CAMPOS DE CASTILLA
de Antonio Machado

CAMPOS DE CASTILLA. DE INTERÉS GENERAL

 

 

Fuente Wikipedia. Campos de Castilla Cuya primera edición aparece en 1912, es entre otras cosas el resultado de una deliberada y muy meditada reacción de su autor en contra de la estética de raíz simbolista-modernista que había informado su obra lírica hasta poco antes de la publicación, en 1907, de soledades, galerías y otros poemas. Su progresivo distanciamiento del simbolismo es un hecho que Antonio Machado reconoce paulatinamente en un texto de 1913: «Recibí alguna influencia de los simbolistas franceses, pero ya hace tiempo que reacciono contra ella»

 

Publicación de la obra

 

Desde 1908 Antonio Machado empezaba a publicar algunos poemas que integrarían el compendio de 1912.

 

A finales de 1910, desde Soria, Antonio Machado envía el manuscrito a Gregorio Martínez Sierra para su publicación en la Editorial Renacimiento. Al principio se pensaba dar a la obra el título de Tierras de España y sólo en 1912 Antonio Machado se decidiría por «Campos de Castilla». Sin embargo, la obra no se publicaría hasta 1912 porque no era lo suficientemente extensa. A finales de 1911, el poeta escribe «La tierra de Alvargonzález», un poema largo compuesto por 712 versos divididos en romances.

 

Finalmente el conjunto de poemas se publicó en 1912 con 54 unidades de poemas. La unidad «Proverbios y Cantares» estaba compuesta por 29 poemas a los que se sumarían 24 poemas en la edición de 1917 de Poesías Completas.

 

[] Temática

 

La obra tiene una temática bastante heterogénea, no posee la unidad formal de su conjunto de poemas anterior, Soledades. Galerías. Otros poemas (1907).

 

Muchos poemas empiezan siendo principalmente descriptivos para luego dejar paso a la exaltación lírica del poeta ante la naturaleza de los campos de Castilla. Predomina una visión exteriorizada, el poeta se abre hacia afuera: el poeta alterna entre una poesía de compromiso —denuncia los problemas sociales de su época— y una poesía que describe un paisaje idealizado a través del cual, como en las galerías del alma de Soledades, el poeta realiza una búsqueda espiritual. En ciertas ocasiones, se menciona un estado de ánimo afligido por la muerte de Leonor.

 

Por otra parte, la obra contiene varios poemas dedicados a personas a las que conocía e incluso admiraba: Miguel de Unamuno, Azorín, José María Palacio, Roberto Castrovido, Vicente Ciurana, Francisco Giner de los Ríos, Juan Ramón Jiménez, José Ortega y Gasset, Xavier Valcarce Ocampo, Rubén Darío, Narciso Alonso Cortés.

 

[] La tierra de Alvargonzález

 

Se trata de un famoso Romancero dedicado a Juan Ramón Jiménez, compuesto por diez partes divididas a su vez en diversos romances enumerados. Antonio Machado asegura que estos romances «miran a lo elemental humano, al campo de Castilla y al libro Primero de la biblia, llamado Génesis». El poema ocupa cerca de la mitad del compendio con 712 versos.

 

La historia trata de una familia labriega de cinco miembros en la provincia de Soria. Los dos hermanos mayores heredarán las tierras del padre. El tercer hijo se niega a hacerse religioso y marcha a las Indias. El padre de la familia es asesinado por los dos hijos mayores y escondido en la Laguna Negra. Al menor, al regresar de las Indias, le informan de lo sucedido. La fortuna de los hermanos asesinos, de mientras, ha menguado mucho. El indiano finalmente les compra las tierras que enseguida se vuelven fecundas. La aparición del espectro del padre hace resurgir en los asesinos el miedo y la vergüenza. El Romancero termina con la muerte de los hijos parricidas.

