Estampas de la violencia colombiana
De interés general

Estampas de la violencia colombiana

 

 

08/07/2014 Fuente elpais. Dasso Saldívar, biógrafo de García Márquez, crea en ‘Los soles de Amalfi’, su primera novela, un retrato impresionista de su niñez y los problemas sociales

 

La vida literaria de Dasso Saldívar ha estado ligada inexorablemente a la de su compatriota colombiano Gabriel García Márquez después de dedicar veinte años a la biografía del Nobel recogida en El viaje a la semilla (Alfaguara), de 1997. Pero antes de la inmersión en esa semilla macondiana, en la cabeza de Saldívar (Antioquia, 1951) prendió, hacia mediados de los años 70, la idea de una serie de cuentos sobre la zona andina donde nació. Solo que una vez entró en el mundo del autor de Cien años de soledadad este lo colonizó todo. Ahora, tras diferentes avatares, ha culminado aquel proyecto que se ha convertido en su debut novelístico bajo el título de Los soles de Amalfi (Navona).

 

Los personajes fueron acomodándose en un espacio y los temas se fueron fusionando en un solo torrente novelesco

 

Un libro en el que narra estampas de su vida desde la infancia para pintar con palabras esa vida conectada con la de Colombia en un continuo correr de violencia abierta y solapada donde los campesinos y más desfavorecidos están atrapados entre los odios y ambiciones ajenas. El resultado recuerda a una una serie impresionista. “Los personajes fueron acomodándose en un espacio y los temas se fueron fusionando en un solo torrente novelesco”, afirma el escritor.

 

Saldívar midió cada palabra, frase o párrafo que se refería a García Márquez por “responsabilidad ante él y ante los lectores”, según confiesa. Y lo ha hecho también con Los soles de Amalfi en que cada una de las palabras que figuran en el libro está pensada, cincelada como si formará parte de un collage, y necesarias para entender la historia que quiere contar el narrador. El autor colombiano ha irrumpido en muchas ocasiones en esta novela a lo largo del tiempo mientras publicaba trabajos, entre otros, sobre los escritores César Vallejo, Augusto Roa Bastos y Álvaro Mutis.

 

El escritor define Los soles de Amalfi como “una novela extraña” porque comenzó a escribirla hace más de treinta años y ha tenido vaivenes diversos sin que las historias pudiesen alejarse de su vida. “Empezó siendo un libro de cuentos con personajes, con unidad espacial, en definitiva, contaba con los elementos necesarios para que se publicase bajo el epígrafe Cuentos o relatos de regreso. Llegó el proyecto de la biografía y aquello inundó mi vida como para alejar otros trabajos literarios, Todo lo que tenía en marcha quedó postergado”, explica Saldívar. ¿Cuesta olvidarse de una biografía como El viaje a la semilla? “Pesa mucho, pero no más que la influencia de otros escritores. El biógrafo a la hora de novelar entra en otro género, aunque es cierto que si estás veinte años investigando sobre García Márquez ese personaje de alguna manera te influye. A la hora de escribir siempre supe que estaba ahí. Son de ese tipo de personalidades que, quieras o no, se asoman a tu memoria con su respiración, su presencia. No es fácil dejarlos escapar”.

 

En este libro toco temas como la política o la infancia y todo ello envuelto en con un velo de misterio

 

El paisaje de un mundo que parece perdido, que procede del recuerdo, llena Los soles de Amalfi y resulta ser elemento fundamental de la narración. Es un niño el que con su mirada de asombro y perplejidad va mostrando al lector aquellos aspecto que el adulto tiene en la memoria y transforma y recuerda con nostalgia. “La naturaleza y el sol son elementos fundamentales de las metáforas que utilizo para hablar en este libro desde temas como la política o la infancia y todo ello envuelto en con un velo de misterio”, puntualiza Dasso Saldívar.

 

Como si de un artesano de la palabra se tratase, el escritor ha querido que su prosa fluya a través de un mundo fantástico, mítico. Las esperanzas y las derrotas que sienten y sufren los personajes que navegan por las 300 páginas se palpan a través de las voces. “Las historias de Los soles de Amalfi estaban ahí, solo tenía que dejarlas salir de mi memoria. Tuve que encontrar un lenguaje en el que cupiera todo para poder expresar ese mundo”. Saldívar tiene claro que su novela es fiel reflejo de lo que él vivió. “Describía y narraba con la emoción que sentía por los recuerdos”.

 

Uno no escribe cuando quiere. Tienes que saber escuchar a los personajes y al texto

 

No hay tiempos exactos en su proceso creativo. “Uno no escribe cuando quiere.Tienes que saber escuchar a los personajes y al texto. Considero que uno puede llegar a imaginar un mundo diferente recreando los recuerdos y yo me detuve en pintarlos con palabras. Veía el paisaje y no tenía que inventar nada, solo seguir los lugares y las personas que forman parte de mi vida. Cuando los protagonistas de un libro cobran vida son libres de hacer lo que deseen, aunque uno no puede olvidar que como escritor debes estar atento para que no se dispersen demasiado”, explica. Acabado el libro, el autor asume que sintió cierta horfandad y vacío de las historias que deseaba contar. “Tuve que apartarme para no vivir dentro de ellos. Tienes que dar carpetazo y ser fuerte para reconocer que se va una parte de tu vida. Se independizaron. Me quedé bastante huérfano y vacío de esas historias colombianas”.

 

Saldívar se considera un escritor de digestiones literarias lentas. Desde hace años trabaja en varias novelas al mismo tiempo como La subasta del fuego, en la que aborda los años de destierro, soledad y abandono que padeció Manuela Sánez, la amante de Simón Bolívar, en el puerto de Paita. “Éstas operan sobre ti una colonización, una posesión total. Y yo, casi sin darme cuenta, soy un escritor que se va diluyendo en las lecturas y en la vida”.