Sacrificios y enterramientos infantiles en la necrópolis de Cadiz
Bienes arqueológicos, paleontológicos

Sacrificios y enterramientos infantiles en la necrópolis de Cadiz

 

 

02/10/2013 Fuente historiayarqueologia. Es bien conocida la práctica oriental de sacrificios humanos. Dichos sacrificios tenían lugar en determinados momentos de crisis con el fin de aplacar la furia divina. Según la teoría más extendida, los fenicios se mantuvieron fieles a esta práctica, como nos confirma Filón de Biblos. Son diversos los pasajes del Antiguo Testamento donde se hace alusión a estos ritos;

 

“…Y ellos (Estado de Judá) han edificado los lugares altos de Tofet, que está en el valle de Ben-hinom, para quemar a sus hijos y a sus hijas en el fuego, lo cual yo (Yahvé) no mandé, ni me pasó por la mente...”.   (Jeremías, 7,31)

 

“…Asimismo profanó (el Rey Josías, de Judá) a Tofet, que está en el valle del hijo de Hinnom, para que ninguno pasase su hijo o su hija por fuego a Moloc…”  (2 Reyes, 23,10)

 

 “…Esta preparado desde largo tiempo un tofet para Moloc. Esta dispuesto y ahondado en su concavidad, fuego y leña en abundancia...” (Isaías 30, 33,34)

 

Los profetas obligaron a los hebreos a renegar de estas crueles prácticas, las cuales consideraban abominables y aberrantes, para lo cual empleaban terribles amenazas, ya que estos ritos eran ajenos al pueblo de Juda e Israel y chocaban frontalmente con las palabras de Yahvé, y así se desprende de estos pasajes que recriminan de forma tajante tales prácticas rituales, prohibiéndolas de manera radical. El propio Moises (Levit.18, 21) se muestra contrario a tal barbarie y manifiesta;

 

“…No dejareis que ninguno de vuestros hijos pase por el fuego de Moloc…”

 

Prácticamente todo el mundo oriental acabó renegando de estas costumbres, con la excepción de los fenicios. Autores como Diodoro de Sículo, Plutarco, Clitarco o Tertuliano, confirman en sus textos, que los fenicios practicaban un rito sacrificial denominado " mlk " (Molk). En los textos de Ugarit también se refiere al sacrificio de seres queridos para conseguir las bondades del dios Baal. A pesar de tanta literatura en su contra, debemos mencionar la existencia de importantes elementos subjetivos, si tenemos en cuenta su procedencia, y la propaganda antifenicia, o lo que es lo mismo, antipúnica, que los autores griegos y después romanos, no dudaron en poner en marcha en su intento de desprestigiar su cultura, presentándolos como un pueblo capaz de de sacrificar a su propia prole. Esta teoría que podíamos referir como “conspiratoria”, esta defendida por una parte importante de la comunidad científica, que ve en el fenómeno del Moloc una conspiración  que solo busca desprestigiar históricamente a la cultura feno-púnica, llevada a cabo, primero por los griegos, principales competidores de los fenicios en el Mediterráneo y sobre todo en Sicilia, y posteriormente por Roma, eterno enemigo de Cartago. Esta corriente, piensa que la aparición en el tofet de Cartago, de innumerables restos óseos infantiles calcinados, es muestra de una simple práctica funeraria de incineración, y que posteriormente sus progenitores depositaban en una necrópolis infantil (tofet). Al ser considerados, dichos infantes seres puros, pasaban a descansar junto a la pureza de la divinidad, solicitando así la pronta venida de un nuevo descendiente.

 

Otra teoría apuntada por algunos autores, es aquella que considera esta práctica simplemente como una forma más de controlar la natalidad ante un fuerte crecimiento demográfico que ponía en peligro la adecuada gestión de los recursos.

 

Pero con el transcurrir del tiempo, en el mundo púnico, se llegó a sustituir el sacrificio del hijo primogénito por un cordero, circunstancia esta que finalmente se va generalizando e imponiendo. Este sacrificio de sustitución recibía el nombre de “Molchomor" o "Molk del cordero", no obstante, conservaba el mismo sentido y el mismo ceremonial.

 

Llegados a este punto sabemos de la existencia de Tofet en Oriente Próximo, en la actual Tell Sukas. Se trata de una ciudad portuaria, ubicada en la costa siria, fundada por los fenicios en el siglo X a. c y denominada Suckis en la Antigüedad, y que cuenta con un tofet que se remonta a los siglos XIII-X a. c. Sin embargo a pesar que se da por hecho la existencia de estos recintos funerarios infantiles en Palestina y el Líbano, hasta el momento no han aparecido restos arqueológicos que lo confirmen.

