Una cuestión personal 2. Segunda entrega
de Kenzaburo Oé

Una cuestión personal 2. Segunda entrega

 

 

Autor: Kenzaburo Oé

 

Fuente monografías. Este detalle puesto al descubierto de una forma satírica pero sutil, pone en evidencia la condición marginal de estos seres, que tiene a su vez una relación con su imposibilidad de adaptación así como con el hecho de ser extranjeros o de las afueras de la ciudad. Por un lado el que está al margen de la sociedad incluso de forma territorial y física, es una especie de paria. En la sociedad japonesa esto tiene una relación política que deriva del estado absolutista y centralizado del tiempo del Emperador, en el que los poblados periféricos vivían un cierto abandono.

Por otro lado y como una consecuencia del fin de la Segunda Guerra Mundial se presenta primordialmente la idea de la liberación de este Estado absolutista, libertad que los habitantes del Japón no supieron asumir durante varias décadas y que originó una atmósfera de angustia en todos los sentidos. Aquellos seguidores del régimen cometieron suicidios por el miedo a quedar desprotegidos de la autoridad del Emperador, aquellos sobrevivientes a la era nuclear o las generaciones que vivieron en las siguientes décadas, como es el caso de la generación de Bird (nacido en 1935), adoptaron una postura de pesimismo, desarrollaron una conciencia de la destrucción y la fragilidad humana que los sumió en el abandono de sí mismos, de sus creencias y en una negación del futuro.

Los nacidos en la era posterior a las bombas viven una negación formulada en la base del desconocimiento de la guerra y de los tiempos de enfrentamiento bélico. Son seres apáticos, apolíticos y con una tendencia a la amoralidad y la incapacidad total de tomar decisiones o ser parte activa de la sociedad de alguna forma útil, entendido de la forma política. Los jóvenes japoneses nacidos desde los años sesenta en adelante, como en el caso de los integrantes de la pandilla, viven el consumismo de una potencia comercial y económica que surgió de las cenizas de Hiroshima y Nagasaki (1945) con una vertiginosidad asombrosa.

Así, las relaciones que entabla Bird con los personajes secundarios durante esta primera parte de la novela pueden considerarse como un pronóstico de lo que serán sus relaciones en adelante y, a la vez, influyen en su ánimo, recargan el ambiente de una sordidez inevitable y ponen al descubierto la fragilidad del orden y del sistema del que Bird ha pretendido ser parte. La naturaleza monstruosa de los seres de los que se ha visto rodeado pone a prueba su propia condición monstruosa de la que ha tratado de mantenerse alejado, pero por la que siente cierta fascinación. Su mundo interno inexplorado, sus insatisfacciones por descubrir, su deseo de huir, son las inquietudes que le inician en un proceso de ruptura con la sociedad, con el orden, y le acercarán a lo siniestro y al caos.

1.4 El ambiente del presagio y las condiciones siniestras

Bird deambula por espacios marginales cuya atmósfera grave se va creando a partir de los calificativos oscuros que surgen de la voz del narrador. El protagonista se aleja de su casa, de su lugar de trabajo en una respetable academia preuniversitaria, del hospital donde su mujer está a punto de dar a luz (instituciones que reafirman el orden social) para refugiarse de su angustia y de sus pensamientos en un barrio céntrico poblado de figuras grotescas. Como las describirán Kayser y Cortés: seres siniestros, lúgubres, que exhiben su deformidad como un espectáculo. Y lo reafirmará Trías, cuando recuerda que: "Lo siniestro es aquello que debiendo permanecer oculto se ha revelado".

Estas criaturas con las que Bird se encuentra en su camino, no se ocultan, se muestran, se ofrecen y son las que dan un tinte marginal a los ambientes y determinan una atmósfera de presagios siniestros.

Trías realiza a su vez un inventario temático de motivos siniestros, en el que recopila las asociaciones de Freud con el concepto y determina seis condiciones en las que se produce lo siniestro (estas se pueden identificar a lo largo de la novela en distintas circunstancias por lo que volveremos a mencionar esta clasificación más adelante):

1. Un individuo siniestro es portador de maleficios y presagios funestos. Este caso lo habíamos comentado anteriormente en relación al encuentro de Bird con el travesti y aplica también a su enfrentamiento a la pandilla. Ambos personajes son portadores de un presagio funesto (el fracaso, la muerte, la demencia, etc.) que se confirma a continuación en el acontecimiento central: el nacimiento de su hijo.