 

[] Referencias

 

1. http://www.abelmartin.com/critica/critica.html, Sobre la publicación de Campos de Castilla

2. Véase por ejemplo «El mañana efímero»wikisource:es: El_mañana efímero.

3. Véase el poema CXXI, en el que se efectúa una progresión anímica entre el sueño y la realidad. Ver el http://www.lengua.profes.net/archivo2.asp?id_contenido=29073, Comentario del poema CXXI

4. De Páginas escogidas (1917)

 

[] Bibliografía

Machado, Antonio (1912). «Introducción». En Arturo Ramoneda. Campos de Castilla (2008 edición). Alianza Editorial.

 

 

Fuente buscapoemas. LA SAETA

 

¿Quién me presta una escalera,

para subir al madero

para quitarle los clavos

a Jesús el Nazareno?

Saeta popular

 

¡Oh la saeta, el cantar

al Cristo de los gitanos,

siempre con sangre en las manos

siempre por desenclavar!

¡Cantar del pueblo andaluz

que todas las primaveras

anda pidiendo escaleras

para subir a la cruz!

¡Cantar de la tierra mía,

que echa flores

al Jesús de la agonía,

y es la fe de mis mayores!

¡Oh, no eres tú mi cantar!

¡No puedo cantar, ni quiero,

a ese Jesús del madero,

sino al que anduvo en el mar!

 

 

A JOSÉ MARÍA PALACIO

 

Palacio, buen amigo,

¿está la primavera

vistiendo ya las ramas de los chopos

del río y los caminos? En la estepa

del alto Duero, Primavera tarda,

¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...

¿Tienen los viejos olmos

algunas hojas nuevas?

Aun las acacias estarán desnudas

y nevados los montes de las sierras.

¡Oh mole del Moncayo blanca y rosa,

allá en el cielo de Aragón, tan bella!

¿Hay zarzas florecidas

entre las grises peñas,

y blancas margaritas

entre la fina hierba?

Por esos campanarios

ya habrán ido llegando las cigüeñas.

Habrá trigales verdes,

y mulas pardas en las sementeras,

y labriegos que siembran los tardíos

con las lluvias de abril. Ya las abejas

libarán del tomillo y el romero.

¿Hay ciruelos en flor? ¿Quedan violetas?

Furtivos cazadores, los reclamos

de la perdiz bajo las capas luengas,

no faltarán. Palacio, buen amigo,

¿tienen ya ruiseñores las riberas?

Con los primeros lirios

y las primeras rosas de las huertas,

en una tarde azul, sube al Espino,

al alto Espino donde está su tierra...

Baeza, 29 de Abril de 1913

 

 

 

FANTASÍA ICONOGRÁFICA

 

 

 

La calva prematura

brilla sobre la frente amplia y severa;

bajo la piel de pálida tersura

se trasluce la fina calavera.

Mentón agudo y pómulos marcados

por trazos de un punzón adamantino;

y de insólita púrpura manchados

los labios que soñara un florentino.

Mientras la boca sonreír parece,

los ojos perspicaces,

que un ceño pensativo empequeñece,

miran y ven, profundos y tenaces.

Tiene sobre la mesa un libro viejo

donde posa la mano distraída.

Al fondo de la cuadra, en el espejo,

una tarde dorada está dormida.

Montañas de violeta

y grasientos breñales,

la tierra que ama el santo y el poeta,

los buitres y las águilas caudales.

Del abierto balcón al blanco muro

va una franja de sol anaranjada

que inflama el aire, en el ambiente oscuro

que envuelve la armadura arrinconada.

 

 

MI BUFÓN

 

 

El demonio de mis sueños

ríe con sus labios rojos,

sus negros y vivos ojos,

sus dientes finos, pequeños.

Y jovial y picaresco

se lanza a un baile grotesco,

luciendo el cuerpo deforme

y su enorme

joroba. Es feo y barbudo,

y chiquitín y panzudo.

Yo no sé por qué razón,

de mi tragedia, bufón,

te ríes... Mas tú eres vivo

por tu danzar sin motivo.