Carlomagno 1. Primera entrega
Biografía

Carlomagno 1. Primera entrega

 

De interés general

 

 

Fuente Wikipedia. Carlos I el Grande, llamado Carlomagno (alemán: Karl der Grosse; francés e inglés: Charlemagne; latín: Carolus Magnus) (¿Herstal?, 2 de abril de 742, 747 ó 748 – Aquisgrán, 28 de enero de 814), fue rey de los francos desde 768 hasta su muerte, rey nominal de los lombardos (764–814) y emperador de Occidente (800–814).

 

Hijo del rey Pipino y de Bertrada de Laon, sucedió a su padre y correinó con su hermano, Carlomán I. Aunque las relaciones entre ambos se tornaron tensas, la repentina muerte de Carlomán evitó que estallara la guerra. Reforzó las amistosas relaciones que su padre había mantenido con el papado y se convirtió en su protector tras derrotar a los lombardos en Italia. Combatió a los musulmanes que amenazaban sus posesiones en la Península Ibérica y trató de apoderarse del territorio, aunque tuvo que batirse en retirada y a causa de un ataque de los vascones perdió a toda su retaguardia, así como a Roldán, en el desfiladero de Roncesvalles. Luchó contra los pueblos eslavos. Tras una larga campaña logró someter a los sajones, obligándolos a convertirse al cristianismo e integrándolos en su reino; de este modo allanó el camino para el establecimiento del Sacro Imperio Romano Germánico bajo la dinastía sajona.

 

Expandió los distintos reinos francos hasta transformarlos en un Imperio, al que incorporó gran parte de Europa Occidental y Central. Conquistó Italia y fue coronado Imperator Augustus por el papa León III el 25 de diciembre de 800 en Roma, gracias a la oportunidad ofrecida por la deposición de Constantino VI y lo que se consideraba la vacancia del trono imperial, ocupado por una mujer, Irene. Estos hechos provocaron la indignación de la corte imperial, que se negó a reconocer su pretendido título. Tras unos frustrados planes de boda entre Carlomagno e Irene, estalló la guerra. Finalmente, en 812 Miguel I Rangabé reconoció a Carlomagno como emperador (aunque no emperador de los romanos).

 

Comúnmente se ha asociado su reinado con el Renacimiento carolingio, un resurgimiento de la cultura y las artes latinas a través del Imperio carolingio, dirigido por la Iglesia católica, que estableció una identidad europea común. Por medio de sus conquistas en el extranjero y sus reformas internas, Carlomagno sentó las bases de lo que sería Europa Occidental en la Edad Media. Hoy día es considerado no sólo como el fundador de las monarquías francesa y alemana, que le nombran como Carlos I, sino también como el padre de Europa. Pierre Riché escribe:

 

...disfrutó de un destino excepcional, y por la dirección de su reinado, por sus conquistas, legislación y legendaria estatura, marcó profundamente la historia de Europa Occidental.

 

Contexto histórico

 

 

Miniatura del Libro de horas de Carlos VIII de Francia, manuscrito iluminado en pergamino del siglo XV, f.º 13v. Representa a Luis XII orante y tras él, de pie, Carlomagno.

 

A finales del siglo V se produjo la cristianización de los francos, mediante la conversión de su rey Clodoveo, de la familia de los merovingios. El reino merovingio se convirtió, a partir de 507 (Batalla de Vouillé) en el más poderoso entre los reinos resultantes de la caída del Imperio romano de Occidente. Sin embargo, el declive de la dinastía se hizo evidente tras la Batalla de Tertry (687), y ningún soberano trató ya de remediar la situación (Reyes holgazanes).3 Finalmente todos los poderes gubernamentales se ejercerían a través de los oficiales mayores o del mayordomo — 'maior domus'.

 

Pipino de Heristal, mayordomo de Austrasia, terminó con el conflicto existente entre los diversos reyes francos y sus mayordomos con su victoria en Tertry, tras la que se convirtió en único gobernante de todo el reino franco. Era nieto de dos de las más importantes figuras del reino austrasiano: Arnulfo de Metz y Pipino de Landen. A su muerte, fue sucedido por su hijo ilegítimo Carlos, que sería llamado Martel («el Martillo»); sin embargo, jamás adoptó el título de «rey». Martel fue sucedido por sus dos hijos: Carlomán y Pipino el Breve, padre de Carlomagno. A fin de frenar el separatismo presente en la periferia del reino, los hermanos emplazaron en el trono a Childerico III, último rey merovingio.

 

Tras la renuncia de Carlomán a su cargo, Pipino depuso a Childerico con la aprobación del papa Zacarías, quien lo eligió y ungió rey de los francos en 751. En 754, Esteban II volvería a ungirle a él y a sus hijos, herederos de un reino que abarcaba la mayor parte de Europa Occidental y Central. Así fue como la dinastía merovingia fue sustituida por la carolingia, cuyo nombre deriva del padre de Pipino, Carlos Martel.

 

Bajo esta nueva dinastía el reino franco se extendió sobre la mayor parte de los territorios de Europa Occidental. La división administrativa efectiva durante esta época se corresponde con los modernos países de Francia y Alemania. Francia, geográficamente situada en el centro de Europa, dio origen a una evolución en el terreno religioso, político y artístico que dejó su huella en toda Europa Occidental.