2. El individuo siniestro que trae presagios funestos para el sujeto puede tener el carácter de un doble del mismo.

3. Una relación entre lo humano y lo inhumano, la relación de promiscuidad entre lo orgánico e inorgánico.

4. Resulta siniestra la repetición de una situación en condiciones idénticas a la primera vez que se presentó. Un genuino retorno de lo mismo. Esta condición se encuentra en varias acciones de Bird durante el desarrollo de la novela y tendrán relación con la huida, la responsabilidad y su naturaleza propensa a los vicios y las recaídas que se presiente cuando recuerda su etapa alcohólica.

5. Es siniestro aquel cuerpo que presenta lesiones, amputaciones, órgano defectuosos. Esta es posiblemente la condición fundamental de la novela y el signo con el que estará marcado el hijo de Bird.

6. Se da la sensación de siniestro cuando algo presentido, sentido y secretamente deseado por el sujeto se hace realidad. O cuando convicciones primitivas que parecían superadas hallan su confirmación. Bird presiente desde el inicio que el nacimiento de su niño será desastroso para su vida, será el fin de su libertad y este presentimiento tomará cuerpo cuando el niño nazca.

Finalmente, los hechos, los pensamientos, los ambientes y personajes confirman el presagio de un acontecimiento siniestro. La atmósfera de gravedad que se cierne sobre Bird se afianza con las imágenes de escaparates en donde se ve reflejado como un anciano decadente primero y como un cadáver después; calles y callejones poblados de travestis, homosexuales y prostitutas; restaurantes y bares donde se refugian bebedores y lugares de juegos luminosos donde se reúnen jóvenes extranjeros, provincianos marginales, pandilleros, seres violentos y enajenados, deseosos de confrontar al débil. Y por último con indicios como: dos mapas de África en el bolsillo de la chaqueta (los dos primeros que ha comprado con la intención de usarlos en la locación, sinónimo de huida).

Un recuerdo pausado, casi placentero, de sus días de alcoholismo y la certeza de que una recaída sería posible. Una llamada telefónica que le confirma los dolores de su mujer y la resistencia de su hijo para venir al mundo. La seguridad de que ser padre de familia será como cerrar la jaula en la que se encuentra desde que se casó. Medir sus fuerzas y comprobar su debilidad. El cuerpo golpeado, un diente roto, la chaqueta ensangrentada y una extraña certeza de que los enfrentamientos violentos de ese día son los únicos que le han proporcionado un poco de paz interior antes de entrar en lo que serán los acontecimientos o la realización del presagio.

Capítulo 2: La realización del presagio: el nacimiento del monstruo

Un estremecimiento le recorrió el cuerpo y se sintió más víctima que nunca: el bebé monstruo le haría la vida imposible.

2.1 El nacimiento del hijo

Para continuar con el modelo de análisis narratológico de Claude Bremond, en este capítulo de nuestro estudio nos referiremos a la segunda etapa de la fábula que corresponde al acontecimiento o realización, en la que se cumplen los presagios de lo siniestro que se anunciaban con la conducta, las acciones y la tensión narrativa; y nace el hijo de Bird, una criatura anormal.

En la teoría de Bremond los acontecimientos se definen como "la transición de un estado a otro que causan y o experimentan los actores" y "adquieren sentido en relación a un proyecto humano", en este caso el proyecto que Bird emprenderá de ahora en adelante consiste en decidir sobre el futuro de su hijo. Los acontecimientos alrededor de este proyecto se pueden agrupar a lo largo de la fábula o historia en dos tipos de procesos, según favorezcan o contraríen la misión del personaje, estos son: proceso de mejoría y proceso de deterioro ("Ambos tipos se pueden hacer posibilidad. Ambos pueden o no realizarse, y ambos pueden concluir con o sin éxito").

Según la clasificación de Bremond, los procesos de mejoría pueden ser: el cumplimiento de la tarea, la intervención de aliados ("en forma de un agente que toma a su cargo del proceso de mejoramiento", sin importar si la ayuda que se recibe del aliado es voluntaria, por obligación o azar), la eliminación del oponente, la negociación ("consiste en definir las modalidades de intercambio de servicios que constituye la finalidad de su alianza".), el ataque y la satisfacción.

