«POR DENUNCIAR LA DROGA YA NOS QUEMARON LA ESCUELA»
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«POR DENUNCIAR LA DROGA YA NOS QUEMARON LA ESCUELA»

 

 

27 Abr 2014 Fuente elchubut. Lo dijo el director de escuela del barrio Amaya de Trelew Marco Antonio Ramos Velázquez. Aseguró que los estupefacientes se venden «como caramelos». «La velocidad de la Justicia no es la misma que tiene la circulación de la droga, y los gobiernos de turno no están tomando en cuenta que la cuestión se complicó demasiado», sostuvo.

 

Marco Antonio Ramos Velázquez ha denunciado la problemática de la droga en el nivel escolar hasta el hartazgo desde la dirección de la escuela de barrio Amaya en Trelew. Eso le valió amenazas y en reiteradas oportunidades atentados contra el establecimiento. Suele decir que los estupefacientes se venden «como caramelos». Mientras que los funcionarios pretenden que los docentes denuncien los casos en los que los menores están involucrados, insistió en sostener que los directivos de las escuelas se ven vulnerables porque «nuestras instituciones van a 20 y la droga a 150 kilómetros por hora».

 

«La velocidad de la Justicia no es la misma que tiene la circulación de la droga, y los gobiernos de turno no están tomando en cuenta que la cuestión se complicó demasiado», afirmó Ramos que desde hace unos nueve años viene planteando la problemática con sus propias vivencias con chicos de Amaya, Inta, Banderitas y Moreira. Hoy cumple funciones en la Dirección de Educación del municipio de Trelew, pero sabe de lo que habla con tantos años al frente de la dirección de una escuela y porque «con toda la comunidad educativa lo hemos sufrido en carne propia a esto; nos han quemado la escuela, yo he recibido amenazas personales».

 

No se sorprende por cómo los que comercian con la vida de los chicos han cobrado mayor fuerza y ampliado el territorio de acción. Cree que tampoco la sociedad puede estar sorprendida porque «hay mucha gente que sabe que circula la droga más fácil que el caramelo». Funcionarios provinciales respondieron que los docentes y vecinos que ven situaciones ilegales deben denunciarlo, a raíz de los planteos públicos de instituciones, profesionales que trabajan con adictos, y docentes. «Claro que tienen temor los directores; cuando hacen la denuncia las represalias son fáciles, el director está desamparado en su institución, y lo digo desde el punto de vista de la Justicia, no desde lo educativo», sinceró Ramos en diálogo con FM EL CHUBUT.

 

La buena voluntad y el compromiso pierden fuerza cuando el docente pone el cuerpo para atender a los chicos en situación de vulnerabilidad y la respuesta llega desde las mafias con represalias. «En la comunidad educativa a veces recibimos un chico con síntomas de haber consumido y empezamos a indagar a ver de dónde, cómo, por qué, y siempre está el tema de la nota. Manden nota y la nota va a mesa de entrada, así pasaron 15 días y la cuestión de la droga es muy rápida, muy violenta», graficó. Las armas con las que se cuenta son muy dispares, «es como si nuestras instituciones fueran a 20 y la droga va a 150 kilómetros por hora».

 

 

SIN RESPUESTAS

 

Ramos defendió la idea de denunciar lo que ocurre en las escuelas porque el docente es un servidor público, pero entendió que suelen chocar contra un paredón. «Es muy simple decir que denuncien, pero después surge el efecto contrario, amenazas y amedrentamiento a los docentes. Ese es el problema», dijo Ramos. Y agregó que «la Justicia tiene que aceitar su funcionamiento de tal manera que acompañe a todas las instituciones que están ligadas con el tema de la educación de los niños y acompañe a los que están trabajando duramente contra este flagelo».

 

Todo tiene conexión y por eso remarcó que «tendríamos que empezar diciéndole a la gente a ver qué pasó con la droga que se encontró en la pesquera (Poseidón de Puerto Madryn), quién la trajo, para dónde iba». Habló de responsabilidades y enfatizó que «hay vecinos que saben quién vende la droga, dónde circula», pero «el vecino puede denunciar, pero al día siguiente le queman la casa. Es como que están ganando terreno los que distribuyen la droga».