprovecha este aspecto del chamanismo olvidándose del mensaje propio del cristianismo “...traian las calabazas horadadas, con piedras dentro, que es la cosa de mayor fiesta, y no las sacan sino á bailar ó para curar, ni las osa nadie tomar sino ellos; y dicen que aquellas calabazas tienen virtud, y que vienen del cielo, porque por aquella tierra no las hay, ni saben dónde las haya, sino que las traen los rios, cuando vienen de avenida. Era tanto el miedo y turbación que estos tenian, que por llegar mas presto a los unos que los otros á tocarnos, nos apretaron tanto, que por poco nos hobieran de matar; y sin dejarnos poner los piés en el suelo nos llevaron á sus casas...” (Naufragios, 119).

 

“...y nos dejaron con aquellos; los cuales, teniendo en la memoria lo que los otros les habian dicho, nos comenzaron á tratar con aquel mismo temor y reverencia que los otros...Y cuando llegamos cerca de las casas, salió toda la gente a recebirnos con mucho placer y fiesta, y entre otras cosas, dos físicos de ellos nos dieron dos calabazas, y de aquí comenzamos á llevar calabazas con nosotros, y añadimos á nuestra autoridad esta cerimonia, que para con ellos es muy grande...” (Naufragios, 127).

 

Esto es significativo en cuanto implica una diferenciación pero en el sentido inverso al planteado en el discurso del conquistador. Alvar Núñez no impone su discurso cristiano sino que toma el chamánico y se vale de él.

 

Finalmente, el último elemento que mantendrá cierto grado de distinción entre el sujeto y los indígenas es su objetivo. Alvar Núñez busca sobrevivir, pero, a partir de su nuevo posicionamiento en las comunidades del Nuevo Mundo, comienza a emprender el retorno a “tierra de cristianos”. A lo largo del texto se irán repitiendo las alusiones a este objetivo y se irán haciendo cada vez más frecuentes a medida que se acerca la consecución del objetivo.

 

 

 

Cuarto Momento

 

En este último momento de la obra, que comienza a partir del ingreso a “tierra de cristianos”, se produce una nueva representación del sujeto.

 

En este punto, el autor se asume como parte del grupo indígena. Si bien la representación del otro es, nuevamente, la de un grupo que se opone a otro exterior, el grupo de pertenencia no es el mismo.

 

El uso del “nosotros” ya no alude a los conquistadores y, el sentimiento de pertenencia, es decir, cuando se habla de “lo nuestro”, ya no alcanza al grupo original. La oposición es ahora: nosotros / los cristianos. “...y traian consigo mas de seiscientas personas, que eran de aquel pueblo que los cristianos habian hecho subir al monte, y andaban escondidos por la tierra, y los que hasta allí con nosotros habian venido...y enviamos luego nuestros mensajeros” (Naufragios, 153). “...y los mensajeros nos dijeron que no habian hallado á los naturales del rio donde habiamos salido, porque los cristianos los habian hecho otra vez huir á los montes...” (Naufragios, 158). “...nos pareció esto muy dificultoso de poner en efecto, porque no traiamos indio ninguno de los nuestros ni de los que nos solian acompañar...” (Naufragios, 158).

 

Esta nueva representación del sujeto va acompañada de una nueva mirada del que, anteriormente, era el otro. En el ejemplo que sigue se plasma en la escritura el momento de reconocimiento y aceptación mutua entre el sujeto y el indígena: “...algo sosegados de nosotros, allegábannos con las manos al rostro y al cuerpo, y después traian ellos sus mismas manos por sus caras y sus cuerpos, y así estuvimos aquella noche...” (Naufragios, 106).

 

Esta nueva mirada va más allá de lo planteado en el punto anterior. Recordemos que ya veíamos cómo Alvar Núñez admiraba ciertos rasgos de los indígenas y llegaba a una identificación parcial con ellos. Aquí, esta identificación se vuelve más profunda, ya que parte del principio de que tanto indígenas como españoles comparten la condición de ser seres humanos “...Dábannos á comer frisoles y calabazas; la manera de cocerlas es tan nueva, que por ser tal, yo la quise aquí poner, para que se vea y se conozca cuán diversos y extraños son los ingenios e industrias de los hombres humanos...” (Naufragios, 139)

 

Otro elemento que pauta el nuevo lugar ocupado por el autor y sus compañeros es la negativa de muchos de ellos a buscar a los cristianos. Su sentido de pertenencia llega a ser tan profundo que evitan, por distintos medios, alcanzar ese objetivo tan deseado en otro momento de la historia: el encuentro con cristianos “...Aquella noche yo rogué á uno de mis compañeros que fuese tras los cristianos, que iban por donde nosotros dejábamos la tierra asegurada, y habia tres dias de camino. A ellos se les hizo de mal esto, excusándose por el cansancio y trabajo...” (Naufragios, 151).

