Dos sillas para Amis
De interés general

Dos sillas para Amis

 

 

08/07/2014 Fuente elpais. La Re-entrevista, consiste en repetirle al invitado las mismas preguntas que respondió hace 25 años

 

Visito Nueva York con ocasión del PEN World Voices Festival. Aunque, atendiendo al programa, aquí el world se resume en una inapelable mayoría anglófona. La sesión que más me atrae es la denominada Re-entrevista, con el escritor británico Martin Amis. Se trata de repetirle al invitado las mismas preguntas que respondió hace 25 años para la célebre revista Interview (fundada por Andy Warhol), con el fin de asistir a sus reacciones y cambios de opinión. La irrefrenable tendencia de Amis a la ironía parece expresamente concebida para esta puesta en escena basada en la distancia.

 

La entrevista correrá a cargo de John ­Freeman, antiguo director de la revista Granta, mientras un actor interpretará al joven Amis, entonando sus antiguas respuestas frente al Amis actual. Es lo más parecido a debatir consigo mismo que el autor estará nunca. El locutor insiste en anunciar el acto como una ocasión para rectificar, en vez de para reflexionar sobre el paso del tiempo. “Volver atrás, revisitarse y corregirse”, exclama. Como si, más que otras perspectivas, la edad causase arrepentimientos. En otras palabras, el locutor parece creer que somos una sola e idéntica persona a lo largo de toda nuestra vida.

 

En un sutil efecto de ciencia-ficción, el entrevistador le pregunta al invitado por su padre, el también escritor Kingsley Amis, fallecido hace dos décadas. El joven Amis comenta que su relación, antes combativa, es ahora sospechosamente cordial, quizá porque él mismo acaba de tener un hijo, y por tanto ya es padre ante su padre. Interrogado acerca de lo mismo, psicoanalíticamente, el Amis actual responde que su respeto por el inconsciente ha crecido con los años. ¿Qué vías literarias abre la paternidad? El joven Amis se apresura a contestar: “En mi próximo libro aparecen por lo menos tres bebés”. El público estalla en una carcajada. El Amis actual trata de contener la risa. Pese a todo, encuentra ligeramente patético celebrar sus antiguas respuestas como un espectador más. ¿Acaso no lo es?

 

Ante la pregunta de si animaría a sus hijos a convertirse en escritores, el joven autor asegura que su padre no lo hizo y él tampoco lo haría. Extrañamente de acuerdo consigo, el autor actual añade: “Me parece un oficio delirante”. Luego explica su resistencia a desvelar qué está escribiendo, porque eso es algo demasiado privado. “Qué inglés es usted. Me encanta”, acota el entrevistador. Dudo que Amis se abra una cuenta de Twitter. Me pregunto sin embargo qué habría hecho hoy su joven yo.

 

Respecto a su método, el joven autor reivindica el vodka-tonic como herramienta “para estar un poco más consciente”. El Amis actual matiza que escribir es un acto más inconsciente, pero también más físico, de lo que creemos. “Se escribe con el cuerpo”, sintetiza, “y el cuerpo es cada vez más viejo”. Quizá sea impresión mía, pero me parece notar que su mano izquierda tiembla un poco y él trata de retenerla, obligándola a agarrarse a algo. Ahora el entrevistador y los dos Amis conversan sobre la muerte. El actual observa que la esencia de la juventud reside en mirarse al espejo y pensar: “Afortunado tú, listo tú, eso a ti no va a pasarte”.

 

El que interroga finaliza interesándose por los detalles de su disciplina diaria. “Es usted un adicto al trabajo”, lo elogia. El joven Amis responde: “No. Soy un adicto”. El Amis actual se limita a guardar un magistral silencio. Instantes después empiezan los aplausos, y él se levanta y se aleja caminando con algún esfuerzo. Sus dos asientos vuelven a quedar vacíos.