Caspar David Friedrich
BiografĂ­a

Caspar David Friedrich. De interés general

 

 

Fuente Wikipedia. Caspar David Friedrich (Greifswald, 5 de septiembre de 1774 – Dresde, 7 de mayo de 1840) fue el principal representante de la pintura romántica alemana en el ámbito del paisajismo.

 

Biografía []

 

Primeros años (1774–1800) []

 

 

 

El caminante sobre el mar de nubes (1817–1818).

Caspar David Friedrich era el sexto de los nueve hijos de Adolf Gottlieb Friedrich, un fabricante de velas y jabones de Greifswald, y su esposa Sophie Dorothea Friedrich, de soltera Bechly. Greifswald pertenecía, como toda la Nueva Pomerania Anterior y desde la guerra de los Treinta Años a la corona sueca. Ambos progenitores procedían de la ciudad de Neubrandenburg, en la actual Mecklemburgo-Pomerania Occidental, que Friedrich visitó en varias ocasiones.

 

Fue educado según la confesión protestante de su familia. Varios fallecimientos ocurridos en su familia a lo largo de su infancia le indujeron a que se ocupase intensamente en el tema de la muerte. Así, en 1781 murió su madre; al año siguiente, su hermana Elisabeth de viruela; en 1787 su hermano Johann Christoffer, ahogado al intentar salvar al propio Caspar que se había hundido en el hielo, lo que le conmovió tanto por su corta edad, 7 años, como por creerse culpable de tal suceso; y, finalmente, su hermana María en 1791 por tifus.

 

Hacia 1790, cuando tenía 16 años, y quizá ya en 1788, recibió clases de Johann Gottfried Quistrop, profesor de Dibujo de la Universidad de Greifswald, quien probablemente le transfirió su entusiasmo por el paisaje de su tierra natal. Entre 1794 y 1798 estudió en la Academia Real de Bellas Artes de Copenhague, fundada en 1754 según el modelo francés y considerada por entonces una de las Academias más modernas. Allí fue alumno de Nicolai Abildgaard y, sobre todo, de August Lorentzen y Jens Juel, uno de los pintores daneses más importantes del siglo XVIII. Pintó vaciados de yeso de esculturas clásicas, formándose más como dibujante que como pintor.

 

En 1798 regresó a Greifswald, renovando su amistad con el poeta y patriota «demagogo» Ernst Moritz Arndt, y en el otoño del mismo año se trasladó a Dresde, el centro del movimiento romántico alemán, donde acabó de formarse.

 

En Dresde vivió como pintor y mantuvo su residencia hasta su muerte. Frecuentó sobre todo al pintor y diseñador Philipp Otto Runge, formado como él en la Academia de Copenhague, y a los escritores y poetas Ludwig Tieck y Novalis, formando con ellos el centro literario-artístico del romanticismo alemán. Fue Friedrich un pintor-filósofo, que contaba entre sus amistades no sólo con pintores (Runge, Dahl, Kersting, Kügelgen, Ferdinand Hartmann, y Louise Seidler), sino también con escultores (Christian Gottlieb Kühn), poetas (Tieck, Heinrich von Kleist), el filósofo y naturalista Gotthilf Heinrich Schubert.

 

En 1799 expuso por primera vez su obra, dibujos de paisajes, en la Academia de Bellas Artes de Dresde.

 

Formación (1801–1814) []

 

Se cree que el intento de suicidio del que hablan sus contemporáneos se produjo en torno a 1801–1802. Pasó los meses primaverales de 1801 en Nuevo Brandeburgo y Greifswald, y en el verano marchó a la isla de Rügen; regresó a la zona en mayo de 1802. En estos viajes fue reuniendo toda una colección de esbozos, con paisajes e imágenes sobre los que volvería más tarde una y otra vez. Friedrich conoció a Runge en Greifswald en 1801–1802; en los años siguientes siguieron relacionándose por carta, viéndose en persona de manera ocasional, pero sin que pueda llegar a hablarse de una amistad íntima.

 

Su primer éxito data de 1805, cuando obtuvo un premio compartido en un concurso artístico organizado por Goethe en Weimar, gracias a dos paisajes dibujados en tinta sepia.

 

 

 

Caspar David Friedrich: Retablo Tetscher, Escena: «Das Kreuz im Gebirge», óleo sobre lienzo, 115 cm × 110,5 cm, Gemäldegalerie de Dresde.

 

El año 1806 empezó con un viaje a Greifswald y una marcha por la Isla de Rügen. Es el año en el que Napoleón ocupó la mayoría de los territorios alemanes.

 

En estos años de las guerras Napoleónicas se acentúa su postura política antifrancesa. Sus convicciones políticas defendían la libertad de opinión y una mayor participación de la clase media en las decisiones políticas. La batalla de Jena y la de Auerstädt en octubre de 1806 significaron el derrumbamiento de la vieja Prusia y Sajonia, permitiendo que Napoleón Bonaparte y sus tropas entrasen triunfalmente en Berlín. Se creó entonces la Confederación del Rin, asociación de Estados alemanes aliados de Napoleón.

 

En 1808 pintó su primera gran pintura al óleo: La cruz en la montaña (El retablo de Tetschen). El cuadro era poco habitual y desató una fuerte polémica. No obstante, en este cuadro se basa gran parte de la fama de Friedrich y su éxito financiero, abriendo el camino a la pintura romántica en Alemania. Se trata de una de las primeras obras en las que imprime ya su concepción del «paisaje sublime», una nueva modalidad que será muy imitada. «Otorgó a lo familiar la dignidad de lo desconocido», dijo el poeta Heinrich von Kleist de Friedrich.