 

Pero el encuentro finalmente ocurre. Este momento de la historia es clave porque allí se van a desarrollar una serie de oposiciones entre el grupo de Alvar Núñez y los demás cristianos. Estas oposiciones van a marcar la no-pertenencia de estos a su grupo de origen, además de la nueva mirada con respecto a los nativos.

 

Estas oposiciones son:

 

—Supervivencia / riqueza

 

“…y vinieron seiscientas personas, que nos trujeron todo el maíz que alcanzaban, y traíanlo en unas ollas tapadas con barro, en que lo habian enterrado y escondido, y nos trujeron todo lo mas que tenian; mas nosotros no quisimos tomar de todo ello sino la comida, y dimos todo lo otro a los cristianos…” (Naufragios, 153)

 

“…y que nosotros no teniamos cobdicia de ninguna cosa, antes todo cuanto nos daban tornábamos luego a dar, y con nada nos quedábamos, y los otros no tenian otro fin sino robar todo cuanto hallaban, y nunca daban nada a nadie…” (Naufragios, 154).

 

Esta oposición, que ya fue tratada, marca la distinción entre los objetivos de la conquista. Mientras el grupo de Alvar Núñez ha aprendido a sobrevivir y sólo busca saciar sus necesidades básicas (como alimentarse), los cristianos buscan hacerse ricos.

 

—Desnudez / vestimenta

 

“...y que nosotros veniamos desnudos y descalzos, y ellos vestidos y en caballos y con lanzas...” (Naufragios, 153).

 

Esta oposición es clave. Recordemos que el hecho de andar desnudos es inaceptable en la cultura española. Es significativo, también, que una vez regresado a la sociedad españoles el autor y sus compañeros tardarán en acostumbrarse a usar ropa y a no dormir en el piso.

 

—Libertar / esclavizar

 

“…Después que hobimos enviado á los indios en paz, y regraciándoles el trabajo que con nosotros habian pasado, los cristianos nos enviaron (debajo de cautela) á un Cebreros, alcalde, y con él otros dos; los cuales nos llevaron por los montes y despoblados, por apartarnos de la conversacion con los indios, y porque no viésemos ni entendiésemos lo que de hecho hicieron; donde paresce cuánto se engañan los pensamientos de los hombres, que nosotros andábamos á les buscar libertad, y cuando pensábamos que la teniamos, sucedió tan al contrario, porque tenian acordado de ir á dar en los indios que enviábamos asegurados y de paz; y ansí como lo pensaron, lo hicieron…” (Naufragios, 156).

 

Esta es una mirada totalmente nueva, no sólo acerca del indígena, sino también acerca del proyecto de conquista y colonización.

 

Esta oposición, conjuntamente con las dos finales (curar / matar, producir / saquear), implican un nuevo proyecto que no está ligado a la esclavitud y a la explotación sino, por el contrario, a una colonización pasiva que es, por consiguiente, más productiva, ya que las condiciones (tanto humanas como materiales) están dadas para que esto sea así.

 

—Curar / matar

 

“...y que nosotros sanábamos los enfermos, y ellos mataban los que estaban sanos...” (Naufragios, 154).

 

—Producir / saquear

 

“...Finalmente, nunca pudo acabar con los indios creer que éramos de los otros cristianos, y con mucho trabajo y importunacion los hecimos volver á sus casas, y les mandamos que se asegurasen, y asentasen sus pueblos, y sembrasen y labrasen la tierra, que de estar despoblada, estaba ya muy llena de monte; la cual sin dubda es la mejor de cuantas en estas Indias hay, y mas fértil y abundosa de mantenimientos, y siembran tres veces al año...” (Naufragios, 155).

 

Son estas oposiciones las que llevarán a distintos autores (como Beatriz Pastor) a plantear la existencia de una fuerte crítica al plan colonizador. Es, además, a partir de aquí, que la autora va a considerar al texto como una bisagra, ya que, si bien está inserto dentro de los discursos narrativos del fracaso, adelanta otros que representarán una fuerte crítica al proyecto de la corona española.

 

A lo largo de este recorrido por Naufragios pudimos ver cómo el recorrido realizado por los protagonistas no es sólo físico o geográfico. Implica, también el traslado de una identidad a otra.

 

A partir de este viaje no sólo se reformula el “yo”, también cambia la visión del otro. Como dice Silvia Spitta: “para poder sobrevivir, los cuatro tienen que cambiar su visión del mundo y adaptarse a condiciones muy diferentes de las que estaban acostumbrados - es decir, tienen que in - corporar, en gran medida, la otredad americana que con tanta facilidad fue descartada y rechazada por los demás conquistadores” (Spitta, 1993:10)

 

Puedo concluir diciendo que el sujeto, en su relación con el otro y con el mundo que lo rodea, se va construyendo de diferentes maneras. A veces lo hace por distinción (yo / los indios, yo / los cristianos) y a veces por asimilación (nosotros). Sin embargo, este proceso culmina en una situación ambivalente del sujeto: no es ya español, pero tampoco es puramente indígena, por lo que podría decir que la consecuencia de estas sucesivas transformaciones del sujeto es la no-pertenencia a ningún grupo.