Artistas en el espejo
De interés general

Artistas en el espejo

 

 

14/03/2014 Fuente revistaenie. Identidad e imagen. Con obras de Alonso, Berni, Victorica , Sívori, Porter, Costantino, entre muchos otros, una muestra reflexiona sobre la figura del artista y su lugar en la sociedad y en el sistema del arte. 

 

Héroes o mártires: a veces los artistas construyen esa imagen de sí mismos. Arman su figura cuidadosamente, prestando atención a qué características personales presentar en sociedad y cuáles dejar afuera. Porque en el mundo del arte, y en especial el de los artistas, no se trata sólo de la obra sino también del relato. A esto, los artistas –y los historiadores– le prestaron y prestan especial atención. Por eso se recrearon siempre a lo largo del tiempo, salvo en la antigua Grecia, cuando se les prohibió firmar las obras, y durante la Edad Media, cuando las obras eran colectivas y anónimas. Lo hicieron a través de historias sobre sus vidas, seleccionando datos biográficos –pensemos en Giotto contando cómo lo “descubrió” Vasari cuando era tan sólo un niño pastor dibujando ovejas sobre piedras, o cómo Quinquela Martín narró su niñez de huérfano-trabajador en la carbonería de su padre, en La Boca, donde lo “descubrió” Pío Collivadino–, y de la creación de las propias obras, especialmente de autorretratos, en los que eligen cómo mostrarse. Esta construcción de la figura del artista es lo que pone en foco la exposición Yo, nosotros, el arte , curada por la historiadora Laura Malosetti Costa en el Espacio de arte de la Fundación OSDE. La muestra no habla de Giotto ni de la Antigüedad griega: aborda, con mucha sutileza, pero también incisivamente, a los artistas nacionales de los últimos cien años.

 

Desde el vamos, el tema puso a ciertos artistas en jaque: en algunos casos en que pareciera que los trabajos fueron creados de manera grupal, a la hora de determinar la autoría en los epígrafes comenzaron a llover los reclamos: “Esa obra, en realidad, la hicimos también nosotros”, exclamaba tras bambalinas un dúo de artistas. ¿Cómo poder saber qué pasó en el exacto momento de realización de una obra –“Maresca se entrega todo destino”– si su autora principal, Liliana Maresca, ya falleció…? ¿Fue una obra en la que se encomendó la realización técnica a un especialista…? Quizá haya sido un trabajo en el que colaboraron varios artistas –Maresca, Sergio De Loof, Sergio Avello, Roberto Jacoby y Kiwi Sainz–, una obra en la que Maresca puso la idea y el cuerpo; De Loof y Avello, la producción visual, y Jacoby y Sainz, la producción del aviso (la pieza tiene un formato publicitario). Pero realmente no lo sabemos: Maresca no está. Y las versiones de la historia que dan los distintos historiadores se contradicen. Aunque, en el arte contemporáneo, el autor de la obra es el autor intelectual. Si no, pregúntenle a Damien Hirst y su centenar de asistentes y colaboradores –¡el mismo Miguel Angel tuvo 12 asistentes a la hora de pintar la Capilla Sixtina!– y a tantos otros artistas que, especialmente a la hora de hacer video o manejar técnicas complejas o digitales, contratan o se asocian con colaboradores.

 

El ego del artista existe, es verdad, con infinidad de variantes e intensidades. Eso sí: nunca queda más visible que en una exhibición acerca de la figura del artista, construida casi totalmente a partir de autorretratos.

 

En esta muestra los núcleos presentados son varios: ubicado al principio del espacio está Nosotros , con mayoría de retratos grupales. Muestra a los artistas reuniéndose, juntando fuerza en grupos de vanguardia, círculos de bohemia y asociaciones. En esta área hay trabajos de Mario Canale, de Marcos López –con su icónica foto “El asadito”–; del joven pintor Francisco Amatriain –pinturas al óleo de muy pequeños formatos, copiadas de fotografías que él mismo toma en las entrañas de la noche, retratándose junto a sus amigos artistas–; y está la emblemática pintura del rosarino Augusto Schiavoni, “Con los pintores amigos”. ¿Por qué es emblemática esta obra? “Porque Rosario es una ciudad que cuenta con una potente tradición de artistas y tertulias”, explica la curadora. Ella también señala la importancia de los retratos mutuos entre artistas, dentro de este núcleo. Como la bellísima fotografía que Grete Stern tomó de Lino E. Spilimbergo en 1937, o el retrato que del mismo artista hizo su discípulo, Carlos Alonso. “Los retratos mutuos son interesantes porque muestran complicidades”, comenta Malosetti.

 

Otro núcleo de la muestra es El taller, como lugar de bohemia compartida, de laboratorio, refugio o rincón nostálgico. Los estudios de Pío Collivadino, Manuel Musto, Fortunato Lacámera –con autorretrato incluido–, y Narcisa Hirsch con Horacio Mara, entre otros, dan cuenta de un tema que atraviesa el tiempo, con modificaciones pero conservando su atractivo: el taller siempre es y fue, el espacio favorito del artista, donde todo es posible.

 

El núcleo más nutrido e importante es Cuestiones de estilo, donde aparecen esas visiones tan especiales, autorreflexivas o lúdicas, crueles, riesgosas, simbólicas: el autorretrato. ¿Cómo autorrepresentarse? ¿Qué pensar de uno mismo? ¿Presentarse ante quiénes, para qué? ¿Cuánto y qué ver de cada uno frente a un espejo? ¿Cómo mirarse? ¿Qué imagen mostrar de sí? ¿Cuánto hay de real y cuánto de deseo, en esa propia imagen? ¿Qué búsqueda hay, finalmente, en la construcción y reflexión acerca de uno mismo que es el autorretrato? Todas son cuestiones relacionadas con profundos procesos internos, vinculados a un tipo de soporte muy especial: el propio cuerpo, el rostro. Malosetti escribe: “El estilo se vuelve una máscara”. ¿Por qué? “Porque en estos autorretratos los artistas no procuran reproducir fielmente sus rasgos sino poner sobre su cuerpo su estilo”, responde la curadora. “Envolverse. Su cuerpo se vuelve el soporte de sus ideas estéticas”. Eduardo Sívori y su autorretrato de costado, basado en una foto; Fermín Eguía autorrepresentado como un artista del Renacimiento; Horacio Coppola y su metafórica transformación de los ojos en un juego de luz y sombra. Berni mirándose en un espejo de mano. Todas son formas de presentarse ante el mundo. Habría que recorrerlas pensando cómo se disolvieron o manifestaron, a través de ellas, algunas viejas barreras: género, raza, clase.