Amar, servir y esperar 2. Segunda entrega
Autor: Félix Lope de Vega. Fuente artelope.
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pues no podrán mis ojos
sangrientos ver sus míseros despojos,
sin que el dolor, sirviéndome de espada
haga mayor efeto
que las balas de aquellos arcabuces.
300
¿Quién pudo, ay Dorotea desdichada,
adivinar discreto,
que te dieran los montes andaluces
sepultura en peñascos, luto en robles?
CELIA
La obligación de caballeros nobles
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perdiste entre el dolor y el sentimiento.
SANCHO
Ni vida quiero ya, ni sufrimiento.
(Vanse y sale DOROTEA y JULIO .)
DOROTEA
¿Qué dices?
JULIO
Que estás agora
en mayor peligro.
DOROTEA
¡Ay cielos!,
¿no es esta venta segura?,
310
¿no hay en ella forasteros
de Madrid y de Sevilla?
JULIO
Como los tristes sucesos
de Sierra Morena han sido
tales, que no admiten sueño.
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Oí, señora, que hablaban
bien cerca de tu aposento
dos hombres, a quien hacía
pobre cama el duro suelo.
No salgamos, dijo el uno,
320
sin que salga el sol primero,
y para pasar la sierra
diez o doce nos juntemos,
que está llena de ladrones.
Notable descuido veo
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dijo el otro, en la justicia
de los convecinos pueblos,
¿pero qué podrá si son
hombres de talle y de pecho,
valientes desesperados
330
todos con armas de fuego?
Este que esta dama trae,
aunque solo está durmiendo
por disimular el hurto,
en diferente aposento,
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yo sé que es el capitán,
y que la lleva sospecho
a lo que suelen los tales;
sino es que vienen huyendo
para pasarse a otra parte.
340
Pobres de los pasajeros
que llevaban los rocines.
Esto trataban y luego
partió la conversación
el sueño con el silencio.
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Levanteme y como ves,
llamé a tu aposento quedo,
para que veas si tiene
nuestra desdicha remedio.
Que aunque aqueste te ha librado
350
no fue sacarte de aquellos
por tu bien, mas por quitar
el hurto al primero dueño.
Codicia de tu hermosura
a sus mismos compañeros
355
dio muerte, mira que estamos,
señora, en peligro estremo.
DOROTEA
Julio, cuando las desdichas
son tantas, los mismos pechos
que las padecen se animan
360
al remedio y al consejo.
Así suelen los pilotos
cuando ven el mar soberbio,
acudir por partes varias
a las jarcias y a los cielos.
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Ellos nos darán favor,
saca los caballos luego
y paga al huésped, pues él
ha de pensar que son nuestros.
Que cuando este salteador
370
en forma de caballero
despierte, habemos de estar
tan seguros como lejos.
¿Quién pensara que aquel talle
y aquel término discreto
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se inclinara a tal bajeza?
Y agora, Julio, confieso
que me llevó con los ojos
gran parte del pensamiento.
Oh ya fuese la desdicha
380
en que me he visto y me veo,
por donde entrase al amor
el justo agradecimiento,
que el favor en los peligros
hace mayores efetos.
385
Pero en sabiendo quien es,
solo me queda en el pecho
lástima, de que tal hombre,
y de tal entendimiento
se incline a cosas tan bajas.
390
¡Este es ladrón!, saca presto
los caballos, no despierte.
JULIO
¿Piensas tú que caballeros
no suelen andar por bandos
o por venganzas en esto?
395
Pues sabe que en Aragón,
si hay agravio de por medio
no se tiene por deshonra.
(Vase.)
DOROTEA
Camina, rogando quedo
al cielo, temple el rigor,
400
pues sabe que no merezco
por obedecer mis padres
tantos males como tengo.
Si como la antigüedad
creyó que era Dios el sueño,
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pudiera yo persuadirme
a que con humildes ruegos
a sus aras prometiera
ámbar en lugar de incienso.