 

En julio de 1810 Friedrich y el pintor Georg Friedrich Kersting viajan juntos al «Riesengebirge», al sur de Dresde, donde realizó numerosos esbozos y apuntes que le sirvieron para numerosas obras en el futuro. En otoño del mismo año participó con sus obras Monje a la orilla del mar y Las ruinas del monasterio de Eldena en una exposición de la Academia Berlinesa, que le hizo miembro externo. Comienzan así sus años de mayor éxito.

 

En 1812 Napoleón emprende su campaña contra Rusia, en la que el ejército francés es acompañado por una tropa auxiliar sajona de 23.000 soldados. A la primavera siguiente, regresaron, derrotados y huyendo. Dresde y sus alrededores se convirtieron de nuevo en un escenario de guerra. 1813 es el año de la guerra de liberación alemana contra Napoleón, que culmina con la Batalla de las Naciones en Leipzig. Al año siguiente, 1814, Friedrich participa en una exposición que conmemoraba la liberación de Dresde, con su obra El cazador en el bosque, representando a un chasseur o coracero del ejército francés en un bosque nevado.

 

Friedrich frecuenta círculos de intelectuales de corte liberal-republicano, que apoyan los ideales nacionalistas. El Congreso de Viena (1814–1815) supuso una gran frustración de esta ideología, ya que significó la restauración del Antiguo Régimen bajo el liderazgo de Austria. Greifswald, ciudad natal de Friedrich, pasa, después de un breve intermedio danés, a dominio prusiano. No obstante, el pintor conservó el resto de su vida la nacionalidad sueca.

 

 

 

Madurez (1815–1823) []

 

Entre 1815 y 1816 Friedrich volvió a viajar por el Báltico. Este último año fue admitido en la Academia de Dresde, recibiendo un sueldo de 150 táleros.

 

En enero de 1818, Caspar David Friedrich de 44 años se casó con la joven Christiane Caroline Bommer, de 25 años. Tuvieron dos hijas y un hijo: Emma en 1819, Agnes Adelheid en 1823 y Gustav Adolf en 1824. Su viaje de bodas lo llevó nuevamente hacia Greifswald y Rügen. Ello dio pie a que ese mismo año pintase cuadros como Los acantilados blancos de Rügen y El caminante sobre el mar de nubes. Su esposa posó, como personaje que se encuentra de espaldas, para su obra Mujer asomada a la ventana (1822). A su hijo le puso el nombre de Gustav Adolf por el rey sueco Gustavo IV Adolfo. Su hijo fue igualmente pintor, pero no alcanzó el éxito que tuvo su padre.

 

La situación política posterior a las guerras napoleónicas no resultaba del gusto del pintor. Aunque el movimiento patriótico alcanzó su punto álgido con la fiesta de Wartburg (Wartburgfest) celebrada el 18 de octubre de 1817 en el Castillo de Wartburg, cerca de Eisenach, lo cierto es que este acontecimiento sirvió como justificación para medidas de represión de las fuerzas liberales, como los decretos de Karlsbad. La muerte del poeta August von Kotzebue (1819) provocó la reacción de una conferencia de ministros reunidos en Karlsbad, Bohemia, entonces parte del Imperio austríaco, a instancias de Metternich. Introdujeron una serie de medidas represoras en la Confederación Germánica, conocidas como decretos de Karlsbad: censura de prensa, supervisión de las universidades por informadores, persecución de los liberales considerados «demagogos» y sus reuniones (a las que llamaban «actividades demagógicas»). Todo ello afecta al pintor y no es en absoluto gratuito que una de las medidas que adoptan sean la proscripción del traje antiguo alemán, que precisamente aparece en los cuadros de Friedrich.

 

Su situación anímica empeora, cayendo en una larga y profunda depresión, cuando el 27 de marzo de 1820 es asesinado durante un paseo su amigo, el también pintor Gerhard von Kügelgen. El 21 de agosto se traslada con su familia a la casa «An der Elbe 33» de Dresde, situada en el límite de la ciudad, a orillas del río Elba, lo que le permite observar a las embarcaciones que pasan lentamente por delante de su casa. Allí recibió la visita, en diciembre del mismo año, del Gran Príncipe Nicolás de Rusia; este, siendo zar, le compraría más tarde numerosos cuadros a través del poeta Vasili Zhukovski.

 

A partir de 1820 inmortaliza paisajes campestres, sin dejar por ello las representaciones marinas. Conoce al nazareno Overbeck, pero sus preferencias siguen inclinándose hacia el arte del paisaje del noruego Dahl, quien vive en Dresde desde 1818 y que, en 1823, se instala en la misma casa que Friedrich. Dahl y Friedrich celebrarán exposiciones conjuntas en 1824, 1826, 1829 y 1833.

 

Obra []

 

 

Abadía en el robledal, 1809.

 

Fue el pintor más destacado del romanticismo alemán junto a Philipp Otto Runge. Como es característico de la pintura romántica, Friedrich pintó sobre todo óleos sobre lienzo. En alguna ocasión utilizó el formato del retablo y empleó el oro, a la manera de los artistas medievales.

