Amar, servir y esperar 2. Segunda entrega
de Lope de Vega

Amar, servir y esperar 2. Segunda entrega

 

Autor: Félix Lope de Vega. Fuente artelope.

 

295

pues no podrán mis ojos

sangrientos ver sus míseros despojos,

sin que el dolor, sirviéndome de espada

haga mayor efeto

que las balas de aquellos arcabuces.

300

¿Quién pudo, ay Dorotea desdichada,

adivinar discreto,

que te dieran los montes andaluces

sepultura en peñascos, luto en robles?

CELIA

La obligación de caballeros nobles

305

perdiste entre el dolor y el sentimiento.

SANCHO

Ni vida quiero ya, ni sufrimiento.

(Vanse y sale DOROTEA y JULIO .)

DOROTEA

  ¿Qué dices?

JULIO

Que estás agora

en mayor peligro.

DOROTEA

¡Ay cielos!,

¿no es esta venta segura?,

310

¿no hay en ella forasteros

de Madrid y de Sevilla?

JULIO

Como los tristes sucesos

de Sierra Morena han sido

tales, que no admiten sueño.

315

Oí, señora, que hablaban

bien cerca de tu aposento

dos hombres, a quien hacía

pobre cama el duro suelo.

No salgamos, dijo el uno,

320

sin que salga el sol primero,

y para pasar la sierra

diez o doce nos juntemos,

que está llena de ladrones.

Notable descuido veo

325

dijo el otro, en la justicia

de los convecinos pueblos,

¿pero qué podrá si son

hombres de talle y de pecho,

valientes desesperados

330

todos con armas de fuego?

Este que esta dama trae,

aunque solo está durmiendo

por disimular el hurto,

en diferente aposento,

335

yo sé que es el capitán,

y que la lleva sospecho

a lo que suelen los tales;

sino es que vienen huyendo

para pasarse a otra parte.

340

Pobres de los pasajeros

que llevaban los rocines.

Esto trataban y luego

partió la conversación

el sueño con el silencio.

345

Levanteme y como ves,

llamé a tu aposento quedo,

para que veas si tiene

nuestra desdicha remedio.

Que aunque aqueste te ha librado

350

no fue sacarte de aquellos

por tu bien, mas por quitar

el hurto al primero dueño.

Codicia de tu hermosura

a sus mismos compañeros

355

dio muerte, mira que estamos,

señora, en peligro estremo.

DOROTEA

Julio, cuando las desdichas

son tantas, los mismos pechos

que las padecen se animan

360

al remedio y al consejo.

Así suelen los pilotos

cuando ven el mar soberbio,

acudir por partes varias

a las jarcias y a los cielos.

365

Ellos nos darán favor,

saca los caballos luego

y paga al huésped, pues él

ha de pensar que son nuestros.

Que cuando este salteador

370

en forma de caballero

despierte, habemos de estar

tan seguros como lejos.

¿Quién pensara que aquel talle

y aquel término discreto

375

se inclinara a tal bajeza?

Y agora, Julio, confieso

que me llevó con los ojos

gran parte del pensamiento.

Oh ya fuese la desdicha

380

en que me he visto y me veo,

por donde entrase al amor

el justo agradecimiento,

que el favor en los peligros

hace mayores efetos.

385

Pero en sabiendo quien es,

solo me queda en el pecho

lástima, de que tal hombre,

y de tal entendimiento

se incline a cosas tan bajas.

390

¡Este es ladrón!, saca presto

los caballos, no despierte.

JULIO

¿Piensas tú que caballeros

no suelen andar por bandos

o por venganzas en esto?

395

Pues sabe que en Aragón,

si hay agravio de por medio

no se tiene por deshonra.

(Vase.)

DOROTEA

Camina, rogando quedo

al cielo, temple el rigor,

400

pues sabe que no merezco

por obedecer mis padres

tantos males como tengo.

Si como la antigüedad

creyó que era Dios el sueño,

405

pudiera yo persuadirme

a que con humildes ruegos

a sus aras prometiera

ámbar en lugar de incienso.

