Una carta de amor a las artes marciales
De interés general

Una carta de amor a las artes marciales. De interés general

 

 

27/10/2013 Fuente lanacion. Wong Kar-wai habla de El arte de la guerra, que recobra la figura de Ip Man

 

Amor a las trompadas. Así podría llamarse la nueva película de Wong Kar-wai, estrenada con buena repercusión crítica en el último Festival de Berlín (fue exhibida en la función de apertura) y que llegará a las pantallas argentinas el próximo jueves. Pero el nuevo largometraje de este realizador de 55 años nacido en Shanghai y criado en Hong Kong se llama oficialmente  El arte de la guerra  y es otro estilizado ejercicio visual de este singular artista, esta vez dedicado a un arte marcial, el kung fu, y protagonizado por un hombre y una mujer (Tony Leung, actor fetiche del director, y Zhang Ziyi) enredados en un relación frustrada que termina a puro golpe. "La película revive una edad de oro de la historia de las artes marciales. En aquella época hubo muchos individuos que mantuvieron una ética y una exigencia excepcional frente a la adversidad. Y eso es lo que me apasionó", ha dicho Wong Kar-wai sobre esta biografía del profesor Ip Man.

 

Pero es necesario aclarar que  El arte de la guerra  se trata de una biografía sumamente idealizada del profesor de Wing Chun que le dio clases a Bruce Lee. La película está ambientada entre las décadas del 30 y del 50 del siglo pasado y tiene como telón de fondo la violenta invasión japonesa a China de esa época. La pareja protagónica pertenece a dos clanes enfrentados y se encuentra en más de una ocasión para trenzarse en una serie de combates que funcionan como sofisticadas piezas de ballet filmadas por Wong Kar-wai con su habitual pericia.

 

Algunos críticos encontraron similitudes entre esta anómala historia de amor y las que el director ideó para películas muy elogiadas, como  Con ánimo de amar  y  2046  . Sin embargo, el propio Wong rechaza las comparaciones: "El aspecto romántico no es el verdadero tema de esta película -sostiene-. La acción se desarrolla en una época en la que China estaba dividida en dos partes y había una tensión extrema entre el Norte y el Sur. El padre de Gong Er, la protagonista, quería unir esas dos fuerzas antes de morir, con la intención de enfrentar a los japoneses. Pero una serie de divisiones y complots impidieron que se cumpliera ese objetivo. China vivía en ese entonces un momento muy convulsionado de su historia, caía la última dinastía imperial... Y también era la edad de oro de las artes marciales, que es lo que más interesaba reflejar".

 

Para lograr el nivel de excelencia coreográfica que reluce en  El arte de la guerra  , Wong Kar-wai convocó a uno de los más grandes especialistas en el tema, Yuen Woo-ping, el mismo que asesoró a Ang Lee para  El tigre y el dragón  . "Trabajé con él de la misma manera que lo hice con el director de fotografía, Philippe Le Sourd, y con los directores artísticos: les di directivas generales, pero dejé que me propusieran sus propias ideas. Yo quería que esta película abriera un nuevo capítulo en la historia de las artes marciales en el cine. Y para eso exigí que respetáramos los movimientos de cada escuela, que la imagen respirara autenticidad, que ningún especialista pudiera venir a reprocharme nada. Los personajes no vuelan, como en otras películas, porque no pusimos los trucos en primer plano. Nuestros actores estuvieron perfectamente entrenados para poder llevar adelante ellos mismos esas proezas físicas que filmé".

 

Las exigencias a las que fueron sometidos los protagonistas están simbolizadas en los percances que sufrió Tony Leung, viejo compañero de ruta de Wong Kar-wai que se lesionó seriamente en un par de oportunidades durante el largo entrenamiento (casi cuatro años) para la película: "Me fracturé el mismo brazo dos veces -revela el actor-. Pero sólo dejé de entrenar cuando sufrí esas lesiones. Luego de la primera fractura, los médicos me recomendaron que estuviera inactivo seis meses, pero retomé antes y me volví a quebrar. Yo no sabía nada del kung fu, empecé el entrenamiento a los 47 años, así que tenía muy claro que sólo iba a poder llevar a cabo el trabajo si me entrenaba a conciencia. Hice un esfuerzo enorme, pero valió la pena. Me conectó con el espíritu de las artes marciales y también con mi infancia. Yo era fan de Bruce Lee cuando era niño, pero en aquella época sólo practicaban kung fu los policías y los gánsteres. Era importante mostrarles a las generaciones más jóvenes que, en realidad, el kung fu tiene una naturaleza distinta, que sus bases son el entrenamiento, el sentido de la disciplina y el control mental, todas cosas que te pueden ayudar mucho en tu vida cotidiana. Se trata de llegar a un nivel que se acerca al estado zen, de estar en armonía con el adversario, que no es un enemigo. El objetivo no es alcanzar la victoria, sino explorar la posibilidad de abrir su espíritu". Wong Kar-wai coincide plenamente con las apreciaciones del actor: "Bruce Lee fue el máximo héroe de mi infancia. Él estudiaba filosofía y taoísmo, y, para mí, era muy importante resaltar que las artes marciales, además de golpes certeros y mortales, encierran principios, honor y filosofía".

 

Mirar con los ojos del corazón

 

Wong Kar-wai presidió el jurado del último Festival de Berlín, en cuya apertura se proyectó El arte de la guerra en su versión original, más larga que la que el director tuvo que editar para estrenar en los Estados Unidos, que dura 130 minutos y es la que se verá en los cines argentinos.

 

La película fue bien recibida por la crítica, aunque en esa función de apertura el clima no fue del todo cálido, según reveló oportunamente el polémico crítico del diario español El País Carlos Boyero, en una de sus crónicas durante el festival alemán: "Al final de la proyección, creo haber escuchado el tímido conato de aplauso de un par de espectadores [no quiero pensar que pertenecieran a la productora, la distribuidora o el departamento de marketing de la película], pero no ha tenido efecto contagioso. El silencio ha sido glacial e imagino que obedece al desencanto", escribió Boyero. Consciente de que su nueva película puede ser algo trabajosa para un espectador occidental, el propio director de la extraordinaria Felices juntos (filmada en Buenos Aires e inspirada en la literatura de Manuel Puig) aclaró oportunamente a la prensa: "Es bueno recordar una enseñanza que proviene de la cultura china y el budismo: mirar con los ojos permite ver, mirar con el corazón permite apreciar. Mi deseo es que el público reciba a El arte de la guerra con una mirada nueva y no en referencia al resto de mi obra. Con esa mirada nueva, el espectador vivirá una experiencia original y gratificante".