 

Fecha y lugar de nacimiento

 

Generalmente se ha fijado su fecha de nacimiento en 742. Sin embargo, diversos factores han llevado a los expertos a reconsiderar esta fecha, ya que su nacimiento se calculó a partir del año de su muerte y en los Annales Petarienses figura otra fecha, el 1 de abril de 747, que coincidía con la Pascua. Esta coincidencia resultaba tan sospechosa que ha sido cuestionada en numerosas ocasiones. Los historiadores modernos defienden que esta fecha constituye una farsa destinada a encumbrar la figura del emperador, y sugieren que éste nació un año más tarde, en 748.

Actualmente es imposible conocer con certeza la fecha de su nacimiento. Las hipótesis más factibles son las del 1 de abril de 747, el 15 de abril de ese mismo año o el 1 de abril de 748. Carlomagno nació en Herstal, ciudad natal de su padre, de donde eran oriundas las dinastías carolingia y merovingia, y ubicada en las inmediaciones de la ciudad de Lieja (Bélgica). Cuando tenía 7 años, fue a vivir con su padre a Jupille, por lo que en casi todos los libros de historia dicha ciudad aparece como uno de sus posibles lugares de nacimiento. También se han barajado como tal otras ciudades, entre ellas Ingelheim, Prüm, Düren, Gauting y Aquisgrán.

 

Idioma

 

Su idioma materno ha sido objeto de intenso debate. Se presume que su madre hablaba un dialecto germánico común entre los francos de la época; no obstante, los lingüistas difieren en cuanto a la identidad y evolución del idioma. Incluso se ha llegado a afirmar que en el momento de su nacimiento (742/747) el franco antiguo ya se encontraba extinto. Se ha reconstruido la estructura sintáctica y ortográfica del franco antiguo a través de su evolución: el bajo fráncico, que influyó en el francés antiguo y posteriormente dio origen al holandés antiguo. El escaso conocimiento del franco antiguo que tienen los lingüistas corresponde a frases y palabras presentes en los códices de leyes de las principales tribus francas, Nota 1 escritos en un latín que integra elementos germánicos.

 

Su lugar de nacimiento no ha ayudado para determinar su idioma materno. Muchos historiadores han defendido que, al igual que su padre, nació en los alrededores de Lieja; otros afirman que en Aquisgrán, ciudad ubicada a 50 km de la anterior. La cuestión se complica a consecuencia de que esta zona comprende una gran diversidad lingüística. Si se toma la Lieja del año 750, nos encontramos con una región en la que se habla bajo fráncico en el norte y el noroeste, galo-romance en el sur y suroeste, y dialectos del alto alemán en el este. Si se excluye el galo-romance, Carlos habría hablado el antiguo bajo fráncico o un dialecto alto alemán, probablemente con gran influencia franca.

 

Además de su lengua materna, hablaba latín «con fluidez semejante a la de su propio idioma», además de comprender un poco de griego:

 

Grecam vero melius intellegere quam pronuntiare poterat.       Comprendía griego mejor que lo hablaba.

 

Eginardo, Vida,

 

Nombres de Carlomagno

 

A consecuencia del número de idiomas hablados dentro del Imperio, y su expansión a escala europea, el nombre de Carlomagno ha sido preservado bajo abundantes formas en un gran número de diferentes lenguas. Su propio idioma ya no existe en sí, sino que evolucionó hasta convertirse en el idioma fráncico.

 

«Carlos», su nombre de nacimiento, deriva del de su abuelo, Carlos Martel; este nombre proviene a su vez de Karl, lexema germánico que significa 'hombre' u 'hombre libre', y que está relacionado con el Churl inglés. Los nombres latinos Carolus o Karolus constituyen las primeras formas existentes de su nombre.

 

 

Retrato de Carlomagno, por Alberto Durero. Se pintó varios siglos tras su muerte; el escudo de armas situado encima de su cabeza muestra el águila alemana y la flor de lis francesa.

En diversos dialectos eslavos, el término «rey» corresponde a una derivación de su nombre eslavizado.

Las modernas variantes existentes en los idiomas de origen germánico son:

En danés, noruego y sueco: Karl den Store

En neerlandés: Karel de Grote

En alemán: Karl der Große

En luxemburgués: Karel de Groussen

En frisón occidental: Karel de Grutte.

El nombre germánico fue latinizado y preservado en las modernas lenguas romances:

En español y en gallego: Carlomagno

En catalán: Carlemany

En aragonés: Carlemanyo

En francés: Charlemagne y Charles le Grand, derivación del francés antiguo Charles le Magne

En italiano: Carlo Magno y Carlomagno

En portugués: Carlos Magno

En valón: Tchårlumagne y Tchåle li Grand.

Las variantes modernas de los dialectos eslavos de influencia germana son:

En croata: Karlo Veliki

En checo: Karel Veliký

En polaco: Karol Wielki

En eslovaco: Karol Veľký

En esloveno: Karel Veliki.

La variante en euskera: Karlomagno y Karlos Handia.

La variante bretona es Karl-Veur.

Aspecto físico[editar · editar fuente]

Aunque no existe descripción alguna de Carlomagno contemporánea al monarca, su biógrafo Eginardo ofrece una detallada visión de su aspecto físico en su obra Vita Caroli Magni. En el artículo 22 del escrito afirma:

 

Fue de cuerpo ancho y robusto, de estatura eminente, sin exceder la justa medida, pues alcanzaba siete pies suyos; de cabeza redonda en la parte superior, ojos muy grandes y brillantes, nariz poco más que mediana, cabellera blanca y hermosa, rostro alegre y regocijado; de suerte que estando de pie como sentado realzaba su figura con gran autoridad y dignidad. Y aunque la cerviz era obesa y breve y el vientre algún tanto prominente, desaparecía todo ello ante la armonía y proporción de los demás miembros. Su andar era firme, y toda la actitud de su cuerpo, varonil; su voz tan clara, que no respondía a la figura corporal.

