Los cuentos de Canterbury
de Geoffrey Chaucer

Los cuentos de Canterbury. De interés general

 

 

Fuente Wikipedia. Los cuentos de Canterbury (en inglés, The Canterbury Tales) es una obra del escritor inglés Geoffrey Chaucer, que presenta una estructura semejante al Decamerón, de Boccaccio. Los cuentos fueron escritos a finales del siglo XIV.

 

Los cuentos de Canterbury es una de las obras más importantes de la literatura inglesa, y quizás la mejor obra de la Edad Media en Inglaterra. Fue la última obra de Geoffrey Chaucer. La versión de la obra que prevalece hoy en día procede de dos manuscritos ingleses diferentes: el Ellesmere y los manuscritos Hengwrt.

 

Los cuentos, escritos en inglés medio (algunos de ellos originales, otros no, dos escritos en prosa, y el resto en verso), están contenidos en una narrativa mayor y son contados por un grupo de peregrinos que viajan desde Southwark a Canterbury para visitar el templo de Santo Thomas Becket, en la Catedral de Canterbury.

 

La obra resulta de interés, tanto para sus contemporáneos como en la actualidad, porque fue la primera obra literaria escrita en inglés; antes de Chaucer sólo se escribía en francés o en latín, por lo que sólo aquellos de mayor nivel cultural podían entenderlas.

 

Contenido

 

Prólogo general (General Prologue).

Cuento del caballero (The Knight's Tale).

Cuento del molinero (The Miller's Tale).

Cuento del alguacil (The Reeve's Tale).

Cuento del cocinero (The Cook's Tale).

Cuento del magistrado (The Man of Law's Tale).

Cuento de la esposa (o comadre) de Bath (The Wife of Bath's Tale).

Cuento del fraile (The Friar's Tale).

Cuento del convocante (The Summoner's Tale).

Cuento del dependiente (The Clerk's Tale).

Cuento del mercader (The Merchant's Tale).

Cuento del escudero (The Squire's Tale).

Cuento del terrateniente (The Franklin's Tale).

Cuento del médico (The Physician's Tale).

Cuento del bulero (The Pardoner's Tale).

Cuento del marino (The Shipman's Tale).

Cuento de la priora (The Prioress's Tale).

Sir Thopas.

Cuento de Melibeo (The Tale of Melibee).

Cuento del monje (The Monk's Tale).

Cuento del capellán de monjas (The Nun's Priest's Tale).

Cuento de la segunda monja (The Second Nun's Tale).

Cuento del criado del canónigo (The Canon's Yeoman's Tale).

Cuento del ecónomo (The Manciple's Tale).

Cuento del clérigo (The Parson's Tale).

Retractación de Chaucer (Chaucer's Retraction).

 

La obra

 

 

Ilustración de Richard Pynson. Prólogo general de una edición de 1492. Londres.

 

 

Prólogo general en el manuscrito Hengwrt.

 

Chaucer comenzó a escribir los Cuentos de Canterbury durante la década de 1380, pero lo abandonó a finales de la década siguiente. Es probable que Chaucer no tuviera una estructura fijada al escribir la obra, pues esta parece haber sido revisada varias veces, al serle añadidos nuevos cuentos. En el prólogo general, el anfitrión, Harry Bailly, anuncia 12 cuentos (cuatro cada uno, dos en la ida a Canterbury y dos en la vuelta a la taberna). Sin embargo el resultado final son 24 cuentos, todos ellos en el viaje de ida. Se ha sugerido que el dejar el final inacabado fue una acción deliberada por parte de Chaucer. Otros estudiosos señalan que es posible que la muerte sorprendiera a Chaucer —se supone que este muere hacia 1400— y que de esta manera la obra quedara inconclusa.

 

La estructura de «cuentos contenidos» de Los cuentos de Canterbury es fácil de encontrar en otras obras de la época como el Libro de buen amor del Arcipreste de Hita o el Decamerón de Boccaccio., el cual puede haber sido la principal fuente de inspiración para Chaucer. De hecho, Chaucer adaptó varias de las historias de Boccaccio poniéndolas en las bocas de sus peregrinos. Sin embargo, lo que separa a Chaucer de sus contemporáneos son sus personajes.

