Las bombas muestran las fisuras de la inteligencia
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Las bombas muestran las fisuras de la inteligencia

 

 

09/09/2014 Fuente lanacion. Los servicios no tienen respuesta para un problema recurrente

 

ANTIAGO, Chile.- Un problema inesperado y complejo se ha cruzado en las prioridades del gobierno de Michelle Bachelet, que nada tiene que ver con su agenda de reformas: el rebrote de los atentados con explosivos en Santiago, atribuidos a grupos antisistema.

 

El primero de los ataques, con el que se inauguró lo que en Chile se conoce como "caso bombas", se produjo en un supermercado en 2005. Desde entonces, con períodos de mayor y menor intensidad, los autores no han dejado de actuar. Sólo hay dos condenados para los 198 ataques. Aunque hasta hoy ningún ataque dejó muertos -salvo el autor de uno de ellos, a quien le estalló su explosivo- el conflicto preocupa a las autoridades.

 

Sólo este año se produjeron 27 ataques. El primero en encender todas las alarmas del gobierno y de la policía se produjo el 13 de julio en una estación del subte de Santiago a una hora en que todavía había pasajeros, algo que nunca antes había sucedido. Una semana después el objetivo era una guardería. El artefacto fue desactivado antes de estallar. El de ayer, el peor desde el retorno de la democracia, confirmó los peores temores.

 

Con este telón de fondo, el ministro del Interior, Rodrigo Peñailillo, participó el mes pasado de una cumbre sobre seguridad en el Senado que duró cerca de 10 horas y en la que intervinieron las principales autoridades del sistema judicial y penal. El gobierno aprovechó la ocasión para anunciar una completa reforma del sistema nacional de inteligencia con la intención de modernizarlo frente a amenazas como el terrorismo, el crimen organizado y el narcotráfico.

 

La preocupación del gobierno por la inteligencia chilena no es casual. El hecho de que en nueve años estos grupos no hayan sido desarticulados refleja la deficiente persecución policial, los problemas que presenta la ley antiterrorista vigente (cuya reformulación estudia un grupo de expertos convocados por Bachelet) y el poco fructífero trabajo de información.

 

A pedido del gobierno, desde el mes pasado también hay designado un fiscal con dedicación exclusiva para investigar la sucesión de ataques. La situación preocupa porque, como no había sucedido hasta la fecha, los ataques en 2014 tienen características distintas: se produjeron en horarios hábiles y en lugares donde habitualmente transita gente. De acuerdo con estadísticas policiales, dadas a conocer por el periódico El Mercurio, de los 198 artefactos instalados desde 2005, un total de 133 llegaron a explotar.

 

Este año registró la tasa más alta de incidentes. La mitad de los atentados fueron reconocidos por 31 grupos anarquistas que, hasta ahora, casi siempre hacen explotar las bombas cerca de la medianoche. Muestran preferencia por determinado tipo de objetivos: bancos, cuarteles, iglesias y supermercados. En 81 de los casos, los grupos usaron extintores y la pólvora negra es el elemento más común. De acuerdo con el mismo informe, de las 11 personas enjuiciadas, sólo una cumple prisión..