Cubre sueño perezoso

410

de aqueste bárbaro fiero

los ojos, que si me dijo

en el camino requiebros,

no eran de hombre enamorado,

que si fueran verdaderos,

415

de lo que ya deseaba

le despertara el desvelo.

Piedad airados cielos,

que soy mujer y sola y sin remedio.

Los caballos suenan ya,

420

oh quién pudiera ponerlos

defensa en las herraduras

contra las piedras del suelo.

La puerta abrieron, ya salen;

¡ay Dios qué golpe tan necio!,

425

ya están fuera los caballos,

también la del cielo temo.

Aurora detente un poco,

pues dicen que estás durmiendo

en los brazos de quien amas,

430

que con amor verdadero,

por más que le llame el sol

nadie se levanta presto.

Y tú no saques los tuyos

padre de Faetón soberbio,

435

así te abrace laurel

quien te despreció mancebo.

¡Piedad airados cielos,

que soy mujer y sola y sin remedio!

(JULIO y el VENTERO .)

VENTERO

Tanta liberalidad,

440

señor hidalgo, agradezco,

mirad no erréis el camino,

echad siempre al lado izquierdo.

JULIO

Ya vengo bien informado.

VENTERO

Pensé que ese caballero

445

con quien venistes anoche

era desta dama el dueño.

JULIO

Junto a esa fuente le hallamos

y robado cuando menos

de unos soldados fingidos.

VENTERO

450

No se atreven a prenderlos

estos lugares.

JULIO

Señora,

vamos de aquí.

DOROTEA

Tengo miedo

a lo que el huésped nos dice.

JULIO

No le tengáis, que el lucero

455

va dando muestras del día.

(Vanse.)

VENTERO

Si todos fueran como estos,

¿qué tienda de mercader

como esta venta?, hola, Pedro,

hola, Rufinilla, a moza.

(Sale RUFINA .)

RUFINA

460

Apenas por esos cerros

sale perezoso el día,

¿y ya quiere que saquemos

las caras de la almohada,

de los colchones los cuerpos?

VENTERO

465

Acaba, maldita seas,

¿qué hace ese mozo?

RUFINA

A los cueros

ha más de un hora que está

Pedro dándoles tormento.

VENTERO

¿Qué es tormento?

RUFINA

Jarros de agua.

VENTERO

470

¿Y qué está haciendo Lorenzo?

RUFINA

Echa en adobo el rocín,

que le ha de hacer por lo menos

pasar plaza de ternera.

VENTERO

Lo mismo en las damas vemos,

475

que cubren con el adobo

los años y los defetos.

(Entra ANDRÉS .)

ANDRÉS

Buenos días, señor huésped.

VENTERO

Dios le guarde caballero.

ANDRÉS

De su pajar y su casa,

480

que vive Cristo que vengo

hecho de pulgas un jaspe.

¿Si pensaron que era queso

los ratones del pajar,

que me han comido el pescuezo?,

485

y ella doncelliventera

¿no me diera en su aposento

dos dedos de su colchón?

RUFINA

Uñas arriba mancebo,

que le daré dos sopapos.

ANDRÉS

490

Ten la mano de mortero

lámpara deste hospital.

RUFINA

Pues visión de galgo enfermo,

¿con Rufinilla se toma?

ANDRÉS

Ea, no haya más requiebros,

495

toma morena un real.

RUFINA

¿Y yo para qué le quiero?

(Entra FELICIANO .)

FELICIANO

El cansancio me ha obligado

para vencer el desvelo,

Andrés, mira que es muy tarde,

500

huésped.

VENTERO

Señor.

FELICIANO

¿Qué debemos?,

llama Andrés esa señora.

ANDRÉS

Habrala rendido el sueño,

después de tantos cuidados;

¡Ah, señora!, abrid, que es tiempo

505

de caminar.

VENTERO

¿A quién llamas?

ANDRÉS

A esta dama que traemos

con no pequeño cuidado.

VENTERO

¿Qué dama?

ANDRÉS

Qué bueno es esto.

¡Ah, señora!

VENTERO

Si es la dama

510

de anoche, con el mancebo,

que pienso que estaba herido,

madrugaron y se fueron.