Los procesos de deterioro consisten en el tropiezo ("una tarea cumplida al revés, el agente emplea medios aptos para alcanzar un resultado opuesto a su fin".), el deterioro, la creación de un deber, el sacrificio ("una conducta voluntaria, asumida con vista a un mérito a adquirir".), el ataque soportado y el castigo soportado. Una vez que el protagonista se ve enfrentado a los acontecimientos, en el caso de Bird, al nacimiento de su hijo, siente la necesidad de actuar ante ellos, de introducir cambios, y éstos responderán a los procesos de mejoría o deterioro con respecto a la situación inicial.

En Una cuestión personal encontramos que los procesos de mejoría y deterioro se combinan e incluso en algunos casos pueden llegar a cumplir una doble función dependiendo de la misión que asume el protagonista y quienes le rodean (aliados u opositores). En el caso de Bird, en esta etapa y hasta el final, encontraremos una clara diferencia entre lo que desea y lo que realmente debe llevar a cabo y esto se verá reflejado en los procesos que enfrentará y que identificaremos a lo largo de este análisis. Por ejemplo, Bird, como parte del proceso de mejoría, deberá cumplir una tarea, que por un lado consiste en salvar a su hijo, buscar la forma de que sobreviva y, por otro lado, la tarea que desea efectuar es deshacerse de él y conseguir que muera. Buscar aliados, es por una parte encontrar alguien que le ayude a salvar a su hijo y por el otro, hallar cómplices capaces de encubrir el asesinato del bebé. De esta forma se cumplen y se combinan los procesos de acuerdo a los distintos rumbos que toman los acontecimientos.

En esta parte confirmamos que la tragedia del nacimiento de un hijo enfermo da lugar a que Bird asuma su condición monstruosa. A medida que el conflicto crece, él busca refugio en el alcohol, la oscuridad y las perversiones. Se abandona para conseguir en la perdición un consuelo, una forma de purificación. Así también, nos enfrentamos a otra forma de monstruosidad que corresponde a las anomalías y lesiones físicas, que es el caso del hijo de Bird, quien involuntariamente será un anormal desde su nacimiento. Consideraremos al padre como un monstruo social, que se ha posesionado, por propia elección, de una naturaleza siniestra en contraste con la condición monstruosa innata del hijo.

El presagio al que nos referíamos en la primera parte se cumple cuando Bird, que dormía con su ropa ensangrentada de la pelea de la noche anterior y soñaba que estaba en una meseta africana, despierta a la madrugada con una llamada que le anuncia que debe ir de urgencia al hospital ya que su hijo ha nacido con una anomalía.

Desde que recibe la llamada telefónica Bird sospecha lo peor de esta noticia: sale en su bicicleta a toda velocidad venciendo los obstáculos del camino y soportando la lluvia y a lo largo del trayecto:

Tomó conciencia de que cualquier cosa le sobresaltaba y que sus ojos, oídos y olfato se habían agudizado en exceso. Tuvo la vaga sensación de que ello era un mal presagio: lo mismo había sucedido durante la época de interminables borracheras.

Una vez en el hospital se dirige a una sala que está prácticamente en tinieblas y se identifica como el padre, pero no recibe ninguna respuesta salvo las miradas que lo escudriñaban detenidamente. Descubre, sentada entre los médicos, a su suegra, una figura encogida y llorosa que se esconde detrás de las mangas del kimono y que es incapaz de mirar a Bird a los ojos. Él se sienta y repite que es el padre y obtiene un gesto de afirmación de parte de uno de los médicos, el director del hospital, quien en lugar de responder saca una pipa y la llena de tabaco. El director:

Era un hombre bajo, con aspecto de tonel, obeso en extremo, lo que le daba un aire melancólico, pesado y de pretenciosa pompa. Tenía la bata sucia y abierta a la altura del pecho, tan peludo como el lomo de un camello. Las mejillas, el labio superior y el buche de grasa que le colgaba hasta la garganta estaban cubiertos de barba.

Bird, quien lo observa detenidamente, siente que hay "algo sospechoso en ese doctor peludo y de mediana edad que le impedía bajar la guardia. Como si, por debajo de su piel hirsuta, se ocultara algo peligroso".

