El lado oscuro de Brasil. Parte 3
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El lado oscuro de Brasil. Parte 3

 

 

24/08/2014 Fuente surival. Estadio de Cuiabá, estado de Mato Grosso

 

Entre las tribus que viven en esta zona se encuentran los nambiquaras, los umutinas y los parecis.

 

Los umutinas fueron diezmados por el sarampión y otras enfermedades. De los 400 miembros que eran en 1862, únicamente sobrevivían 73 para el año 1943. En la actualidad su población se va recuperando lentamente.

 

Los nambiquaras sufrieron terriblemente cuando la autopista BR-364, financiada por el Banco Mundial, invadió el fértil valle que era su hogar. Eran 7.000 en 1915, pero en 1975 solo sobrevivían 530.

 

Hoy en día la población de los nambiquaras alcanza los 2.000 pero sus tierras siguen siendo invadidas por mineros de diamantes, madereros y ganaderos.

 

“Se enfrentaron a perros, cadenas, Winchesters [fusiles], ametralladoras, napalm, arsénico, prendas contaminadas con viruela, certificados falsos, expulsiones, deportaciones, carreteras, vallas, fuegos, marihuana, ganadería, decretos ley y la negación de los hechos.” Darcy Ribeiro, senador brasileño y antropólogo.

 

Tribu amenazada: a 1.400 km de Cuiabá (más o menos a medio camino entre los estadios de Manaus y Cuiabá) viven los kawahivas, una de las tribus no contactadas más amenazadas del mundo.

 

Un joven nambiquara fotografiado por el célebre antropólogo Claude Levi-Strauss en 1938.

 

Un joven nambiquara fotografiado por el célebre antropólogo Claude Levi-Strauss en 1938.

 

 

Estadio de Belo Horizonte, estado Minas Gerais

 

A unos 100 kilómetros al nordeste de Belo Horizonte se encuentra un territorio indígena llamado “Fazenda Guarani”, que habitan los krenaks y los pataxós. Ambos han sufrido enormes pérdidas mientras intentaban oponer resistencia a la expansión de la frontera colonial.

 

En la década de 1960, el estado brasileño estableció dos prisiones secretas dirigidas por la policía militar para castigar y reformar a los indígenas que se resistían a la invasión de sus tierras. Un ex recluso las llamó campos de concentración donde se forzaba a los indígenas a trabajar, y donde se los golpeaba y aislaba en solitarios confinamientos si se negaban a ello. “Yo fui prisionero aquí durante doce años. La policía nos golpeaba tanto a los krenaks que luego teníamos que bañarnos con agua y sal”. Manelão Pankararu.

 

La Comisión Nacional de la Verdad de Brasil está investigando el maltrato a los indígenas en las prisiones.

 

Tribu amenazada: los krenaks suman hoy 350 miembros.

 

Estadio de Manaus

 

Manaus, la capital del estado Amazonas, es la única ciudad amazónica que acoge la Copa del Mundo. El estadio ha sido construido imitando el estilo de una cesta indígena.

 

Tribu extinguida: Manaus recibió este nombre tras la extinción del pueblo indígena manáos. Este pueblo luchó contra la dominación portuguesa en la zona, encabezado por su gran líder Ajuricaba, que unió a varias tribus en la resistencia, pero que finalmente fue derrotado.

 

Manaus creció de forma masiva a finales del siglo XIX con la riqueza generada por la fiebre del caucho. Decenas de miles de pueblos indígenas fueron esclavizados y forzados a extraer el látex de caucho. Se cometieron atrocidades abominables contra los indígenas: miles murieron como consecuencia de la tortura, de las enfermedades y de la desnutrición. Algunos indígenas evitaron la esclavitud adentrándose en las remotas cabeceras de los afluentes que irrigan el Amazonas, donde sus descendientes todavía siguen evitando cualquier tipo de contacto con la sociedad nacional.

