Contra valor no hay desdicha 1. Primera entrega
Fuente artelope. Autor Lope de Vega
PERSONAS
CIRO.
ARPAGO.
EL REY ASTIAGES.
EVANDRO.
FINEO.
ALBANO.
FILIS, dama.
FLORA, villana.
BATO, gracioso.
MITRÍDATES.
RISELO.
SILVIO.
UN CAPITÁN.
UN CRIADO.
Villanos.
Músicos.
Soldados.
Acompañamiento.
Acto I
CIRO y MITRÍDATES, los dos en hábito de villanos.
MITRÍDATES
Quitarte tengo la vida.
CIRO
Tened, padre, la cayada;
que la sufro, levantada,
pero no podré caída.
MITRÍDATES
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¡Tú tienes atrevimiento
para responderme así!
CIRO
Más sufrimiento hay en mí,
que hay en vos entendimiento.
MITRÍDATES
Acabóse: ya perdiste
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la vergüenza; mas ¿perder,
Ciro, cómo puede ser,
cosa que nunca tuviste?
CIRO
¿Qué causa os he dado yo
para tratarme tan mal,
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si este valor natural
conmigo mismo nació?
Un honrado pensamiento,
que me habéis de agradecer,
¡viene con vos a perder
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su justo merecimiento!
Padre, no penséis que vos
solo mi artífice fuistes;
porque si el cuerpo me distes,
las almas infunde Dios.
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Este pensamiento honrado
nace del alma; y así,
lo que Dios infunde en mí,
¿cómo puede ser culpado?
Corta un escultor un leño
30
y señala una figura,
que acabar después procura
por las líneas del diseño.
Este leño os debo a vos,
figura muda y en calma;
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que la perfección del alma,
sólo se la debo a Dios.
Si traigo de la ciudad
algunos libros que leo,
decís que mi vida empleo
40
en tan loca vanidad;
si lo que dellos aprendo
escribo, os da tal cuidado
que virtüoso os enfado,
y hombre de bien os ofendo.
45
¿Todo ha de ser cultivar
la tierra y seguir dos bueyes?
¿No tienen los dioses leyes
para saberlos honrar?
¿No es bien saber los secretos
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naturales de las cosas
a la labranza forzosas
para acertar los efetos?
¿Qué se pierde por saber
el celestial movimiento?
MITRÍDATES
55
Ese desvanecimiento,
Ciro, te ha echado a perder.
Esas guerras que has leído,
y esos amores, te han hecho
caballero a mi despecho,
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y por tu daño, atrevido.
Todas estas caserías
quieres gobernar; muy necio,
haces de todos desprecio:
tales pensamientos crías.
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Vive Filis esta aldea,
de Arpago hermana, privado
del Rey, por no dar cuidado
a su madrastra Dantea;
Y siendo tan principal,
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la sirves, y eres contrario
de nuestro príncipe Dario:
¿puede haber locura igual?
CIRO
Padre, si a Filis serví,
no toda la culpa fue
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mía; que no la miré
sin que me mirase a mí.
Nace de habernos criado
juntos este noble amor.
MITRÍDATES
Tan grande competidor,
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Ciro, me pone en cuidado;
que el peligro a que te pones
es el que debo temer.
CIRO
Yo me sabré defender
con excusar ocasiones
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en que le pueda dar celos.
MITRÍDATES
De tu discreción lo fío.
CIRO
Id seguro, padre mío.
MITRÍDATES
Guarden tu vida los cielos.
(Vase.)
CIRO
Las altas luces, despeñado en ellas,
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para que con sus rayos se confronte,
en el carro del sol pisó Faetonte
con los diamantes de sus ruedas bellas.
Del fulgurante ardor formó querellas
del Erídano claro el horizonte,
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viendo correr por el celeste monte
extraño sol, atropellando estrellas.
Así, mi dulce pensamiento honrado,
¿quién te podrá negar que al sol subiste,
aunque mueras de Filis abrasado?
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Con gloria mueres si atrevido fuiste;
pues ya que no eres sol, has confirmado,
muerto en el cielo, que del sol naciste.
(BATO.)
BATO
¡Gracias a Júpiter santo
que vengo a topar contigo!
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¿Dónde estabas?
CIRO
Bato amigo,
canséme de esperar tanto.
BATO
Los árboles uno a uno
he contado por el prado
buscándote, y no he dejado
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valle ni pastor ninguno
sin preguntalles por ti.
CIRO
¿Qué hay de Filis?
BATO
Que salía
hoy para alegrar el día,
y el alba en sus ojos vi.
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Di luego la norabuena
a la selva; y a la fe,
que donde estampaba el pie
quedaba de flores llena.
Cantaban los ruiseñores
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de árbol en árbol a coros,
y los arroyos sonoros
los bajos entre las flores.