Luego de la espera, el médico con una expresión de extrañeza y una sonrisa ambigua pregunta: "¿Quiere ver la cosa antes?" Bird que no asimila el anuncio, pregunta si el bebé está muerto y como respuesta recibe un suspiro de su suegra que le hace pensar que "había querido indicarle cuán profunda era la ciénaga de la calamidad en que él y su esposa estaban metidos".

Durante estos instantes se percibe la atmósfera de tensión y oscuridad que rodea a Bird y a su familia y se corrobora con la presencia de un personaje de aspecto tan grotesco como el director del hospital quien, de alguna forma, es el responsable de haber traído al mundo a aquella criatura a la que ahora se referirá como ?la cosa?.

Cuando Bird atina a pronunciar palabra, solicita información antes de ver a su hijo y el médico le da la razón diciendo que es mejor que lo sepa antes de verlo porque definitivamente es algo que resulta chocante. Para Bird lo chocante en ese momento es que el doctor no deja de sonreír de una manera cínica y Bird piensa que tal vez reía porque:

Había extraído de entre las piernas de la mujer de otro hombre una especie de monstruo inclasificable. Tal vez se trataba de un monstruo con cabeza de gato y cuerpo hinchado como un globo. Aparte lo que fuera la criatura, el doctor se sentía avergonzado por haberla traído al mundo.

Para Bird ese no era motivo para que un médico riera y apareciera como un comediante en lugar de un profesional digno. Lo que Bird quería saber era qué tipo de monstruo había engendrado, sintiéndose desde ese mismo instante como ?el padre del monstruo?. Supo que su hijo tenía el aspecto de un ser con dos cabezas.

Había nacido con una hernia cerebral y él casi ingenuamente osa preguntar si hay posibilidad de que él niño viva con normalidad. Y como si explotara, el médico le responde a Bird: "¡Con normalidad! [?] ¡Estamos hablando de una hernia cerebral! Se podría abrir el cráneo y meter dentro el cerebro, pero incluso así, y con suerte, sólo conseguiremos una especie de humano vegetal".

Bird aún completamente desconcertado piensa: "Pobrecillo, la primera persona que mi bebé encontró en el mundo tuvo que ser este doctor peludo y rechoncho como un cerdo". Después de saber que ?la cosa? era un varón, sigue las instrucciones del médico de ir a su casa a cambiarse la ropa húmeda con la que ha llegado al hospital, para luego preparar el trámite de traslado del niño al hospital de la Universidad Nacional que podrá hacerse cargo del "monstruo" de mejor manera.

No le aseguran que muera enseguida porque es, dentro de lo posible, un niño vigoroso, pero nadie le ofrece ninguna esperanza. Mientras Bird camina hacia la calle y monta su bicicleta siente una voz que le dice: "Puedes conducir esa bicicleta hasta un paraje desconocido y atiborrarte de alcohol durante cien días. Bird escuchó esta dudosa revelación [?] Esperó que la voz volviera a hablar. Pero sólo hubo silencio".Esta voz es una especie de juego del narrador quien se atreve a hacer sugerencias a Bird, ya que conoce su naturaleza.

El anuncio del nacimiento del niño es la confirmación del presagio de lo siniestro que se cernía sobre Bird. El niño ha nacido para cerrar la jaula en la que Bird se consideraba atrapado desde su matrimonio y para convertirse en una marca de vergüenza, en una calamidad para su familia. El nacimiento del niño corresponde a las condiciones en las que se produce lo siniestro según Eugenio Trías, a las que nos habíamos referido en el primer capítulo. Una vez que ha nacido el niño se convierte en el portador de presagios funestos, en este caso asociados a la demencia y la muerte. Tras la certeza que el médico ha dado a Bird de que el niño no podrá crecer con normalidad, para Bird la única opción que queda es esperar su muerte.

En la segunda condición Trías menciona que el individuo siniestro puede tener el carácter de doble del sujeto y asegura que en esta clasificación se considera la relación entre el padre y el hijo como la de un doble. Bird es el sujeto que confirma su naturaleza siniestra en la medida en la que encuentra en su doble, (su hijo) a un monstruo.

Como menciona Trías en la quinta condición de lo siniestro: es siniestro aquel cuerpo que presenta lesiones, amputaciones, órgano defectuosos. El médico dirá del niño que le recuerda la obra del compositor austriaco Josef Wagner (1856-1908) "Bajo la doble águila", marcha que hace referencia al águila de dos cabezas distintiva del Imperio Austro-Húngaro. El bebé es un ser con dos cabezas al que se atreve a llamar ?la cosa?.

