La oveja negra y demás fábulas
de Augusto Monterroso

La oveja negra y demás fábulas

 

 

Autor: Augusto Monterroso

 

Fuente cvc.cervantes. Diez años de distancia de la publicación de su primer libro, Monterroso saca a la luz en 1969 un breve tomo de fábulas que se lee con delectación y asombro. Dada la profunda admiración del autor por los clásicos no es extraño que eligiera las fábulas como medio de expresión. Sin duda alguna, esta forma le ofreció múltiples posibilidades: por un lado tratar temas serios y comprometidos de una manera aparentemente ligera, pero siempre novedosa, porque Monterroso logra adaptar un género clásico a las condiciones de la sociedad contemporánea, limpiándola, como afirma Ángel Rama, «del polvo escolar que la oscurecía y restaurando una tradición que se hubiera dado por muerta en Latinoamérica».

 

Las diversas fábulas que componen este libro versan sobre religión, ética, cultura, educación, entre otros temas, aunque lo que verdaderamente se descubre entre sus líneas son las debilidades humanas, descritas, casi siempre, con delicada crueldad: las desdichas de la vanidad, las falsificaciones personales, la ignorancia y la estupidez, los rostros perversos de la hipocresía y la envidia; la ley del mínimo esfuerzo, el arribismo, la incapacidad de la convivencia. Ante todo, anotamos uno de los recursos literarios preferidos de Monterroso, el cual nos recuerda a Borges: se trata de cierto giro o desvío intencionado, que, bien entre líneas, a la mitad o al final de la fábula permuta toda la construcción mental que el lector había realizado, de manera que el texto esperado queda destruido y modificado por la sorpresa.

 

El lector se adentra en diversas fábulas que demandan en su mayoría, otras tantas referencias para su mejor asimilación. «La tortuga y Aquiles» es una recreación muy personal de la célebre aporía del infinito de Zenón de Elea, donde la tortuga, animal muy lento, vence a Aquiles el de los pies veloces. Aquí la fábula se torna en una burla consecuencia inmediata de la parodia. Así que Aquiles le pisa los talones a la tortuga y no viceversa, de modo que el tiempo por el que es vencido Aquiles es escandalosamente irrisorio. Otra fábula «El cerdo de la piara de Epicuro» se inscribe como exaltación de la figura y la obra de Horacio; dos fábulas apuntan sendas recreaciones homéricas y en otra advertimos que Penélope es quien engaña a Ulises y no al contrario. El bestiario se cierra con la fábula «El Zorro es más sabio», una clara autorreferencia al quehacer literario.

 

En la selva vive un escritor que se ha hecho famoso con dos obras únicas obras; se le pide insistentemente que publique una tercera, pero el Zorro descubre en esta continuada solicitud una invitación al fracaso: «En realidad lo que éstos quieren es que yo publique un libro malo; pero como soy el Zorro, no lo voy a hacer». Varias son las razones de este texto: si por un lado el autor traiciona con esta obra el título de su primer libro, Obras completas, al tiempo que se excusa ante los lectores por la escasez de sus publicaciones, por otro lado y, como asegura Juan Villoro, el homenaje a Juan Rulfo, cuyo silencio posterior a Pedro Páramo encuentra en esta fábula la más original de las explicaciones, es uno de los propósitos más evidentes de «El Zorro más sabio».

 

 

Fuente magarciaguerra. 1. Breve biografía del autor.

Monterroso nació en Tegucigalpa (Honduras) en 1921, aunque él siempre afirmará sentirse guatemalteco, pues los continuos viajes que la familia hacía al país de origen del padre harán mella en el joven Augusto. En 1936, sus padres fijan definitivamente su residencia en Guatemala. La precaria situación familiar le impide terminar sus estudios primarios y debe ponerse a trabajar. Comienza a publicar sus primeros cuentos en el periódico ‘El imparcial’ y su primera obra será El príncipe y el eclipse (1947). Poco después se enfrenta al régimen dictatorial de Ubico y tras caer éste, su sucesor lo manda prender y debe buscar socorrido asilo en la embajada mexicana. A partir de aquí vivirá en México y, aunque tiempo después se calmarán las cosas en Guatemala, no abandonará el país que lo acogió. Publica uno de sus libros más famosos y reconocidos: La oveja negra y otras fábulas (1969) con gran éxito debido a su mordaz disección del mundo contemporáneo. En 1993 ingresa en la Real Academia Guatemalteca de la Lengua. El fin de siglo le trajo multitud de premios que atestiguan la calidad de su prosa y su claridad de pensamiento: en 1996 recibe el Juan Rulfo, en 1997 el Premio Nacional de Literatura Miguel Ángel Asturias y en 2000 el Premio Príncipe de Asturias. Otras obras del autor son: Uno de cada tres (1952), Animales y hombres (1957), Lo demás es silencio (1978), Viaje al centro de la fábula (1981) o La palabra mágica (1983).