 

El emperador carolingio era conocido entre sus coetáneos por ser un hombre rubio, alto, corpulento y de cuello excesivamente grueso. En su época, la tradicional técnica pictórica romana realista se había visto eclipsada por la costumbre de dibujar los retratos de personalidades rodeados de elementos icónicos. En su condición de monarca ideal debía ser representado de manera correspondiente.

 

A su ascenso al trono se le presenta como la encarnación de Dios en la Tierra; los cuadros de esta época contienen un número considerable de iconos vinculantes a Cristo. Los retratos modernos muestran a un hombre de recia complexión y larga melena rubia, a consecuencia de un error en la interpretación del escrito de su biógrafo; se ha traducido «canitie pulchra» o «hermoso cabello blanco» como melena rubia o dorada.

 

Vestimenta

 

 

Parte del tesoro de Aquisgrán.

 

Carlomagno vestía la tradicional, discreta y ordinaria vestimenta de la nación franca. Eginardo la describe así:

 

Vestía a la manera de los francos: camisa de lino y calzones de lo mismo, túnica con pasamanos de seda; envolvía sus piernas con polainas de tiras, y en invierno protegía hombros y pecho con pieles de foca y de marta.

 

Gustaba de llevar una capa azulada, así como una espada, normalmente acabada en una empuñadura dorada o plateada. En los banquetes o recepciones de embajadores portaba imponentes tizonas enjoyadas. No obstante:

 

Los trajes extraños, por hermosos que fuesen, los desechaba, de modo que sólo una vez, a petición del pontífice Adriano, y otra a ruegos del papa León, se vistió la larga túnica y la clámide y usó el calzado a la usanza romana.

 

En las festividades importantes portaba diadema y vestía ropajes bordados y enjoyados; en estas ocasiones su capa incluía una hebilla dorada. Sin embargo, Eginardo afirma que el monarca franco despreciaba la ropa ostentosa, vistiéndose comúnmente con arreglo al modo plebeyo.

 

Ascenso al poder

 

Primeros años de vida

 

Carlomagno fue el primogénito de Pipino el Breve (714 – 24 de septiembre de 768, rey desde 751) y su esposa Bertrada de Laon (720 – 12 de julio de 783), hija de Cariberto de Laon y Gisela de Laon. Entre sus hermanos más jóvenes, los registros sólo refieren a Carlomán, Gisela y a un niño llamado Pipino que falleció a corta edad. En ocasiones se ha afirmado que la semilegendaria Redburga, esposa del rey Egberto de Wessex, fue hermana de Carlomagno (o cuñada o sobrina), y las leyendas lo señalan como tío materno de Roldán a través de una dama llamada Bertha.

La mayor parte de lo que se conoce acerca de su vida procede de los escritos de su biógrafo Eginardo, quien escribió la Vita Caroli Magni (o Vita Karoli Magni), la Vida de Carlomagno. Eginardo afirma sobre los primeros años de vida de Carlos:

 

Sería disparatado, creo yo, escribir una sola palabra respecto al nacimiento y la infancia de Carlos, o incluso sobre sus primeros años, ya que nunca se escribió nada al respecto y no existe nadie con vida que pueda dar información de ello. En consecuencia, decidí pasar esto por alto y dedicarme de inmediato a su persona, sus obras y otros hechos de su vida que merecen ser relatados y divulgados, y me referiré primero a sus acciones locales y en el extranjero, luego sobre su persona y actividades, y por último acerca de su gobierno y muerte, sin omitir nada que merezca o sea necesario conocer.

 

 

Moneda con el grabado de Carlomagno y con la inscripción KAROLVS IMP AVG.

 

Tras la muerte de Pipino, y continuando con la tradición, se dividió el reino de los francos entre Carlomagno y Carlomán. Carlos tomó las regiones exteriores del reino, las cuales bordeaban el mar, es decir, Neustria, el oeste de Aquitania y el norte de Austrasia; mientras que a Carlomán le correspondió la región interior: el sur de Austrasia, Septimania, el este de Aquitania, Borgoña, Provenza y Suabia, territorios que limitaban con Italia.

 

Reinado compartido

 

El 9 de octubre, inmediatamente después de celebrarse el funeral de su padre, ambos jóvenes se marcharon de Saint-Denis a fin de ser coronados reyes por los nobles y ungidos por los obispos. La investidura de Carlomagno tuvo lugar en Noyon, mientras que la de Carlomán lo fue en Soissons.

 

El primer acontecimiento importante producido durante el reinado conjunto de los hermanos fue el levantamiento de los aquitanos y gascones, en 769, en el territorio dividido entre ambos reyes. Años atrás, Pipino había sofocado la revuelta de Gaifier, Duque de Aquitania. Ahora, un hombre llamado Hunaldo (que según parece no se trata del duque Hunaldo) guio a los aquitanos hacia el norte, hasta Angulema. Carlomagno se reunió con Carlomán, pero este se negó a participar y regresó a Burgundia. Carlomagno se dispuso para la guerra y lideró un ejército hacia Burdeos, estableciendo un campamento en Fronsac. Hunold se vio obligado a huir a la corte de Lupo II, Duque de Gascuña. Lupo, temeroso de Carlomagno, entregó a Hunold a cambio de la paz y éste fue desterrado a un monasterio. Finalmente, los francos sometieron Aquitania por completo.