Trías indica, además, que se da la sensación de siniestro cuando convicciones primitivas que parecían superadas hallan su confirmación. En primer lugar se ratifica la sospecha de Bird de que el nacimiento de su niño le traerá desgracia. Pero más adelante encontraremos un importante acontecimiento que dará un nuevo sentido a esta condición de lo siniestro. Bird al relacionarse sexualmente con una mujer confesará su miedo a los órganos sexuales femeninos como cavidades de donde solo puede surgir el mal. Esta convicción primitiva encuentra sus razones en una extensa y antigua mitología en la que la mujer se consideraba generadora de caos, perdición y muerte, conceptos sobre los que profundizaremos más adelante.

A continuación, Bird experimentará el primero de los procesos de mejoría que consiste en el cumplimiento de la tarea: asumir su paternidad y hacerse cargo de su hijo y de su futuro. Para esto deberá trasladarlo a un nuevo hospital y desde ese momento esperará que el bebé muera.

De vuelta al hospital, Bird es recibido por otro de los médicos, un joven que tiene un ojo de vidrio y lleva una pequeña cesta cubierta y un cilindro de oxígeno. No podía verlo pero podía escuchar "por el débil siseo del oxígeno [?] que aquello vivía". Todo estaba preparado para el viaje en ambulancia. Bird se sienta frente a la canasta donde iba su hijo y el viaje en la ambulancia con sirena empieza él mientras piensa a través del narrador omnisciente: "Hasta ahora, las sirenas siempre habían sido objetos en movimiento que pasaban a toda velocidad. Sin embargo, ahora Bird llevaba una sirena adherida al cuerpo como una enfermedad: esta sirena nunca se alejaría".

El médico joven intenta entablar una conversación con Bird, pero él no responde a sus preguntas. El médico le cuenta a Bird la fascinación que ha producido un caso como el de su hijo, único en la historia del hospital donde trabaja, y se sincera diciendo que sería bueno para la medicina, después de la autopsia del niño, saber cuál fue el mal que le aquejó. Después de mencionar la autopsia comenta: Además, si me permite ser sincero, creo que el bebé estará mejor muerto, y lo mismo le ocurrirá a usted y a su mujer. Algunas personas son extrañamente optimistas en este tipo de casos, pero créame, cuanto antes muera el niño mejor para todos.

Con este comentario el médico sentencia al bebé y de alguna forma consuela a Bird, quien no guarda la esperanza de su mejoría y se prepara con cierto alivio para la muerte de su hijo. Bird alcanza a ver al niño en la canasta y descubre que:

es un bebé feo, de cara apretada, colorada, llena de arrugas, residuos de grasa, los ojos completamente cerrados como las conchas de un bivalvo, y unos tubos de goma penetraban por las fosas nasales; la boca permanecía abierta en un grito mudo [?] logró ver la cabeza vendada. Bajo el vendaje, el cráneo estaba recubierto de algodón ensangrentado. Pero no había manera de ocultar que allí había algo anormal.

A continuación vemos a Bird experimentar una cierta melancolía frente a la visión del niño y llora mientras piensa que el bebé tiene la cabeza vendada como Apollinaire cuando fue herido en el campo de batalla. El narrador da paso a la reflexión precisa y casi poética que hace Bird: Cómo Apollinaire, mi hijo fue herido en un campo de batalla oscuro y silencioso que no conozco, y ha llegado con la cabeza vendada. Tendré que enterrarlo como a un soldado muerto en combate".

Desde este momento Bird entiende que espera la muerte del niño para cumplir con la tarea de enterrarlo como un héroe.

