Frutos de la Educación
de Felipe Pardo y Aliaga

Frutos de la Educación

 

 

 

Fuente Wikipedia. Frutos de la educación es una comedia del escritor peruano Felipe Pardo y Aliaga, en tres actos y en verso, que subió a escena en Lima, el 6 de agosto de 1830, presentada por la compañía de José María Rodríguez, de la que formaban parte, entre otros, Carmen Aguilar y Concepción Rivas. Esta obra marcó el inicio del teatro nacional peruano.

 

En esta obra el escritor peruana satiriza con mucha donosura la deficiente formación, tanto moral como cultural, de los criollos peruanos, un tema especialmente sensible entonces, cuando hacia poco el Perú se había independizado de España y necesitaba contar con personal idóneo para la conducción de la República. Al mismo tiempo ridiculiza la zamacueca, un baile entonces muy en boga, al que considera demasiado lascivo y propio de la gente de la más baja ralea.

 

Argumento []

 

Don Feliciano, su esposa doña Juana y la hija soltera de ambos, Pepita, conforman una típica familia de clase alta de Lima, pero sin mayores luces. Don Feliciano, en vista de haber dispuesto de los bienes de su sobrino Bernardo, propone a su esposa doña Juana, casar a Pepita con el dichoso sobrino, a fin de salir de los aprietos en que encuentra. Doña Juana acepta resignadamente la sugestión marital. Pero don Manuel, hermano de la abnegada madre, trae una noticia singular: El inglés don Eduardo, rico comerciante, está prendado de los encantos de Pepita y la quiere para esposa. Sin muchos rodeos, y presente el atildado galán, se acuerda el matrimonio. Madre e hija se cotizan muy alto y suben los bonos de sus sueños. Asisten al sarao de una marquesa amiga; y en ella, doña Pepita luce sus cualidades de eximia bailarina, zapateando a los delirantes acordes de una zamacueca. Este hecho lesiona profundamente el afecto de don Eduardo, quien rompe el formal compromiso. Don Feliciano apela a su perdida esperanza: Bernardito. Llega Perico, un negro bozal, y le entrega una carta. Es de Bernardo. Dice que se va y que pronto le iniciará juicio para la restitución de sus bienes. Termina Perico diciéndole “¡oh desastre!” que el tal Bernardito tiene por amante una mulata y en ella varios hijos, algo que en aquella época era muy mal visto. Lloran las dos mujeres que son consoladas por don Manuel.

 

El título de la obra se puede entender como las malas consecuencias de una educación descuidada, tanto en los varones como en las mujeres.

 

Personajes []

Don Feliciano, rezongón y oportunista, padre de Pepita.

Doña Juana, esposa de don Feliciano, matrona de débil carácter.

Pepita, frívola joven limeña, aficionada al baile de la zamacueca.

Don Eduardo, rico comerciante inglés, pulcro y atildado, novio de Pepita.

Bernardo Perales, o simplemente “Bernardito”, sobrino de don Feliciano y pretendiente de Pepita. Es un joven lleno de los defectos y vicios de la nueva generación.

Don Manuel, hermano de doña Juana

Perico, negro bozal (es decir esclavo natural de África).

 

Polémica en torno a la obra []

 

Inmediatamente después de su estreno, el cura escritor José Joaquín de Larriva, desde el Mercurio Peruano atacó a Pardo, acusándole por haber ofendido a Lima, sus habitantes y su modo de ser. El comediógrafo se defendió con altura e hizo su profesión de fe dramática, pero Larriva siguió implacable con sus insultos en prosa y en verso y aplicó sobre su rival el apodo de “Bernardito”, es decir el nombre del mismo petimetre de su comedia. Ingeniosamente, Larriva urdió una imaginaria segunda parte de Frutos de Educación, en que Bernardito viaja a España, razón única para que vuelva orondo de la ciencia adquirida con sólo cruzar el océano (alusión directa a Pardo, que acababa de llegar de España, donde había cursado sus estudios). Lleno de malicia Larriva dijo:

 

 

Ven, Bernardito, a regar

 el patrio suelo querido

 con las luces que has bebido

 en el Atlántico mar. Ven, Bernardito, a abismar

 al que estudió en el Perú

 con lo que estudiaste tú

 en el Atlántico Mar. Ven, Bernardito, a enseñar

 nuevas costumbres y usos

 con tus talentos infusos

 en el Atlántico mar. Ven, Bernardo, a desterrar

 añejas preocupaciones

 con las que oíste lecciones

 en el Atlántico mar.