 

No obstante, inicialmente se dedicó a hacer dibujos a la pluma, con tinta china y acuarela. A partir de 1800 comenzó a utilizar preferentemente la tinta de color sepia. Aunque se le atribuye un óleo en 1798 (Barco naufragado en el Océano Glacial), lo cierto es que no generalizó el uso de esta técnica hasta más tarde, empezando a aparecer en gran número sólo a partir de 1807.

 

Perteneció a la primera generación de artistas libres, que no pintaban por encargo, sino que creaban por sí mismos para un mercado libre de galerías.

 

Paisajes []

 

Su género preferido fue el paisaje y, dentro de él, los temas montañosos y marinos.

 

La obra de Friedrich tiene precedentes en una larga tradición de pintores alemanes que, antes de él, pintaron paisajes «cósmicos» o «sublimes», como Durero o Adam Elsheimer. En efecto, los pintores centroeuropeos tendieron a pintar inmensos paisajes con montañas altas, pendientes escarpadas, enormes cielos..., en los que el hombre se sentía perdido. Igualmente, hay rasgos en la pintura de Friedrich que ya estaban en las vedute del siglo precedente: el espectador en primer término, destacando sobre el paisaje del fondo, y el interés por paisajes solitarios y majestuosos, como el mar o las montañas.

 

Sin embargo, a diferencia de paisajistas anteriores, se inspiró en los paisajes reales que conoció, algunos de ellos hasta entonces prácticamente desconocidos: Nuevo Brandeburgo, Rügen, Greifswald, Bohemia, las regiones del Harz y del Riesengebirge. Esto dotó a su obra de un realismo hasta entonces inédito. Eligió, además, algunos puntos de vista que no abundaban antes en la pintura paisajística, como las cimas de la montaña o las orillas del mar.

 

No obstante, en su obra es importante la composición. Aunque muchos cuadros son una imagen precisa de la realidad, son una cuidadosa composición de diferentes elementos, que Friedrich había guardado en su libro de esbozos.

 

 

 

Arco iris en un paisaje de montaña, h. 1809–1810.

 

No seguía la tendencia artística italiana ni a los antiguos maestros. A su juicio, el arte debía mediar entre las dos obras de Dios, los humanos y la Naturaleza. Con este punto de vista se acerca a las bellezas naturales, en cuya representación procesó tendencias y sentimientos. Sus obras no son, por lo tanto, imágenes de la Naturaleza, sino de un sentimiento metafísico, inaprensible. El primer plano y el fondo, separados a menudo por un abismo, se relacionan entre sí.

 

El espíritu que domina la obra de Friedrich es radicalmente romántico: abundan las escenas a la luz de la luna, espacios gélidos (mar de hielo, campos helados), las noches, paisajes montañosos y agrestes. Cuando incluye elementos humanos, suelen ser de carácter sombrío, como cementerios o ruinas góticas. Una y otra vez aparecen elementos religiosos, como crucifijos o iglesias.

 

Pobló sus paisajes de seres humanos contemporáneos, pertenecientes en general a la burguesía. Estas figuras, a partir de 1807, suelen aparecer de espaldas al espectador, ocultando la cara, y en alguna de ellas se reconoce al propio Friedrich. Suelen estar ubicados céntricamente en el cuadro, de manera que cubren el punto de fuga. Con este recurso, el artista señala que el «sentimiento», la auténtica humanización, se encuentra en la Naturaleza. Al mismo tiempo, esto permite que el espectador no se distraiga con la fisonomía de este personaje anónimo, sino que se identifique con él. Finalmente, de esta manera logra una metáfora visual de la disolución del individuo en el «todo» cósmico.

 

Es el pintor más significativo del paisajismo romántico alemán, comparable al inglés J. M. W. Turner. Junto a Turner y Constable, hizo de las pinturas de paisajes un género principal en el arte occidental. A este nuevo arte del paisaje también contribuyeron Camille Corot y Théodore Rousseau veinticinco años más tarde.

 

Simbolismo []

 

La renovación que Friedrich introdujo en el género del paisaje no fue sólo su realismo, sino también por su simbolismo. Pretende reflejar el alma de las figuras humanas que suelen aparecer en el primer plano. Crea así lo que en el siglo XIX se llamaban «paisajes íntimos». Su simbolismo parece ser directamente heredado por Arnold Böcklin.

 

Alegoría política []

 

 

 

Monje a la orilla del mar.

A menudo se ven en los cuadros de Friedrich alegorías de la situación política de la época. Sobre todo en su primera época, se descubren en sus cuadros elementos simbólicos referentes a las guerras de liberación, lo que refleja su sentimiento patriótico antinapoleónico y el desencanto sobre la posterior restauración. El significado antinapoleónico de sus cuadros era evidente para sus contemporáneos, quienes, además, demandaban este tipo de obras. Por ello el rey prusiano adquirió en 1810 las dos pinturas Monje a la orilla del mar y Abadía en el robledal y, dos años más tarde, otras dos. Sin embargo, después de la victoria contra Napoleón, la tendencia patriótica chocó contra el statu quo resultante del Congreso de Viena, y estos temas pictóricos encontraron rechazo. Muestra de ello es que, después de la «persecución de los demagogos» intensificada tras las resoluciones de Karlsbad (1819), la Casa real prusiana no le volvió a comprar ninguna otra obra.