Llegué con mi reverencia,
y la dije: «Venus bella
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te guarde, aunque de su estrella
le ofenda la competencia.»
Y ella, que apenas con risa,
«Bien vengas», me respondió,
del clavel con que me habló
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cerró las hojas aprisa;
que, a tardarse, no lo ignores,
tan bellas perlas mostrara,
que el alba se las tomara
para aljófar de las flores.
CIRO
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Parece que se ha mudado
tu rústico entendimiento.
BATO
¿No has visto, en el aposento
que el príncipe Dario ha entrado,
quedar olor por un rato
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del guante de ámbar? Así,
en después que a Filis vi,
has de imaginar a Bato;
porque habrá sido ocasión,
si estoy discreto contigo,
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que traigo, el ámbar conmigo
de su rara discreción.
Mas aunque agora me precio
de discreto embajador,
luego que cese el olor
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verás que me vuelvo a necio.
CIRO
¡Oh, Bato, mil años goces
la nueva sabiduría;
que aún te dura todavía
el ámbar, pues te conoces!
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Pocos hombres hallarás
que conozcan lo que son;
pero es esta imperfección
piedad del cielo en los más.
Con esto, cielos, hicistes
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que no haya tales desprecios;
que a conocerse por necios,
muchos anduvieran tristes.
¿Dístele mis versos?
BATO
Di
tus versos.
CIRO
Y ¿los leyó?
BATO
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Los leyó y agradeció.
CIRO
Y ¿qué te dijo de mí?
BATO
Que se admiraba de ver
tan honrados pensamientos.
CIRO
El estar tan desatentos,
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daño nos pudiera hacer.
Ella pasa por el prado:
si en la fuente se detiene,
yo, ¿la hablo?
BATO
Hablaron hombres
mortales diosas: ¿qué temes?
(FILIS.)
CIRO
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A tu pie, Filis divina,
dice Bato que florecen
las selvas; yo, que las haces
campo de estrellas celestes.
No espera la blanca aurora,
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en el nido donde duerme
el pájaro, con más ansias
para ver las ramas verdes
que tiñe de horror la noche
y en mudo silencio envuelve,
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que yo tus hermosos ojos.
FILIS
Ciro discreto y valiente,
Dario vino de la corte:
peligro en hablarme tienes.
Mira que estimo tu vida.
CIRO
190
Si tanto la favoreces,
tendréla en mucho por ti.
FILIS
A tus nobles partes debe
este amor mi obligación.
CIRO
Si desa suerte engrandeces
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un villano como yo,
no será mucho que piense
que estas selvas, estos montes,
a ver los amores vuelven
de Endimïon y la Luna,
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permitiendo que contemple
los rayos de tu hermosura,
que el primer cielo enriquecen,
la humilde bajeza mía.
¡Ay, cielos! ¿Qué culpan tienen
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las almas de que los cuerpos
naciesen humildemente?
El cielo no pudo errar
la infusión del alma: advierte
que en ella están las virtudes,
210
por quien el cuerpo merece.
Mírame todo por alma,
de la manera que suele
mirar las perlas el alba
por el agua transparente,
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sin reparar en la concha
que les dió, cauta, a los peces,
naturaleza por arma
que las cubre y las defiende.
Alma soy, Filis: el alma,
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por inmortal, te merece,
y prenda que con los dioses
en la eternidad conviene.
FILIS
Ciro, si mi hermano Arpago
y mi fortuna quisieren
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disponer de mí, te doy
la palabra... Escucha...
(Hablan bajo.)
(FLORA, sin ser vista de CIRO, BATO ni FILIS.)
FLORA
(Aparte.)¿Puede
llegar a más mi desdicha?
¿Puede el rigor de mi suerte?
Hablando están... ¿Qué lo dudo?
230
¡Oh Filis, si tú supieses
qué es celos, dudo que amor
te dispusiese a ofenderme!
Celos es enfermedad
que el mismo que la padece,
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con vergüenza de decirla,
no quiere, que la remedien.
Pero yo, ¿por qué me quejo,
cuando Ciro me aborrece,
cuando de verme se espanta,
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cuando mi nombre le ofende?
Pero pienso que es la causa
que más en el alma duele,
ver que Ciro quiera a Filis,
que no el ver que no me quiere.
245
Pidiéndola está un favor,
y le dió una cinta verde,
para mis celos azul.
¡Mal fuego la cinta queme!
¡Mal fuego el favor abrase!
250
Y si lo invisible puede,
queme también la esperanza.
Ya se va. ¡Cielos, tenedme!
CIRO
Estaré, Filis divina,
siempre a tu gusto obediente;
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que en tanta desigualdad,
el alma que favoreces
apenas me da palabras
con que pueda agradecerte
la esperanza desta cinta,
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dulce prenda, lazo fuerte,
que hará que mi obligación
dure en ella eternamente.