 

2. Contexto literario de la obra.

Es innegable la importancia de la literatura guatemalteca no sólo en las letras hispanoamericanas, sino en la Literatura Universal del siglo XX. Así, Miguel Ángel Asturias fue uno de esos magníficos escritores que sentó las bases de lo que estaba a punto de suceder: el ‘Boom de la Literatura Hispanoamericana’. Pero no todo en la literatura de Guatemala es Miguel Ángel Asturias. Otros escritores de gran talla sobresalen y tanto la crítica como el público gustan de sus obras; me refiero a Mario Monforte Toledo, Arévalo Martínez, Carlos Solórzano y por supuesto Augusto Monterroso de quien dice Bellini -y con razón- que es ‘un irónico observador de la condición humana a través de una forma literaria decididamente provocativa’. Habría que hacer especial mención al testimonio (muy cuestionado, no hace demasiado tiempo) que, de la difícil situación de la masa indígena, hiciera Rigoberta Menchú y que fue recogido por Elizabeth Burgos-Debray en Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia (1983). Este sobrecogedor testimonio le valió a Rigoberta Menchú el Premio Nobel de la Paz.

 

3. Comentario de la obra.

Leí en algún sitio, durante mis años de facultad, que La oveja negra es un libro al que se vuelve siempre. Efectivamente, éste es uno de esos libros que nos enriquecen con cada nueva relectura. Es una obra compuesta por miniaturas (también llamadas microcuentos) que -en su brevedad- encierran una mordaz crítica a temas tan variados como la religión, la política o el racismo. La denuncia que el autor hace de la miseria humana está depurada hasta tal punto que lo que encontramos en esta obra es una esencia que no deja indiferente a nadie. Así, el cuento que da título a este librito puede hacer al lector sonrojarse con facilidad, indiferentemente de su nacionalidad, pues todos los países de la tierra pueden ver reflejada su historia más oscura y vergonzante en apenas diez líneas de pura literatura. Es interesante pararnos un momento para reseñar lo que a todo esto dice este escritor minimalista, pues afirma -en un claro aviso para navegantes- que en todo lo que escribe ‘hay llamados a la rebelión y a la revolución, pero desgraciadamente en una forma tan sutil que mis lectores se vuelven reaccionarios’.

 

También encontramos en la obra una revisión de los mitos clásicos en una original y transgresora visión de una Penélope independizada y astuta. Como no sólo de literatura clásica vive el hombre, el autor también guarda un momento para hacer una cuidada lectura -un poco, a modo de sentido homenaje- de La metamorfosis de Kafka.

 

Pero es, quizá, la revisión de las tradicionales, anquilosadas y férreas enseñanzas sagradas donde Monterroso centra sus críticas. Así, algunos pasajes de la Biblia son satirizados, llegando incluso a reírse sarcásticamente de aquello a lo que llaman ‘Fe’.

 

El tono elegante de su prosa (que por cierto está ausente de metáforas y demás figuras literarias que engolen el texto) no oculta el afilado y brillante estilete con el que disecciona la sociedad actual para exponerla ante nuestros ojos incrédulos, dejando a la vista todo lo sórdido que en ella hay, soliviantando y encendiendo los ánimos de la clase acomodada.

 

Si en algún momento hemos llegado a pensar que estos cuentos poseen un carácter humorístico, el propio autor se ha encargado de negarlo en varias ocasiones pues opina que lo que ha publicado ‘es más bien triste’. Monterroso, escritor de brillante conversación, asegura a menudo que él es ‘tan chiquito que no le cabe la menor duda’. En efecto, en su raciocinio siempre pone -sin dubitación alguna- el dedo en la llaga que más nos duele, hasta el punto de hacernos sentir vergüenza, una vergüenza que -por otra parte- nunca viene mal para no olvidar los tremendos errores en los que la humanidad ha incurrido. Si algo podemos elogiar de este escritor es su completa libertad de pensamiento que le permite ostentar una postura irreverente para -con suma claridad y concisión- mostrarnos lo inconsistente de nuestras propias convicciones.

 

 

Fuente clubensayos. Como y porque un grupo social se representa de diferente manera?

 

En el cuento de Monterroso podemos observar la marcada diferenciación entre dos grupos en la sociedad, las “ovejas negras”, que son la minoría, mientras que las “ovejas comunes” que son las que toman un rol conductor dentro delos sucesos cotidianos, pues al ser mayoría ellos fusilan o esculpen a la oveja negra.

 

Al ser las ovejas una alusión a nuestra propia sociedad, el autor partió de las conductas humanas habituales, es decir hechos que se han repetido a lo largo de la historia, solo por citar uno, tenemos el caso de Eloy Alfaro, que en su época fue tachado por la iglesia inclusive de ser un “demonio”, mas hoy en día se le toma como referencia en cualquier discurso idealista a más de esculpirle “estatuas ecuestres en los parques”.