 

Los hermanos mantuvieron una relación tibia gracias a la mediación de su madre, Bertrada, pero en 770 Carlomagno firmó un tratado con el duque Tasilón III de Baviera y se casó con una princesa lombarda (a quien actualmente se conoce como Désirée), hija del rey Desiderio, con el fin de rodear a Carlomán con sus propios aliados. Pese a la oposición inicial del papa Esteban III a su matrimonio con la princesa lombarda, pronto éste tendría pocos motivos para temer una alianza entre francos y lombardos.

 

Apenas un año después de su matrimonio, Carlomagno repudió a Désirée y al poco tiempo volvió a casarse con una sueva de 13 años llamada Hildegarda. La repudiada Désirée regresó a la corte de su padre en Pavía. Encendida su furia, Desiderio se hubiese aliado gustosamente con Carlomán para derrotar a Carlos, pero Carlomán murió el 5 de diciembre de 771, antes de que estallara el conflicto. La esposa de Carlomán, Gerberga, huyó junto con sus hijos a la corte de Desiderio en busca de protección.

 

Campaña en Italia

 

La conquista de Lombardía

 

El año del nombramiento como papa de Adriano I (772), éste demandó que le fuera reintegrado el control sobre ciertas ciudades constituyentes del antiguo Exarcado de Rávena, a cambio de un acuerdo respecto de la sucesión de Desiderio. No obstante, Desiderio tomó algunas ciudades papales e invadió Pentápolis en su camino hacia Roma. En otoño, Adriano envió una delegación ante Carlomagno, solicitándole que cumpliera las políticas de su padre, Pipino.

 

A su vez, Desiderio envió su propia embajada negando lo que le imputaba el papa. Ambas delegaciones se reunieron en Thionville, donde el monarca de los francos manifestó su apoyo al papado. A las demandas de Adriano se unieron las de su aliado; viéndose en esta tesitura, el duque toscano juró que jamás cedería. Carlomagno y su tío Bernardo cruzaron los Alpes en 773 y persiguieron a los lombardos hasta sitiarlos en Pavía. Eventualmente Carlos abandonó el sitio a fin de hacer frente al hijo de Desiderio, Adelgis, quien estaba levantando un ejército en Verona. Los francos persiguieron al joven príncipe hasta el litoral adriático. Desde allí Adelgis huyó hacia Constantinopla a fin de solicitar la ayuda de Constantino V Kopronymos, por entonces en guerra con Bulgaria.

 

 

El rey franco Carlomagno era un católico devoto que mantuvo una estrecha relación con el papado durante toda su vida. En 772, cuando el papa Adriano I fue amenazado por los invasores, el rey se dirigió velozmente a Roma para proporcionar su ayuda. En esta imagen puede verse al papa solicitando la asistencia de Carlomagno durante un encuentro cerca de Roma.

El asedio de Pavía se prolongó hasta la primavera de 774, época en que Carlomagno hizo una visita al papa en Roma (2 de abril); allí confirmó las cesiones de territorios que su padre había estipulado en su testamento.Nota 6 Ciertas crónicas posteriores, de dudosa veracidad, afirman que amplió los mismos. Después de que Adriano le concediera el título de patricio regresó a Pavía, donde los lombardos se hallaban al borde de la derrota.

 

A cambio de sus vidas, los lombardos se rindieron y abrieron las puertas de la ciudad a comienzos de la estación estival. Se envió a Desiderio a la Abadía de Corbie; su hijo Adelgis murió en Constantinopla como un patricio. Tras haberse ceñido la Corona Férrea, los señores lombardos —a excepción de Arechis II, quien proclamó la independencia de los territorios bajo su control— rindieron un homenaje al nuevo monarca en Pavía. Al convertirse en nuevo Rey de Lombardía, Carlomagno se convertía también en el señor más poderoso de Italia. A su marcha dejó una poderosa guarnición en Pavía, a la que envió tropas de refuerzo cada año.

 

A pesar de su victoria, los territorios italianos continuaban inestables: en 776, se rebelaron los duques Rodgaudo de Friuli e Hildeprando de Spoleto. Carlomagno se trasladó apresuradamente desde Sajonia a Italia a fin de combatir a los sediciosos. Se enfrentó a Rodgaudo en una batalla que derivó en una victoria aplastante sobre los rebeldes y la muerte del propio duque. Viéndose derrotado, Hildeprando accedió a firmar un tratado de paz. Su co-conspirador, Arechis, no fue sometido y Adelgis, su candidato al trono, jamás abandonó Bizancio. El norte de Italia había sido pacificado.

 

Italia meridional

 

En 787 Carlomagno dirigió su atención hacia Benevento, donde Arechis reinaba de forma independiente; tras asediar Salerno, el duque ofreció su vasallaje. Sin embargo, cuando murió en 792, Benevento volvió a proclamar su independencia bajo la égida de su hijo, Grimoaldo III. Aunque los ejércitos de Carlos y sus hijos le atacaron en repetidas ocasiones, al no regresar el monarca franco al Mezzogiorno, estos territorios no serían nunca sometidos.