FELICIANO

¿Cómo que se fueron?

VENTERO

Yo

solo sé que mi dinero

515

me dieron y con el alba

en los caballos partieron.

FELICIANO

¿En mis caballos?

VENTERO

¿Pues cómo?,

¿los caballos eran vuestros?

ANDRÉS

¿Hay mayor ingratitud?

FELICIANO

520

¿Con este agradecimiento

se paga haberla librado

de tantos ladrones fieros?

¿Tenéis huésped en qué pueda

alcanzarlos?, pierdo el seso.

VENTERO

525

Tenía un rocín y ayer

se me murió sin remedio

de haber llevado a Granada

diez arrobas de procesos.

ANDRÉS

¿Todas de un pleito?

VENTERO

¿Y es mucho?

530

¿No sabéis que en treinta pliegos

son los veinte peticiones?

ANDRÉS

Que muera un rocín de pleitos,

¿qué harán los hombres?

FELICIANO

¿Que hubiese

mujer de tan duro pecho,

535

que así pagase un servicio

digno de tan alto premio?

¿Hase contado en el mundo,

donde es la piedad estremo

tal ingratitud? Andrés,

540

huésped.

VENTERO

Señor.

FELICIANO

Id corriendo

y del primero lugar,

sin reparar en dinero,

me traed en que la siga.

VENTERO

Voy volando.

RUFINA

Y yo riendo.

ANDRÉS

545

¿De qué te ríes picaña?

RUFINA

De la burla majadero.

(Vanse.)

FELICIANO

Corrido estoy.

ANDRÉS

Con razón.

FELICIANO

Más mal que imaginas tengo.

ANDRÉS

¿Cómo?

FELICIANO

Que me lleva el alma,

550

que es el mayor sentimiento.

ANDRÉS

A mí me lleva el rocín.

FELICIANO

Vive el cielo que la tengo

de buscar en toda España.

¿Dejó la maleta?

ANDRÉS

Bueno,

555

si va asida en el cojín.

FELICIANO

También se lleva el dinero.

Ven, que donde pierdo el alma,

mil escudos es lo menos.

(Vanse y sale DON DIEGO y FABIO .)

DIEGO

  Debo mi dicha, amigo Fabio, al viento,

560

que tantas presunciones desatina.

FABIO

Cuando es de presunción, no es elemento

sino pasión que a vanidad inclina.

DIEGO

Este es Sanlúcar, generoso asiento,

Fabio, de los Guzmanes de Medina,

565

cuya daga fue pluma de la hazaña,

que en inmortal papel escribe España.

  Gracias a Dios que ya mi dicha anima

con tan feliz y próspera derrota,

a México primero desde Lima,

570

y de la Habana a Cádiz con la flota.

El buen viaje con razón se estima

(y más desde provincia tan remota)

por buen auspicio de futuros bienes.

FABIO

Ya de tu parte la fortuna tienes.

DIEGO

575

  Qué manso que jugaba con las olas

el riguroso Norte, que otras veces

estampa al cielo gavias y ventolas,

y mezcla las estrellas con los peces;

sin esto las riquezas españolas,

580

que tienen por la mar tantos jüeces,

ningún cosario han alentado al hurto

con darle sueño al agua el viento surto.

  A Sevilla escribí cómo he llegado,

donde me espera ya don Sancho Tello,

585

si bien de mis intentos engañado,

que así de la ocasión todo el cabello.

Quedó robando a Elena disculpado

el Teucro Paris por su rostro bello,

y yo lo quedaré, cuando posea

590

por engaño la hermosa Dorotea.

FABIO

  Nunca he sabido bien, señor don Diego,

por dónde hallaste intento de casarte,

no siendo tú don Juan, y así te ruego

me le digas y en qué puedo ayudarte.

DIEGO

595

En tu lealtad estriba mi sosiego;

y así tendrás de mis fortunas parte.

Oye Fabio leal, escucha atento

la dulce causa de mi loco intento.

  Tiene don Sancho Tello, sevillano

600

generoso, en Madrid una sobrina,

que la naturaleza en velo humano

quiso esmaltar de perfección divina.

