Krokodil: la droga que devora a Rusia
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Krokodil: la droga que devora a Rusia

 

 

29/10/2013 Fuente miradasdeinternacional. Apenas ha ocupado páginas en los grandes rotativos nacionales pero cuando el caso de las hermanas Neitzel apareció en el Daily Mail, causó una gran consternación en las redes sociales hace un par de semanas. El “krokodil”, como se llama comúnmente a la desomorfina, era el verdadero protagonista del reportaje hecho por el periódico inglés, donde se denunciaba que esta terrible droga, con origen en Europa del Este, había llegado a América.

 

El krokodil es una droga creada en Rusia durante la década pasada. Ante la avalancha de consumidores de heroína en este país (Rusia es el país con más heroinómanos del mundo), apareció un nuevo producto en el mercado: 10 veces más fuerte que la morfina, considerablemente más económico (mientras que la heroína puede costar entre 30 y 70 dólares, esta mezcla puede costar un máximo de 10) y muy fácil de preparar. Al más puro estilo “Breaking Bad”, esta sustancia puede cocinarse en casa, usando codeína con gasolina (aunque también hay artículos que hablan de aceite, alcohol o disolvente) como ingredientes principales, ambos productos de fácil acceso y económicamente muy asequibles.

 

La prestigiosa revista Time data el nacimiento de este nocivo producto en 2002, en algún lugar de Siberia o del Oriente ruso. También se puede encontrar una entrevista con el jefe del Servicio Federal de Control de Drogas, Viktor Ivanov, el cual narra que su departamento ha incautado 65 millones de dosis así como una reveladora declaración: “en algunas provincias el krokodil ha relegado a los opiáceos tradicionales”. Aún así, el principal problema de esta droga no es ni el precio ni la facilidad con la que se puede “cocinar” sino la rapidez con la que mata y, sobre todo, de la forma que lo hace. El nombre que le han puesto los rusos a la desomorfina no es producto del azar: “krokodil”, cocodrilo en ruso. En el lugar donde se inyecta esta sustancia, la piel pierde su tonalidad original (volviéndose grisácea) y se escama, asemejándose así a la piel de este reptil.

 

El principal inconveniente que tiene es que sus efectos duran relativamente poco (de media hora a dos como máximo) por lo que aquella gente que sufre una adicción puede estar cocinando desomorfina e inyectándosela después durante todo el día. Y he aquí el problema. El abuso de este producto es letal. La gente que consume diariamente esta clase de producto tiene una esperanza de vida de menos de un año. El rotativo británico The Independent publicó en su versión digital la entrevista con una pareja de rusos adictos a esta droga. En ella, entre otras muchas cosas, se habla de los síntomas: desde la descamación de la piel hasta la aparición de la gangrena y la caída a pedazos de ésta, dejando los huesos al descubierto (hay muchas imágenes, terribles todas ellas, sobre esto, aunque en Miradas de Internacional hemos decidido no incluirlas). También en este artículo sale el señor Ivanov, denunciando que el 5% de drogadictos rusos son consumidores de “estupefacientes caseros”, una cifra estimada de 100.000 personas.

 

Actualmente el krokodil es un problema de Estado. El expresidente Dimitri Medvedev y el Ministerio de Sanidad ruso ya recibieron iniciativas populares para que se intentara acabar con la “barra libre” de fármacos con codeína que no necesitaban prescripción facultativa, imprescindibles para la creación de la desomorfina. A día de hoy, la aparición de los síntomas anteriormente mencionados en el Reino Unido y Estados Unidos han hecho sonar la alarma. La Unión Europea, mientras, aún no se ha pronunciado ante la aparición de este fenómeno aunque es posible que en las regiones más pobres del continente puedan aparecer los primeros focos de esta droga casera.