2.2 El bebé monstruoso

El hijo de Bird ha nacido con una hernia cerebral, parece que tiene dos cabezas. Cuando Bird puede conocerlo, en las incubadoras del hospital al que ha sido trasladado éste:

Ya no tenía la cabeza vendada como Apollinaire. A diferencia de los demás bebés, tenía la piel roja como la de un langostino hervido y con un extraño aspecto lustroso. El rostro resplandecía como recubierto por un tejido nuevo procedente de una quemadura recién sanada. Considerando el modo en que tenía cerrados los ojos, parecía como si soportara una gran incomodidad, sin duda originada por el bulto que sobresalía de la parte posterior del cráneo como otra cabeza roja. Seguro que producía una sensación de pesadez, de molestia, como un ancla sujeta a la cabeza. ¡Esa cabeza larga y afilada, modelada por el útero! Machacaba dentro de Bird las aristas del shock con más brutalidad que el propio bulto, y le producía una náusea espantosa [?] el bebé ya no estaba al borde de la muerte, ¿Crecería con un bulto craneal? El bebé seguía vivo [?] envuelto en esa piel roja de langostino, el bebé comenzaba a vivir ferozmente con un ancla a rastras en el cráneo. ¿Una existencia vegetativa? Quizá. Un cactus mortal.

Como hemos mencionado anteriormente, según las reflexiones que hace Cortés, en la sociedad "el ser humano se construye un mundo estable en el que los objetos y las personas tienen formas reconocibles y permanentes". En contraste con este sistema, entendemos que los monstruos son seres vivos (no minerales o mecánicos) que han transgredido las fronteras establecidas y se contemplan básicamente dos categorías en las que se puede agrupar a estos seres: "unos monstruos traspasan las normas de la naturaleza (los aspectos físicos), otros las normas sociales y psicológicas". Con respecto al segundo caso, Cortés comenta que la sociedad se basa en reglas y obligaciones, exige de las personas un comportamiento cívico "el cual tiene como principal objetivo refrenar los impulsos y censurar los más profundos deseos."

Es así que la sociedad se protege a sí misma de la amenaza de aquello que puede perturbar el orden y rechaza todo lo inapropiado. Los seres monstruosos encarnan el caos porque son "manifestaciones de todo aquello que está reprimido por los esquemas de la cultura dominante". Bird, convertido en un monstruo social, representa todo lo que la sociedad repudia: es un depredador que desea la muerte, que ocasiona una ruptura en las jerarquías, que amenaza la estabilidad de las instituciones básicas.

Considerando el caso del bebé, quien ha transgredido las normas de la naturaleza con su hernia cerebral, podemos también contemplar los conceptos que propone Cortés retomando a Freud, en los que explica que el ser humano experimenta dos grandes temores: el primero es el miedo a la castración y a la transgresión de las fronteras corporales y el segundo la prevención que siente el hombre por la sexualidad de la mujer (tema que abordaremos luego detalladamente).

A este temor se asocia el acto sexual, la procreación y sus resultados. Específicamente sobre los nacimientos expresará que "cada vez que nace un niño, un monstruo potencial está en camino. La amenaza constante. Toda tentativa de transmitir vida constituye un riesgo".

Bird se ve afectado por ambos temores, en su hijo se plasma el temor a la deformidad: su hijo es ?la cosa? a quien los médicos consideran un caso clínico único que podría ser utilizado como un antecedente para prevenir casos similares. Y es además un nacimiento que confirma que cada niño puede ser un potencial monstruo, lo que se asociará más adelante con el temor de Bird por la sexualidad femenina: de las cavidades de su mujer han extraído al monstruo que él ha engendrado.

La percepción del monstruo depende de algunas variantes como son: aquello para lo que fue creado y lo que ha podido significar en una época o lugar ya que cada pueblo y cada cultura tiene un diablo, un monstruo al que se enfrenta.

En este caso es pertinente hacer una relación con el ámbito social. Hay que tomar en cuenta la sociedad que se describe en Una cuestión personal. Bird vive en la década de los sesenta en un Japón que empieza a vivir la regeneración económica pero que lleva a sus espaldas el estigma de la destrucción y el caos. Después de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki, hay que tener en cuenta que la sociedad se enfrenta a una seria proliferación de seres monstruosos. En el caso de aquellos cuya naturaleza (aspectos físicos) los excluye se puede enumerar a los miles de sobrevivientes de las bombas: ciegos, sin piel, con cánceres de distintos tipos, tanto los afectados, como aquellos que los auxiliaron y los habitantes de zonas aledañas que vivieron durante décadas expuestos a los efectos de la radioactividad.