 

Puede citarse, a modo de ejemplo, el optimismo de la pintura En el velero (1818), frente al desencanto de El árbol solitario (1821), en el que un roble simboliza la Alemania dañada por la ocupación de los franceses. Sus cuadros posteriores adoptan tonos más oscuros, mereciendo destacar Las hermanas en una terraza en el puerto (1820). En este cuadro se combinan elementos de diversos lugares, destacando las cinco torres de la iglesia de Halle, símbolo del triunfo de la reforma luterana frente al catolicismo que simbolizaba Alberto de Brandeburgo (siglo XVI).

 

Un elemento que constantemente aparece en sus cuadros con un significado político es el antiguo traje alemán, proscrito en 1819, pues era una expresión figurativa de las convicciones patrióticas, como se expresa en el tratado Sobre las costumbres, la moda y el traje (1814) de Arndt. Muchos caballeros visten en las obras de Friedrich una levita abrochada hasta arriba, un ancho cuello por encima y un bonete en la cabeza, mientras que las señoras aparecen con vestidos largos y cerrados en el cuello. Esta moda se oponía al estilo imperio, que era considerada como francesa. En este estilo dominaban los colores brillantes y claros. Las mujeres llevaban escote y transparencias y los caballeros pantalones blancos ceñidos.

 

La naturaleza representada por Friedrich visualiza, pues, las tensiones políticas de la época. Sobre la pintura de Dos hombres observando la luna (h. 1818–1819, Gemäldegalerie Alte Meister, Dresde), y preguntado sobre lo que estaban haciendo aquellos hombres, Friedrich comentó irónicamente que «Están llevando a cabo actividades demagógicas».

 

Cabe mencionar, por último, que la postura personal de Friedrich sobre su propia nacionalidad, sueca, se evidencia en varias de sus obras a través de las banderas. La bandera danesa (Dannebrog) y la sueca aparecen en el cuadro Vista de un puerto (1815). Es más, en una de sus últimas obras, Las edades de la vida, de 1835, veinte años después de la incorporación de Greifswald a Prusia, aparecen los hijos de Friedrich, Agnes Adelheid y Gustav Adolf, con un banderín sueco.

 

El poeta sueco Daniel Amadeus Atterbom, que conoció a Friedrich, escribió en su «Cuadros de viajes por la Alemania romántica» (Reisebilder aus dem romantischen Deutschland) que «Friedrich es pomerano... y se considera medio sueco».

 

 

 

Alegoría religiosa []

 

A partir de los años 1812–1814 el patriotismo va siendo sustituido por el dominio del simbolismo cristiano. Friedrich era profundamente religioso y, al igual que Runge, pretendía renovar el arte alemán a través del espíritu pietista protestante. Quería generar un sentimiento de religiosidad a través de una nueva temática: el paisaje.

 

Cultiva una metafísica de la luz, propia del cristianismo neoplatónico. Aparece en sus paisajes la dualidad: el cuerpo y el alma, lo terrenal y lo espiritual, generalmente representados por el primer plano donde están las personas (lo humano) y los planos posteriores, en los que aparece el paisaje en toda su grandeza (lo divino).

 

Algunos elementos que se repiten en sus obras tienen un claro simbolismo religioso:

El color violeta (y, en general, el contraste entre la oscuridad de la parte inferior de la pintura o primer plano, y la claridad en la parte superior representando el fondo) era, y no sólo para Friedrich, el color del duelo y la melancolía. Se sospecha que la base de semejantes obras sea la condición depresiva de Friedrich.

La experiencia de la naturaleza en el mundo germánico. Para Friedrich era un acontecimiento religioso místico muy personal.

El camino de la vida de los humanos está representado a través de barcos que aún están en el mar, pero que se acercan al puerto, que se iguala con el logro o la muerte.

La base sobre la que se asientan los humanos es, frecuentemente, una roca de gran tamaño. Según Friedrich representa la fe, imperturbable y firme.

La nieve aparece en numerosos cuadros de Friedrich. A diferencia de la pintura rococó, de la del siglo XVI y XVII, no es una helada temporal, sino como algo cercano a la muerte. El invierno, por preceder al renacimiento de la naturaleza, simboliza la idea cristiana de la resurrección.

Los abetos, perennes y resistentes al paso del tiempo, eran entendidos, tanto por Friedrich como por sus contemporáneos, como una referencia a la eternidad, siendo así un símbolo de esperanza cristiana.

 

Recepción []

 

Friedrich y el pintor contemporáneo Dahl se influyeron mutuamente, si bien Dahl no logró su maestría ni profundad.

 

Su obra fue, en general, muy valorada en su época. Su primera gran obra, el Retablo de Tetschen, fue objeto de duras críticas por parte del barón Ramdohr, pero, a pesar de ello, hacia 1810 puede considerarse que goza de reconocimiento generalizado. Hasta los años 1820 los críticos y las revistas de arte solían hacer recensiones muy favorables de sus cuadros.

 

Pero los contemporáneos fueron considerando que derivaba hacia el misticismo y, con El mar de hielo (h. 1823–1824), debido a su radicalismo compositivo y temático, ya no lo comprendió nadie, siendo un cuadro que no consiguió venderse en vida del autor.

 

El público general prácticamente olvidó la obra de Friedrich en la segunda mitad del siglo XIX. Fue sólo hacia 1860 cuando fue redescubierto por pintores simbolistas por sus paisajes visionarios y alegóricos. El pintor suizo Arnold Böcklin (1827–1901), pionero del simbolismo, resultó muy influido por su trabajo. Se considera que Friedrich, como Ludwig Richter y Moritz von Schwind, fueron precursores del simbolismo en Alemania.

