Técnicas para medir y contar en Arqueología
Bienes arqueológicos, paleontológicos

Técnicas para medir y contar en Arqueología

 

 

08/12/2013 Fuente farodevigo. Siempre sostuve que gran parte del conocimiento científico se construye con la experimentación y, cuando ésta no es posible, con el análisis exhaustivo de los datos. Es cierto que no se puede recrear el pasado de la humanidad en un laboratorio, por lo que existen muchas opiniones que contribuyen a alejar a la Arqueología de las ramas o disciplinas del conocimiento científico.

 

Es verdad que la reconstrucción de vidas pasadas no es factible, aunque si podamos en la actualidad elaborar objetos como se hicieron en el pasado remoto, gracias a la "Arqueología Experimental", que trataremos en otra ocasión. Lo que no es factible es reconstruir procesos culturales ni sociedades de otros tiempos. Con ente fin los arqueólogos de la ya vieja "New Archaeology", muy en boga entre las décadas de 1970 y 1990 utilizaban la "Teoría de Alcance Medio", que no era otra cosa que la comparación de las sociedades del pasado con los "primitivos Actuales". Éstos tendrían, según cada hipótesis, un nivel cultural y tecnológico equivalente al grupo humano histórico -o prehistórico- estudiado. Son célebres los trabajos de Binford sobre los inuit (esquimales) buscando algo de luz en el remoto pasado de los cazadores magdalenienses, que poblaron Europa durante los últimos años de la terrible glaciación würmiense, aproximadamente, entre el 17.000 y el 10.000 antes del presente.

 

Pero no vamos a hablar ahora de la idoneidad de los resultados de este tipo de estudios. Simplemente recordar que otros procesos sólidamente definidos y teorizados desde las Ciencias Naturales tampoco pueden ser recreados más allá de los cada vez más sólidas hipótesis, entre ellos y a modo de ejemplo, la "era secundaria, el "paroxismo alpino" o el "big-bang". Pero creo que nadie restará por ello validez científica a la Geología o la Astronomía como ciencia.

 

Lo que es indispensable para el conocimiento científico es la obtención de datos fiables que nos ayuden a construir la teoría, a corroborar la hipótesis. Sin duda los historiadores necesitamos situar las dinámicas sociales en un Espacio y en un Tiempo, lo que convierte al estudioso en una especie de "antropólogo diacrónico" que necesita constantemente afinar hasta lo imposible esas dos coordenadas.

 

Aunque sea un razonamiento muy evidente, necesitamos recordar que al mismo tiempo ocurren cosas distintas en otros espacios. También en un mismo espacio sucedieron otras cosas en otros tiempos.

 

Para conocer cuando tuvieron lugar los hechos pasados, la investigación arqueológica maneja dos tipos de dataciones. Una es la relativa, que permite ordenar los hechos en una secuencia cronológica correcta, es decir, que fue antes y que fue después. Otro modo de situarlo en el tiempo es conocer una fecha dentro de un marco de referencia preciso, normalmente situándola en relación con nuestro calendario. A eso se denomina datación absoluta, que normalmente se expresa en años.

 

Existen varios métodos científicamente contrastados para acceder a la cronología del pasado, tanto de forma relativa como absoluta. Entre las primeras destacamos la Estratigrafía, la Tipología, los métodos Geológico, Paleontológico y Botánico o el Paleomagnetismo. Para acceder a fechas absolutas contamos, entre otras técnicas, con el Carbono 14, la Dendrocronología, la Termoluminiscencia o el Potasio-Argón 40. Quizá los más conocidos sean la Estratigrafía y el Carbono C14, por citar uno de cada tipo.

 

El método estratigráfico es un "préstamo" de la Geología. Se basa en observar las capas de tierra u otros elementos, como arenas, gravas o escombro que van apareciendo en la excavación y ordenarlos en una la secuencia lógica de deposición. Ésta pudo ocurrir por sedimentación natural, como la tierra húmica que se acumula sobre una construcción abandonada, o por acciones humanas, como puede ser la extracción de tierra para construir una zanja y alojar en ella la cimentación de un muro. Evidentemente las estratigrafías fruto de la acción humana son más complejas que las naturales. Habitualmente, las capas superiores son más recientes que las inferiores. El orden secuencial de la sedimentación o de las acciones constructivas permiten ordenar cronológicamente los sucesos detectados, pero tan sólo para saber que sucedió antes o después de otro estrato o acto constructivo.

 

Este método utilizado en las excavaciones arqueológicas también puede ser válido para el estudio de los edificios históricos, en los que suelen superponerse paramentos de muros, se abren nuevos huecos -puertas o ventanas- se ciegan otros o se adosan nuevas dependencias. Fíjense, por ejemplo, en la catedral de Ourense e intenten descubrir -la Praza do Correxedor en un excelente observatorio- las partes del templo posteriores al edificio original con planta cruz latina original, teniendo también en cuenta la sustitución del ábside románico primigenio por el de peregrinación con deambulatorio, construido en la Edad Moderna. O ver desde la calle Lepanto, antigua rúa Obradoiro, como la fachada de la capilla de San Juan, con su gran ventana ojival, se adosa a la del transepto románico.

 

Ahora que está ordenada la secuencia, sólo saber falta cuando sucedió cada "cosa", es decir de cuando es cada estrato o de que momento -año, década o siglo- es cada acción constructiva. Lo sabremos cruzando los datos estratigráficos -también de estratigrafía muraria- con objetos datables relacionados con ellos, entre otros, monedas, cerámicas específicas o documentos históricos, que nos acercarán a dataciones absolutas de esas secuencias estratigráficas.

 

Sin duda entre los métodos de datación absoluta más conocidos por el público se encuentra el del Carbono 14. Éste, muy a grandes rasgos, consiste en medir la cantidad de este isótopo radioactivo, el C14, en una muestra orgánica, es decir, procedente de lo que fue un ser vivo. Éste durante su vida absolvió una cantidad de isótopos y, al fallecer, la pierde de una forma constante. De este modo, contando la cantidad que queda en la muestra, es posible saber la edad de muerte y, por tanto, obtener una fecha absoluta muy aproximada. Éste método sólo se puede aplicar a muestras con antigüedades no superiores a los 60.000 años.

 

Pero, para no alargarnos en demasía, hablaremos en otra ocasión de estos recursos científicos que nos permiten medir el tiempo.

 

(*) Arqueólogo municipal de Ourense