Antonio Muñoz Molina
Biografía

Antonio Muñoz Molina. De interés general

 

 

Fuente Wikipedia. Antonio Muñoz Molina (Úbeda, Jaén, 10 de enero de 1956) es un escritor español y académico de número de la Real Academia Española (1996), donde ocupa el sillón u. En 2013 fue galardonado con el premio Príncipe de Asturias de las Letras.

 

Biografía

 

Estudió en las Escuelas Profesionales de la Sagrada Familia (SAFA) durante la infancia, y luego bachillerato en el colegio salesiano Santo Domingo Savio y en el instituto San Juan de la Cruz de Úbeda. Siguió historia del arte en la Universidad de Granada y periodismo en la de Madrid. En los años ochenta se estableció en Granada, donde trabajó como funcionario y colaboró como columnista en el diario Ideal; su primer libro es una recopilación de esos artículos y aparece en 1984 con el título El Robinson urbano.

 

 

Su primera novela, Beatus ille, aparece en 1986, aunque se gestó durante varios años. En ella figura la ciudad imaginaria de Mágina, trasunto de su natal Úbeda que reaparecerá en otras obras suyas. Cuenta la historia de Minaya, un joven que regresa a Mágina para realizar una tesis doctoral sobre el poeta Jacinto Solana, muerto en la Guerra Civil, pero cuya apasionante vida le llevará a una serie de indagaciones que darán como resultado un final magistral.

 

 

Muñoz Molina recuerda el papel que desempeñó la recopilación de sus artículos en la publicación de su primera novela y, en general, en la definición de su carrera de escritor: "Pere Gimferrer, editor de Seix Barral, fue a Granada, un amigo le dio mi libro, Gimferrer lo leyó y llamó para decir que le había gustado. Fue un impacto tremendo, porque yo estaba habituado a que nadie me hiciera caso. Cuando le envié la novela que estaba escribiendo y me dijo que la quería editar, fue la alegría de mi vida. Y le doy muchas vueltas a qué hubiera pasado si yo no publicaba aquel primer libro, si Gimferrer no iba a Granada. Es una lección de humildad, porque hay mucha gente con mucho talento que no llega a nada, o llega a mucho menos".

 

 

En 1987 gana el Premio de la Crítica y el Nacional de Narrativa por El invierno en Lisboa y en 1991 el Planeta por El jinete polaco, novela por la que vuelve a obtener el Nacional de Narrativa al año siguiente. En 2007 es investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Jaén como reconocimiento a toda su obra.

 

 

Otras obras destacadas son Beltenebros (1989) una novela de amor, intriga y de bajos fondos en el Madrid de la posguerra con implicaciones políticas (Pilar Miró la llevaría al cine dos años más tarde con el mismo nombre; Los misterios de Madrid (1992) —publicada inicialmente como serial a capítulos en el diario El País, el título hace referencia al folletín decimonónico Los misterios de París, de Eugène Sue—; El dueño del secreto (1994); Plenilunio, El invierno en Lisboa, Ventanas de Manhattan o El viento de la luna (1997). En 2009 publicó La noche de los tiempos, un monumental trabajo que recrea el hundimiento de la Segunda República Española y el inicio de Guerra Civil Española a través de las peripecias de un arquitecto llamado Ignacio Abel.

 

 

En 1995 fue elegido miembro de la Real Academia Española para ocupar el sillón u, y leyó su discurso de ingreso, Destierro y destiempo de Max Aub, un año después.

 

Está casado con la también escritora Elvira Lindo y vive entre Madrid y Nueva York, donde dirigió el Instituto Cervantes.

 

Muñoz Molina recuerda con estas palabras el nacimiento de su deseo de escribir: "Tenía yo once o doce años cuando por primera vez, las novelas de Julio Verne, son leídas y releídas con una pasión inextinguible, me hicieron concebir la idea de escribir novelas yo también"; pero matiza: "No creo que ese sea un síntoma de una vocación ya inevitable...". En cuanto a sus obras finalizadas, dice: "Soy muy desapegado hacia las cosas que ya he escrito. Nada más terminarlas me alejo de ellas, así que dejan de interesarme enseguida".

