La banda de la cocina de droga operaba en ParanĂ¡ y Concordia
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La banda de la cocina de droga operaba en Paraná y Concordia

 

 

18/03/2014 Fuente eldiario. Un gendarme declaró ante el Tribunal Oral Federal de Paraná que había vinculaciones entre los dos integrantes de la organización dedicada a la producción de cocaína en Concordia y quienes fueron condenados por el laboratorio que funcionaba en un campo del acceso norte de la capital provincial. En tanto, Rafael Benítez, uno de los imputados, negó las acusaciones.

 

Una investigación preliminar que estaba realizando Gendarmería Nacional advierte que la organización que administraba la cocina de cocaína que explotó en Concordia tenía vinculaciones con otra que se descubrió unos meses después en un campo del acceso norte de Paraná. El dato fue aportado por un efectivo de la fuerza de seguridad en el juicio contra Rafael Salvador Benítez y Carlos Gabriel Olmos, acusados por los delitos de producción y tenencia de estupefacientes con fines de comercialización.

 

El gendarme explicó que en enero de 2011 se inició “un trabajo de recopilación de información” sobre Benítez para establecer si estaba vinculado con el narcotráfico, pero la investigación quedó trunca a raíz de la explosión de la cocina de cocaína que funcionaba en una casa del centro de Concordia.

 

El 27 de marzo de 2011, alrededor de las 3 de madrugada, una estruendosa explosión sorprendió a los vecinos del centro de Concordia. Ocurrió en una antigua casona ubicada en la esquina de Las Heras y Laprida, donde vivía Mariela Elizabeth Tamay, de 20 años y oriunda de Chajarí, que falleció tres días después producto de las heridas que le dejó la explosión y las quemaduras que afectaban el 85% de su cuerpo.

 

Las pericias demostraron que la explosión se produjo porque en el lugar había productos químicos de los que se utilizaban para la producción de cocaína, que sumado al calor, generaron una conjunción de gases en el aire altamente inflamables. Los investigadores, que llegaron varias horas después del estallido, encontraron restos de polvo blanco en una habitación, muebles carbonizados y varias prendas de ropa de mujer chamuscadas. La explosión fue de tal magnitud que había restos de cocaína en las otras habitaciones de la casa y hasta en la vereda.

 

Ayer, en su declaración ante el Tribunal Oral Federal de Paraná, Benítez lo negó todo: dijo no conocer a la joven Tamay, desmintió a los padres de ésta que lo conocían como su novio, rechazó tener vinculaciones con la droga y aseguró no tener ninguna relación con la casa que explotó. Pero no pudo refutar las declaraciones de los testigos que lo incriminan. Entonces utilizó una muletilla: “No sé por qué lo hacen”.

 

CONEXIONES. El efectivo de Gendarmería Juan Ricardo Isasi explicó que la investigación respecto de Benítez se inició en enero de 2011, dos meses antes de la explosión de la cocina de cocaína, que derivó en la detención del imputado.

 

Si bien no concluyeron las investigaciones, se trazó un cuadro en el que Benítez aparece a la cabeza de la organización en Concordia, aunque por encima suyo estaría José Roberto Sterz, que fue condenado el año pasado a la pena de 10 años de prisión por el resonado caso de la cocina de cocaína del acceso norte de Paraná, en la que también fue condenado Vicente Bioletti, un ex empresario del transporte.

 

De la investigación preliminar surgiría que Benítez se dedicaba a la provisión y comercialización de estupefacientes y Olmos aparece como “distribuidor de químicos” para el estiramiento de la pasta básica. De allí surgen “sospechas de que hubiera una cocina de fabricación o estiramiento (de cocaína), aunque al principio sólo se investigaba a esta banda por comercialización”, explicó Isasi ante el tribunal.

 

Isasi apuntó que “había otras personas relacionadas con Benítez”, entre las que mencionó a Guadalupe y Cristian, los hijos de Sterz, y a Carlos Montiel, un proxeneta condenado en 2012 por trata de personas e imputado por haber amenazado a los integrantes del Tribunal Oral Federal antes de que le dictaran sentencia. También vinculó a la pareja de Montiel, Yolanda Evangelina Gamarra, entre otros. Sin embargo, admitió que “cuando se produjo la explosión, no teníamos toda la información”.

 

El gendarme apuntó que Benítez “se movía en varios autos”, entre los que mencionó el Renault Clío de su esposa y un Fiat Uno, pero que en los seguimientos que se realizaron “nunca se lo vio yendo a trabajar”, sino que “se movía por distintos domicilios de la ciudad”.

 

“Yo no me dedico a vender drogas”

Muchas dudas dejó Rafael Salvador Benítez en su declaración indagatoria. Negó todo, hasta la irritación. “Quiero negar todas las acusaciones que se me han hecho, específicamente con referencia a la droga: yo no me dedico a eso, no me dedico a andar en drogas ni a vender drogas; niego haber tenido cualquier tipo de relación con la señorita Tamay; niego las declaraciones de los padres; niego haber tenido cualquier tipo de vinculación con la casa ésa que explotó”, dijo.

 

Luego intentó desmentir a los testigos que lo señalaban como la persona que llegó al hospital preguntando por el estado de salud de la joven. Dijo, en cambio, que había ido a preguntar por un amigo internado desde hacía un tiempo a raíz de un accidente grave.

 

Reconoció que llevaba dinero cuando fue detenido, 7.100 dólares y 2.472 pesos, y ensayó una explicación: dijo que era de su hijo y que debía llevárselo a Buenos Aires, donde tenía a su nieta internada en el Hospital Garrahan.

 

Luego intentó desacreditar al herrero que realizó trabajos en la casa, unos días antes de la explosión, y que dijo haber tratado con él; aseguró que no usa teléfono celular, como dijeron otros testigos, cuestionó a la Policía y también a la Justicia Federal. “Yo no miento, no sé por qué esa saña, esa maldad conmigo”, se preguntó.

 

Una familia “normal”

En la tercera audiencia del juicio declararon también la esposa y cuatro hijos de Benítez. Todos dieron testimonios uniformes, casi calcados: que tenía una familia “normal”, “muy unida”, “con relaciones normales”; lo presentaron como un hombre de familia, que trabajaba en el campo, aunque ninguno dijo saber dónde ni para quién. “Trabajaba en el campo, pero no sé las tareas que hacía porque nunca pregunté mucho”, dijo el mayor de los hijos de Benítez. Los otros tres hijos dijeron lo mismo y hasta casi con las mismas palabras.