 

 

 La compañía. Ilustración de Richard Pynson. 1492.

 

Comparando a éstos con los narradores del Decamerón (siete mujeres y tres hombres, todos jóvenes y acomodados, de nombres clásicos) los personajes de Chaucer son más variados y representan prácticamente todas las variantes de la clase media de la época; y no solamente son entre ellos muy variados: sus cuentos son también de diferentes tipos, lo que permite mostrar las distintas personalidades a través de sus selecciones narrativas y su forma de contarlas.

 

En cuanto a la peregrinación en sí misma, no parece ser más que un recurso literario para juntar a tan diverso grupo. Por ejemplo, un monje raramente obtendría permiso para realizar la peregrinación, y en el caso de algunos otros personajes, resulta difícil de creer el simple deseo de acudir. Por otro lado, todos los peregrinos viajan a caballo, por lo que no podemos pensar que haya ningún tipo de sufrimiento religioso. Tampoco se menciona ninguna visita a los muchos posibles templos del camino o de que alguno asista a misa, de modo que la peregrinación tiene más apariencia de lo que hoy llamaríamos un viaje turístico.

 

Chaucer no presta mucha atención al avance realizado durante el viaje y, aunque apunta a que los cuentos son narrados en varios días, no detalla ninguna de las paradas del grupo para dormir. Aunque el viaje podía realizarse en solo un día, esto sería un tiempo demasiado corto para la correcta narración de los cuentos y habitualmente, este tipo de viajes tenían una duración de dos o tres días. Concretamente se menciona el 18 de abril en los Cuentos y Walter William Skeat, editor y crítico de la obra en el siglo XIX, determinó el 17 de abril de 1387 como el primer día de narración de los cuentos.

 

Los académicos dividen el cuento en diez fragmentos. Entre ellos, todos los que componen un fragmento están conectados de forma directa, frecuentemente porque un personaje pasa el turno de palabra a otro, pero no hay ninguna introducción entre los fragmentos. Esto significa que no existe un orden o cronología fija en los fragmentos, y por lo tanto tampoco en los cuentos.

 

Influencia en la literatura posterior

 

Suele argumentarse que la mayor contribución de esta obra en la literatura inglesa fue popularizar el uso literario de la lengua vernácula, el inglés, en vez de emplear el francés, lengua de la Corte, o el latín. Sin embargo, algunos de los contemporáneos de Chaucer como John Gower, William Langland, o el Pearl Poet también escribieron en inglés, lo que no nos permite aclarar hasta qué punto Chaucer comenzó o no esta nueva tendencia.

 

En 2004, el académico Linne Mooney identificó al escribiente de Chaucer como un tal Adam Pinkhurst. Mooney, profesor de la Universidad de Maine, en una visita al Corpus Christi College, Cambridge, señaló las similitudes entre una firma de Pinkhurst y la escritura de su copia del manuscrito de Los cuentos de Canterbury, proveniente del mismo manuscrito sobre el que trabajaba Chaucer.

 

J.K. Rowling, creadora de la saga Harry Potter, contó en un chat, que se inspiró en «El cuento del bulero» (parte de Los cuentos de Canterbury) para crear «El cuento de los tres hermanos», parte importante del último libro de la saga Harry Potter y las Reliquias de la Muerte. En su libro, Rowling cuenta cómo tres hermanos se encuentran con la muerte, y ésta les da tres tesoros que los harían vencerla, cuando les llegara la hora, aunque la muerte los lleva con ella tiempo después.