 

 

En 2012 el escritor dona a la Biblioteca Nacional una parte de sus escritos, como, por ejemplo, cuadernos de notas tomadas de libros y periódicos, borradores de novelas, poemas inéditos de juventud y una obra inédita de teatro escrita en 1974.

 

 

En 2013 fue galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de las Letras.

 

 

Una lectura de La noche de los tiempos

 

Obra

 

Novela

 

Beatus Ille, Seix Barral, Barcelona, 1986

El invierno en Lisboa, Seix Barral, 1987

Beltenebros, Seix Barral, 1989

El jinete polaco, Planeta, Barcelona, 1991

Los misterios de Madrid, Seix Barral, 1992 (publicado originalmente en el diario El País entre el 11 de agosto y el 7 de septiembre de 1992)

El dueño del secreto, novela corta, Seix Barral, 1994

Ardor guerrero, Alfaguara, Madrid, 1995

Plenilunio, Alfaguara, 1997

Carlota Fainberg, novela corta, Alfaguara, 1999

En ausencia de Blanca, novela corta, Alfaguara, 2001

Sefarad, Alfaguara, 2001 (en marzo de 2013, la editorial Cátedra publicó la novela en su colección Letras Hispánicas con una edición crítica, a cargo de Pablo Valdivia, que incluye abundante material inédito y un estudio de todo el proceso de escritura y de recepción de la obra)

El viento de la Luna, Seix Barral, 2006

La noche de los tiempos, Seix Barral, 2009

 

Relatos

 

Las otras vidas,  cuentos, Mondadori, 1988. Contiene:

Las otras vidas, El cuarto del fantasma, La colina de los sacrificios y Te golpearé sin cólera

Nada del otro mundo, Espasa Calpe, Madrid, 1993 (en 2011 Seix Barral sacó una nueva edición, que contiene 14 cuentos, prácticamente todos los escritos hasta esa fecha)

 

Ensayo

 

Córdoba de los Omeyas, Planeta, 1991

La verdad de la ficción, Renacimiento, Sevilla, 1992

Pura alegría, Alfaguara, 1998. Este libro, que reúne diversos textos sobre literatura, contiene (al menos en la edición de Alfaguara 2008) una introducción seguida de dos partes:

La realidad de la ficción: I. El argumento y la historia; II. El personaje y su modelo; III. La voz y el estilo y IV. La sombra del lector (ciclo de conferencias pronunciadas en la Fundación Juan March en enero de 1991)

La invención de un pasado: Destierro y destiempo de Max Aub (discurso de ingreso en la RAE, 16.06.1996); Max Aub: una mirada española y judía sobre las ruinas de Europa (conferencia en El Escorial 18.08.1997, cursos de verano en la Universidad Complutense); El hombre habitado por la voces (prólogo a ¡Absalón, Absalón! de Faulkner, Ed. Debate, 1991); Sueños realizados: invitación a los relatos de Juan Carlos Onetti (prólogo a Cuentos completos de Onetti, Alfaguara, 1994); Memoria y ficción (conferencia leída en el ciclo sobre la memoria organizada por José María Ruiz Vargas en 1995); y La invención de un pasado (conferencia pronunciada en el Departamento de Lenguas Romanas de la Universidad de Harvard, 23.04.1993)

Epílogo: Pura alegría (artículo publicado en ABC en mayo de 1997 con motivo de la publicación de Plenilunio)

José Guerrero. El artista que vuelve, Diputación Provincial de Granada, 2001

El atrevimiento de mirar, 9 textos sobre siete pintores y un fotógrafo, Galaxia Gutenberg, 2012, Contiene:

Hermosura y luz no usada: un tocador de zanfona de Georges de La Tour; El atrevimiento de mirar; Los fusilamientos de la Moncloa; Las ventanas de Hopper; Teoría del verano de 1923; El retrato y la sombra. Chistian Schad; El tiempo y las hermanas Brown; La vocación de Juan Genovés y Miguel Macaya, boxeador de sombras