 

Carlos y sus hijos

 

Carlos, como era tradición entre los monarcas y mayordomos del pasado, comenzó a nombrar a sus hijos para que ocuparan los cargos de mayor importancia del reino durante el primer periodo de paz por el que atravesó su gobierno (780 – 782). Habiendo sido ungidos por el papado, hizo reyes a sus dos hijos más jóvenes (781): Carlomán, el mayor de ellos, tomó la Corona Férrea y el nombre de «Pipino» al ser nombrado rey de Italia; y el más joven, Luis, fue nombrado rey de Aquitania. Carlos ordenó que ambos se criaran en el conocimiento de la costumbres de sus reinos, al tiempo que les otorgaba a sus regentes cierto control sobre dichos territorios. No obstante, aunque los dos jóvenes tuvieran la esperanza de heredar el reino algún día, el poder estuvo siempre en manos de su padre. Además, no toleró insubordinación alguna de parte de sus hijos: en 792 desterró a Pipino el Jorobado a consecuencia de una revuelta de la que era partícipe.

 

Al alcanzar la mayoría de edad, los hijos del monarca combatieron en su nombre durante el transcurso de numerosos conflictos. A Carlos le preocupaban especialmente los bretones, con los que compartía frontera y quienes se rebelaron contra él en al menos dos ocasiones (aunque fueron fácilmente subyugados), y también luchó intensamente contra los sajones. En 805–806 se internó en el Böhmerwald, la moderna Bohemia, a fin de hacer frente a los eslavos que habitaban dichos territorios, los modernos checos. Tras una rápida campaña, les sometió hasta el punto de obligarles a rendirle homenaje. Tras ello los francos devastaron el Valle del Elba e impusieron tributo en la zona. Pipino se enfrentó a los ávaros, así como a los beneventani y a los eslavos del norte. Cuando finalmente surgió un conflicto con el Imperio bizantino a consecuencia de su coronación imperial y de la rebelión de Venecia, la organización política interna era inmejorable. Luis se posicionó al frente de la Marca Hispánica y, al menos en una ocasión, se dirigió al sur de Italia a fin de enfrentarse al duque de Benevento. El hijo de Carlos tomaría Barcelona tras un importante asedio en 797.

 

La actitud de Carlomagno hacia sus hijas ha sido motivo de gran controversia; las mantuvo en casa junto a él y se negó a permitir que contrajeran matrimonio —probablemente a fin de evitar el establecimiento de subramas familiares que pudieran rebelarse contra la principal, como fue el caso de Tasilón III de Baviera— aunque les permitió mantener relaciones extramaritales, llegando incluso a honrar a sus concubinos, y guardó gran aprecio por los hijos bastardos que engendraban. Al parecer nunca creyó las historias que circulaban en torno a su salvajismo. Tras la muerte de Carlomagno, su hijo Luis las desterró de la corte y las envió a conventos que su padre había elegido. Una de ellas, Bertha, mantuvo una relación, o quizá un matrimonio, con Angilberto, miembro de la corte de su padre.

 

Campaña en la península ibérica

 

La campaña de Roncesvalles

 

 

Roldán jura fidelidad a Carlomagno. Ilustración perteneciente a un manuscrito del Cantar de Roldán.

 

Según el historiador musulmán Ibn al-Athir, la Dieta de Paderborn recibió en 777 a los representantes de los gobernantes musulmanes de Zaragoza, Gerona, Barcelona y Huesca, quienes habían acudido allí debido a que sus señores habían sido arrinconados en la Península Ibérica por Abderramán I, el emir de Córdoba. Estos gobernantes musulmanes o sarracenos ofrecieron homenaje al gran rey de los francos a cambio de su ayuda militar. Carlomagno, al ver la oportunidad de extender tanto la Cristiandad como su propio poder y creyendo que los sajones eran una nación subyugada, acordó dirigirse a península ibérica.

 

En 778, lideró el ejército de Neustria a través de los Pirineos Occidentales, mientras que los austrasios, lombardos y burgundios cruzaban los Pirineos Orientales. Los ejércitos se reunieron en Zaragoza y recibieron el homenaje de Sulayman al-Arabí y Kasmin ibn Yusuf, los gobernantes extranjeros. Sin embargo, Zaragoza no cayó con la rapidez que Carlomagno pensaba; incluso se encontró ante la batalla más difícil que afrontara en toda su carrera y, temiendo una derrota, decidió retirarse y regresar a casa. Carlomagno no podía confiar en los musulmanes ni en los vascones, a quienes se había enfrentado durante su conquista de Pamplona, y estaba abandonando la península por el Paso de Roncesvalles cuando ocurrió uno de los acontecimientos más famosos de todo su reinado: Los vascones cayeron sobre su retaguardia y carros de carga, destruyéndolos. La Batalla de Roncesvalles, más bien una escaramuza que una batalla, arrojó varios famosos muertos, entre los que se encontraban el senescal Eggihard, el conde del palacio Anselmo y el prefecto de la Marca de Bretaña, Roldán, posterior inspiración del Cantar de Roldán (Chanson de Roland), el famoso cantar de gesta francés.

 

La guerra contra Al-Ándalus

 

La conquista de Italia hizo que Carlomagno entrase en contacto con los sarracenos que, en esa época, controlaban el Mediterráneo y ocupaban arduamente a su hijo Pipino. Carlomagno conquistó Córcega y Cerdeña en fechas desconocidas, y las islas Baleares en 799. Dichas islas eran blancos frecuentes de ataques por parte de piratas sarracenos, mas el conde de Génova y Toscana (Bonifacio) los mantuvo a raya mediante el envío de una numerosa flota cuya operatividad se prolongó hasta el fin del reinado de Carlomagno. El rey llegó a tener contacto con la corte del califa en Bagdad: en 797 (o, posiblemente, 801), el califa de Bagdad, Harún al-Rashid, obsequió a Carlomagno con un elefante asiático llamado Abul-Abbas y un reloj.