 

A 100 kilómetros de Manaus está la tierra de los indígenas waimiri-atroaris. Desde el siglo XVIII esta tribu ha resistido con valentía a los cazadores invasores y a los trabajadores del caucho, y muchos perecieron en violentos conflictos. Pero el contacto se estableció en la década de 1970 cuando el Gobierno construyó una carretera a través de su territorio. Centenares murieron por enfermedades contraídas y en violentos enfrentamientos con unidades del ejército enviadas a la zona para sofocar cualquier tipo de resistencia a la carretera. El General Gentil Noguera Paes dijo: “La carretera debe finalizarse, incluso si para ello tenemos que abrir fuego sobre esos indígenas asesinos. Ya nos han desafiado en gran medida y se están interponiendo en la construcción”. La Comisión Nacional de la Verdad de Brasil está investigando las atrocidades contra los waimiri-atroaris durante este periodo.

 

Tribu amenazada: para 1988 la población waimiri-atroari había caído en picado de 6.000 integrantes a solo 374. En la actualidad son más de 1.500. Se piensa que al menos un grupo de indígenas no contactados habita en su territorio.

 

Tribu amenazada: a solo 370 km de Manaus hay dos pueblos indígenas aislados. En Brasil viven más tribus no contactadas que en ningún otro país: FUNAI estima que hay más de 80 grupos en aislamiento voluntario. Muchos, como los kawahivas y los awás, están huyendo a medida que madereros y ganaderos armados destruyen su selva.

 

 

Estadio de Brasilia

 

Tribu amenazada: a solo cinco horas en coche de Brasilia, diminutos grupos de indígenas se han estado escondiendo en la vasta tierra de matorrales espinosos. Son avá-canoeiros, cuya población es actualmente de solo veinticuatro personas: los últimos supervivientes de una orgullosa y fuerte tribu que lleva huyendo desde 1780, y que se encuentra ahora al borde de la extinción. A principios de los años 80, cientos de trabajadores de la construcción se trasladaron a la región para construir una presa hidroeléctrica en el río Tocantins, en la tierra de los avá-canoeiros.

 

El pantano de la presa inundó el último refugio de los indígenas y sus zonas de caza. Cuando comenzó la construcción, FUNAI organizó una misión urgente para contactar a los grupos remanentes: pronto fue evidente que muy pocos avá-canoeiros sobrevivían. Finalmente, en 1983 se estableció contacto con una pareja avá-canoeiro, Iawi y Tuia, así como con la madre y la tía de esta última, Matcha y Naquatcha respectivamente. El pequeño grupo había sobrevivido a una terrible masacre en 1962, y llevaba veinte años escondido en cuevas, en lo alto de las montañas.

 

Iawi y Tuia habían tenido dos hijos: Trumak y Putdjawa. Este último también tenía un hijo bebé llamado Paxeo, concebido por una mujer indígena tapirapé.

 

Otro pequeño grupo de avá-canoeiros, que sumaban alrededor de una docena de personas, fueron contactados en 1973. Prácticamente todos ellos tenían cicatrices de balas disparadas por pistoleros contratados por la hacienda ganadera de Camagua, propiedad de un banco brasileño. Se encontró al grupo viviendo escondido junto a un pantano, su último refugio, donde había estado su fuente de caza, ahora dividido por alambradas con pinchos; los indígenas estaban desnutridos.

 

La mayor parte del territorio de los avá-canoeiros fue anegado por la presa de Serra da Mesa en 1998, quince años después de haber sido contactados por primera vez.

 

La mayor parte del territorio de los avá-canoeiros fue anegado por la presa de Serra da Mesa en 1998, quince años después de haber sido contactados por primera vez.

 

Estadios al nordeste, en Recife, Salvador, Fortaleza y Natal

 

De las veintitrés tribus de la costa nordeste, solo los fulnios mantienen su lengua.

 

Este área fue una de las primeras en ser colonizadas. En la actualidad es el escenario de algunos de los más amargos conflictos territoriales. Los pataxó hã hã hães han luchado por sus derechos territoriales durante décadas, en las cuales han sido objeto de la violencia y el asesinato de sus líderes.

 

A seis horas en coche de Salvador, los indígenas tupinambás sufren la persecución de la policía, que ha asaltado sus comunidades para expulsarlos de su tierra en favor de los ganaderos. En agosto de 2013, cuatro tupinambás fueron asesinados y sus cuerpos mutilados; veintiséis de sus hogares fueron destruidos.