“Esto apenas empieza”
De interés general

“Esto apenas empieza”

 

 

04/09/2015 Fuente elpais. Una primavera del descontento florece en Guatemala. Miles de personas festejan el encarcelamiento del general como una victoria del movimiento ciudadano

 

Guatemala se festeja a sí misma. En la Plaza Mayor de la capital, bajo una fina lluvia tropical, se van congregando cientos de ciudadanos. Banderas, vuvuzelas, tambores y el orgullo henchido. La batalla iniciada el 16 de abril ha logrado su mayor victoria. El presidente ha caído por corrupción. Apenas hace unos minutos que la orden de ingreso a prisión del general Otto Pérez Molina se ha conocido. La decisión judicial, fruto de un largo pulso, ha recorrido como una descarga las redes sociales y ha detonado, con un estallido de júbilo, en la plaza. El ruido es ensordecedor, el ambiente eléctrico. “Es lo mejor que nos podía pasar, es el triunfo de los ciudadanos”. Damián, 34 años y corte de pelo hipster, es uno de los veteranos de la protesta. Trabaja de editor gráfico y, con cierta vanidad, cuenta que acudió a la primera manifestación, hace cinco meses, nada más conocerse la trama de corrupción aduanera que ha costado el puesto al jefe de Estado. Hoy no quiere perderse la celebración. ”Que sepan que estamos pendientes de lo que hacen. Que no pueden seguir en la impunidad”, afirma.

 

Damián y sus amigos admiten que forman una comunidad. De algún modo, habitan en el núcleo de esta primavera del descontento. Al igual que otras tantas revueltas juveniles que han sacudido el planeta, desconfían de los partidos y de los medios tradicionales. Su discurso es transversal. No se trata de una protesta de clase. Ni son marxistas ni liberales. Buscan la regeneración, la transparencia, el cumplimiento de la ley. “Que se le haga caso al ciudadano y se respeten sus derechos”, señala Damián.

 

No se trata de una protesta de clase. Ni son marxistas ni liberales. Buscan la regeneración, la transparencia, el cumplimiento de la ley

 

Sus ambiciones, que han contagiado a toda una sociedad, están pegadas a tierra e incluso admiten cierto escepticismo. Saben que el cambio necesitará tiempo y que no vendrá con las elecciones que se celebran el domingo. La primera vuelta de las presidenciales. “No hay candidatos válidos, todos están cortados por el mismo patrón. Todavía queda mucho por cambiar”, explica Cecilia, ama de casa, de 37 años, que ha acudido con su hija de 17. Es la primera vez que lo hace. “Hasta ahora lo apoyaba a través de las redes, pero hoy es distinto”.

 

A su lado, un pequeño grupo de mujeres y adolescentes dan botes sin cesar. Corean cánticos de victoria. Se abrazan. “Hemos demostrado al mundo que esto es posible, que no es un sueño imposible”. Habla Silvia de Bravo, ingeniera industrial. Tiene 52 años y le acompañan su madre y sus hijos. Todos se parecen. Tres generaciones simétricas saltando sobre la Plaza Mayor. “Esto es el principio del cambio. Aún falta mucho, pero no bajaremos la guardia”, añade.

 

Estanislao González es empresario. Fabrica maletas y hoy ha decidido ir a la plaza con su esposa y sus dos hijas, de 22 y 18 años, para darse un baño de alegría. Su lema, expuesto en una pancarta amarilla, es el que más aplausos recibe. “Esto apenas empieza”, reza. “Hemos despertado como sociedad y queremos un cambio. Este país ha caído en manos de las mafias y es hora de que esto acabe”, afirma.

 

En la plaza, cada vez hay más gente. A los gritos y pitos, se suman las tracas. Hay quienes se abrazan bajo la lluvia. En el ambiente flota el mismo aire de otras revoluciones pacíficas. Movimientos ciudadanos que, más allá de su longevidad, marcaron un antes y un después en la vida política. Algunos de los congregados en la Plaza Mayor se reconocen en las protestas mexicanas por la tragedia de Iguala, otros en las manifestaciones de Brasil, incluso hay quien habla del 15-M y de Occupy Wall Street, pero casi todos admiten que su universo tiene reglas propias. Un mundo de pobreza extrema y ultraviolencia, pero que no se rinde. “Formamos una conciencia y queremos una vida mejor. Es así de simple”, resume Damián. En Guatemala, una tierra rota y olvidada, ha surgido la esperanza. Y, al menos, por un día ha ganado la batalla.