 

En Hispania, la lucha contra los musulmanes continuó sin disminuir en intensidad durante toda la segunda mitad del reinado de Carlomagno. En 785, los soldados de su hijo Luis, que se encontraba encargado de defender la frontera con España, conquistaron Gerona de forma permanente y extendieron el control franco al litoral catalán; dicho control se mantuvo durante el resto del gobierno de Carlomagno (e incluso siguió siendo nominalmente franco mucho tiempo después, hasta el Tratado de Corbeil en 1258). Los líderes musulmanes del noreste de la España islámica se sublevaban continuamente contra las autoridades cordobesas y, a menudo, pedían la ayuda de los francos, cuya frontera continuó expandiéndose lentamente hasta 795, año en que Gerona, Cerdaña, Osona y Urgel fueron agrupadas en la nueva Marca Hispánica, dentro del antiguo ducado de Septimania.

 

En 797 Barcelona, la ciudad principal de la región, cayó ante los francos cuando Zeid, su gobernador, se rebeló contra Córdoba y, tras fracasar, la entregó a Carlomagno. Pese a que las autoridades omeyas consiguieron reconquistarla en 799, Luis marchó junto a todo su ejército, cruzó los Pirineos y asedió la ciudad durante dos años, pasando allí el invierno desde 800 a 801, hasta su rendición. Los francos continuaron arremetiendo contra el emir: en 809 ocuparon Tarragona y, en 811, Tortosa. Esta última conquista los llevó hasta la desembocadura del Ebro y les permitió el acceso a Valencia, lo que impulsó a que el emir Alhakén I reconociera sus conquistas en 812.

 

Campañas en el este de Europa

 

Guerra contra los sajones

 

Artículo principal: Guerras sajonas.

 

Carlomagno estuvo involucrado en batallas constantes a lo largo de su reino, frecuentemente a la cabeza de sus escuadrones de élite o scara y con su legendaria espada, Joyeuse, en mano. Tras treinta años de guerra, logró conquistar Sajonia y procedió a convertirla al cristianismo, empleando la fuerza siempre que fuera necesario. A finales del siglo VIII el ejército carolingio de cerca de 100.000 hombres en campaña, este incluía una gran cantidad de tropas reclutadas temporalmente de diversas regiones y tribus, unos 10.000 soldados profesionales a tiempo completo, unos 6.000 caballeros montados y una cifra similar de mercenarios.

 

Los sajones fueron distribuidos en cuatro grupos, de acuerdo a sus regiones de pertenencia: Westfalia, que lindaba por el oeste con Austrasia y, más allá, Estfalia. En medio de estos dos reinos se encontraba el de Angria, y al norte de los anteriores Nordalbingia, en la base de la península de Jutlandia.

 

Durante su primera campaña, Carlomagno venció a los sajones en Paderborn y obligó a los habitantes de Angria a que, en 773, cortaran y entregaran un irminsul (un pilar de madera sagrado) que se encontraba cerca de Paderborn. La campaña fue interrumpida por su primera expedición a Italia en 774, con la rebelión aún activa. Cuando regresó al año siguiente (775), atravesó Westfalia y conquistó el fuerte sajón de Sigiburg. Luego, cruzó Angria, donde nuevamente derrotó a los sajones. Por último, en Estfalia, venció a un destacamento sajón y convirtió a su líder, Hessi, al cristianismo. En su camino de vuelta por Westfalia, estableció campamentos en Sigiburg y Eresburg, que hasta entonces habían sido importantes bastiones sajones. Toda Sajonia se hallaba bajo su dominio, a excepción de Nordalbingia; sin embargo, la resistencia sajona no había concluido.

 

Después de su campaña en Italia subyugando a los duques de Friuli y Spoleto (Rodgaudo e Hildeprando, respectivamente), Carlomagno regresó velozmente a Sajonia en 776, puesto que una revuelta había destruido su fortaleza en Eresburg. Una vez más, los sajones fueron aplastados, pero su líder más importante, el duque Widukind, consiguió escapar a Dinamarca, hogar de su esposa. Carlomagno construyó un nuevo campamento en Karlstadt y, en 777, llamó a una dieta nacional en Paderborn para completar la integración de Sajonia al reino franco. Siguiendo fielmente su política religiosa, hizo bautizar a un considerable número de sajones.

 

En el verano de 779, invadió nuevamente Sajonia y reconquistó Estfalia, Angria y Westfalia (perdidas en la rebelión del año anterior). En una dieta realizada cerca de Lippe, dividió el territorio en distintas misiones y asistió en persona a varios bautismos en masa (780). A continuación regresó a Italia y, por primera vez, no hubo una revuelta inmediata sajona. En 780 Carlomagno decretó la pena de muerte para aquellos sajones que no se bautizaran, no celebraran las fiestas cristianas y cremaran a sus muertos. Entre 780 y 782, Sajonia vivió un período de paz.