 

Por el mismo motivo, Max Ernst y otros surrealistas lo vieron como el precursor de su movimiento.

 

En 1986, Peter Schamoni dirigió una película biográfica, Caspar David Friedrich – Grenzen der Zeit, en la que además de la figura del pintor, aparecen personajes contemporáneos, como el amigo médico de Friedrich, Carl Gustav Carus.

 

Otras obras []

 

Friedrich también hizo bocetos de monumentos y esculturas para mausoleos, reflejo de su obsesión con la muerte y la vida después de esta.

 

Pintó también «cuadros transparentes», esto es, cuadros sobre papel transparente que se iluminaban en un salón oscuro con acompañamiento de música, reputándose así una obra de arte global. Los cuatro que realizó entre 1830 y 1835 para el príncipe heredero Alejandro de Rusia se perdieron; pero en la Gemäldegalerie de Kassel se conservan dos cuadros pintados en papel transparente por ambas caras, de manera que según cómo se iluminasen uno es una escena diurna y otra nocturna. Se considera que forman parte de la prehistoria de espectáculos modernos como el cine.

 

 

Fuente antehistoria.jcyl. Comentario

 

Caspar David Friedrich es el máximo representante del Romanticismo en Alemania, y uno de los más importantes pintores de la época en Europa, junto a Goya, Delacroix, Turner o Constable.

 

En su país, sólo Philipp Otto Runge acometió una titánica tarea de renovación comparable a la suya, aunque truncada por una prematura muerte. Friedrich nació el 5 de septiembre de 1774 en la pequeña ciudad portuaria y universitaria de Greifswald, en la Pomerania anterior, región que desde 1648 hasta 1815 permaneció bajo dominio de Suecia.

 

Este hecho determinaría en buena medida el pensamiento político de Friedrich: la política de autonomía con que el reino sueco gobernaba esta zona, suscitó la simpatía del pintor, quien consideraba a Suecia un país de libertades, un modelo a seguir, aunque, como nacionalista, celebrara el retorno de la Pomerania Anterior al conjunto de estados alemanes como parte de Prusia.

 

Era el sexto hijo del fabricante de jabones y cerero Adolph Gottlieb Friedrich (1730-1809). Tanto él como la madre de Friedrich, Sophie Dorothea Bechly (1747-1781), procedían de Neubrandenburg, ciudad a la que acudirá en numerosas ocasiones el pintor a lo largo de su vida a visitar a sus familiares, y que quedará reflejada en muy diversos cuadros.

 

Dos de sus hermanos fallecieron durante su infancia, y una hermana murió de tifus a los veinte años. Un hecho traumático, que marcaría al sensible pintor para toda su vida, fue el fallecimiento de su hermano Johann Christofer, un año menor que él. Habiendo caído Friedrich al agua al volcar una pequeña embarcación en la que navegaban, Johann Christofer se lanzó a salvarlo, pereciendo en el mismo intento ante los ojos de Caspar, quien tenía entonces trece años.

 

En 1781 había muerto su madre; desde entonces el ama de llaves, a quien llamaban "Mutter Heiden", se encargó de cuidar a los niños. Caspar David se crió en un ambiente de devota religiosidad luterana, acendrada por las lecturas diarias de textos religiosos que su padre realizaba como parte de la formación de sus hijos. La relativa prosperidad del negocio permitió a Adolph Gottlieb Friedrich la contratación de un joven estudiante de teología como profesor particular.

 

Este tutor privado enseñó a Friedrich principalmente latín, literatura y música. De esta época se conservan algunas láminas caligrafiadas (6167) con máximas de corte moral y pedagógico, imbuidas del espíritu de la Ilustración. En torno a 1790 comenzó a iniciarse en las técnicas del dibujo y el color como pupilo de Johann Gottfried Quistorp (1755-1835), profesor de dibujo en la Universidad de Greifswald. Su enseñanza fue determinante, así como la posibilidad de acceso a su espléndida colección de libros y grabados en cobre.

 

Fue Quistorp quien acostumbró al joven Friedrich a recorrer a pie los alrededores de la ciudad y le descubrió numerosos lugares, entre ellos Eldena, Gützkow o la isla de Rügen. Otro factor decisivo en estos años es el conocimiento del poeta y Pastor Gotthard Ludwig Theobul Kosegarten (1758-1818), amigo de Quistorp, cuyas doctrinas de pietismo panteísta y romántico habrán de influir de forma decisiva en el pintor. Éste acudirá en numerosas ocasiones a visitarlo a Altenkirchen, en Rügen, de donde Kosegarten era prior.

 

Allí no sólo se embeberá de los paisajes bálticos, sino que escuchará las disertaciones del sacerdote sobre la presencia de Dios en la Naturaleza, y se familiarizará con los temas de la poesía y los mitos nórdicos primitivos. Con veinte años, en 1794, Friedrich se matricula en la Real Academia de Arte de Copenhague (Akademi for de Skøne Kunster), una de las más avanzadas y liberales de Europa. Allí estudió de 1794 a 1796 dibujo; entre este año y 1798, dibujo de modelos en yeso; en 1798 pasó al estudio de dibujo de desnudo.