Todo lo que era sólido, Seix Barral, 2013

 

Diarios

 

Ventanas de Manhattan, Seix Barral, 2004

Días de diario, Seix Barral, 2007

 

Artículos

 

El Robinson urbano, recopilación de textos publicados en el diario Ideal; Silene Fábula, Granada, 1984

Diario del Nautilus, Diputación Provincial de Granada, 1986 (reeditado por Mondadori en 1989 en versión corregida por el autor)

Las apariencias, Santillana, 1995

La huerta del Edén: escritos y diatribas sobre Andalucía, Ollero y Ramos, Madrid, 1996

Unas gafas de Pla (2000)

La vida por delante (2002)

 

 

Otros

 

¿Por qué no es útil la literatura?, diálogo con el poeta Luis García Montero; Hiperión, Madrid, 1993

 

Escrito en un instante (1996), colección de textos breves

Por un trago de aguardiente (1999). Antología dialogada realizada por José Manuel Fajardo y Manuel Colomer Nieto

 

Premios y reconocimientos

 

1986: Premio Ícaro de Literatura por Beatus Ille.

1988: Premio Nacional de Narrativa y Premio de la Crítica por El invierno en Lisboa.

1991: Premio Planeta por El jinete polaco.

1992: Premio Nacional de Narrativa por El jinete polaco.

1995: Es elegido miembro de la Real Academia Española.

1997: Premio Euskadi de Plata.

1998: Plenilunio:

1998: Premio Femina Etranger a la mejor obra extranjera publicada en Francia.

1998: Premio Elle.

1998: Premio Crisol.

2003: Premio Mariano de Cavia por su artículo Lecciones de septiembre.

2003:Premio González-Ruano por su artículo Los herederos.

2006: Doctor Honoris Causa por la Universidad Villanova, Pensilvania.

2007: Doctor Honoris Causa por la Universidad de Jaén, España.

2010: Doctor Honoris Causa por la Universidad Brandeis, Massachusetts.

2012: Prix Méditerranée Etranger 2012 por La noche de los tiempos.

2013: Premio Jerusalén.

2013: Premio Príncipe de Asturias de las Letras

 

 

Fuente biografiasyvidas. (Úbeda, 1956) Escritor español. Estudió Periodismo en Madrid, y se licenció en Historia del Arte en Granada. Inició su trayectoria literaria recopilando sus artículos periodísticos publicados en periódicos locales, y reunidos en dos libros de ensayos titulados El Robinsón urbano (1984) y Diario del Nautilus (1985).

 

Seguidamente, publicó su primera novela, Beatus Ille (1986), galardonada con el Premio Ícaro. En esta primera novela, expuso los elementos con que se caracterizan sus obras literarias: un interés en crear tramas sobre temáticas actuales para atraer la atención del lector, asimilar diferentes técnicas y realizar experimentos formales con la intención de mejorar la narración y exponer en sus obras su profundo compromiso con un pasado histórico, quizás demasiado olvidado.

 

Su segunda obra, titulada El invierno en Lisboa, de 1987, fue merecedora del Premio Nacional de Literatura y del Premio de la Crítica en 1988; en ella supo crear un argumento atractivo mediante la mezcla de distintos elementos tomados del cine negro, con referencias musicales del jazz. Beltenebros (1988) supuso un decisivo avance en la trayectoria del autor, ya que consiguió una gran popularidad tras ser adaptada como guión cinematográfico. La novela describe las impresiones del capitán Darman, un exiliado político que regresa a Madrid para eliminar a un confidente y que revive una misión similar cumplida años atrás.

 

 

 

Su trayectoria literaria continuó con Córdoba de los Omeyas (1991) y El jinete polaco (1991), que obtuvo en 1991 el Premio Planeta y en 1992 el Nacional de Narrativa, recibiendo el autor ese mismo año el Premio Nacional de Traducción. Publicó después un volumen de relatos, Nada del otro mundo (1993), el estudio Sostener la mirada, imágenes de las Alpujarras (1993) y una novela corta, El dueño del secreto (1994), que describe una conspiración contra el general Franco.