 

Carlomagno volvió a Sajonia nuevamente en 782. Estableció un código de leyes y designó varios condes, tanto sajones como francos. Las leyes eran severas en temas religiosos, y el politeísmo germano autóctono quedó en una condición sumamente precaria respecto del cristianismo, lo que despertó antiguos conflictos. Ese mismo año, Widukind regresó en otoño para liderar una nueva revuelta, la cual resultó en varios ataques contra la Iglesia. En respuesta, se cree que Carlomagno ordenó en Verden, Baja Sajonia, la decapitación de 4.500 sajones que habían sido capturados practicando su paganismo nativo luego de haberse convertido al Cristianismo. El hecho, conocido como la Masacre de Verden, desencadenó dos años de sangrientos conflictos (783–785) que significaron el traslado forzado de unos 30.000 sajones a otras regiones del imperio. Durante esta guerra, el rey franco venció en las batallas de Lippspringe (782) y de Delmont (783) y finalmente consiguió someter a los frisones e incendiar una gran parte de su flota. La guerra concluyó cuando Widukind aceptó ser bautizado en 804.

 

Tras este hecho, los sajones se mantuvieron en paz durante siete años, hasta que los habitantes de Westfalia volvieron a rebelarse en contra de sus conquistadores. Estfalia y Nordalbingia se unieron a ellos en 793, pero la sublevación no contó con el apoyo de toda la población y fue sofocada hacia 794. A continuación, se produjo una revuelta en Angria en 796, aunque fue aplacada rápidamente gracias a la presencia de los sajones cristianos, los eslavos y del mismísimo Carlomagno. El último intento independentista ocurrió en 804, más de treinta años después de la primera campaña de Carlomagno en Sajonia. En esta ocasión, la más turbulenta de todas, el pueblo de Nordalbingia se halló a sí mismo incapacitado para volver a conducir una nueva rebelión. Según Eginardo:

 

La guerra que había durado tantos años concluyó al fin cuando accedieron a los términos ofrecidos por el Rey; los cuales consistían en renunciar a sus costumbres religiosas nacionales y a la adoración de demonios, aceptar los sacramentos de la religión y de la fe cristiana, y unirse a los francos para conformar un único pueblo.

La resistencia pagana en Sajonia había finalizado. Para asegurarse de ello Carlomagno ordeno el traslado forzado de 10.000 familias sajonas y la entrega de sus tierras a los leales abroditas.

 

Sometimiento de Baviera

 

En 788, Carlomagno volvió su atención hacia Baviera y acusó a Tasilón de hacer tratos con los ávaros y otros enemigos suyos, rompiendo de este modo su promesa de fidelidad. Sometido a juicio, Tasilón fue depuesto y condenado a muerte, pero Carlos le indultó y se contentó con hacerle rapar y recluirle en el monasterio de Jumièges.12 Finalmente, en 794 Tasilón fue obligado a renunciar a sus derechos y a los de su familia (los agilolfingos) sobre Baviera, en el sínodo de Fráncfort. Baviera, al igual que Sajonia, fue subdividida en condados por los francos.

Campaña contra los ávaros.

 

En 788, los ávaros, una horda asiática pagana que se había establecido en la actual Hungría (Eginardo los llama hunos), invadieron Friuli y Baviera. Carlos estuvo ocupado con otras cuestiones hasta 790, pero en ese año marchó a lo largo del Danubio hasta su territorio, asolándolo hasta Raab. Luego, un ejército lombardo al mando de Pipino se adentró en el valle del Drava y devastó Panonia. Estas campañas habrían continuado de no ser por una nueva revuelta de los sajones en 792 que puso fin a siete años de paz en la región.

 

Los siguientes dos años, Carlos estuvo atareado tanto con los eslavos como con los sajones. Sin embargo, Pipino y el duque Eric de Friuli prosiguieron sus ataques a las fortalezas circulares de los ávaros. El gran Anillo de los Ávaros, su fortaleza de mayor importancia, fue tomada en dos ocasiones. El botín reunido se envió a Carlomagno, quien se encontraba en su capital, Aquisgrán, y la redistribuyó entre sus seguidores y gobernantes extranjeros, incluido el rey Offa de Mercia. Al poco tiempo, los tuduns ávaros desistieron y viajaron a Aquisgrán para someterse a Carlomagno como vasallos y cristianos. Carlos aceptó y uno de los jefes nativos, quien había sido bautizado como Abraham, fue enviado de regreso con el antiguo título de Jaghan. Abraham mantuvo la disciplina entre su gente, pero para el año 800 los búlgaros al mando de Krum habían acabado completamente con el estado ávaro. En el siglo X los magiares se establecerían en la llanura panónica, presentando una nueva amenaza para los descendientes de Carlomagno.

 

Expediciones contra los eslavos

 

La expansión territorial que experimentó el Imperio carolingio hasta 789 le llevó a tomar contacto con nuevos vecinos paganos, los eslavos. Carlomagno encabezó un ejército formado por soldados de Austrasia y Sajonia, con el cual cruzó el Elba y entró en tierras abroditas. Los eslavos liderados por Witzin se rindieron de inmediato. Posteriormente, Carlos aceptó la sumisión de los veleti, gobernados por Dragovit, exigiendo rehenes y el permiso para enviar, sin interferencias, misioneros a la región. El ejército alcanzó la región báltica antes de volver sobre sus pasos y dirigirse hacia el Rin con el botín logrado y sin sufrir hostigamientos. El estado tributario eslavo se convirtió en un aliado leal. En 795, cuando se quebró la paz con los sajones, tanto obodritas como veleti se levantaron en armas para acompañar a su nuevo amo en contra de los rebeldes. Witzin murió en combate y Carlomagno lo vengó asolando la región del Elba correspondiente a Estfalia. Thrasuco, el sucesor de Witzin, lideró a sus hombres en la conquista de Nordalbingia y entregó a los líderes rebeldes a Carlomagno, lo que le valió grandes honores. Los obodritas se mantuvieron leales a Carlos hasta su muerte y luego combatieron contra los daneses.