 

La ruta de los peregrinos

 

El olvidado viaje de vuelta ha impulsado varias continuaciones a Los cuentos de Canterbury, no siempre para el deleite de los seguidores de Chaucer. Estas continuaciones dan voz a algunos de los personajes que no narraron ningún cuento en el original. El Cuento de Beryn, por ejemplo, es una historia anónima escrita en un manuscrito de los Cuentos del siglo XV. En él las historias se reordenan, se crea un pequeño interludio en la ciudad de Canterbury, a la que el grupo ya ha llegado, y el mercader narra el cuento de Beryn como primer cuento del viaje de retorno. El asedio de Tebas, de John Lydgate, también se sitúa en el viaje de vuelta, pero los cuentos son en realidad protosecuelas del clásico, contados por el caballero.

 

La ciudad de Canterbury tiene un museo dedicado a Los cuentos de Canterbury.

 

Adaptaciones cinematográficas

Los cuentos de Canterbury, de Pier Paolo Pasolini.

Adaptación de 2004 por la BBC.

Adaptación de la Royal Shakespeare Company de 2005. Traducida por Mike Poulton.

A Knight's Tale (Destino de caballero, en España), 2001. Toma el nombre del título de uno de los cuentos, y uno de sus personajes es un escritor llamado Chaucer, amigo del caballero.

 

 

Fuente monografias. INTRODUCCIÓN

 

El escritor Geoffry Chaucer (1342?–1400) prefigura, en cierto modo, al homo univrsalis renacentista: traductor y poeta, diplomático y administrador, científico y realista.

 

En su biografía, reconstruida por diversos documentos, pueden apreciarse las distintas dificultades que le tocó vencer, ya que en la Inglaterra de su época surgen distintos acontecimientos sociales y políticos que marcan el inicio de una transición hacia la modernidad: la caída del régimen feudal, las huelgas de los campesinos, la pérdida del poder por parte de la Iglesia, la peste negra, la guerra de los cien años; éstos son algunos de los hechos que se inscriben en un período en el que pasará de la dominación francesa hacia una independencia político–social pionera como jamás se ha dado en la historia.

 

La posición social de su padre le brindó la posibilidad de ingresar como paje a las órdenes de la condesa Isabel de Ulster. En 1368 es ascendido a la categoría de paje real y participa de una contienda por tierras francesas. Fue diplomático, y en uno de sus viajes a Italia conoce las obras de Dante, Petrarca y Bocaccio, de los cuales recibirá una fuerte influencia. Dominaba cuatro idiomas: inglés, francés, latín e italiano. Su actividad literaria consistía en ser traductor y poeta, y este amplio conocimiento le posibilitó, en parte, la influencia del estilo latino jalona en toda su obra.

 

Es autor de El Libro de la Duquesa, La Casa de la Fama, El Parlamento de los Pájaros, La leyenda de las Buenas Mujeres, Troilo y Criseida y Los Cuentos de Canterbury, donde se ve las influencias francesa e italiana que consolidará un cambio significativo en su estilo.

 

La crítica posterior lo ha considerado como una de las figuras literarias más importantes. En el renacimiento fue catalogado como el Homero inglés y Edmund Spenser le alabó como su maestro; además, muchas de las obras de William Shakespeare muestran la asimilación por parte del gran autor teatral de lado más cómico de las obras de Chaucer. John Dryden, que modernizó muchos de sus cuentos de Canterbury, denominó a Chaucer como padre de la poesía inglesa. Desde la fundación en Inglaterra, en 1868, de la Sociedad Chaucer, que se encargó de la publicación de la primera edición fidedigna y de la primera adaptación al inglés contemporáneo de sus obras, se le empezó a apreciar y a considerar como el mayor de los poetas ingleses, por su sabiduría, su humor y su profunda humanidad.

 

Por ello, en el presente trabajo, se han elegido Los Cuentos de Canterbury, principalmente, el Prólogo General y El Cuento del Bulero para un análisis crítico: la carnavalización y la intertextualidad que definen su estilo.

 

GEOFFREY CHAUCER Y SU ACTIVIDAD LITERARIA

 

Después de la traducción de El romance de la Rose, su influencia se ve reflejada en sus primeros poemas: El libro de la duquesa, La casa de la fama, El Parlamento de los pájaros y en el prólogo posterior de La leyenda de las buenas mujeres. Junto a este influjo francés, también hay que destacar la presencia de Ovidio y Virgilio.