(Mercurio Peruano, Nº 910, Lima, 15 de septiembre de 1830).

La polémica derivó en el intercambio de gruesos insultos. Pero las críticas no arredraron a Pardo, quien escribió dos comedias más, aunque solo estrenó una de ellas: Don Leocadio o el Aniversario de Ayacucho, en 1833. De todos modos debió afectarle, pues si bien continuó dedicado a las tareas literarias a lo largo de casi tres décadas, no volvió a escribir ninguna comedia.

 

Véase también  []

Literatura peruana

 

Bibliografía []

Basadre, Jorge: Historia de la República del Perú. 1822 - 1933, Octava Edición, corregida y aumentada. Editada por el Diario "La República" de Lima y la Universidad "Ricardo Palma". Impreso en Santiago de Chile, 1998.

Cornejo Polar, Antonio: Historia de la literatura del Perú republicano. Incluida en “Historia del Perú, Tomo VIII. Perú Republicano”. Lima, Editorial Mejía Baca, 1980.

Cornejo Polar, Jorge: Nuevas ideas sobre Pardo y Aliaga. Anales de la literatura hispanoamericana, 1999. 28: 519-546. ISSN 0210-4547

Samaniego, Antenor: Literatura. Texto y Antología. Tomo 5. Lima, Librería Arica, sétima edición, 1964.

Sánchez, Luis Alberto: La literatura peruana. Derrotero para una historia cultural del Perú, tomo III. Cuarta edición y definitiva. Lima, P. L. Villanueva Editor, 1975.

 

 

FRUTOS DE LA EDUCACIÓN. DE INTERÉS GENERAL

 

 

Fuente diarioinca. Representada por primera vez en el teatro de Lima el 6 de Agosto de 1829. La acción pasa por los años de 1828 ó 1829 y dura menos de 24 horas.

 

 

Desnuda al “Calvatrueno Bernardo” (“Bernardito”), en quien se caracteriza todos los vicios, debilidades y fruslerías de los pisaverdes limeños” (L. A. Sánchez).

 

 

 

En esta obra, Pepita una muchacha limeña pierde a su novio inglés Don Eduardo por bailar con demasiada libertad la Zamacueca.

 

 

 

Bernardo es un huérfano rico dejado al cuidado de don Feliciano y doña Juana. Por desgracia, los negocios de éste fracasan y se ve obligado a tomar de la herencia del muchacho para pagar sus deudas, acabando la fortuna ajena de este modo. Cercana su mayoría de edad y antes de que reclame su fortuna, sus tutores pretenden casarlo con su hija Pepita para que todo quede “en familia”. En eso entra en escena don Manuel que trae a Pepita la noticia de que el acaudalado inglés don Eduardo desea convertirla en esposa.

 

 

 

Manuel aboga ante Juana por Eduardo y encuentra negativas al principio por los prejuicios xenofóbicos de la época aunque al final doña Juana sí acepta al extranjero como yerno pero sólo por su dinero. Cosa que enfurece al vago de Bernardo y poco agrada a don Feliciano (padre de Pepita), aunque al final ignoran a Bernardo y convencen a Feliciano de lo conveniente de la boda.

 

 

 

Infelizmente el temperamento demasiado “alegre” de la joven Pepita, no convencen a don Eduardo, el inglés decidió que no quería por esposa a alguien tan poco seria.

 

La situación se agrava cuando Bernardo se casa con una mulata y exige su herencia. Ante tales aprietos, don Manuel sale en aval de su hermana y juntos tratan de ordenar su vida.

 

 

 

Como dice el título, los problemas de la pareja de padres surgen precisamente por la incorrecta educación que brindaron a su hija y entenado: a ambos los consintieron y engrieron demasiado.

 

 

 

Entonces la holgazanería y malos modos de Bernardo así como la superficialidad y excesiva coquetería de Pepita son todos los frutos de su eduacción.