 

“Un siglo después, el rebaño arrepentido le levantó una estatua ecuestre que quedó muy bien en el parque.” (Oveja negra y demás fabulas, Augusto Monterroso pág. 11 línea 3).

 

Ahora bien, las ovejas comunes son descritas como quienes fusilan a la oveja negra de turno, pero que sin embargo se contradicen esculpiéndoles estatuas después, esto por supuesto en generaciones diferentes. Aun así se enmarca a todas las ovejas comunes dentro de quienes castigarían a la oveja negra, pues si la misma oveja a la que están honrando fuera contemporánea suya, la fusilarían, en vez de otorgarle decoro. Así mismo las ovejas convencionales, mientras esculpen las ovejas negras de la anterior generación, llevan al patíbulo a las de la generación actual. “Así, en lo sucesivo, cada vez que aparecían ovejas negras eran rápidamente pasadas por las armas” (Oveja negra y demás fabulas, Augusto Monterroso pág. 11 línea 5)

 

La necesidad de representar las personas como ovejas específicamente es por la semejanza que poseemos con un rebaño, del cual supone una dificultad exorbitante extirparse de él, por eso, las ovejas negras son contadas, pues de otro modo no serían negras. Dentro de este contexto podemos encontrarnos nosotros, pues nuestras conductas son dictadas mayoritariamente por el resto de los individuos, rasgos como el pudor imperante ante el resto son muestras de que aún seguimos en colectividad por más que tratemos de negarlo, sin embargo existen ciertos aspectos en los cuales sabemos si una persona es una oveja negra, o simplemente parte del rebaño, como atreverse a expresar ideas u opiniones por demás contrarias a la generalidad, aun a riesgo de obtener respuestas agresivas por parte de quienes creen tener el total dominio de la verdad, pues se sienten cobijados entre la mayoría.

 

Al representar dos clases determinadas de personas u “ovejas” se rompe con cualquier otro tipo de esquema social, el individuo deja de ser tal, convirtiéndose simplemente en un animal más, con esto quiero decir que al clasificarnos a todos como un solo animal, mas no con dos animales distintos (por ejemplo: “ovejas y lobos”) se rompen todas las demás diferencias entre nosotros, la        ...

 

Resumen:

 

En esta obra el autor expone teorías que le permiten explicar en su totalidad el funcionamiento del cerebro humano. Para lograrlo profundizó sus estudios de neurología merced a exhaustivas investigaciones en microbiología, o biología molecular. Así esclareció como se almacenan las informaciones recibidas en el encéfalo. A partir de eso estableció las bases de la psicología y etología moderna; demostrando como se efectúan sistemáticamente todos los procesos cerebrales, desde la manera de recordarse un dato, la forma de resolver cualquier problema, el origen de los trastornos psicológicos hasta las diferentes fases del sueño.

 

Prólogo.

 

Las características del intelecto humano son perfectamente naturales y entendibles para el análisis racional, como lo vamos a descubrir más adelante. Resultan ser el fruto de la evolución de las distintas especies animales que constituyeron los eslabones de la cadena evolutiva que engendro la aparición de su especie, empezando con los primeros protozoos. Por ende el autor no utilizará ningún argumento de orden mágico o místico para demostrar sus teorías, por no considerarlo necesario.

 

Las teorías que se exponen a continuación corresponden entonces totalmente y sistemáticamente a la realidad de los hechos comprobables, relacionados o derivados de la actividad celular animal y en particular de la humana.

 

El autor tiene fe en que algunos experimentos probatorios, y quizás a veces rectificatorios, que no pudo efectuar por falta de los medios materiales necesarios, se realizaran en el porvenir, pues no duda en creer que una de las mayores cualidades del pensamiento humano es la búsqueda del conocimiento.

 

1. Origen de las actividades genéticas.

 

El autor considera esencial para el entendimiento del funcionamiento del cerebro humano, como lo acaba de exponer en el prólogo, profundizar los conocimientos actuales relativos al funcionamiento de las células animales. Hecho por el cual dedicara este primer capítulo al estudio del origen de los movimientos de las células animales más elementales, y probablemente las más primitivas, como lo son los protozoos.

 

En primer lugar, podemos observar que parte de los protozoos desarrollan diversos movimientos que son, en general, relacionados con su supervivencia. Dichos movimientos no son todos enteramente librados al azar, se puede comprobar que algunos responden a verdaderos patrones de conducta. En efecto, cuando una ameba repta sobre una superficie sólida gracias a la actividad de seudópodos o absorbe una presa merced a la deformación de su superficie corporal, resulta evidente que dichos movimientos no son librados al azar sino que son coordinados secuenciados, organizados y ejecutados hacia un fin particular.

 

Dichos movimientos son generados, en función de la existencia de microtubulos, por filamentos de actina y de miosina, que integran estas células, que se pueden contraer y alargar bajo el efecto de impulsos energéticos o su ausencia.

 

De aquí         ...