 

La pintura al óleo no era materia de la Academia, sino que era enseñada en privado por los profesores. Todos eran artistas de primera fila y ejercieron una influencia irreversible en Friedrich, apreciable en todas sus obras. Entre ellos destacan Jens Juel, pintor de retratos y paisajes, en especial nocturnos; Christian August Lorentzen y Johannes Wiedewelt.

 

Con todo, fue Nicolai Abraham Abilgaard (1743-1809) quien marcó de manera más decisiva el ánimo de Friedrich. Abilgaard era el máximo representante de la pintura histórica clásica en Dinamarca, así como un ossiánico convencido. La pintura en Copenhague se hallaba influida por la jardinería inglesa de fines del siglo XVIII.

 

El dibujo en estas naturalezas llenas de motivos arquitectónicos era muy practicado por los alumnos de la Academia. Friedrich visitó los numerosos parques de la ciudad creados en este estilo y trasladó a sus acuarelas las ruinas, iglesias góticas, monumentos funerarios y rocas en un tono sentimental y melancólico acorde con estos lugares.

 

Allí adquirió su afición al paisaje y a este tipo de motivos, que hoy podemos considerar plenamente románticos. En la primavera de 1798, tras completar sus estudios, Friedrich retornó a Greifswald. En octubre, pasando por Berlín, se dirigió a Dresde, capital de Sajonia, la "Florencia alemana", en donde se asentó.

 

En esta ciudad, salvo por ciertas visitas a la Alemania central y Bohemia, permaneció hasta el final de su vida. Se inscribió en las clases de dibujo de la Academia de Bellas Artes, en la que, en 1799, se expusieron algunos de sus trabajos por primera vez. En aquella época, Dresde era el centro del Romanticismo, pues contaba con la presencia de Novalis, Friedrich Schelling, Johann Gottlieb Fichte, los hermanos Schlegel y Ludwig Tieck. Friedrich, sin embargo, apenas se relacionó con estos ambientes.

 

Prefería recorrer las salas de la Gemäldegalerie, en la que contemplaba a los grandes maestros, como Jacob van Ruisdael, o pasear por los alrededores de la ciudad, dibujando de forma intensiva la naturaleza, realizando sus primeros paisajes, empleando para ello de manera profusa motivos simbólicos como senderos, puentes, ríos, colinas lejanas, árboles y vistas de ciudades.

 

Estos mismos trabajos hacían un marcado uso del contraste, simbólico, entre partes iluminadas y sombrías. Su esperanza era ganarse la vida ejecutando vistas y panoramas, y su técnica era la sepia, muy en boga por entonces. Entre 1801 y 1802 permaneció en Greifswald de nuevo, en donde fue visitado por Runge. Durante la estancia visitó la isla de Rügen, y de los estudios ejecutados realizó varios paisajes a la sepia en línea con la tradición de los maestros de Dresde Johann Christian Klengel y Adrian Zingg (1734-1816).

 

Estas obras causaron gran admiración en la exposición de la Academia de Dresde de 1803. Animado por Johann Wolfgang von Goethe, envió dos sepias a la exposición del Weimarer Kunstfreunde (Amigos del Arte de Weimar) de 1805. Goethe le concedió un premio, compartido ex aequo, de sesenta ducados, por su 'Procesión al atardecer', aunque el tema del concurso era "La Vida de Hércules". Con motivo de este galardón, se inició una larga y difícil amistad de Friedrich y Goethe, que terminaría en 1815 con la total separación y enemistad en el terreno de la concepción del Arte. La relación concluyó con un estallido de ira de Goethe, quien amenazó con golpear los cuadros de Friedrich contra la esquina de su mesa, gritando, "¡Esto (este tipo de obras) no debería permitirse!". Durante estos años, 1800-1808, Friedrich realizó numerosas obras de estudio, xilografías y dibujos, en las que los motivos predominantes son figuras solitarias, melancólicas, o árboles muertos, cuyo fondo se halla impregnado del Sturm und Drang romántico.

 

Si los románticos franceses, para romper con un presente del que se sienten ajenos, vuelven su mirada a la Antigüedad clásica, los pintores alemanes, como Friedrich y Runge, tornan la vista hacia el paganismo y el goticismo germánico. Precisamente, Runge se constituirá en la mayor influencia sobre Friedrich en estos años. La asociación del paisaje concreto con las horas del día, las estaciones o las edades del hombre, fue un tema dominante en Friedrich durante esta década.

 

Tras conocerse en Greifswald en 1802, compartieron sus inquietudes, hasta 1805, en Dresde, en donde Runge llevaría a cabo las primeras versiones de Las Horas del día. En 1807 Friedrich comenzó a pintar óleos, y fue uno de los primeros trabajos en esta técnica el que lo catapultó a la fama, aunque de manera harto polémica.

 

Se trata de La Cruz en la Montaña - Altar de Tetschen, realizado para el conde Graf. F. A. Von Thun-Hohenstein para su castillo de Tetschen (Decin, Bohemia). El chambelán de la corte y crítico de arte Basilius von Ramdohr expresó en 1809, en un artículo publicado en el "Zeitschrift für die Elegante Welt", su desagrado ante los conceptos subyacentes a esta obra, a su nueva concepción del paisaje, el Arte y la pintura religiosa. Ante su crítica demoledora se alzaron las voces de numerosos amigos del artista, como Ferdinand Hartmann, Gerhard von Kügelgen, Christian August Semler y Johann Rühle von Liliestern. En el mismo 1809, Friedrich repite su esquema revolucionario de contenido panteísta en Monje en la orilla del mar, presentado junto a la Abadía en el encinar a la exposición de la Academia de Berlín de 1810.

