LAS ARAÑAS MARCAN EL CAMINO DEL ARTE
Bienes arqueológicos, paleontológicos

LAS ARAÑAS MARCAN EL CAMINO DEL ARTE 

 

 

Igor Torres coordina una colectiva con Arahuetes, Castaño, Rivero, Gázquez, Vitorino y Anuncibay

 

Fuente mueseodeburgos. 04/08/2014

 

 El arte sabe mucho de cuentos y con un érase una vez empieza el que tiene como protagonista a Quintanalara. Érase una vez un alcalde joven e inquieto que quería para su pueblo algo más que verbenas y campeonatos de brisca. Se confabuló con un artista tan culo de mal asiento como él y ambos idearon ‘Tralara’, una exposición colectiva que lleva la creación contemporánea al medio rural comisariada por Igor Torres y en la que participa junto a María José Castaño, Enrique del Rivero, Fernando Arahuetes, Vitorino, Antonio Gázquez y el ‘pintor en ciernes’ Carlos Anuncibay (hasta el 31 de agosto, de 18 a 21 horas).

 

Son estos los artífices de una intervención total en la localidad, invadida por arañas, que no las ratas de ‘El flautista de Hamelín’, encargadas de guiar al visitante por este camino del arte, que, más hábil que ‘El gato con botas’, se guarda las migas de pan, que hay mucho pájaro suelto en el campo.

 

Se inicia este cuento en el potro. Allí un nido de arañas, alumbradas por Arahuetes, invita a seguir su rastro y a pararse donde manden. Por lo tanto, primera parada. Vitorino, fotógrafo oficial de Pachá, muestra una serie de sus obras con la técnica light paint, usada por los grandes como Picasso.

 

El rastro arácnido marca el paso hasta el Ayuntamiento. Los paisajes de María José Castaño, pintora de la zona, invitan a zambullirse en esta naturaleza. Comparte espacio con las creaciones más comprensibles de Antonio Gázquez, unas acuarelas de Arahuetes y la obra costumbrista de Anuncibay.

 

 

‘Tralara’

 

Caminan las arañas hasta la Casona del pueblo, con una instalación de Enrique del Rivero, que ha fotografiado a los vecinos, y reanudan el peregrinaje hasta la iglesia, donde el fotógrafo también reflexiona sobre la memoria con una intervención en el llamado cementerio de niños. En el interior del templo, Igor Torres ha colocado su ‘Corpus Hermeticum’, «un cielo estrellado donde pararse a meditar».

 

Se hace camino al andar y al final del trayecto secos están los arácnidos. Parada en la cantina, con una selección de pintura figurativa de Torres. Y una cañita. O un café.