Metrópoli y provincia
De interés general

Metrópoli y provincia. De interés general

 

 

26/10/2013 Fuente revistaenie. ¿Cuál es el centro?  Estudiar en la periferia no es lo mismo que hacerlo en Buenos Aires. Carlos Altamirano interroga: ¿es eso sólo una fatalidad?

 

El artículo de Ana Camblong, especialista en semiótica y en alfabetización, toma una peculiaridad lingüística para reflexionar sobre la “exterioridad” que tiene el “interior” para la metrópoli. Insiste, también, en la “arrogancia” con la que las industrias culturales abordan la riqueza de las zonas más alejadas y castigadas del país. Publicada el 27|5|2006

 

No quisiera que simplemente duerma en el archivo de Ñ un artículo de Ana Camblong, “¿Dónde queda allá ité ”?, publicado en mayo de 2006. Autora de valiosos estudios sobre Macedonio Fernández, Ana Camblong enseña e investiga en la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de la Universidad Nacional de Misiones. “¿Dónde queda allá ité ”? tiene mucho de sarcasmo y de elaborada rabia. El blanco de su querella era el modo en que se establecen y funcionan en el país las políticas de alfabetización lingüística concebidas desde el centro, la metrópoli. Pero si ése era el objeto inmediato del cuestionamiento, el disparo va más lejos.

 

La frase allá ité , que reúne un adverbio español de lugar y un “reforzativo” guaraní, es relativa al sitio del sujeto que habla.

 

Allá lejos (o leeeeeejos ), traducía Camblong, pensando en lectores ajenos al área lingüística del nordeste argentino, donde el castellano es la lengua dominante, pero coexiste y se mezcla con otras en el habla cotidiana, principalmente con el guaraní La sutileza de la enunciación Camblong usa la pregunta sobre la localización de  allá ité para definir desde dónde toma la palabra: “Hablo, desde una provincia –Misiones, dice el nombre de antigua resonancia jesuítica– ubicada en los bordes de la cartografía nacional”. En el artículo allá ité no remite sólo a un lugar distante, sino a una situación dentro de una red de relaciones. Para decirlo en las palabras de la autora: “Nosotros estamos allá ité respecto del nodo soberano, una distancia indefinida, variable pero cierta, de los lugares de decisiones políticas, económicas y socioculturales”. El lugar que evoca allá ité varía, pues, pero sobre el fondo de esta dicotomía que preside el artículo.

 

A diferencia del conocido chamamé de Pocho Roch, “Pueblero de allá ité ”, en el texto de Camblong la frase allá ité , común en el nordeste, no está destinada a evocar un tiempo pasado y dichoso, sino a designar alternativamente los polos de una antítesis, las nociones contrapuestas de una relación en un esquema de dominación. En otros términos: la autora inserta la expresión allá ité en un discurso que no es nostálgico sino crítico y que plantea una fuerte impugnación contra el modo en que se conformó y funciona la Argentina como sociedad nacional. En sus líneas, el allá lejos es a veces la metrópoli, Buenos Aires, donde se halla emplazado el poder y donde se toman las decisiones tanto políticas como económicas y culturales que afectan a la provincia; otras veces allá ité es la provincia, cuya gente debe sobrellevar esas decisiones y que, a su manera, entre descreída e irónica, resiste. Respecto de su periferia, la metrópoli oscila entre la indiferencia y el abuso prescriptivo.

 

Esta estructura, observa Camblong, tiene una historia que viene de lejos, de los tiempos de la colonia y llega hasta el presente, pero es una historia de repetición. Historia de maniobras, ninguneos, usos y abusos sobre “la soberanía de nuestras existencias provinciales”. El texto concluía con la observación de que investigar, reflexionar, alfabetizar en Misiones no puede soslayar la reflexión sobre lo que involucra ejercer esas actividades en contextos distantes del centro.

 

Suscribo la intención crítica que alienta el planteo de “¿Dónde queda allá ité ?”, que encierra un duro cuestionamiento a la forma que cobró el desarrollo de la Argentina moderna y a la injusta desigualdad que esa configuración ha producido en nuestro funcionamiento como sociedad nacional. La enorme asimetría de poder y de recursos entre Buenos Aires y el resto del país, sobre todo en relación con lo que hoy se acostumbra a llamar regiones y provincias extra-céntricas, no es sólo un hecho, sino un hecho inaceptable.

 

Dilemas del discurso antitético Es cierto que el artículo de Camblong resulta esquemático. El retrato que enfrenta los dos polos, uno dominante, el de la metrópoli, que concentra todo el poder; otro, dominado, el de la provincia, compuesto sólo por personas privadas de recursos y obligadas a soportar el poder exterior, hace de los dos lugares que contrapone conjuntos homogéneos, internamente indiferenciados. El discurso antitético es apto para la protesta y la invectiva, pero su elocuencia simplificadora se presta demasiado al maniqueísmo.

 

Por somera que sea la descripción de la hegemonía de un área sobre otras, de un centro sobre una periferia, hay que introducir gradaciones. Introducirlas en la representación de cada uno de esos polos, que no son mundos uniformes, y en la relación entre ambos. No por el gusto de matizar, sino para mejorar nuestra comprensión crítica. Ni en la metrópoli hay sólo poderosos ni en la provincia sólo gente simple y postergada, objeto de una manipulación sin fin. La imagen de la región periférica como un conjunto unificado que tiene frente a sí la voluntad dominadora del centro con sus imposiciones tiene el defecto de hacer invisibles las desigualdades internas. Omite a los gobernantes y a los grupos dirigentes locales, y al no tomar en consideración esos poderes domésticos, se los exime de toda responsabilidad social en lo referente a la situación que se critica. Como si se les entregara una dispensa.

 

En suma, habría que revisar la comunidad imaginaria que encierra el “Nosotros estamos allá ité …”, así como la historia evocada, que de la colonia al presente deja intacto un fondo inmóvil, pese a los cambios.

 

El valor de la libertad En la relación asimétrica del esquema metrópoli/provincia los actores involucrados tienen diferentes grados de libertad y quien tiene más poder cuenta con más libertad. Pero salvo que se elijan los casos extremos, ninguno está desprovisto de todo recurso y de todo poder. El esquema excesivamente reductor no nos ayuda a concebir otros comportamientos que los tradicionales, esos que se cumplen porque siempre ha sido así. ¿Valdría la pena el esfuerzo que tantas personas como Ana Camblong llevan adelante en sus provincias, si no se imaginara que las cosas pueden ser de otro modo?