Cubre sueño perezoso
410
de aqueste bárbaro fiero
los ojos, que si me dijo
en el camino requiebros,
no eran de hombre enamorado,
que si fueran verdaderos,
415
de lo que ya deseaba
le despertara el desvelo.
Piedad airados cielos,
que soy mujer y sola y sin remedio.
Los caballos suenan ya,
420
oh quién pudiera ponerlos
defensa en las herraduras
contra las piedras del suelo.
La puerta abrieron, ya salen;
¡ay Dios qué golpe tan necio!,
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ya están fuera los caballos,
también la del cielo temo.
Aurora detente un poco,
pues dicen que estás durmiendo
en los brazos de quien amas,
430
que con amor verdadero,
por más que le llame el sol
nadie se levanta presto.
Y tú no saques los tuyos
padre de Faetón soberbio,
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así te abrace laurel
quien te despreció mancebo.
¡Piedad airados cielos,
que soy mujer y sola y sin remedio!
(JULIO y el VENTERO .)
VENTERO
Tanta liberalidad,
440
señor hidalgo, agradezco,
mirad no erréis el camino,
echad siempre al lado izquierdo.
JULIO
Ya vengo bien informado.
VENTERO
Pensé que ese caballero
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con quien venistes anoche
era desta dama el dueño.
JULIO
Junto a esa fuente le hallamos
y robado cuando menos
de unos soldados fingidos.
VENTERO
450
No se atreven a prenderlos
estos lugares.
JULIO
Señora,
vamos de aquí.
DOROTEA
Tengo miedo
a lo que el huésped nos dice.
JULIO
No le tengáis, que el lucero
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va dando muestras del día.
(Vanse.)
VENTERO
Si todos fueran como estos,
¿qué tienda de mercader
como esta venta?, hola, Pedro,
hola, Rufinilla, a moza.
(Sale RUFINA .)
RUFINA
460
Apenas por esos cerros
sale perezoso el día,
¿y ya quiere que saquemos
las caras de la almohada,
de los colchones los cuerpos?
VENTERO
465
Acaba, maldita seas,
¿qué hace ese mozo?
RUFINA
A los cueros
ha más de un hora que está
Pedro dándoles tormento.
VENTERO
¿Qué es tormento?
RUFINA
Jarros de agua.
VENTERO
470
¿Y qué está haciendo Lorenzo?
RUFINA
Echa en adobo el rocín,
que le ha de hacer por lo menos
pasar plaza de ternera.
VENTERO
Lo mismo en las damas vemos,
475
que cubren con el adobo
los años y los defetos.
(Entra ANDRÉS .)
ANDRÉS
Buenos días, señor huésped.
VENTERO
Dios le guarde caballero.
ANDRÉS
De su pajar y su casa,
480
que vive Cristo que vengo
hecho de pulgas un jaspe.
¿Si pensaron que era queso
los ratones del pajar,
que me han comido el pescuezo?,
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y ella doncelliventera
¿no me diera en su aposento
dos dedos de su colchón?
RUFINA
Uñas arriba mancebo,
que le daré dos sopapos.
ANDRÉS
490
Ten la mano de mortero
lámpara deste hospital.
RUFINA
Pues visión de galgo enfermo,
¿con Rufinilla se toma?
ANDRÉS
Ea, no haya más requiebros,
495
toma morena un real.
RUFINA
¿Y yo para qué le quiero?
(Entra FELICIANO .)
FELICIANO
El cansancio me ha obligado
para vencer el desvelo,
Andrés, mira que es muy tarde,
500
huésped.
VENTERO
Señor.
FELICIANO
¿Qué debemos?,
llama Andrés esa señora.
ANDRÉS
Habrala rendido el sueño,
después de tantos cuidados;
¡Ah, señora!, abrid, que es tiempo
505
de caminar.
VENTERO
¿A quién llamas?
ANDRÉS
A esta dama que traemos
con no pequeño cuidado.
VENTERO
¿Qué dama?
ANDRÉS
Qué bueno es esto.
¡Ah, señora!
VENTERO
Si es la dama
510
de anoche, con el mancebo,
que pienso que estaba herido,
madrugaron y se fueron.
