Un examen crucial
Comercio Exterior

Un examen crucial

 

 

17/11/2013 Fuente lanacion. Más allá de todos los rumores, conjeturas y especulaciones sobre probables medidas económicas que rodean el regreso a la actividad de la presidenta Cristina Kirchner, la credibilidad de su gobierno afrontará un test decisivo dentro de pocas semanas. El próximo lanzamiento del Índice de Precios al Consumidor Nacional urbano (IPCNu), con el que el Indec reemplazará a partir de 2014 al vapuleado IPC para Capital Federal y Gran Buenos Aires, operará como una suerte de "detector de mentiras" para verificar si realmente está dispuesto a sincerar la verdadera inflación o seguir camuflándola en las estadísticas oficiales.

 

Hasta ahora se conocen pocos detalles sobre la estructura del nuevo indicador, que el Ministerio de Economía ya envió al staff del Fondo Monetario Internacional para evitar la "tarjeta roja" con que meses atrás había amenazado a la Argentina la titular del organismo, Christine Lagarde. Ni en la página web del Indec hay mención alguna al futuro IPCNu. Sólo en la última asamblea del FMI, el ministro Hernán Lorenzino había anticipado que estará a cargo de 500 encuestadores, que relevarán 200.000 precios mensuales en más de 100 ciudades de todas las provincias.

 

No es casual esta asimetría de información. Para el gobierno de CFK pasó a ser una necesidad recomponer la relación con el FMI, ya que de lo contrario no tendría chances de renegociar la deuda en default con el Club de París (unos 9000 millones de dólares entre capital e intereses vencidos), ni acceder a créditos de sus países miembros para financiar inversiones en infraestructura a largo plazo. Tampoco podría hacer el intento de colocar deuda en los mercados para atenuar la acelerada pérdida de reservas del Banco Central, que ya alcanza a casi 11.000 millones de dólares en lo que va de 2013. Nada de esto será posible de un mes para otro y mucho menos con el cepo cambiario. De hecho, en el mejor de los casos, sólo retrotrae la relación con el FMI al año 2007 y se descuenta que el organismo esperará ver para creer. Pero no deja de marcar un giro en la política de aislamiento externo del Gobierno y corroborar que, cuando las necesidades apremian, no tiene pruritos en dejar de lado el relato. De ahí que la titular del BCRA, Mercedes Marcó del Pont, haya anticipado el viernes que se tomarán decisiones "sin dogmatismos". Aún así, la incógnita es qué entiende por pragmatismo un gobierno que hizo uso y abuso de políticas populistas e intervencionistas, al igual que de la "maquinita" del BCRA para financiar el déficit fiscal, a costa de mayores presiones inflacionarias, mayor brecha cambiaria y menor crecimiento de la economía.

 

Un índice de precios confiable es una condición necesaria: sin reconocer la verdadera inflación, no es posible diseñar políticas consistentes y articuladas para frenarla. Esta es una materia que el kirchnerismo mantiene como previa desde hace siete años y afecta al conjunto de la sociedad argentina antes que al FMI. Por más que el organismo marque en sus informes con un asterisco las estadísticas de precios de la Argentina y aclare que las estimaciones privadas resultan muy superiores, no evita que, según las canastas del Indec, una familia tipo con ingresos por encima de $ 1734 mensuales no queda debajo de la línea de pobreza y si percibe más de $ 760 deja de ser indigente. Esta ficción hace que la brecha entre las estimaciones oficiales y privadas sobre el número de pobres abarque a nada menos que 8 millones de personas.

 

Sin embargo, por mejor diseñado que esté el futuro IPCNu, es sólo un instrumento técnico que de nada serviría sin la decisión política de incluir los verdaderos precios que pagan los consumidores en todo el país.

 

Esto supone dejar de lado los que impone Guillermo Moreno (tomando como referencia el Mercado Central de Buenos Aires) y los aumentos de 0,8/0,9% mensual que invariablemente mide el Indec desde hace años para que la inflación quede disfrazada en torno de 10% anual. Pero, además, si CFK decidiera sincerar precios y aumentos, dejaría sin red al propio Moreno y a la politizada cúpula del Indec, que acaba de incumplir un fallo judicial para reincorporar a una especialista cesanteada en 2007.

 

Precios recalentados

 

El IPC de octubre difundido por el Indec no fue la excepción a la regla. La suba de 0,9% (y de 10,5% para los últimos doce meses) resulta inferior a la mitad del 2,0% mensual (y 26% interanual) registrada por el IPC Congreso como promedio de las estimaciones privadas. No obstante, la consultora Finsoport, que dirige Jorge Todesca, eleva ese aumento mensual a 2,7 por ciento.

 

En realidad, hoy resulta imposible determinar con precisión la verdadera inflación en la Argentina. No sólo por la disparidad de precios para un mismo producto o las promociones que las grandes cadenas de supermercados siguen sin publicar en los diarios no afines al Gobierno. Tampoco es posible contar como referencia con los índices de precios provinciales ya que, a instancias del gobierno de CFK, los gobiernos de 20 provincias ellas dejaron de difundir sus estadísticas al adherir anticipadamente al IPCNu. Una de las pocas excepciones es el gobierno de la ciudad de Buenos Aires, que meses atrás lanzó su propio indicador y arroja para septiembre un aumento de 25% interanual.

 

Frente a este panorama, los consumidores no tienen otra alternativa que recurrir al test de comparar los precios de sus propios tickets de compra. En este caso, el relevamiento que realiza esta columna en la misma sucursal porteña de una cadena líder de supermercados, arroja en noviembre una suba de 4,6% con respecto a octubre. El costo total de la canasta fija de 30 productos (en su mayoría alimentos, bebidas y productos de limpieza) pasó de $ 1017,98 a $ 1064,92. Con relación a los $ 809,93 que costaba en diciembre del año pasado, el aumento en once meses trepa a 31,5 por ciento.

 

En ese período de casi un año, más de la mitad de los productos (16) muestran aumentos de dos dígitos y, en una decena de casos, superiores a 30 por ciento. Este ranking es encabezado por queso rallado (64,1%); detergente cremoso (55,2%); jamón cocido (49,5%); una gaseosa de primera marca (46,3%, compensada por una suba de 5,8% en su variedad light); suavizante para ropa (44,8%); supremas de pollo fileteadas (42,8%); pan francés (40%); postre dietético (39,8%); una marca de bebida finamente gasificada (37,2%). Los zapallitos, que le trajeron dolores de cabeza a Moreno, terminan el año con una baja de 16% y las berenjenas con una suba de 11 por ciento. Pero, aunque bajaron en los últimos dos meses, los pimientos cuestan 43% más que en diciembre y se dispararon 87,6% las papas, con un precio de 15 pesos el kilo.

 

Contar con índices confiables que midan éstos y muchos más precios y tarifas que se pagan fuera de los supermercados, es una condición necesaria, pero no suficiente si no hay una política económica para bajar la inflación. No por casualidad todos apuestan a que esta asignatura pendiente le tocará al gobierno que asuma en diciembre de 2015..