“La diversidad es nuestro ADN”
De interés general

“La diversidad es nuestro ADN”

 

 

03/12/2014 Fuente elpais. El cineasta Gianni Amelio recibe en Madrid el Premio a Toda una Carrera

 

Dos días atado a un caballo. ¿Qué culpa tendrá un niño para que su padre le castigue así? Una: ser homosexual. Hay curas todavía más disparatadas, desde frecuentar a prostitutas hasta el electrochoque. Son memorias reales de los 20 protagonistas que Gianni Amelio ha puesto delante de la cámara, para relatar lo que les ha costado en Italia amar a otro hombre. El director ha añadido vídeos de archivo para el documental Feliz quién es distinto, última obra de una trayectoria por la que recibió el Premio a Toda una Carrera en el Festival de Cine Italiano de Madrid, que mañana celebra su gala de clausura en los cines Renoir.

 

“Somos una sociedad asustada, la homofobia nace del miedo a ser atraído por alguien de tu propio sexo. Todos lo han pensado aguna vez”, defiende con habla pausada pero segura el italiano (Magisano, 1945). Creador comprometido (del terrorismo de Puertas abiertas a la prostitución infantil de Niños robados) y de finales tristes, Amelio considera que “el cine no debe ofrecer comicios, sino emociones”. Y reconoce que todas sus películas hablan de él. Más aún en este caso: el cineasta salió del armario este año en una entrevista con La Repubblica.

 

¿Cómo lo llevaba? “Ni bien ni mal. La diversidad es nuestro ADN, no hay que centrarla en el sexo. Siempre pensé en mí como uno que tenía que trabajar sobre sí mismo para obtener lo mejor”.

—¿Y lo ha conseguido?

—¡Joder!

 

La respuesta del director desvela su orgullo. Nacido en una aldea sin bar ni cine, el pequeño Amelio les dijo a sus padres que sería “registra” [director en italiano, pero con una r de más] tras acudir a una proyección de Gilda. Ya lo es, aunque algo se le resiste: “Soy incapaz de rodar secuencias de amor. En mis películas siempre hay un abrazo pero nunca un beso, es demasiado íntimo”.

 

La clausura del Festival de Cine Italiano se celebra el jueves en los Renoir

 

En Feliz quién es distinto, en cambio, hay imágenes tan reales que cuesta creerlo: un médico le explica a una madre que su hijo homosexual será “una cruz” y decenas de titulares llaman “invertidos” a los gays.Y otra solución adoptó el fascismo, punto de partida del viaje por la discriminación. “Negó la existencia de los homosexuales en Italia. Lo único bueno es que, como oficialmente no había, no hubo leyes en su contra”, relata Amelio. Aunque el rechazo dejó secuelas en la sociedad, así como en la propia mente de gays que se autocensuraron.

 

Feliz quién es distinto enseña un ejemplo de ello con John y Nando. El primero, afincado en Roma y en el mundo del espectáculo, rememora risueño esa vez en la que acudió a la policía a denunciar el robo que sufrió de uno de sus ligues. “Cuidado con sus amigos”, le dijo el agente. “Si supieras a cuántos colegas tuyos me he llevado a casa…”, pensó él. En el lado opuesto, Nando. Procedente de un pueblo del Sur —“allí las cosas se hacen pero no se dicen”, aclara Amelio— pese a 40 años con su pareja, no logra hablar de ello. Sonríe nervioso, alude, desvía la mirada: “¿Qué más decir?”.

 

“La homosexualidad está relacionada con el contexto. En una familia rica, ¿qué más daría? Pero a un maestro de primarias de un pueblo lo destruirían”, explica el cineasta. Firme en sus convicciones —“que me traigan pruebas en contra de lo que digo”—, Amelio se lanza a un balance positivo de su carrera: “No soy creyente pero pienso que existen coincidencias, trenes que pasan y hay que coger”. De hecho, considera que hasta hoy se subió a todos. Así que en lo personal está “sereno”. Y eso que conoció su padre solo a los 16 años, tras lo que el progenitor volvió a desaparecer. Pero él prefiere pensar en lo bueno: “La vida me ha dado todo, hasta un hijo”.