 

Después de traducir De consolatione Philosophie de Boecio, el último filósofo romano y el primero de los cristianos, éste influjo se patentiza en Troilo y Crisseida y en el cuento de El Capellán de Monjas de Los cuentos de Canterbury cuando se discute el problema de la libertad y la predestinación.

 

"Esta traducción del latín, juntamente con el de Boecio, se basaba, sin embargo, en las traducciones francesas de Juan de Meung. Este papel puente del francés se patentiza en Los cuentos de Canterbury de forma harto evidente. En el Cuento del Erudito, la historia de Griselda se basa a la vez de la traducción francesa del poema "Griseldis", de Petrarca, y en el original latino El Cuento de Melibeo es, asimismo, una traducción francesa de Libert Consolations et Consilii, de Albertano de Brescia". (Chaucer, 1997:17/18)

 

 

Fuente elblogdemara5. El sistema de recopilar cuentos y enlazarlos por una idea central es uno de los procedimientos clásicos de la literatura universal. Las mil y una noches y el Decamerón son dos de los ejemplos más famosos. La colección más provista de unidad conocida con el título de The Seven Sages (Los Siete Sabios), era ya popular entre los ingleses mu­cho antes de la época de Chaucer. Es innecesario, en consecuencia bus­car un precedente especial o general de Los Cuentos de Canterbury.

 

El tema estaba en el ambiente de la época en que había que contar cuentos y eran numerosas las peregrinaciones. La obra de Chaucer es incompleta, tanto en su conjunto como en las diversas partes de ella. Está bosquejada, pero no concluida. El único elemento claro de conexión que va desde el principio hasta el fin es la omnipresente personalidad del hostelero queda unidad de carácter a toda la obra incitando, criti­cando, admirando y denunciando, pero manteniéndose siempre en pri­mer plano. Se ha supuesto que las composiciones en pareados fueron escritas, o escritas de nuevo, directamente para la obra y que las versi­ficadas con otros metros y las en prosa fueron la parte adoptiva de la familia. Lo que es cierto es que los dísticos, especialmente los del Pró­logo son las más perfectos, variados y de mayor maestría en la versi­ficación que encontramos en el propio Chaucer o en cualquier escritor inglés hasta su época. Tampoco suelen ser superados por ningún mo­delo extranjero, salvo Dante.

 

El marco de la novela lo constituye una peregrinación al santuario de Santo Tomás de Canterbury. Finge el poeta que se encuentra junto con otros treinta peregrinos en la posada del Tabardo, en un suburbio de Londres. Estos peregrinos, cuyos retratos se trazan con sobrio acierto en el Prólogo son: un caballero, con su hijo, escudero y su asistente, una priora, una monja de oratorio con tres sacerdotes, un monje be­nedictino, un fraile mendicante, un mercader, un clérigo o estudiante de Oxford, un agente de la ley, un propietario rural, un mercero, un carpintero, un tejedor, un tapicero, un tintorero, un cocinero, un mari­nero, un doctor, una comadre de Bath, un párroco, un gañán, un molinero, un ecónomo de colegio, un administrador de bienes, un agente del tribunal eclesiástico y un vendedor de indulgencias.

 

Durante el viaje se une a la comitiva un canónigo con su paje. Todos aceptan la proposición hecha por el hostelero de que para pasar mejor el tiempo durante el recorrido, cada uno de los peregrinos narre dos cuentos a la ida y dos a la vuelta, que el hostelero sea el árbitro y juez, y que al regreso se dé una cena en la posada del Tabardo al narrador de los cuentos mejores.

 

De esta obra, que quedó sin terminar, han llegado hasta nosotros nueve fragmentos con veintiún cuentos completos y tres (Sir Topacio, narrado por el propio poeta, parodia de los libros de caballería y los cuentos del cocinero y el escudero) incompletos. El orden según el cual se sucedían estos diversos fragmentos es objeto de discusión entre los eruditos.