 

En 1995 publicó Ardor guerrero, relato crítico centrado en sus experiencias durante el servicio militar. El mismo año fue elegido miembro de la Real Academia Española. En 1997 apareció Plenilunio, considerada por la crítica como su obra de mayor madurez. Se trata de una historia de intriga donde el crimen es sólo la excusa para caracterizar, de manera ambivalente, a una serie de personajes.

 

Otras obras suyas son Pura alegría (1998), un ensayo en el que incluye su discurso de ingreso en la Real Academia y varias conferencias sobre la creación literaria; Las huellas de unas palabras (1999); Carlota Fainberg (1999) y En ausencia de Blanca (2000). Posteriormente publicó Sefarad (2001), La vida por delante (2002), Ventanas de Manhattan (2004) y El viento de la Luna (2006).

 

 

Fuente elpais. Nota: Vidas paralelas

 

Gracias al azar, leo dos libros editados casi simultáneamente de Dionisio Ridruejo y Ferran Planes

 

Estaba leyendo los Cuadernos de Rusia de Dionisio Ridruejo y por casualidad me encontré con otro libro que es casi su reverso exacto, y la contraposición de los dos me ha permitido una lectura más provechosa de cada uno. Nadie más ajeno al Dionisio Ridruejo que en 1941 se alistaba en la División Azul que el exteniente de Artillería Ferran Planes, que justo por esa misma época, después de una serie de aventuras entre trágicas y estrafalarias, había encontrado un refugio provisional en la zona no ocupada del sur de Francia, muy cerca de la frontera por la que había huido en 1939, después de la derrota de la República. Dionisio Ridruejo había sido desde muy joven un iluminado del fascismo, uno de los máximos proveedores de la retórica falangista, un dirigente político muy significado en el bando de los vencedores y en el nuevo régimen instalado sobre las ruinas de la guerra y el gran charco de terror y crueldad que trajo consigo la victoria de los suyos.

 

Ferran Planes, casi de su misma edad —sólo dos años más joven—, era un funcionario municipal con inclinaciones republicanas y catalanistas, aunque refractario a toda vehemencia ideológica.

 

En 1936 estaba haciendo la mili en Guadalajara. Como a tantos soldados de reemplazo, el levantamiento lo pilló de permiso en su pueblo, Súria, donde quedó rápidamente espantado por los crímenes que cometían las primeras patrullas atolondradas y sanguinarias de la FAI. Fue a Barcelona y vio a milicianos que rompían a tiros los cristales en los balcones del paseo de Gracia, considerando que esa munición habría sido de mucho más provecho en el frente. Volvió a su cuartel de Guadalajara cuando se le terminó el permiso y acabó en unas trincheras de la Casa de

Campo justo en las vísperas de la batalla de Madrid, de la que, por los azares y los absurdos de las guerras, apenas llegó a enterarse. Cuando le dieron el despacho de teniente de Artillería fue destinado a un frente tranquilo en la provincia de Granada. Tenía tan poco espíritu marcial que se dejaba olvidada la pistola reglamentaria en cualquier sitio. Aprovechando un permiso de una semana que le habían dado para presentarse a unos exámenes de ascenso volvió a Cataluña y se casó con su novia, y entre unas cosas y otras tardó mes y medio en volver a su puesto en el frente.

 

Con el temor, no injustificado, de que lo hubieran declarado prófugo o desertor, se presentó al teniente coronel al mando de su unidad, un hombre apacible que apenas había advertido su ausencia y que lo felicitó calurosamente por su matrimonio.

 

A Dionisio Ridruejo la victoria de los suyos le deparó muy pronto los primeros síntomas del desengaño. El nuevo régimen en el que ocupaba muy altos cargos políticos no le parecía lo bastante fascista. En la primavera de 1941, cuando ya se rumoreaba el ataque de Hitler contra la Unión Soviética, Ridruejo fue uno de los promotores del reclutamiento de la División Azul, y de los primeros voluntarios en alistarse en ella. Por esa misma época Ferran Planes llevaba ya dos años dando tumbos por la Europa que los patrocinadores ideológicos y militares de Dionisio Ridruejo habían enfangado en la guerra y el caos. Había probado la miseria de los campos de refugiados españoles. Para huir de ella se había alistado en compañías disciplinarias de trabajadores enviadas a la línea Maginot. El derrumbe de Francia ante los ejércitos alemanes en el verano de 1940 lo arrastró como a tantos centenares de miles de desplazados de toda Europa que no tenían adónde ir.

