Jun Fujita Hirose y una exótica teoría sobre el cine occidental
De interés general

Jun Fujita Hirose y una exótica teoría sobre el cine occidental

 

 

08/05/2014 Fuente revistaenie. El crítico japonés presentó en el país “Cine-capital”, un ensayo en el que sostiene que el cine de hoy hace que las imágenes trabajen de más.

 

Por más que sea cierto, es también un cliché la idea de que los personajes de un novelista cobran vida propia mientras el autor escribe su libro. No es tan común pensar de la misma forma acerca de las imágenes de un largometraje. ¿Tienen autonomía del director, del editor, del responsable de la fotografía? La sorprendente propuesta de Jun Fujita Hirose en su nuevo libro Cine-capital: cómo las imágenes devienen revolucionarias (Tinta limón Ediciones) es que sí. Pero su análisis no es poético sino ideológico. Argumenta que en el cine capitalista las imágenes sufren al tener que trabajar por partida doble.

 

Jun Fujita Hirose nos espera sentado en un balcón, en el tercer piso de una casa en el barrio de Agronomía. Tiene sobre una mesa circular de patio un cuaderno y un diccionario español-japonés. Si esto fuera el comienzo de una película, empezaríamos con una toma desde muy arriba sobre el crítico de cine, en el último día de su visita a Buenos Aires. Después (todo esto va ser un plano secuencia) la cámara bajaría a nivel de calle, hasta llegar a la espalda de un periodista que está en la puerta tocando el timbre. La puerta se abre con un chirrido. Lo recibe una joven mujer.

 

Jun está arriba, dice. La cámara sube con el periodista los tres pisos hasta llegar a la espalda de Jun Fujita Hirose. Por fin, Fujita Hirose se da vuelta, el periodista se sienta a la mesa, y los dos se ponen a hablar –otro cuaderno por medio– del libro del japonés.

 

Es un libro breve, de 94 páginas, en tres capítulos cuya tesis central es que el cine capitalista hace que las imágenes trabajen de más. “El cine acumula imágenes ordinarias para producir singularidades –declara en su primer párrafo–. Es una máquina que extrae lo singular de lo ordinario.” El volumen se basa fuertemente en dos libros de Gilles Deleuze, Estudios sobre cine 1: La imagen-movimiento y Estudios sobre cine 2: La imagen-tiempo. Pero a pesar de sus pocas páginas, hay que leerlo con cuidado para seguir bien sus argumentaciones. Escribe Fujita Hirose: “¿Cómo logra el cine que las imágenes sobre trabajen? ¿En qué consiste el excedente extraordinario del trabajo de las imágenes ordinarias? La teoría marxista clásica, que define el sobretrabajo como trabajo efectuado en el hiato cronológico, extensivo y mensurable entre el tiempo de trabajo necesario y la jornada de trabajo entera, no puede dar la respuesta... Cuando el cine compra las imágenes, no paga más que su aspecto actual, aunque subsume por añadidura su aspecto virtual o proceso de producción”.

 

Comienza a llover y las gotas manchan las palabras escritas en los cuadernos, la charla se muda bajo techo. ¿Cómo ejerce la imagen su propia voluntad dentro de un cine no capitalista?, le preguntamos a Fujita Hirose. Dice: “En el cine clásico las imágenes están cortadas de formas muy violentas. Pero en cada momento de corte creo que la imagen siente algo resistente en el interior de sí misma. Creo que hay una especie de acumulación del sentimiento de resistencia a través de todos los momentos de cortes, hay una especie de acumulación de indignación”.

 

En su libro expresa la misma idea de esta manera: “Rehusando trabajar bajo el régimen orgánico cine-capitalista, las imágenes ordinarias entran en un nuevo tipo de agenciamiento: agenciamiento disyuntivo y ya no conjuntivo (dividual), en el cual cada una de ellas reencuentra su propia autonomía conformándose en el cristal empírico-trascendental .” Tanto en su libro, como en persona, lo que salva a Fujita Hirose es su sentido del humor. En un momento le preguntamos cómo llegó a hablar tan bien el castellano. “Desde que llegué a Buenos Aires el lunes pasado que lo aprendí.”

 

Mantiene cara de Buster Keaton ante varias preguntas anonadadas de su interlocutor antes de soltar una carcajada. Como cuando le preguntamos acerca de cuál es su objetivo básico al escribir sobre el cine: “Siempre quiero hacer mi propia creación a partir de la película en cuestión. Tal vez es algo que estaba en la película, pero de manera virtual. Otra manera de decirlo es –usando esa expresión de Deleuze– encular . Yo quiero encular la película para hacerle un hijo no oficial. ¡Bastardo! ¡Más interesante que la madre!” Este sentido del humor le sirve bien a Fujita Hirose al explicar sus conceptos críticos, a veces crípticos. Pone Los pájaros , de Alfred Hitchcock, como ejemplo supremo del sobretrabajo de las imágenes en el cine capitalista: “A las gaviotas o a los gorriones sólo se les paga para hacer de gaviota o hacer de gorrión en el rodaje. No se les paga un centavo por su capacidad virtual de devenir en ‘pájaros hitchcockeanos’ en su trabajo colectivo. Los pájaros sólo son remunerados por sus actos ordinarios , y esto aunque el cine sobreconsuma la potencialidad extra ordinaria que yace bajo sus ‘plumas’ volviéndolas ‘hitchcockeanas’ a sus espaldas. En esa brecha abierta entre acto y potencial, el cine hace sobretrabajar y explota a las imágenes ordinarias”.

 

En este momento de nuestro filme, la cámara podría volver a salir al balcón y enfocarse en una paloma. Ella levanta vuelo y la cámara la sigue, volando sobre las calles de Agronomía, llevada por un fuerte viento de otoño, mientras escuchamos, en off, la última pregunta y respuesta.

 

–¿Que le interesa de Buenos Aires?

–En Francia ya se acabó todo. La Argentina es mucho más interesante que Francia, por ejemplo. Acá la gente sigue pensando bajo la coyuntura. En los libros de Jacques Rancière o de Alain Badiou no hay ningún pensamiento bajo la coyuntura. Repiten la misma historia desde hace cuarenta años. Creo que eso es un efecto muy malo de Mayo Francés. Ese acontecimiento tiene un aspecto de ser un adiós al marxismo. Acá en Argentina, en Bolivia, en México, en toda Latinoamérica –no sé si es marxista o no–, pero en todo caso la gente continúa siempre pensando bajo la coyuntura. Entonces siempre hay algo nuevo, una especie de viento nuevo en los pensamientos de la gente.