Diálogos del alma
De interés general

Diálogos del alma

 

 

14/09/2014 Fuente lanacion. El tema más difícil

 

Señor Sinay: ¿Cómo ser fuerte ante un suicidio en una familia? ¿Cómo sentir que se dio lo mejor si ni eso fue un motivo por el cual seguir vivo?

 

Alejandrina Asto

 

RE:

 

Acaso ningún tema sea tan eludido y ningún otro (ni el de la muerte propia) genere tanta angustia como el suicidio. Quizás ninguno dispare tantas preguntas y encuentre tan pocas respuestas. El ser humano necesita explicaciones y cuando no las encuentra las crea, aunque no respondan a las evidencias ni a la lógica, pero el suicidio escapa incluso a ese sesgo cognitivo, se niega a quedar atrapado en una definición o un argumento que calme las dudas e incertidumbres. De un modo casi brutal un suicidio nos devuelve a lo que Erich Fromm llamaba separatidad, la conciencia de cada quien es uno y único, en cierto modo impenetrable para el otro. El suicida se lleva las respuestas que creíamos tener, dice que no habíamos llegado al centro de su ser, que ardía allí algo intransferible, impronunciable, que no habremos de conocer. Sentir culpa de no haber llegado hasta allí, posiblemente sea (aunque duela aceptarlo) un dejo de omnipotencia. ¿En qué fallé, se pregunta el doliente ante el suicida, que no tuve potestad sobre la vida del otro, que no pude impedir que él dispusiera de ella? Y le cuesta entender que no falló en nada, que simplemente nadie llega al misterio de otro para desarticularlo y hacerlo comprensible y manejable.

 

El suicidio es el único problema filosófico verdaderamente serio, dice Albert Camus (1913-1960) en El mito de Sísifo, un ineludible texto sobre el sentido existencial. "Muchas personas mueren porque estiman que la vida no vale la pena de ser vivida", apunta Camus y agrega: "El sentido de la vida es la pregunta más apremiante. ¿Cómo contestarla?" Nadie quiere morir y de hecho todos luchamos por nuestra vida de diferentes maneras. Quien se mata, dice Camus, ha sido sobrepasado por la vida. Quería vivir, pero no del modo en que lo hacía, y no había encontrado otro. ¿Lo había? Otra pregunta que sólo puede responder cada persona. Nadie puede vivir por otro ni darle a otro la fórmula de su propia vida. Y sólo explorar el sentido de la propia la rescata del absurdo, afirma el autor de El extranjero..