 

El cuento del caballero pertenece al género de la gran leyenda, relatado en dísticos heroicos. Este cuento lo tenía escrito Chaucer ya hacía tiempo, puesto que es una versión abreviada de la Teseida de Boccaccio, autor al que deja de imitar el inglés hacia 1387. Es su com­posición más perfecta en ,su manera italiana; revela un noble aleja­miento de los goces y dolores comunes de la humanidad, por lo que es muy apropiado para ser narrado por un perfecto caballero, cual es el que se nos describe en el Prólogo: un caballero en el que resaltan las cualidades del honor, la cortesía y la nobleza de espíritu; que ha to­mado parte en numerosas batallas -quince exactamente-, y ha viajado por toda Europa y el norte de África; que defiende la fe, observa las costumbres feudales y participa en numerosos torneos, en los cuales sale siempre victorioso. Además, es sencillo y humilde y nunca brota una impertinencia de su boca.

 

El cuento narra el amor de Palemón y de Arcites, prisioneros de Teseo, rey de Atenas, por Emilia, hermana de Hipólito, reina de las amazonas y esposa de Teseo. Los dos rivales se la disputan en un torneo. Palemón es derrotado, pero Arcitas, en la cumbre de su triunfo, es derribado de la silla por la intervención de Venus y de Saturno y muere. Palemón y Emilia se unen, después de haberlo llorado. El relato está tomado de la Tebaida de Estacio, pero Chaucer hace de él un cuento lleno de amenidad y de perfección poé­tica. Cabe señalar que en éste, más que en ningún otro cuento, no acierta el autor a escapar a su época: la antigüedad se contempla a través del prisma de la edad media, por lo que se incurre en numerosos anacronismos, como el de hacer de Venus una santa y de su templo una iglesia, en la que entra exclamando: "¡Oh Cristo, que estás en el Paraíso!" -

 

Un gran cambio de tono se observa en el cuento siguiente, el del molinero. Este personaje, muy característico de la clase baja de la edad media, es un bribón que hurta grano y cobra por triplicado el precio de su molienda. Toca la gaita y su conversación es casi siempre obscena. El cuento se inspira en los "fabliaux" de tema grotesco. Hay en él un marido (el carpintero Nicolás) engañado con la predicción de un segundo diluvio universal y un amante (Absalón) que, pensando besar a su amada, besa en su lugar el trasero del carpintero y se venga quemándoselo con un hierro candente. También guarda analogía con "los fabliaux" el cuento del mayordomo. Dos estudiantes de Cambridge, Alano y Juan, son aligerados de parte del trigo que llevan por Simkin, molinero de Trumpington y se vengan en la mujer y en la hija del mismo y apalean al propio moli­nero. Está inspirado en el de Gombert y los dos clérigos y el relato se cuenta así mismo en Boccaccio IX, 6. El mayordomo narrador ha sido descrito como un viejo colérico, que domina el arte de su trabajo y es capaz de llevar las cuentas sin la menor equivocación, Temido por todo el mundo, paga puntualmente, pero nadie consigue sacarle más de lo que la ley permite. Más hábil que su amo en las transacciones, sabe cómo hacer para éste le viva agradecido y le pague sus favores.

 

El jurisconsulto, hombre inteligente y juicioso y que goza de buena reputación, nos narra la historia de Constanza hija de un emperador cristiano, concedida por esposa al sultán a condición de que se con­vierta al cristianismo y abandonada después sola en una nave a la deriva en alta mar por la perfidia de la madre del sultán. Siguen las peripecias de Constanza, modelo de pureza y de feminidad, su unión con el rey Alá, de quien tiene un hijo, Mauricio, su segunda odisea marina por la maldad de Donegilda, madre de Alá, su breve felicidad con su esposo, y su regreso junto a su padre en Roma, La fuente ori­ginaria de este cuento se halla en la crónica anglonormanda de Nicolás Trivet, escrita alrededor de 1335.