 

Sin embargo, si existen restos materiales de estas estructuras en el Mediterráneo central, que datan del s. VIII a. c, como Cartago, el norte de África, Cerdeña o Sicilia. De todos los restos conservados, el tofet más importante, tanto por su extensión como por su prolongado uso, muy dilatado en el tiempo, es el de Cartago. En este tofet conocido como el Recinto de Tanit, o de Salammbo, se encontraron nueve niveles superpuestos, que contienen 20.000 urnas funerarias de cerámica con restos óseos. Aquí se han documentado restos de huesos calcinados de niños de hasta los doce años, aunque los más numerosos se corresponden a individuos de dos años y fetos (Vázquez Hoys, Historia de las Religiones). Estas urnas cuentan a partir de los siglos VI-V a. c con estelas, que delatan su posición con una inscripción dedicada a Baal-Hammon o Tanit, y en gran número, por una la formula m l k d m que hace referencia al sacrificio de un niño, o a la substitución por una oveja m l k m r (molchomor). En las inscripciones de estas estelas, se emplean formulas que demuestran que se trata de sacrificios “oficiales”, ya que el dedicante no es un familiar o allegado del difunto, si no el propio Estado (Corzo Sánchez. R)

 

En el Mediterráneo occidental sin embargo, no se han encontrado restos arqueológicos que nos lleve a pensar que en las ciudades púnicas del “Circulo del Estrecho” pudiera haber existido algún tofet, y por tanto los sacrificios infantiles que imponía el Moloc. En el caso de Gadir es evidente que entre tanto hallazgo arqueológico no se ha encontrado hasta el momento restos que vengan a confirmar que efectivamente existió un tofet en la ciudad gadirita. Sin embargo existe la posibilidad que estos sacrificios rituales se practicaran en la ciudad de Cádiz en la antigüedad si tenemos en cuenta las afirmaciones de Cicerón, haciendo referencia a la abolición, por la ley romana, de determinadas costumbres bárbaras de los gaditanos.

 

Sin la confirmación de la existencia o no de un posible tofet en Gadir, lo que nos queda es determinar si hubo o no sacrificios infantiles en época púnica. Algunos hallazgos parecen indicar que pudo existir en la ciudad esta práctica ritual. Al respecto nos referimos a los restos de un individuo hallado en las excavaciones de un pozo ritual encontrado en la C/Trille. Se trata concretamente del pozo nº 1, donde en el fondo del mismo y bajo las capas de sedimentos, se localizaron los restos de un esqueleto en buen estado de conservación dispuesto en un lateral de la pared sureste del pozo, con una orientación SE-NW, en una posición algo forzada, lo que podía denotar una muerte violenta. A parte de la posición del cadáver, también llamó la atención de los investigadores la presencia de tres piedras de considerable tamaño sobre el cadáver, cubriendo el torso y extremidades, colocadas así a propósito, lo que bien podría indicar que fue sacrificado. Para evitar cualquier tipo de precipitación, en primer lugar hay que descartar que se pueda tratar de una inhumación en pozo, algo que sería inédito en la necrópolis gaditana, lo que tampoco ayuda lo descuidado del tratamiento del cuerpo, carente de cualquier preparación post mortem. Tampoco parece factible, por razones obvias que el cuerpo se hallara allí por razones accidentales. Si bien es cierto, que la situación de abandono en la que quedó el cadáver y su anárquica postura, podría apuntar que se tratase de una muerte violenta, siendo el cuerpo posteriormente abandonado a su suerte, tampoco parece ser lo mas acertado. En cambio, si tenemos en cuenta que este hallazgo no es algo único, sino que ya han aparecido en la necrópolis gaditana, casos semejantes de cadáveres en el interior de estos pozos rituales con los mismos signos, nos lleva a pensar que se trate de una muerte ritual (Niveau de Villedary). Otro dato que reforzaría la teoría del sacrificio ritual, es la datación cronológica del cuerpo, ya que lo sitúa en un momento concreto de la II Guerra Púnica y ¿qué mayor crisis que una guerra para sacrificar una víctima humana a la divinidad? Otro ejemplo que guarda numerosas similitudes con el ya mencionado, es el esqueleto de un individuo femenino de alrededor de treinta años, al parecer una esclava africana si nos atenemos a los análisis antropológicos y paleopatologicos (Calero en Miranda y Pineda, 1999, p.236), encontrado en el fondo de un pozo hallada en el solar de los Cuarteles de Varela. Al igual que en el caso del pozo nº 1 de la C/Trille, en este, el esqueleto aparece al final del pozo bajo una potente capa de sedimentos, ambos al parecer fueron tirados al vacio inmovilizados, lo que indicaría que fueron lanzados contra su voluntad, que aparecieron en un contexto ritual, y cubiertos con grandes piedras. Como sabemos los fenicios de Tiro fundaron Gadir siendo lo común que la nueva fundación heredara e implantara las ancestrales costumbres de la metrópoli fundadora, lo que no sabemos es el resultado de esa herencia. Es decir, es bien sabido que en Tiro tenían lugar en los meses de febrero y marzo una festividad que servía para recordar la resurrección de Melkart llegandose a suponer que durante el transcurso de la misma se procedía al sacrificio de una víctima humana que era pasada por el fuego. No sabemos con los datos de que disponemos actualmente, si esta festividad se celebró en Gadir u otras colonias del “Circulo del Estrecho”, y en caso de que hubiese existido, si el ritual era exactamente el mismo y si contaba con las mismas normas rituales que el practicado en Tiro.