Yo me voy; tú, Bato amigo,
ven conmigo, y no me dejes;
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que si hay muertes para tristes,
también las hay para alegres.
BATO
¡Oh, Ciro! ¡Plega a los cielos
que este favor no te cueste,
cuando, no la vida, el seso!
(Vanse CIRO y BATO.)
FLORA
270
¿Dasme licencia que llegue
para hablarte dos palabras?
FILIS
¡Oh Flora! ¿En qué te detienes?
Yo soy tu amiga.
FLORA
Y yo soy
tu esclava. Escucha.
FILIS
¿Qué quieres?
FLORA
275
Filis, hoy hace dos años
que, para tantos enojos,
en Ciro puse los ojos,
como él mí sus engaños.
Referirte aquí los daños
280
que me ha costado llegar
a merecer sujetar
su rigor a mis querellas,
será contar las estrellas
o las arenas del mar.
285
Finalmente, me quería
por dejarme de querer;
que tanto suele vencer
una amorosa porfía.
En estas selvas hoy día
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suenan fuentes, viven flores,
testigos destos amores;
pero hay, Filis, voluntades
que no llegan a verdades
y se quedan en favores.
295
Después, Filis, que viniste
de la corte a nuestra aldea,
celos me mandan que crea
que de mi mal causa fuiste.
Veneno pienso que diste
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desde tus ojos a Ciro.
Ya se enfada si lo miro:
tanto me pierde el decoro,
que se aburre si le adoro,
y me llego y me retiro.
305
Está ya tan caballero,
el que era ayer labrador,
que le respeto señor
y cortesano le quiero.
De tu discreción espero
310
que de sus locos intentos
vengarás mis sentimientos;
que pierdes de lo que vales
si a prendas tan desiguales
humillas los pensamientos.
FILIS
315
Flora, esa misma razón
te ha de obligar a pensar
que yo no le pude dar
para quererme ocasión.
Su buena conversación,
320
mi soledad entretiene;
mas si a darte celos viene,
mira que es necio rigor
pensar que de mi valor
alguna esperanza tiene.
325
Ciro, entre esta humilde gente,
es un mancebo entendido,
a los demás preferido
por lo discreto, y valiente;
pero no creas que intente
330
en público ni en secreto
perderme, Flora, el respeto;
que ese día, fuera poco
que castigara por loco
a quien escucho discreto.
335
Pero toma en tus desvelos
un cuerdo consejo agora:
y es, que nunca pidas, Flora,
de tu amor a nadie celos,
porque de aquellos recelos
340
y las penas que refiere,
que lo merece se infiere;
y siéndonos natural
la envidia, por hacer mal
queremos lo que otra quiere.
345
Así que pedir te asombre
celos, aunque haya razón,
que es dar imaginación
de los méritos de un hombre;
que la de más casto nombre
350
quiere ver lo que no viera
sin la celosa tercera;
y si lo estorban el ver,
por tema querrá querer
lo que le quitan que quiera.
(Vase.)
FLORA
355
¡Por qué notable camino
castigó mi atrevimiento!
Despertó su pensamiento
mi celoso desatino.
Tarde su consejo vino,
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y vino mi muerte en él;
mas no piense la cruel
salir con lo que desea,
que he de revolver la aldea
si la vuelvo a ver con él.
(Vase.)
(CIRO, BATO, ALBANO, RISELO, SILVIO y villanos.)
ALBANO
365
Ciro ha ganado a todos.
BATO
¡Víctor, Ciro!
CIRO
La honra os agradezco:
que bien se que por mí no la merezco.
RISELO
La ligereza, como el salto, admiro.
SILVIO
Valiente ha sido de la barra el tiro.
ALBANO
370
No hay mozo que igual sea
a Ciro en el aldea.
BATO
Si no soy yo, que lo que habéis saltado,
miré sentado en la mitad del prado.
ALBANO
Sólo resta luchar.
CIRO
Pues si hay quien quiera,
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con los brazos abiertos Ciro espera.
BATO
Yo lucharé contigo.
CIRO
Mira que soy tu amigo.
Pero ven con un brazo.
BATO
Para darte un abrazo.
(Lucha CIRO con BATO.)
SILVIO
380
Con Bato dió en el suelo,
asiéndole del brazo solamente.
BATO
Una costilla me ha quebrado. ¡Ay, cielo!
CIRO
Ea, persiana juventud valiente,
¿quién lucha? ¿Quién me tuerce aqueste brazo?
BATO
385
No yo, que estoy sin mí del batacazo.
CIRO
Bato, dame esa mano si ver quieres
milagros.
BATO
Temo que de hierro eres.
CIRO
Muestra, no temas.
BATO
¡Ay, que me ha quebrado
la mano!