 

La comadre de Bath es una figura popular en la que se deposita todo el ingenio vigoroso, y a tatos brutal, que caracteriza a la sátira de la época contra las mujeres. Es dé una fuerza realista que no ex­cluye el humor más artístico; es atrevida, insolente, vanidosa, charla­tana y hace callar a todo el mundo; divaga antes de entrar en materia y esgrime incesantemente las mismas ideas.

 

Demuestra que hizo bien casándose cinco veces y se jacta de haber acosado a sus maridos con re­primendas, con sus celos y sospechas. Su cuento va precedido de un prólogo, sátira magistral contra las mujeres y el matrimonio, puesto en su propia boca. Parece sacado, en parte, del Espejo del matrimonio de Eustache Deschamps. El cuento se remonta a una fuente irlandesa perdida y refiere cómo un caballero, para evitar la pena capital, es obli­gado en el término de doce meses a dar la justa respuesta a la pre­gunta de qué es lo que más agrada a las mujeres, y recibe la respuesta de una bruja vieja, con la condición de que se case con ella. Él accede con repugnancia, pero tiene la inesperada suerte de ver que la bruja se convierte en una agraciada joven.

 

El cuento del fraile repite un motivo común a otras muchas fábulas: que una maldición suele cumplirse. Un emisario del tribunal eclesiástico encuentra al diablo vestido de oficial judicial, el cual le confía qué métodos debe usar con los hombres. El emisario intenta sonsacar una dádiva a una viuda, que lo manda al diablo y el diablo se lo lleva, de acuerdo con la creencia popular.

Chaucer nos ha trazado un magnífico retrato del fraile mendicante narrador del cuento anterior. Apuesto y buen conservador, es uno de los pilares de su orden. Pide siempre donativos, obsequia a las damas y conoce las tabernas y posadas como nadie. Piensa que sólo de los ricos puede venir algo bueno y se muestra servicial cuando puede sacar provecho. Como réplica a su cuento sigue el del alguacil, grosera leyenda l que refiere los manejos de un fraile codicioso junto al lecho de un enfermo siendo al fin burlado el fraile.

 

El cuento del estudiante de Oxford parece una réplica al cuento de la comadre. Narra la historia de la paciente Griselda e invita en irónica despedida a las mujeres a dominar a los maridos y a hacerlos desgraciados, como la comadre la ha hecho con los suyos. Las últimas palabras del estudiante mortifican al mercader, recién casado, quien entona un lírico elogio del estado matrimonial y pasa a relatar el cuen­to siguiente.

 

Cuento del mercader. Trata del matrimonio de un viejo, Enero, con una joven, Mayo. El viejo se queda ciego, y la joven y su amante, Damián le engañan subiendo él a un peral y ella encaramándose sobre .los hombros del viejo y uniéndose con el joven entre las hojas del árbol. Platón devuelve la vista a Enero, pero Mayo, inspirada por Proserpina, sabe dar una respuesta pronta al viejo asustado al descubrir la treta: para devolverle la luz de sus ojos no había más remedio que unirse con un hombre en la cima de un árbol. Tras un intermedio representado por el novelesco "Cuento inacabado del escudero" vuelve, el terrateniente al tema del matrimonio con su cuento.

 

Cuento del terrateniente. El cuento anterior es una adaptación de la llamada "historia del peral", conocida en múltiples versiones y que se encuentra en el Decamerón, VII, 9. También en esa misma obra , figura el presunto cuento, aunque más que de la quinta narración de la jornada X parece tomado de la primera redacción que se encuentra . de ella en el Filocolo del mismo escritor italiano. Dorigena, esposa de Arvirago, que se encuentra ausente en viaje por el mar, para escapar de las insistencias del enamorado Aurelio hace depender su consentimiento de una condición imposible: que desaparezcan todos los escollos de la costa bretona. Conseguido esto por el arte de un mago, Aurelio, llevado por un generoso impulso, absuelve a la mujer de la promesa, la cual se preparaba a cumplir, con el consentimiento del marido que había regresado. El terrateniente, descrito como un discípulo de Epi­curo, rechaza lo mismo la opinión de la comadre que la apuesta, y se decide, en definitiva, por la mutua indulgencia y afecto de los cónyuges.