Tuvieron amistad él y su hermano

un tiempo con don Pedro de Medina,

605

que a las Indias después pasó mancebo

a la codicia del dorado cebo.

  Casose en Lima y deste casamiento

nació don Juan, que se crio conmigo,

siendo a los dos un mismo pensamiento

610

de nuestro bien o mal, común testigo.

Prosiguiendo también el mismo intento

los dos hermanos Tellos con su amigo

tratan por cartas, que marido sea

don Juan de la divina Dorotea.

615

  A cuyo casamiento concertado

nos embarcamos él y yo, que había

tanto amor en los dos, que lo tratado

en fe de acompañarle proseguía.

Enfermando el mancebo desdichado

620

(como lo viste Fabio) un triste día

en estos brazos espiró, de suerte

que soy su vida y se llevó mi muerte.

  Cuando le vi con música discorde

del coro de pilotos destemplado,

625

envuelto en pobre lienzo desde el borde

de la nave arrojar al mar salado,

y vi de nuestro amor siempre concorde

el lazo de veinte años desatado,

al dar el cuerpo el golpe entre las olas

630

aun no le pude dar lágrimas solas.

  Mirando sus papeles y vestidos,

después de cuatro días de tormento,

leyendo con suspiros encendidos

las cartas de su triste casamiento,

635

hallé la perdición de mis sentidos

en un retrato, a cuyo rostro atento

le di, sin que pudiese remediarme,

la vida que don Juan quiso dejarme.

  Y pienso que a sus ojos ofrecida

640

no puede, oh Fabio, ser, que culpa sea,

que el dejarme al morir don Juan con vida

fue porque se la diese a Dorotea.

No fue la prenda de su amor perdida,

pues en la mía su hermosura emplea,

645

que siendo de sus bienes heredero,

serlo también de su belleza espero.

  Con nombre de don Juan voy a Sevilla

a ver el ángel que adoré pintado,

que cuando llegue a la florida orilla

650

del Betis, pienso yo que habrá llegado.

Si la imaginación te maravilla

del engaño que llevo fabricado,

poco sabes de amor, que en casos tales

es la mayor pasión de los mortales.

655

  Si Júpiter amante de Alcumena

en su marido ausente se transforma,

bien puedo yo con más hermosa pena

tomar agora de don Juan la forma,

demás de no ser yo Paris de Elena,

660

con la verdad de la amistad conforma,

que el padre de don Juan piense que es vivo,

quitándole dolor tan excesivo.

  El marido que doy a Dorotea,

¿qué le debe en nobleza y en persona?,

665

si no ha visto a don Juan, que yo lo sea

la buena dicha de los tres abona.

Fabio, desde hoy mi nombre don Juan sea,

que fuera de que amor yerros perdona,

cuando se sepa, que don Diego he sido,

670

de todos ha de ser agradecido.

FABIO

  Admirado me deja el pensamiento

con que vas a Sevilla, y el estraño

camino que has hallado al casamiento

de Dorotea con notable engaño.

675

Su hacienda, finalmente, no es tu intento,

que fuera efeto a tu valor estraño,

y siendo solo amor de su belleza,

queda calificada tu nobleza.

  De hoy más te llamaré don Juan.

DIEGO

Secreto,

680

Fabio, y partamos en habiendo cartas.

FABIO

Resta, que de las galas del sujeto

que imitas, con el cómplice repartas.

DIEGO

Las que más te agradaren te prometo.

FABIO

Amanezca en el cielo, cuando partas,

685

Venus con tal favor, que tuya sea.

DIEGO

Di, Fabio, la divina Dorotea.

(Vanse y salen DON SANCHO , DOROTEA , CELIA y JULIO .)

SANCHO

  No me canso de abrazarte

sobrina del alma mía,

que con tan justa alegría

690

la pena términos parte.

  Tengo de mi muerto hermano

tan vivo retrato en ti,

que fuera de verle en mí

no hubiera consuelo humano,

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  que después de los enojos,

que era tan justo tener,

las lágrimas y el placer

juntos me bañan los ojos.

CELIA

  Déjanos, señor, gozar