 

Pero era un hombre muy joven, con mucha salud, con ganas de vivir y sentido del humor, con una agudeza natural no ensombrecida de pesadumbres intelectuales ni embotada por la ideología.

 

Vio de cerca hechos espantosos, pero por una mezcla de buena suerte y de desenvoltura picaresca salió indemne de todos los infortunios. Lo observaba todo con una sorna entre de Josep Pla y del soldado Svejk, con una ternura hosca como de Miguel Gila. Lo encerraban en campos de prisioneros y se escapaba de ellos después de haber participado con éxito en la organización de espectáculos de variedades. Huía a campo través por la Francia ocupada, de noche, muerto de frío, bajo la nieve; llamaba a la puerta de una granja perdida y alguien abría y le daba cena y cobijo, le permitía que se calentara al fuego y durmiera en un pajar.

 

 

Ferran Planes encontraba un refugio precario y enseguida disfrutaba de la vida. Después de muchas peripecias logró un trabajo de hortelano en la Cataluña francesa y cruzó la frontera clandestinamente para traerse con él a su mujer. Dionisio Ridruejo vivía remordido y angustiado en la victoria de los suyos: “España se nos ha hecho más agria y triste que nunca”, anotó en su diario el 4 de julio de 1941. Casi todas mis ilusiones —nuestras ilusiones— políticas, sociales, estéticas, naufragan en una mediocridad perezosa y envanecida”. Huyendo del país y del régimen siniestro que él mismo había contribuido a levantar, buscando una épica de camaradería y victorias militares que lo absolviera de la realidad que sus ojos no podían dejar de ver, Dionisio Ridruejo se embarcó en un viaje en línea recta a través de toda la extensión de Europa, primero por la Francia en la que sobrevivía a salto de mata Ferran Planes, después por una Alemania de pueblecitos pintorescos y paisajes arcádicos donde había bandas de música y muchachas con banderitas y ramos de flores en todas las estaciones en las que se detenía el tren de la División Azul.

 

Pero según llega el otoño, y empieza el frío, y el viaje continúa hacia el Este, lo que empieza a ver Dionisio Ridruejo son las “tierras de sangre” que primero se habían repartido Hitler y Stalin, y en las que ahora Alemania practicaba en exclusiva y metódicamente una labor de destrucción y exterminio que ni Ridruejo ni nadie habría podido imaginar, y frente a la cual no habría valido de nada el talento picaresco de Ferran Planes. En 1941 Dionisio Ridruejo era un excelente escritor y una buena persona casi completamente cegada por su ideología fascista. En Polonia y en Rusia ve algunas de las cosas terribles que hacen los suyos, y otras las calla, o prefiere no verlas. En sus diarios da escalofríos el contraste entre la calidad de la escritura y la aceptación inmunda de los mismos ideales cuyos efectos atroces se tienen delante de los ojos.

 

Ferran Planes no era escritor, ni falta que le hacía. Cuando los alemanes ocuparon también el sur de Francia juzgó más prudente quitarse de en medio y volvió a España. En 1967 publicó en catalán el testimonio extraordinario de sus aventuras. Para entonces Dionisio Ridruejo ya llevaba muchos años militando contra la dictadura, con una vehemencia en sus convicciones democráticas que tenía algo de lúcida contrición. Ahora, cuando los dos hace mucho que están muertos, sus libros aparecen casi simultáneamente, el de Planes, El desbarajuste, traducido por Carlos Manzano, el de Ridruejo en una edición ejemplar de Xosé M. Núñez Seixas. Gracias al azar yo los he leído como dos vidas paralelas.