 

El médico domina bien su ciencia, sobre todo la cirugía, y un poco la astrología, por lo que sabe interpretar las estrellas. Famoso en su oficio, sus conocimientos se fundan en Averroes, Avicena, Esculapio, Hipócrates, Rufo.

 

Come frugalmente y le seduce el dinero. Pues este peregrino narra en el cuento del doctor la historiaa de Apio y Virginia, cuya fuente original está en el tercer libro del historiador romano Tito Livio; pero Chaucer debió inspirarse más bien en la versión del Roman de la Rase.

 

Curioso personaje es el bulero que peregrina. Porta su maleta car­gada de indulgencias acabadas de llegar de Roma. De aspecto afemi­nado nadie le iguala en su oficio; embauca con su desenfado a las gen­tes y les vende falsas reliquias sin ningún remordimiento.

 

El cuento del mercader de indulgencias va precedido de un sermón a guisa de prólogo, en que flagela los vicios de la gula, de la embriaguez, del juego y de la blasfemia, pero muestra también estar animado por aquella codicia que censura en los demás. De suerte que este prólogo resulta una auténtica sátira de los abusos eclesiásticos. El cuento, que ofrece analogías con uno del Novelino, cuenta cómo en tiempo de la peste tres jugadores embriagados van en busca de la Muerte, que les ha arrebatado a un compañero, para castigarla. Un anciano les dice que la encontrarán debajo de cierto árbol. Allí encuentran un tesoro y, mientras uno de los tres se dirige a la ciudad en busca de comida para celebrarlo todos, hasta que la noche permita desenterrar el tesoro, los otros dos se confabulan para asesinarlo y así lo hacen. Pero luego mueren también ellos, al beberse el vino que el tercero había en­venenado, movido de igual intención criminal para con ellos.

Un motivo folklórico sumamente conocido, el del "regalo del amante recobrado", es el tema del cuento del marinero. La mujer de un rico y avaro mercader toma un préstamo de un fraile: .Cien francos para comprarse vestidos. El fraile, a su vez, toma en préstamo la misma cantidad del mercader, que lo ignora todo, y con ella paga los favores de su mujer, y cuando el marido vuelve de un viaje le dice que ha restituido la cantidad a su esposa, la cual no puede negar haberla recibido.

 

El cuento de la priora es uno de los más perfectos de Chaucer desde el punto de vista artístico: repite la leyenda del niño de una viuda asesinado por los judíos porque cantaba el "Alma Redemptoris Mater", mientras pasaba por delante de la judería de Lincoln camino de la escuela. Es descubierto el cadáver porque de la garganta cortada sigue brotando aquel canto. La descripción de la priora, narradora de este cuento, en el Prólogo es en extremo deliciosa. Se trata de una mujer agradable y espontánea que jura a menudo con su frase característica "por San ·Eloy". Conocida como madame Englantine, sabe francés y es muy delicada en el comer, caritativa y trabajadora. Lleva sobre el pe­cho una medalla con la divisa Amor omnia vincit, inscripción un tanto ambigua, que lo mismo puede aplicarse al amor cortesano que al amor divino.

 

Viene a continuación el cuento de sir Topaz, narrado por el propio Chaucer, y que no gusta a los oyentes, lo que induce al hostelero a interrumpirlo para que cuente algo más animado. El poeta relata enton­ces el cuento de Melibeo, uno de los más extensos, en el que cita a autores clásicos como Ovidio, Catón, Séneca,Cicerón, además de a los padres de la Iglesia Agustín, Jerónimo y Gregario Magno. Su tema fundamental es la discusión tediosa y larga entre Melibeo y su esposa Prudencia sobre la mejor manera de tratar a los enemigos que nos han ofendido gravemente, que lleva a la conclusión de que lo me­jor es dialogar con ellos y dejar la venganza en manos de Dios. La fuente primera de este cuento es el Libro de consolación y consejo de Albertano de Brescia, pero Chaucer se sirvió de una paráfrasis francesa.