Esta contaminación sería la causante del nacimiento de niños deformes y enfermos, un temor social que confirmaba que cualquier nacimiento podría ser el de un potencial monstruo. Además, aquellos monstruos que amenazan las condiciones sociales y psicológicas con los "que la sociedad fabrica (guerra, accidentes, crueldad, psicosis?)". En este caso soldados, sobrevivientes y no sólo asociados a la guerra sino al crecimiento de las ciudades, al resurgimiento económico en el que se contemplan siempre seres que no se adaptan a las condiciones, los veteranos seguidores del Emperador, por ejemplo. Y sectores marginales compuestos de homosexuales, travestis y prostitutas, que pueblan también los ámbitos sórdidos que presenta Una cuestión personal.

Para referirnos más específicamente al bebé, retomamos una clasificación que hace Cortés de monstruoso en la literatura, en la que menciona que su aparición empieza como una variación de la novela gótica inglesa en el último tercio del siglo XVIII y el primer cuarto se siglo XIX. Y considera a los cuatros seres monstruosos más significativos del siglo XIX y principios del XX, quienes tienen en común entre ellos y con el hijo de Bird, la privación del uso de la palabra, es decir una imposibilidad de comunicarse.

Si contemplamos la primera película de James Whale sobre Frankstein, el personaje de Mr. Hyde en la famosa novela de Robert-Louis Stevenson, la versión de Murnau de Drácula, o a Gregorio Samsa, en La metamorfosis de Kafka, podemos apreciar como a todos ellos se les ha condenado al silencio. Se les ha confinado a una comunicación no verbal, hecha de toscos y bruscos gestos que enfatizan su diferencia y su pertenencia a otros mundos, al tiempo que se rompen los lazos de semejanza con las personas, evidenciando la imposibilidad de pactar con ellos porque son el otro.

El bebé no podrá nunca comunicarse con su padre de manera verbal y es así que "frente al mutismo al que la bestia se ve reducida, se alza implacable el discurso de las instituciones (el de la medicina, el de la ley, el de la familia, el de la racionalidad), que no tiene otra función que reestablecer el orden. El razonamiento de la sociedad no puede contradecirse, no hay contestación posible ya que los monstruos no pueden hablar". En este caso la curiosidad y el juicio determinante de los médicos, el de Bird, su suegra, que sufre lo indecible porque considera que su familia ha sido marcada por la vergüenza, e incluso no entiende por qué Bird debe ir al hospital a ver el progreso del bebé, insinuando así que este ser debería ser abandonado y olvidado, sin nada que él pueda decir en su defensa, quedando desamparado a merced de la sociedad.

2.3 El mundo del bebé

La condición monstruosa del bebé se hace eco de la atmósfera siniestra que le rodea y de la propia monstruosidad que va creciendo en Bird como un presagio de la muerte del niño. Bird reflexiona sobre la naturaleza de su hijo y sobre su paso por el mundo:

La muerte de un bebé vegetal, sólo tiene funciones vegetativas, no va acompañada de sufrimiento. Muy bien, pero ¿pero qué significa la muerte para un bebé así? ¿O la vida? El germen de una existencia que aparece sobre una llanura de nada extendida durante millones de años, y de allí crecen durante diez meses. Evidentemente, un feto no tiene conciencia, tan sólo se acurruca formando una bola y existe en un mundo oscuro y mucoso. Luego sale peligrosamente al mundo exterior, donde todo es duro, frío, estridente, seco y de un fulgor impetuoso. Un mundo que el bebé no puede abarcar por entero y se ve obligado a vivir con numerosos entes extraños.

El bebé estuvo desde el inicio de su existencia rodeado de atmósferas tétricas y seres extraños. La clínica privada donde nace es un lugar lúgubre de largos pasillos y salas oscuras y a continuación el hospital a donde lo trasladan es un lugar burocrático y frío donde ni las enfermeras escuchan a los parientes de los enfermos y solo insisten en que se ocupen del papeleo de los trámites de hospitalización.

Los médicos con los que Bird debe tratar son seres grotescos, de comportamiento miserable como es el caso del director del hospital, un hombre grande, peludo como el lomo de un camello, que se ríe como un comediante barato de las anomalías del hijo de Bird. Luego le atiende un doctor con un ojo de vidrio que anhelaba la autopsia del niño, sin disimular su curiosidad. Más tarde otro de los médicos "con ojos de tortuga [?] la garganta colgante y flácida de una tortuga brutal y altanera" se ofrecería a racionar la leche del bebé y darle como sustituto agua azucarada para que se vaya debilitando y finalmente muera.