FELICIANO
¿Cómo que se fueron?
VENTERO
Yo
solo sé que mi dinero
515
me dieron y con el alba
en los caballos partieron.
FELICIANO
¿En mis caballos?
VENTERO
¿Pues cómo?,
¿los caballos eran vuestros?
ANDRÉS
¿Hay mayor ingratitud?
FELICIANO
520
¿Con este agradecimiento
se paga haberla librado
de tantos ladrones fieros?
¿Tenéis huésped en qué pueda
alcanzarlos?, pierdo el seso.
VENTERO
525
Tenía un rocín y ayer
se me murió sin remedio
de haber llevado a Granada
diez arrobas de procesos.
ANDRÉS
¿Todas de un pleito?
VENTERO
¿Y es mucho?
530
¿No sabéis que en treinta pliegos
son los veinte peticiones?
ANDRÉS
Que muera un rocín de pleitos,
¿qué harán los hombres?
FELICIANO
¿Que hubiese
mujer de tan duro pecho,
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que así pagase un servicio
digno de tan alto premio?
¿Hase contado en el mundo,
donde es la piedad estremo
tal ingratitud? Andrés,
540
huésped.
VENTERO
Señor.
FELICIANO
Id corriendo
y del primero lugar,
sin reparar en dinero,
me traed en que la siga.
VENTERO
Voy volando.
RUFINA
Y yo riendo.
ANDRÉS
545
¿De qué te ríes picaña?
RUFINA
De la burla majadero.
(Vanse.)
FELICIANO
Corrido estoy.
ANDRÉS
Con razón.
FELICIANO
Más mal que imaginas tengo.
ANDRÉS
¿Cómo?
FELICIANO
Que me lleva el alma,
550
que es el mayor sentimiento.
ANDRÉS
A mí me lleva el rocín.
FELICIANO
Vive el cielo que la tengo
de buscar en toda España.
¿Dejó la maleta?
ANDRÉS
Bueno,
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si va asida en el cojín.
FELICIANO
También se lleva el dinero.
Ven, que donde pierdo el alma,
mil escudos es lo menos.
(Vanse y sale DON DIEGO y FABIO .)
DIEGO
Debo mi dicha, amigo Fabio, al viento,
560
que tantas presunciones desatina.
FABIO
Cuando es de presunción, no es elemento
sino pasión que a vanidad inclina.
DIEGO
Este es Sanlúcar, generoso asiento,
Fabio, de los Guzmanes de Medina,
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cuya daga fue pluma de la hazaña,
que en inmortal papel escribe España.
Gracias a Dios que ya mi dicha anima
con tan feliz y próspera derrota,
a México primero desde Lima,
570
y de la Habana a Cádiz con la flota.
El buen viaje con razón se estima
(y más desde provincia tan remota)
por buen auspicio de futuros bienes.
FABIO
Ya de tu parte la fortuna tienes.
DIEGO
575
Qué manso que jugaba con las olas
el riguroso Norte, que otras veces
estampa al cielo gavias y ventolas,
y mezcla las estrellas con los peces;
sin esto las riquezas españolas,
580
que tienen por la mar tantos jüeces,
ningún cosario han alentado al hurto
con darle sueño al agua el viento surto.
A Sevilla escribí cómo he llegado,
donde me espera ya don Sancho Tello,
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si bien de mis intentos engañado,
que así de la ocasión todo el cabello.
Quedó robando a Elena disculpado
el Teucro Paris por su rostro bello,
y yo lo quedaré, cuando posea
590
por engaño la hermosa Dorotea.
FABIO
Nunca he sabido bien, señor don Diego,
por dónde hallaste intento de casarte,
no siendo tú don Juan, y así te ruego
me le digas y en qué puedo ayudarte.
DIEGO
595
En tu lealtad estriba mi sosiego;
y así tendrás de mis fortunas parte.
Oye Fabio leal, escucha atento
la dulce causa de mi loco intento.
Tiene don Sancho Tello, sevillano
600
generoso, en Madrid una sobrina,
que la naturaleza en velo humano
quiso esmaltar de perfección divina.