 

No podemos obviar las teorías de Ramón Corzo Sánchez, que defendía una práctica ritual propia de Gadir, y una manera autóctona de proceder al sacrificio del primogénito. Según este autor, la muerte violenta del primogénito en Cádiz, no se produciría pasando a la victima por el fuego divino, como ocurría en oriente y el Mediterráneo central, sino mediante fuertes golpes en el cráneo, para posteriormente ser inhumados en un lugar reservado especialmente para ellos, a la manera del clásico tofet. (Corzo, 1989, 1992 y 1995; Corzo y Ferreiro, 1987). Para ello, se basa en los trabajos arqueológicos que a principio de los años ochenta (1980 y 1981), tuvieron lugar en los números 45 a 51 de la Avd. / López Pinto. Se trataba  de unos setenta enterramientos entre inhumaciones e incineraciones correspondientes al siglo I d. c, y por tanto de época Imperial romana. De las cuarenta y ocho inhumaciones totales, veintidós pertenecían a enterramientos infantiles de diversas edades. Estas tumbas infantiles parecían tener unos rasgos similares desde el punto de vista constructivo y se diferenciaban del resto de los enterramientos. La mayor parte de sus moradores presentaban claras alteraciones físicas a nivel del cráneo, apareciendo hundido o fracturado. Igualmente, muchos de estos individuos infantiles presentaban numerosas fracturas en diversas partes del esqueleto, lo que parecía indicar que sus muertes se produjeron por fuertes impactos, lo que el autor planteaba que se hubiese producido por lapidación, lo que a ciencia cierta habría producido la fractura de sus frágiles huesos. Tras el sacrificio, las victimas habrían sido sepultadas con la decencia y decoro que el rito exigía. Esta teoría contó con un breve recorrido.

 

Si parece que en determinados sectores de la necrópolis se aprecia como los enterramientos infantiles aparecen separados y diferenciados del resto. Este hecho se puede constatar, por ejemplo, en el solar excavado en la Plaza de San José, donde del total de los enterramientos hallados, el 40% se corresponde a sepulturas infantiles. Estas tumbas aparecen dispuestas en el conjunto del solar, delimitadas y separadas de los enterramientos de adultos. En cuanto a la edad de los esqueletos, estamos hablando de niños cuyas edades aparentes oscilan entre los pocos meses y los tres años, siendo en su mayoría de época tardo romana (finales del siglo III y siglo IV d. c). No obstante esto tiene una interpretación diferente. Debemos tener en cuenta, en primer lugar, que en esta época a la que nos hemos referido, la ciudad de Gades estaba padeciendo un periodo decadente que se traducía en unas duras condiciones de vida para sus habitantes. La crisis de subsistencia motivada por dicha crisis, con severos periodos de hambruna afectó de lleno a los más débiles, en este caso la población infantil. Los posteriores estudios paleopatologicos llevados a cabo en estos esqueletos infantiles, vienen a confirmar que en la mayoría de ellos se observan síntomas de desnutrición, siendo muy posible que debido a esto, los niños estudiados pudieran tener en realidad una edad superior a la aparente, ya que no llegaron a alcanzar el nivel de crecimiento adecuado debido a su deficiente alimentación.

 

Por tanto, y dado los datos de que disponemos, no podemos afirmar con rotundidad que la realización de sacrificios humanos fuera una práctica habitual y generalizada en el Cádiz antiguo, si no que se trataría mas bien, de sacrificios rituales, practicados en la necrópolis solo en casos puntuales marcados por momentos de crisis y por motivos extraordinarios, careciendo por tanto, de una periodicidad regular. Igualmente el estado actual de las investigaciones no revela noticia alguna, que nos haga pensar que en Cádiz se practicaban sacrificios infantiles de manera generalizada y menos aun la presencia de tofet.