 

Ambos lienzos generaron una crítica vehemente pero también la adhesión entusiasta, por primera vez, de los literatos románticos, dada la capacidad de expresar temores y emociones que Friedrich confiere en ellas al paisaje, capacidad que no se halla en el paisaje en forma natural. Ambas obras fueron adquiridas por el príncipe Federico Guillermo IV de Prusia y Friedrich fue elegido, por una exigua diferencia en la votación, miembro de la Academia berlinesa. Durante estos años, Friedrich no dejó de viajar, buscando el encuentro, la comunión con la naturaleza, y el retorno habitual a su tierra natal. En 1806, 1809 y 1815 regresó durante unas temporadas a Greifswald, Rügen y Neubrandenburg. En 1807 y 1808 recorrió las montañas del norte de Bohemia. En 1810, junto a su buen amigo el pintor Kersting, hizo lo propio en el Riesengebirge. Al año siguiente, junto al escultor Gottlieb Christian Kühn, viajó a pie por las montañas del Harz.

 

Durante estos frecuentes viajes, Friedrich realizaba numerosos dibujos del natural, cuidadosamente recogidos en cuadernos, que más tarde, a veces con un intervalo de más de veinte años, le habrían de servir para sus creaciones paisajísticas, modificando estos elementos a voluntad, según su "visión interior". En 1810, tras las derrotas de Prusia, la potencia alemana, en las batallas de Jena y Auerstedt ante Napoleón, el país fue ocupado. El sentimiento patriótico de Friedrich se fue acentuando; las derrotas alemanas le provocaron crisis nerviosas que le obligaban a retirarse de la ciudad para reponerse. En 1813 conoció al poeta, patriota y revolucionario Ernst Moritz Arndt, con quien le unió una gran amistad. A diferencia de otros pintores, como Kersting, Friedrich no tomó parte activa en la Guerra de Liberación (1812-1814), aunque contribuyó económicamente a ella. Cuando las tropas francesas entraron en Dresde en 1813, el pintor se retiró al Elbsandsteingebirge, y no retornó hasta poco antes de la batalla que forzó a los franceses a abandonarla. Friedrich alcanzó un gran éxito en marzo de 1814 en la exposición conmemorativa de la liberación de Dresde, a la que presentó Tumbas de héroes antiguos y el Cazador en el bosque.

 

Ahora que se había logrado la victoria, era el momento de homenajear a los caídos, por lo que proyectaron varios monumentos para este fin, de los que no se erigió ninguno. La inquietud política era manifiesta en el Friedrich de esta época. A la derrota de Napoleón no siguió una política renovadora; antes bien, el sistema de la Restauración se encargó de volver a poner en práctica la política absolutista monárquica de antes de la Revolución. Las esperanzas de los patriotas como Friedrich se vieron frustradas.

 

Él mismo explicaba así la negativa a celebrar la memoria de los muertos con la construcción de estos monumentos: "Mientras sigamos siendo esclavos de los príncipes no se hará nada grande de este tipo. Donde el pueblo no tiene voz, tampoco se le permite sentirse y celebrarse a sí mismo". Un signo externo de esta disconformidad nacionalista y política es la adopción del traje tradicional germano. Había sido parte de la lucha contra Francia, y en 1815 fue retomado por los estudiantes de signo republicano, con tal éxito que se convirtió en el atuendo propio de los artistas e intelectuales. Tras la reacción de 1819, cuando los republicanos fueron perseguidos como "demagogos", el traje fue prohibido.

 

A pesar de ello, apareció de forma recurrente en los cuadros de Friedrich, lo que suponía una arriesgada manifestación pública de sus inclinaciones políticas. A la muerte de Adrian Zingg, en 1816, Friedrich fue nombrado miembro de la Academia de Dresde con un sueldo anual de 150 thalers. Sin embargo, no se convertirá en profesor, a tiempo parcial, hasta 1824, con lo que se incrementó su salario a 200 thalers.

 

Cuando el fallecimiento de Klengel ese mismo año dejó libre la plaza de profesor titular y director de la clase de paisajismo, los directores de la Academia prefirieron dejar el puesto vacante. La posición política de Friedrich comenzaba a resultar muy incómoda, y fue, sin duda, una de las causas de su rápido declive en el favor popular y de la crítica. El pintor, que había contado entre sus admiradores a Federico Guillermo III de Prusia, y su hijo y Príncipe heredero, al Zar Nicolás I, al príncipe heredero de Dinamarca, a Goethe y, en fin, a los más célebres escritores y pensadores del momento, vio cómo, a partir de la Restauración, su nombre se veía empequeñecido en las páginas de los diarios, y la clientela, extraída de la burguesía ilustrada, no bastaba para sostenerlo. Entre estos admiradores de extracción burguesa se encontraban personas, a la larga, decisivas en su vida personal y artística como Carl Gustav Carus, a quien conoció en 1817, y Johann Christian Clausen Dahl, quien en 1823 pasó a vivir en el mismo inmueble. A pesar de los requerimientos de otros pintores, se negó de forma sistemática a marchar a Italia, país que detestaba, no por su propia naturaleza, sino por el éxito de la pintura que allí llevaban a cabo los nazarenos, a la que se oponía con denuedo.

