Arte efímero: fuego en el Undermuseo
De interés general

Arte efímero: fuego en el Undermuseo

 

 

05/04/2015 Fuente revistaenie. “Vengo de hacer las compras y justo el día que peor vestida salí hay una concentración en la puerta de mi casa. ¿Qué pasa ahí abajo?”, pregunta, curiosa, la vecina. Y con una bolsa en cada mano, levanta la vista hacia la ventana del segundo piso, donde vive, y luego señala la escalera que conduce a la sala subterránea donde se reúne el consorcio.

 

Coordenadas: Yerbal al 2200, CABA. Dentro del complejo de viviendas conocido como La Mansión de Flores cae la tarde del viernes cuando tras las rejas, en los pasillos comunes del edificio del famoso arquitecto Fermín Bereterbide –el mismo del barrio Los Andes, en Chacarita–, vecinos y artistas comparten la inauguración y cierre de Atanor , una muestra efímera de Sebastián Tedesco que tuvo el privilegio de abrir un curioso espacio de exhibición: el Undermuseo. Al bajar la escalera, unas lenguas de fuego proyectadas caen como cataratas desde las ventanas, acompasadas por el ruido de una fundición con chispas. Un descenso a las catacumbas fabriles, pero acogedor. “Eso pasa con el fuego, es convocante, tiene que ver con la reunión”, analiza Jimena Brescia, curadora del espacio con la colaboración de Luz Delorenzini y Manu Fernández López, todos artistas vecinos de Flores.

 

Más allá del gesto de apropiación de un espacio no convencional, Undermuseo es un proyecto que explora en la sociabilización. “¿Viste que está de moda que los artistas abran sus talleres para exhibiciones? –argumenta Brescia –. Bueno, al revés: nuestra idea es que el espectador vaya abriendo los espacios de su casa para el arte”. Una propuesta que tiene mucho de gestión, porque necesitan crear lazos con los vecinos, aliados internos. “El complejo nació como un lugar popular, con espacios compartidos y hasta tuvo un microcine, ahora cerrado”, relata Brescia. “Buscamos recrear eso”. Y con el mismo gesto de la vecina que llegaba de compras, concede un deseo: que la travesía la lleve al dato exacto de cuál fue el departamento donde vivió, de adolescente, Roberto Arlt. “Hay gente que vive hace mucho tiempo, alguien tiene que saber”.

 

Pero el Undermuseo, que abre los últimos viernes de cada mes con una propuesta diferente (Luis Rodríguez y Grisel Navarro, Dolores Martin y Eduardo Stupía expondrán allí), también tiene una prehistoria muy rica. Y nació justo enfrente, en la galería comercial Le Boulevard. Se llamó Mi Micromuseo y funcionó hasta 2014 en el quiosco mínimo de un familiar en esa micro ciudad que une Yerbal con la Avenida Rivadavia, con varios niveles, tres administraciones diferentes y un local en el centro que durante su auge en los 60 albergó un estanque con cisnes. Mientras duró, recibió cada tres semanas al “pequeño museo que todo artista acumula”, y fue un espacio de reunión. “Invitábamos a los abogados, contadoras de los locales vecinos y siempre llegaba alguien con el Tarot”, cuenta Brescia, que reconoce que los vínculos eran más distantes: la galería es un lugar de tránsito. Pero un día el “kiosquito”ya no estuvo disponible y el proyecto empezó a mutar, hasta cruzar la calle, bajar la escalera y, aunque suene contradictorio, alejarse del búnker de artistas para convertirse en un espacio abierto a la comunidad.

 

Cuando ya es de noche cerrada, un joven se ofrece a salir a buscar más vino al supermercado chino. Las llaves pasan de mano en mano porque más visitantes esperan tras la reja. Tres chicas saludan, bajan enseguida a ver la instalación y vuelven en medio de un debate: si se trata de una obra  site specific o un objeto. La conversación es interrumpida con vehemencia: “¿Dónde podemos pasar al baño: ¡no damos más!?”. Tras una pausa que parece eterna, el alivio: “Pueden pasar a mi casa –ofrece Luz Delorenzini, vecina de La Mansión–, pero vamos a tener que pensar cómo hacemos con el baño para la próxima vez”.

 

 

 

Seminario

La cultura será 2.0 o no será

 

Nació en Shanghai, vive en Nueva York y brilla en Instagram, donde supera los 50.000 seguidores que etiquetan con corazones, repostean y comentan su actividad centrada en el arte, la fotografía y su gato Coco. Tiene una estricta rutina de tres post diarios, excepto cuando viaja, y son excepcionales las selfies en su cuenta @vajiajia. JiaJia Fei (se pronuncia Yaya), además, es directora asociada de Marketing Digital del museo Salomon R. Guggenheim, y una de las invitadas internacionales al seminario Comunicación en instituciones culturales, que el 19 y el 20 de marzo pasado se realizó en la sede de Fundación Proa, organizado por Andrés Herrera y Maia Pérsico, con apoyo de la embajada británica, el programa de Mecenazgo e Itaú Cultural. Para asistir, aplicaron 500 postulantes de los que fueron seleccionados 70, todos vinculados a museos, fundaciones y centros culturales de todo el país que buscan fortalecer su presencia en la conversación 2.0. “La mayoría de nuestros seguidores nunca visitó el edificio ni vive en la ciudad, por eso no podemos publicar sólo la agenda de eventos”, explicó JiaJia, la “Peggy Guggenheim de Internet” según su bio, durante su presentación.

 

La cantidad y calidad de información producida durante las dos jornadas (se puede repasar en Twitter en #seminariocomunicacion) abundó también en variedad: el equipo del Club Cultural Matienzo contó cómo creó una comunidad de intereses fuera y dentro de las redes; Guadalupe Requena, coordinadora de Comunicación del Malba, relató la experiencia un tanto desbordada de Yayoi Kusama que propició su estrategia digital; y a todos abrumó un poco la magnitud de recursos (humanos y económicos) de las galerías Tate, según expuso la propia Tijana Tasich, líder de producción digital de la institución del Reino Unido, que compartió su mirada global y varias estrategias de cómo crean contenidos, por ejemplo, el Museo Rubens de Amberes (con la herramienta interactiva iBeacon), y el Museo del Palacio de Beijing (con una app con representaciones de las dinastías); o la serie de emoticones creados por Cindy Sherman.

 

Durante la última actividad, un taller de redes sociales, JiaJia cerró: “Mi mejor lección aprendida es conectarme con mis colegas del MoMA y otros espacios para hacernos consultas”. Los asistentes anotaban, también, el contacto del compañero de al lado.