Tuvieron amistad él y su hermano
un tiempo con don Pedro de Medina,
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que a las Indias después pasó mancebo
a la codicia del dorado cebo.
Casose en Lima y deste casamiento
nació don Juan, que se crio conmigo,
siendo a los dos un mismo pensamiento
610
de nuestro bien o mal, común testigo.
Prosiguiendo también el mismo intento
los dos hermanos Tellos con su amigo
tratan por cartas, que marido sea
don Juan de la divina Dorotea.
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A cuyo casamiento concertado
nos embarcamos él y yo, que había
tanto amor en los dos, que lo tratado
en fe de acompañarle proseguía.
Enfermando el mancebo desdichado
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(como lo viste Fabio) un triste día
en estos brazos espiró, de suerte
que soy su vida y se llevó mi muerte.
Cuando le vi con música discorde
del coro de pilotos destemplado,
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envuelto en pobre lienzo desde el borde
de la nave arrojar al mar salado,
y vi de nuestro amor siempre concorde
el lazo de veinte años desatado,
al dar el cuerpo el golpe entre las olas
630
aun no le pude dar lágrimas solas.
Mirando sus papeles y vestidos,
después de cuatro días de tormento,
leyendo con suspiros encendidos
las cartas de su triste casamiento,
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hallé la perdición de mis sentidos
en un retrato, a cuyo rostro atento
le di, sin que pudiese remediarme,
la vida que don Juan quiso dejarme.
Y pienso que a sus ojos ofrecida
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no puede, oh Fabio, ser, que culpa sea,
que el dejarme al morir don Juan con vida
fue porque se la diese a Dorotea.
No fue la prenda de su amor perdida,
pues en la mía su hermosura emplea,
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que siendo de sus bienes heredero,
serlo también de su belleza espero.
Con nombre de don Juan voy a Sevilla
a ver el ángel que adoré pintado,
que cuando llegue a la florida orilla
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del Betis, pienso yo que habrá llegado.
Si la imaginación te maravilla
del engaño que llevo fabricado,
poco sabes de amor, que en casos tales
es la mayor pasión de los mortales.
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Si Júpiter amante de Alcumena
en su marido ausente se transforma,
bien puedo yo con más hermosa pena
tomar agora de don Juan la forma,
demás de no ser yo Paris de Elena,
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con la verdad de la amistad conforma,
que el padre de don Juan piense que es vivo,
quitándole dolor tan excesivo.
El marido que doy a Dorotea,
¿qué le debe en nobleza y en persona?,
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si no ha visto a don Juan, que yo lo sea
la buena dicha de los tres abona.
Fabio, desde hoy mi nombre don Juan sea,
que fuera de que amor yerros perdona,
cuando se sepa, que don Diego he sido,
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de todos ha de ser agradecido.
FABIO
Admirado me deja el pensamiento
con que vas a Sevilla, y el estraño
camino que has hallado al casamiento
de Dorotea con notable engaño.
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Su hacienda, finalmente, no es tu intento,
que fuera efeto a tu valor estraño,
y siendo solo amor de su belleza,
queda calificada tu nobleza.
De hoy más te llamaré don Juan.
DIEGO
Secreto,
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Fabio, y partamos en habiendo cartas.
FABIO
Resta, que de las galas del sujeto
que imitas, con el cómplice repartas.
DIEGO
Las que más te agradaren te prometo.
FABIO
Amanezca en el cielo, cuando partas,
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Venus con tal favor, que tuya sea.
DIEGO
Di, Fabio, la divina Dorotea.
(Vanse y salen DON SANCHO , DOROTEA , CELIA y JULIO .)
SANCHO
No me canso de abrazarte
sobrina del alma mía,
que con tan justa alegría
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la pena términos parte.
Tengo de mi muerto hermano
tan vivo retrato en ti,
que fuera de verle en mí
no hubiera consuelo humano,
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que después de los enojos,
que era tan justo tener,
las lágrimas y el placer
juntos me bañan los ojos.
CELIA
Déjanos, señor, gozar