 

El cuento del monje es, en opinión de muchos, el primero que escribió el autor, el cual en un principio debía formar parte de una Leyenda de los buenos hombres, que el autor no escribió al abando­nar esta idea por la' de los cuentos. Muy parecido a las Desventuras de los hombres ilustres de Boccaccio, está sacado de los autores lati­nos, de Dante, de la Biblia y de la historia romana, y presenta una serie de biografías que abarcan desde Adán hasta personajes de los siglos XIII y XIV. El cuento del capellán de las monjas está influenciado por Chan­ teclair y por una versión perdida del Roman de Renart. La misma his­toria se encuentra también en María de Francia. Refiere cómo una zorra engañó a un gallo alabando la voz del padre de éste, y cómo el gallo consiguió escapar engañando a su vez a la zorra.

 

El cuento de la segunda monja trata un tema de la Leyenda áurea de Jacobo de la Vorágine: la vida y martirio de Santa Cecilia y de su prometido Valeriano. El texto de Chaucer se aproxima más a una ver­sión de la vida .de la Santa, escrita en griego por Simeón Metafrasto.

 

Verdadera denuncia de la estupidez y bribonería de los alquimistas en el cuento del paje del canónigo. Acaso sea original de Chaucer y, en este caso, sería el único de creación personal. En él se reflejan los vastos conocimientos de alquimia que poseía el autor y, tal vez debido a cierto desengaño sufrido en este aspecto, ataca con dureza a los alquimistas.

 

La fábula de Ovidio cuento del adsobre Apolo y Carónides parece ser la fuente inspiradora del cuento del administrador, que saca a colación el mito del cuervo negro. Febo tiene un cuervo blanco que puede imitar el lenguaje humano' y por él se entera' de la infidelidad de su esposa. Airado, Febo la mata y después, lleno de remordimientos, le arranca al cuervo las plumas blancas, le priva del habla v lo manda al diablo: he aquí por qué los cuervos son ahora negros.

 

El párroco, perfecta antítesis del fraile mendicante, es un hombre pueblerino, bueno, sencillo y gran conocedor de los Evangelios. Sincero, paciente y sacrificado. Con poco se conforma y lo da todo para su pa­rroquia. Protege a los mendigos y considera que todo sacerdote debe ser limpio de corazón y dedicarse preferentemente a los pobres. Todo lo cual contrasta con aquellos miembros hipócritas e inútiles, cuales son el fraile mendicante y el bulero. Su cuento no es propiamente tal sino un sermón en prosa sobre los siete pecados capitales sacado de la

Suma de los vicios y de las virtudes del hermano Lorens. Con este sermón se cerraba el viaje de ida a Canterbury.

 

Chaucer fue uno de esos hombres que, al igual que Shakespeare, extraen de la lectura el máximo de aprovechamiento personal. Conocía a los autores latinos corrientes, en especial a Ovidio, que siempre fue uno de los más importantes en la literatura medieval; conocía la lite­ratura francesa e italiana y también las leyendas inglesas de que hizo la parodia en Sir Topaz. Era un hombre de genio creador y este don, Junto con las lecturas, le permitió llevar a la madurez el arte de escribir que había ido desarrollándose lentamente durante los dos siglos ante­riores a su tiempo.

Chaucer no es un ente singular. En el curso del progreso humano aparece de manera tan natural como Shakespeare. Como el de Shakes­peare, su humorismo es bondadoso y jamás cruel. Es tolerante y no se avergüenza; pero nunca toma la defensa del mal ni se burla de lo bueno. El humorismo, siempre presente en su obra, no puede pasar inadvertido y el exquisito y natural patetismo que lo acompaña ha sido reconocido incluso por aquellos que no han logrado valorar a este autor íntegramente. La benevolencia de Chaucer es inmensa.