 

Carlomagno también centró su atención en los eslavos del sur del jaganato ávaro: los carantanianos y los eslovenos. Estos pueblos fueron sometidos por los lombardos y los bávaros, y convertidos en tributarios, aunque jamás se incorporaron al estado franco.

 

Imperio

 

Diplomacia imperial

 

 

La capilla de Carlomagno en la Catedral de Aquisgrán.

 

El reinado de Carlomagno llegó a su punto decisivo a fines del año 800. En 799, el papa León III había sido atacado por los romanos, quienes intentaron arrancarle los ojos y la lengua. León escapó y se refugió con Carlomagno en Paderborn, solicitándole que interviniera en Roma y restaurara su gobierno. El rey franco, aconsejado por Alcuino de York, aceptó viajar a Roma y así lo hizo en noviembre de 800. El 1 de diciembre realizó una asamblea y, el 23 del mismo mes, León tomó juramento declarándose inocente. Durante la misa celebrada en Navidad (25 de diciembre), cuando Carlomagno se arrodilló para orar ante el altar, el papa lo coronó Imperator Romanorum ('emperador de los romanos') en la Basílica de San Pedro. Con este acto, el papa intentaba transferir a Carlos el cargo de Constantinopla. Eginardo señala que Carlomagno ignoraba las intenciones de León y no deseaba dicho nombramiento:

 

Al principio fue tal la aversión, que declaró que no hubiese puesto un pie en la Iglesia el día que le fueron conferidos [los títulos imperiales], pese a que fue un gran día festivo, de poder haber previsto los designios del papa.

 

Muchos académicos modernos indican que, en realidad, Carlomagno estaba al tanto de los planes de coronación. Ciertamente, al aproximarse a rezar, no pudo haber dejado de observar la corona engarzada con joyas que aguardaba en el altar. En todo caso, ahora podía aprovechar las circunstancias para afirmar que él era el restaurador del Imperio romano, que aparentemente se había degradado bajo el mando de los bizantinos. No obstante, después de 806, Carlos pasaría a designarse a sí mismo no como Imperator Romanorum ('emperador de los romanos', un título reservado al emperador bizantino), sino como Imperator Romanum gubernans Imperium ('emperador gobernante del Imperio romano').

 

La iconoclasia de la dinastía isauria y los consiguientes conflictos religiosos con la emperatriz Irene, quien en el año 800 ocupaba el trono de Constantinopla, probablemente fueran las principales causas por las que el papa deseaba aclamar formalmente a Carlos como emperador romano. Además, también ansiaba incrementar la influencia del papado, honrar a su salvador —Carlomagno— y resolver las cuestiones constitucionales que por entonces afligían a los juristas europeos, en una época en que Roma no se hallaba en manos de un emperador. De este modo, cuando Carlomagno asumió el título de emperador, a los ojos de los francos e italianos no se trató de una usurpación del cargo; pero sí lo fue en Constantinopla, donde Irene y su sucesor, Nicéforo I, protestaron vigorosamente sin que ninguno de ellos lograse algo al respecto.

 

Sin embargo, los bizantinos siguieron conservando varios territorios en Italia: Venecia (lo que quedaba del Exarcado de Rávena), Reggio (en Calabria), Brindisi (en Apulia) y Nápoles (el Ducado Napolitano). Estas regiones permanecieron fuera del dominio franco hasta 804, cuando los venecianos, desgarrados por luchas internas, transfirieron su lealtad a la Corona Férrea de Pipino, hijo de Carlos. La Pax Nicephori concluyó y Nicéforo asoló las costas con una flota y, así, comenzó la única guerra entre bizantinos y francos. Los enfrentamientos se prolongaron hasta 810, cuando el bando probizantino en Venecia le confirió una vez más el dominio de la ciudad al Imperio bizantino y los dos emperadores de Europa hicieron las paces: Carlomagno recibió la península de Istria, y en 812 el emperador Miguel I Rangabé reconoció su condición de emperador.

 

Los ataques daneses

 

Tras la conquista de Nordalbingia, el territorio franco colindaba con Escandinavia. Los paganos daneses («una raza casi desconocida para sus ancestros; [de Carlos]. Pero destinada a ser ampliamente conocida por sus hijos» tal como los describió Charles Oman) que habitaban la península de Jutlandia habían oído muchas de las historias relatadas por Widukind y sus aliados, quienes se refugiaban en la corte danesa, así como de la ferocidad con que el rey cristiano trataba a sus vecinos paganos.

 

En 808, el rey danés, Godofredo, construyó la gran Danevirke a lo largo del istmo de Schleswig. Esta muralla defensiva, que en un principio medía 30 km de largo, fue utilizada por última vez durante la Guerra de los Ducados en 1864. La Danevirke tenía por objeto proteger a los daneses, al mismo tiempo que le proporcionaba a Godofredo la oportunidad de saquear Frisia y Flandes por medio de ataques piratas. Además, el danés sometió a los veleti (aliados de los francos) y combatió a los obodritas.

 

Godofredo invadió Frisia y bromeaba con visitar Aquisgrán. Sin embargo, no pudo hacer otra cosa ya que fue muerto, aunque se ignora si a manos de un asesino franco o de uno de sus propios hombres. Godofredo fue sucedido por su sobrino Hemming, quien firmó el Tratado de Heiligen con Carlomagno a finales de 811.