Mientras Bird camina por los corredores del hospital que parecían "alcantarillas oscuras" se encuentra con un paciente joven en una silla de ruedas con la que obliga a Bird a retirarse de su camino con una mirada hostil "como si Bird simbolizara a todos los que llevaban su cuerpo sobre dos pies". Más adelante se encontrará con el padre de otro de los pacientes, un hombrecillo de aspecto vulgar y manos sudorosas "el cabello pegado a la frente y tenía un gran cráneo plano; el conjunto daba un aspecto aceitoso indecente". Este hombre extraño y de aspecto desagradable era el padre de un bebé que había nacido sin hígado. Bird deambula indeciso por el hospital, y observa a través de las puertas de las habitaciones a los enfermos "parecidos a animales sucios, acostados o sentados en las camas con gestos inexpresivos" y en la puerta de uno de los cuartos:

Una joven delgada, joven y completamente desnuda permanecía de pie junto a la puerta [?] en la penumbra su cuerpo parecía no haber llegado todavía a la plenitud. Mientras se apretaba con una mano los diminutos pechos, con la otra se acariciaba un vientre plano y se tironeaba del vello púbico. Luego separó los pies poco a poco y hundió un dedo suavemente en su vulva perfilada con toda claridad.

Así, tras huir de la imagen de la ninfómana, Bird se enfrenta al médico que se hará cargo del bebé: un abortista inescrupuloso con la cabeza en forma de huevo y que usa una bata salpicada de sangre.

Los personajes son a menudo comparados con animales, él mismo Bird ha sido comparado desde los quince años con un pájaro. Aquellos seres con los que Bird se encuentra en su camino y que componen el mundo del bebé se pueden agrupar en las categorías de monstruos físicos y sociales. En el primer caso están los enfermos: una ninfómana, un niño sin hígado, un inválido. Y luego el grupo más numeroso en el que se puede mencionar a cada uno de los médicos cuyo aspecto es grotesco y su comportamiento es cruel, frío y en el mejor de los casos irónico. "Pero ambos (lo físico y lo moral) se juntan en el campo del significado, en la medida que normalmente, lo físico simboliza y materializa lo moral" y en este caso todos se consideran monstruos que transgreden el orden establecido y generan el caos.

Para poder hablar de la naturaleza de los monstruos podemos tomar la clasificación que Cortés recoge de la teoría de G. Lascault, según la cual existen tres tipos de seres monstruosos. En primer lugar está aquel ser en el que se combinan las formas, los géneros, etc. Son el producto de metamorfosis, composiciones o desplazamientos de órganos, etc. En este grupo, al que pertenece también el hijo de Bird, encontramos al niño sin hígado y al joven inválido.

El segundo caso es el del monstruo simbólico que encarna el desbordamiento afectivo de los deseos, la exaltación imaginativa en su paroxismo, las intenciones impuras. Podemos considerar al mismo Bird dentro de esta categoría, así como a los médicos, que además de constituirse como monstruos sociales, simbolizan el deseo de la muerte de la criatura y en el caso del abortista un deseo perverso e impuro.

La última categoría es la de los fantasmas de la mente. En este caso lo monstruoso se deriva del miedo:

Si el monstruo nos asusta es porque nos está mostrando los deseos propios [?] nos fascina y atrae porque nos inquieta, nos tienta, nos obliga a salir de lo cotidiano y banal [?] al observar a un ser monstruoso, se nos revela una parte de nosotros mismos, que desconocemos, se despierta en nuestro interior la ocasión de expresar, de proyectar los deseos y los temores.

Esta resulta una categoría particular ya que de alguna forma todos aquellos monstruos sociales, en especial Bird y los médicos, frente al niño anormal, han despertado a su propia monstruosidad.

2.4 La relación del padre y el hijo

Desde el anuncio del nacimiento de su hijo anormal, Bird busca la forma de librarse de aquello y para poder seguir con su vida, la que tomaría, sin duda, un nuevo rumbo ya que sin la presencia del hijo, su mujer le pediría el divorcio y esto implicaría su libertad y la posibilidad de viajar a África.

Bird se convence, desde que le anuncian que su hijo nació anormal, que el niño morirá en uno o dos días. Junto a su suegra deciden ocultarle la verdad a su esposa para que después de muerto el niño ella piense que fue su corazón el que falló y no tenga que vivir con la imagen del bebé de dos cabezas grabada en su mente.