 

En enero de 1818, ante la sorpresa de todos sus amigos, que le conocían como un tímido e introvertido personaje, sensible y amistoso pero nunca dado a los amores, Friedrich contrae matrimonio con Caroline Bommer, vecina suya, diecinueve años más joven que él, hija de un agente comercial de la Blaufarben Niederlage. Su carácter callado, tranquilo, no modificó en absoluto el modo de vida del pintor. El matrimonio tuvo tres hijos: una hija, Emma, nacida en 1819; una segunda hija, Agnes Adelheid, en 1823; y un hijo, Gustav Adolf (por el monarca sueco del mismo nombre), nacido en 1824, quien alcanzó cierta notoriedad, de adulto, como pintor de animales.

 

El viaje de bodas llevó a los esposos a Neubrandenburg, Greifswald y Rügen, y durante él Friedrich realizó numerosos estudios. La huella de este periplo matrimonial fue de relieve, como lo demuestran algunas de sus obras maestras, nacidas en este contexto, como En el velero y Rocas cretáceas en Rügen. También en esta época hay un cambio en su estilo: las composiciones se hacen menos simétricas y se detecta un nuevo énfasis en las figuras, generalmente en pareja, en especial en lo que se refiere a la figura femenina, a la que dota de nuevos contenidos simbólicos. En 1820 la familia se traslada a la nueva casa en su misma calle, junto al Elba, en 'An der Elbe 33'.

 

En ella realizará sus grandes obras de madurez, las cuales recogen todas estas nuevas tendencias, como Mujer en la ventana, de 1822. A fines de la década de los veinte, se aprecia un renovado interés por la observación de la forma y el color en el mundo natural, así como en los sutiles juegos de luz de distintas procedencias e intensidades. La vida de Friedrich, según Carus, era "un fragmento de su arte, caracterizada por una estricta integridad, rectitud y reclusión.

 

Nunca se le encontraba en sociedad; se le podía encontrar casi siempre meditando sobre su trabajo en su profunda y sombría habitación". En 1824 padeció una seria enfermedad, de la que no sólo no se recuperó sino que, dos años más tarde, se agravó, por lo que necesitó de un periodo de convalecencia en Rügen. Fue su último viaje a su patria. Al año siguiente pudo volver a pintar, aunque, a consecuencia de la enfermedad, se percibe una tendencia a los paisajes de tipo melancólico, en especial invernales.

 

A la enfermedad corporal se une una creciente obsesión, narrada también por Carus: "En su forma de ser extraña, siempre triste y profunda, se habían venido desarrollando unas ideas fijas, evidente anticipación de la enfermedad cerebral a la cual habría al fin de sucumbir, que comenzaron a minar su vida familiar. Desconfiado como era, se atormentaba a sí mismo y a los suyos figurándose la infidelidad de su mujer, un delirio privado de sentido y, sin embargo, capaz de absorberlo por completo".

 

A estas dificultades en la salud se unió el progresivo hundimiento de su popularidad. Ahora predominaban la Escuela de Düsseldorf, el historicismo y la religiosidad de los nazarenos y, en general, el arte burgués que desemboca en el Biedermeier. Esto amargó sobremanera al pintor, quien vertió todas sus opiniones sobre el Arte y estas corrientes en sus "Observaciones sobre la contemplación de una colección de pinturas", de 1830. La Sociedad Sajona de Arte, fundada por el coleccionista Johann Gottlieb von Quandt en 1828, hizo miembro de ella a Friedrich, y compró una serie de cuadros durante los años treinta, a instancias de Carus; su protector, el escritor y consejero de Estado ruso Vassili Andreievich Shukowsky, logró introducir algunas de sus obras en la corte de Rusia... Pero esto no bastó para evitar la creciente penuria económica del pintor.

 

En junio de 1835 padeció un ataque de apoplejía, que le dejó inhábil. Durante seis semanas se retiró al balneario de Teplitz en Bohemia, en donde ya estuvo tras su enfermedad de 1826. La mejora, leve, le permitió comenzar a dibujar, pero el óleo, que le fatigaba en gran medida, hubo de ser abandonado a favor de la acuarela y la sepia, que causaban menores penalidades. Estas acuarelas, dibujos y sepias continuaron apareciendo en la exposición anual de la Academia de Dresde hasta 1838. Sus motivos se limitan a túmulos, costas rocosas bajo la luna, ataúdes, ruinas y lejanas ciudades inalcanzables, con los que Friedrich, sabedor de su muerte cercana, aislado y pobre, medita sobre la vida pasada y futura.

 

En marzo de 1840, Shukowsky escribe en su diario: "Fui a ver a Friedrich. Una triste ruina. Llora como un niño". Friedrich falleció el 7 de mayo de 1840 en Dresde. Fue sepultado tres días más tarde en el Cementerio de la Trinidad de dicha ciudad. Friedrich cayó en el más completo de los olvidos durante el siglo XIX. Su memoria y su obra no fueron recuperadas hasta comienzos de este siglo, cuando la concepción sobre el Arte había sido radicalmente modificada por las Vanguardias.

 

Su influjo salta, desde el Romanticismo, hasta el Surrealismo, el movimiento que más afirmó su influencia. Max Ernst o René Magritte son dos de los autores que más han coincidido en ello. También el Expresionismo alemán y la Abstracción presentan puntos de contacto con la obra del pintor de Greifswald.